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El desperdicio de alimentos: una herida sangrante
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Por: Mons. Fernando Chica Arellano - El recrudecimiento de la pandemia en curso está generando ingentes desafíos a la seguridad alimentaria en muchos países, así como crecientes obstáculos para el abastecimiento de los comercios con productos agrícolas, pesqueros y ganaderos. Las medidas de cuarentena, las interrupciones en las cadenas de suministro, el cierre de fronteras, las trabas en el desplazamiento de la población y otra serie de iniciativas han contribuido a que muchos productos queden en la mar o en el campo y no lleguen a los distribuidores, o no encuentren mercados a los que abastecer, por lo cual terminan perdiéndose. En algunas naciones se llegó incluso al desabastecimiento en los supermercados, los cuales tampoco podían regalar comida a unos bancos de alimentos ya de por sí diezmados por una demanda creciente a causa del alza del desempleo. Por otra parte, las compras frenéticas o compulsivas y una cierta variación en el hábito de consumo durante el confinamiento causaron un gran desperdicio alimentario.
Si la pérdida de alimentos se asocia a las regiones del sur del mundo, nuestro hemisferio contempla en mayor medida el derroche alimentario, una lacra que, si todos pusiéramos de nuestra parte, dejaría de existir o se vería aminorada de modo considerable.
En efecto, en nuestros pueblos y ciudades, sonroja ver montones de comida tirada en la basura, a la vez que va incrementándose el número de personas que no tienen lo necesario para llenar su estómago. Conviven individuos que no pueden alimentarse ni sana ni suficientemente junto a otros que malgastan y derrochan sin control. Nos deberíamos avergonzar de esta atroz contradicción, sobre todo si traemos a colación tantos niños como mueren de hambre diariamente en el mundo. Es un escándalo que clama al cielo pidiendo justicia, como la sangre del Abel (cfr. Gen 4,10). El despilfarro de alimentos es un triste fenómeno que ha de interpelar nuestras conciencias y resolverlo compete a todos.
Las cifras hablan por sí solas. Si pensamos en el entorno que nos circunda, según estudios atendibles, España es el séptimo país de la Unión Europea que más comida dilapida. De media, cada persona arroja al vertedero unos 179 kilos de comida al año. Importante es no ignorar que, de todos los alimentos desechados, aproximadamente 1,2 millones de toneladas son aptos para el consumo. Las estadísticas señalan además que hasta 98 millones de toneladas de alimentos se despilfarran anualmente en la Unión Europea. Según la FAO, más de 690 millones de personas sufren desnutrición en el mundo. Otras fuentes ilustran este dato informando que en torno al 9,6% de la población europea no alcanza a comprar comida de calidad cada dos días. Desconcierta saber, en fin, que el 20% de los alimentos producidos en el viejo continente se desperdicia, con un coste económico estimado en 143.000 millones de euros.
Si ahondamos en el problema, observamos que el derroche de alimentos no solo supone prescindir irresponsablemente de comida, una comida que, bien utilizada, podría servir para aliviar las necesidades nutricionales de quienes lo precisan. Entraña también echar por la borda mucha mano de obra, usada inútilmente para producir alimentos que a la postre acaban desperdiciados. Significa igualmente un empleo innecesario de recursos que no son ilimitados, sino más bien escasos, como la tierra, el agua y la energía. Pero el impacto del despilfarro alimentario no es solamente cuantificable desde la perspectiva financiera. El medio ambiente es otro de los grandes afectados por los desperdicios de alimentos, ya que su producción conlleva la utilización de fertilizantes y pesticidas. Esos ingredientes menoscaban enormemente nuestro planeta, ya bastante vapuleado por otros efectos nocivos del cambio climático: por cada kilogramo de alimento producido, 4,5 kg de dióxido de carbono (CO2) va a la atmósfera.
Permanecer impasible ante esta grave temática, o reputarla como una cuestión que no nos afecta, es ciertamente erróneo. Los medios de comunicación, la escuela, pero sobre todo la familia, han de sensibilizar a la opinión pública para encarar muy en serio un problema que depende, en gran medida, de haber recibido una educación correcta, que otorgue a los alimentos el valor que realmente tienen. Nadie, pues, puede contentarse con ser un mero espectador en la lucha contra el derroche de alimentos, siendo una herida que supura, perjudicando sin piedad a multitud de personas, especialmente a los pobres y vulnerables de la sociedad.
A este respecto, pocos meses después de ser elegido Sucesor de Pedro, el papa Francisco, en la audiencia general del 5 de junio de 2013, hablando de la cultura del descarte, dijo sin medias tintas que “nos hemos hecho insensibles al derroche y al desperdicio de alimentos, cosa aún más deplorable cuando en cualquier lugar del mundo, lamentablemente, muchas personas y familias sufren hambre y malnutrición. En otro tiempo nuestros abuelos cuidaban mucho que no se tirara nada de comida sobrante. El consumismo nos ha inducido a acostumbrarnos a lo superfluo y al desperdicio cotidiano de alimento, al cual a veces ya no somos capaces de dar el justo valor, que va más allá de los meros parámetros económicos. ¡Pero recordemos bien que el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre, de quien tiene hambre!”.
Por tanto, poner fin a una mentalidad caprichosa en el uso de los alimentos, que los desdeña sin ningún miramiento, ayuda a combatir también el desprecio a las personas cuando estas ya no son útiles, son ancianas o están enfermas, han perdido su apariencia o se han vuelto frágiles y débiles.
El asunto no es de poca monta: de hecho, sabemos que se desperdicia un tercio de los alimentos producidos para consumo humano en todo el mundo, es decir, unos 1300 millones de toneladas anuales. Esta cantidad sería suficiente para dar de comer al menos a unos 2.000 millones de personas en nuestro planeta.
En este sentido, el día 18 de noviembre de 2019, el Santo Padre, en su Mensaje con ocasión de la apertura del segundo período ordinario de sesiones de la Junta Ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos, denunciaba sin ambages que “el derroche de alimentos lacera la vida de muchas personas y vuelve inviable el progreso de los pueblos. Si queremos construir un futuro en el que nadie quede excluido, tenemos que plantear un presente que evite radicalmente el despilfarro de comida. Juntos, sin perder tiempo, aunando recursos e ideas, podremos presentar un estilo de vida que dé la importancia que merecen a los alimentos. Este nuevo estilo consiste en estimar en su justo valor lo que la madre Tierra nos da, y tendrá una repercusión para toda la humanidad”.
Ante semejante panorama, ¿cuál puede ser nuestra contribución personal? Todo tiene que arrancar de una convicción: no podemos seguir adelante con un estilo de vida que contemple el despilfarro de alimentos como algo normal, sin importancia. Es fundamental un cambio de paradigma en el plano económico, ecológico, educativo y social, que potencie la convergencia de medidas internacionales, estatales, regionales, locales y, en particular, individuales, con el fin de zanjar una problemática que tiene terribles secuelas negativas. Se trata de identificar vías y modos que, afrontando sensatamente tal problemática, sean vehículo de solidaridad y de generosidad con los más necesitados.
Sin afán de ser exhaustivos, apunto algunas pistas para focalizar el asunto y atisbar soluciones al mismo.
Primero, en el ámbito personal y familiar. Hemos de subrayar que los alimentos se despilfarran en todas las fases de la cadena de alimentos (producción primaria, procesamiento, venta, servicios de comida, etc.), pero es en el marco hogareño donde más se desperdicia. Contrarrestar esta tendencia es una obligación, algo verdaderamente imprescindible. Para ello es cuestión de no olvidar acciones tan sencillas como cocinar cantidades pequeñas, reutilizar las sobras, comprar solo lo necesario, no dejarse llevar por las apariencias (para desechar “frutas feas”, por ejemplo), revisar el refrigerador, consumir primero los alimentos más antiguos, entender las etiquetas de fechas (“consumir antes de”, “consumir preferentemente antes de”, “fecha de caducidad”), compostar y donar los excedentes a instituciones que harán buen uso de ellos.
En segundo lugar, hemos de apoyar a las entidades sociales y organizaciones no gubernamentales (ONG)que están plantando cara al desperdicio de alimentos de forma creativa y eficiente, intentando salir al encuentro de quienes lo precisan. En este apartado es justo incluir asimismo los esfuerzos que están llevando a cabo muchos comedores promovidos por parroquias, institutos religiosos, grupos juveniles y asociaciones cristianas para redistribuir alimentos. Y esto, en muchas ocasiones, contra viento y marea, incitados por la fantasía y la pujanza que nacen del amor desinteresado, venciendo burocracias agobiantes, sin reparar en cansancios o cortapisas. Remediar el derroche de alimentos pasa, pues, por la conjunción de medidas individuales, pero también comunitarias e institucionales.
En tercer lugar, en la lucha contra el despilfarro las empresas ocupan un puesto de relieve. En numerosos centros industriales, restaurantes, grandes superficies y supermercados, por ejemplo, se están poniendo en marcha “auditorías de desperdicios” que permiten ser mucho más eficaces en la gestión de los recursos. Por el lado del consumidor, algunas aplicaciones permiten, a través del teléfono móvil, encontrar comida sobrante de restaurantes a precios rebajados. En comercios de alimentación de diversos países, se está implantando la costumbre de vender las frutas, verduras y hortalizas por unidades y no por paquetes o manojos. Se ha comprobado que de esta manera se reduce el desperdicio de alimentos en torno al 25%. El papel de las ONG de consumidores ha sido muy relevante a la hora de lograr estos avances.
Un cuarto aspecto nos lleva al terreno político y legislativo. En estos momentos, determinados países cuentan con leyes que prohíben a los supermercados, a los hospitales y a los hoteles tirar o destruir alimentos. En lugar de eso, están obligados a cederlos a diversas organizaciones benéficas, que son las encargadas de distribuirlos entre las personas y familias necesitadas. Sería esta una iniciativa que habría que generalizar y ampliar más todavía por el beneficio que comporta.
Finalmente, están los organismos internacionales y, entre ellos, el Programa Mundial de Alimentos, que lanzó la campaña global Stop Desperdicio. En el Mensaje enviado el 18 de noviembre de 2019 a esta agencia de las Naciones Unidas, con ocasión de la apertura del segundo período ordinario de sesiones de su Junta Ejecutiva, el Papa se refería a ella con estas palabras: “Deseo que esta campaña sirva de ayuda a quienes en nuestros días sufren las consecuencias de la pobreza y pueda demostrar que, cuando la persona ocupa el centro de las decisiones políticas y económicas, se afirma la estabilidad y la paz entre las naciones y crece por todas partes el entendimiento mutuo, cimiento del auténtico progreso humano”.
En definitiva, el desperdicio de alimentos constituye una cuestión de conspicua envergadura, que exige implementar inteligentemente acciones que la aborden desde su raíz, sin superficialidades, sesgos o negligencias. Es por eso que, en 2019, la LXXIV Asamblea General de la ONU designó el 29 de septiembre como el Día Internacional de Concienciación de la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos. Este año 2020 ha sido la primera vez que se ha celebrado esta jornada con el fin de fortalecer nuestra responsabilidad en el consumo adecuado de los alimentos, evitando malas prácticas y decisiones, como el derroche alimentario. En este terreno cada uno de nosotros podemos hacer algo para impedirlo. Como recuerda el papa Francisco, “una ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo. Mientras tanto, el mundo del consumo exacerbado es al mismo tiempo el mundo del maltrato de la vida en todas sus formas” (Laudato Si’, n. 230). Si nos mentalizamos auténticamente, si unimos ideas y voluntades y redoblamos nuestro compromiso, afrontando sin improvisaciones el despilfarro de alimentos, este flagelo quedará relegado al pasado y podremos construir un presente más justo, que abra las puertas a un futuro en donde todos puedan comer de forma digna, sana y nutritiva.
Mons. Fernando Chica Arellano
Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, el FIDA y el PMA
Cuaresma: un camino de fe en comunidad
Jue 7 Mar 2024
Conversión pastoral para ir en salida misionera
Mié 21 Feb 2024
Mar 13 Feb 2024
2024 de la mano de Dios
Por Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Sin duda que el refrán de que cada día tiene sus afanes, es cierto. Así como cada año que comenzamos viene cargado de expectativas y sueños. Estamos dando inicio formal a las actividades administrativas en la Arquidiócesis y en general en todas nuestras comunidades. De nuevo quiero expresarles mis mejores deseos para que este año represente un tiempo de paz y reconciliación, así como de crecimiento en la fe y en el compromiso de vivir una vida según el querer del Señor. Vivámoslo de la mano de Dios.Para la Iglesia universal, por querer del Papa Francisco, el 2024 será el año de la oración. Él ha querido que, en la proximidad del año santo jubilar, que se celebrará en el 2025, los que hacemos parte de la Iglesia católica nos unamos en un mismo sentir y un solo corazón, por la gracia y acción del Espíritu Santo que debemos dejar actuar en cada uno. Y un medio para discernir lo que el Señor quiere para todos es la oración.El Catecismo de la Iglesia Católica dedica toda la cuarta parte a la oración cristiana, en los números 2558 – 2865. Los invito para que los retomen y los lean; es una joya catequética que nos ayuda a comprender la importancia de la oración cristiana y los beneficios que de ella surgen. En estos números nos enseña a orar y hacer de la vida una oración.En estos tiempos, que no son los últimos, pero que nos ayudan a prepararnos para cuando el momento final llegue, el Catecismo dice, entre otras cosas, lo siguiente: “Orar en los acontecimientos de cada día y de cada instante es uno de los secretos del Reino revelados a los “pequeños”, a los servidores de Cristo, a los pobres de las bienaventuranzas. Es justo y bueno orar para que la venida del Reino de justicia y de paz influya en la marcha de la historia, pero también es importante impregnar de oración las humildes situaciones cotidianas. Todas las formas de oración pueden ser la levadura con la que el Señor compara el Reino (cf. Lc. 13, 20-21)” (n. 2660).Y estas formas de oración son: vocal, meditación y contemplación, y en estas expresiones están la oración de bendición, de adoración, de petición, de intercesión, de acción de gracias y de alabanza.En este primer editorial del año, solo los quiero motivar para que acojamos la invitación del Papa para que se intensifique la oración, en estos tiempos de prueba. La Arquidiócesis irá ofreciendo subsidios, con base en el Catecismo, para que se sumerjan en el misterio del amor de Dios que es también la oración. Si Cristo oró, lo hizo porque para Él la oración era vital, y para enseñarnos a orar.El 2 de febrero celebramos la solemnidad de la Presentación del Señor en el templo, conocida también esta fiesta litúrgica como de Nuestra Señora de la Candelaria. Pedimos al Señor, que vino a nosotros como la luz de las gentes, que también nosotros seamos luz llena de esperanza para los demás.Igualmente se celebra el 11 de febrero, la Jornada Mundial del Enfermo, en concordancia con la memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes. Oramos por los enfermos, por los que están en clínicas y hospitales, y oramos también por el personal de salud, médicos, personal de enfermería, administrativos y directivos de estas instituciones. También pedimos para que las políticas de salud que se están implementando, no vulneren los derechos de nadie, ni de los enfermos, ni de los prestadores de salud. En el centro de todo esfuerzo está la persona, y es a ella a la que se debe servir con amor y eficacia.El miércoles 14 de febrero damos inicio al tiempo de Cuaresma, con la imposición de la ceniza. Que sea un día de auténtico compromiso de cambio y de conversión personal y comunitaria.Y el 22 de febrero, celebramos la fiesta de la Cátedra de San Pedro. Es el día en el que oramos por el Papa Francisco, sucesor de Pedro, y al orar por él, oramos por toda la Iglesia. El ser católico conlleva la comunión con el Papa. Él nos pide siempre que oremos por sus intenciones. Hagámoslo. Y oremos también por nuestro seminario Arquidiocesano San Pedro Apóstol, pidiéndole a San Pedro que interceda por esta importante y querida obra arquidiocesana, la casa donde se forman los futuros presbíteros.
Vie 26 Ene 2024
Encuentro con Jesucristo en la Palabra de Dios
Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve- Para la gloria de Dios y bien de la Iglesia que amamos, comenzamos el año 2024 con ánimos renovados y fervor pastoral fortalecido, para llevar a cabo la evangelización en nuestra Diócesis de Cúcuta. Damos gracias a Dios por el trabajo pastoral y compromiso apostólico de todos nuestros sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, seminaristas, agentes de pastoral y fieles de cada una de nuestras parroquias, que hasta el momento se han desgastado dando lo mejor de sí para llevar a todos a Nuestro Señor Jesucristo, respondiendo al mandato de ir en salida misionera a predicar el Evangelio del Señor.Para llevar a cabo esta tarea con la alegría de los hijos de Dios, les garantizo a todos mi oración constante de rodillas frente al Santísimo Sacramento y la celebración diaria de la Eucaristía, con la intención de ayudarles en su crecimiento en la fe, la esperanza y la caridad, respondiendo cada día a la pregunta que Jesús le hizo a Pedro: “Y según ustedes, ¿Quién soy yo?” (Mc 8, 29), afirmando con nuestras palabras y obras: “Tú eres el Cristo” (Mc, 8, 29), profesión de fe que tenemos que transmitir en la misión evangelizadora que estamos desarrollando y que este año vamos a fortalecer en la salida misionera por los sectores de cada una de las parroquias.El desarrollo de nuestro Plan de Evangelización comienza con el primer paso que es el “Encuentro con Jesucristo”, que será la insistencia central en este quinquenio y cada año tendrá un momento especial, fortaleciendo en este año 2024, el encuentro con Jesucristo en la Palabra de Dios y luego en años venideros será encuentro con Jesucristo en la liturgia, en la comunidad, en los pobres y en la Virgen María. Cada año retomará la insistencia del año anterior y será fortalecida con el contenido central de la evangelización que es Jesucristo Nuestro Señor, al que seguimos como camino, verdad y vida, que nos lleva hasta el Padre celestial (Jn 14, 6).Este primer año del proceso evangelizador tiene como énfasis el encuentro con Jesucristo en la Palabra. Al celebrar en este domingo el día de la Palabra de Dios, nos convoca de manera particular a profundizar en el conocimiento de Jesucristo en la Sagrada Escritura que es fuente de vida para cada uno de nosotros creyentes en Cristo y de esa manera caminar juntos fundamentados en la Palabra de Dios, tal como lo enseña Aparecida cuando afirma: “Junto con una fuerte experiencia religiosa y una destacada convivencia comunitaria, nuestros fieles necesitan profundizar el conocimiento de la Palabra de Dios y los contenidos de la fe, ya que es la única manera de madurar la experiencia religiosa” (Documento de Aparecida 226c).En el proceso evangelizador de la Iglesia, pastores y fieles, estamos llamados a caminar juntos, fundamentados en la Palabra de Dios. Así lo expresa Aparecida cuando hace el llamado misionero, “hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios” (DA 247), para encontrarnos con Jesucristo que es la fuente de nuestra salvación.Por eso el anuncio misionero en nuestra Iglesia Particular lo vamos a centrar y a fortalecer este año en la Palabra de Dios entregada a los fieles en su integridad, como lo ha pedido Aparecida: “Se hace necesario proponer a los fieles la Palabra de Dios como don del Padre para el encuentro con Jesucristo vivo, camino de ‘auténtica conversión y de renovada comunión y solidaridad’.Esta propuesta será mediación de encuentro con el Señor si se presenta la Palabra revelada, contenida en la Escritura, como fuente de evangelización” (DA 248).Desde el Bautismo todos somos discípulos misioneros del Señor que anhelamos nutrirnos con el pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía, para ir en salida misionera comunicando el mensaje de salvación a todos los hermanos.Palabra de Dios y Eucaristía siembran en el creyente las semillas del Reino de Dios, que le permite llenarse de fervor pastoral, para comunicarlo con la vida y las palabras en un deseo sincero de evangelizar, transmitiendo el mensaje de la salvación a todos. Un deseo evangelizador que brota del conocimiento y amor por la persona, el mensaje y la Palabra de Jesucristo. Así lo enseña el Papa Francisco cuando afirma: “La Palabra de Dios escuchada y celebrada, sobre todo en la Eucaristía, alimenta y refuerza interiormente a los cristianos y los vuelve capaces de un auténtico testimonio evangélico en la vida cotidiana. La Palabra proclamada, viva y eficaz, prepara para la recepción del Sacramento, y en el Sacramento esa Palabra alcanza su máxima eficacia” (Evangelii Gaudium 174).En este compromiso misionero contamos con la protección maternal de la Santísima Virgen María y del Glorioso Patriarca San José, nuestro patrono, quienes escucharon la Palabra de Dios y entregaron su vida para hacer su voluntad. En nuestra respuesta evangelizadora queremos hoy decir como Pedro: “Tú eres el Cristo” (Mc 8, 29), para recibir la gracia y la fortaleza que vienen del encuentro con Jesucristo, para ir en salida misionera a encontrar al hermano entregando la Palabra de Dios, acercarlo a Nuestro Señor Jesucristo y comprometerlo a vivir sin temor la alegría del Evangelio.En unión de oraciones,reciban mi bendición.+José Libardo Garcés MonsalveObispo de la Diócesis de Cúcuta
Jue 7 Dic 2023
De la mano de la Virgen
Por Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - “En el sexto mes, Dios envió al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen comprometida para casarse con un nombre llamado José, de la descendencia de David. El nombre de la virgen era María” (Lc. 1, 26 -27).Iniciamos el año litúrgico 2023 – 2024 con el adviento, el domingo 3 de diciembre. Como bien se sabe, este es un tiempo especial dedicado a la preparación de la gran fiesta de la navidad. Confiados en Dios, disponemos alma, vida, cuerpo y corazón, para recibir nuevamente al Niño Dios. El adviento es el tiempo de la gozosa espera, donde a través de actos de penitencia, oración y limosna, abrimos las puertas de nuestras vidas para acoger la nueva noticia que los ángeles anunciaron a los pastores en Belén.Pero es necesario tener presente que el adviento no debe limitarse a estos días previos a la navidad. La vida del cristiano es y debe ser asumida en constante adviento. Es necesario tomar conciencia de que estamos de paso por este mundo, de que somos peregrinos y que el adviento, en la espera de la segunda venida del Señor, debe animar toda nuestra existencia. Para ello la palabra “preparación” es una constante. Tenemos que estar todos preparados porque no sabemos ni el día ni la hora en que vendrá el Señor. Eso es también adviento. Podríamos decir, que la madurez del cristiano se manifiesta en lograr combinar el presente con el futuro; el ya pero todavía no que anima la fe a buscar en todo momento la verdad infinita del Hijo de Dios.El camino del adviento, de la mano de la Virgen, adquiere su pleno significado, pues ella, la llena de gracia, supo lo que era acoger en su corazón y en su seno al Hijo de Dios y vivir en carne propia la espera gozosa durante los nueve meses de su embarazo. De la mano de la Virgen María, los invito a recorrer el camino de sus vidas, en tónica de adviento.En el año 1223, en un pequeño poblado de Italia llamado Greccio, hace 800 años, San Francisco de Asís quiso escenificar el misterio del portal de Belén. San Francisco veía en esta escena la síntesis de todo el amor que Dios nos tiene. Ha sido esta una tradición que ha superado los tiempos y llega a nosotros con una invitación muy especial: la de que hagamos de nuestros corazones, de nuestras vidas, de nuestras familias, un nuevo pesebre, en donde nazca verdaderamente el Niño Dios. No puede ser el pesebre una simple decoración. Ha de ser también el testimonio de una fe que tenemos en que somos amados y salvados por el amor y la misericordia divinas.Como nos recuerda el Papa Francisco en la Carta Apostólica Admirabile signum del 2019, “el hermoso signo del pesebre, tan estimado, suscita siempre asombro y admiración”. Y también: “¡Cuánta emoción debería acompañarnos mientras colocamos en el belén las montañas, los riachuelos, las ovejas y los pastores! De esta manera recordamos, como lo habían anunciado los profetas, que toda la creación participa en la fiesta de la venida del Mesías. Los ángeles y las estrellas son la señal de que también nosotros estamos llamados a ponernos en camino para llegar a la gruta y adorar al Señor”.Aprovecho para motivar a todas las familias a que recen las novenas de adviento con fe, con esperanza, con recogimiento. Que los pesebres sean hechos con material no biológico, pensando en el cuidado de la casa común, y que, como dice el Papa, no pierdan nunca el asombro al reconocer que, de nuevo Dios Padre creador nos envía a su Hijo para salvarnos. Su nombre es Jesús.De la mano de la Virgen los invito a celebrar la Navidad, tiempo de gozo, tiempo de paz.De la mano de la Virgen María cumplo el primer año del inicio de mi arzobispado en Cali. La Virgen Inmaculada me acompañe hoy y siempre.A todos los lectores de la Voz Católica, a todos los fieles de la Arquidiócesis de Cali y a todos los hombres y mujeres que habitan estas hermosas tierras del Valle del Cauca, les deseo una feliz Navidad y un año 2024 lleno de las gracias y bendiciones del Altísimo. Reciban y vivan el nuevo año de la mano de la Virgen.
Mar 21 Nov 2023
El Samaritano se acercó y curó las heridas
Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve-Nos disponemos para la Jornada Mundial de los Pobres el próximo domingo, con el propósito que todos los bautizados seamos más sensibles a las necesidades de los más vulnerables de la sociedad. No se trata de hacer el bien solamente un domingo al año, es una jornada para tomar conciencia que la caridad cristiana debe ser el modo habitual como el cristiano vive su fe. El fruto maduro de la fe y la esperanza es la caridad, que constituye la corona de todas las virtudes y es a la vez la puerta de entrada a la gloria de Dios. “Vengan benditos de mi Padre, tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber; era un extraño, y me hospedaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel, y fueron a verme” (Mt 25, 34-36).La caridad permite ver cercano al prójimo y hacerse uno con él en su necesidad espiritual y material y todo por amor a Dios, sabiendo que para obtener la vida eterna está escrito en la Palabra: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10, 27), estando en estos mandamientos todo lo que se ha de hacer para llegar a la salvación eterna.En la parábola del buen samaritano del Evangelio un experto de la ley interroga a Jesús sobre quien es el prójimo y Jesús responde diciendo que el prójimo es aquel que está caído en el camino y quien obra correctamente desde la caridad; es el samaritano quien no dio rodeos cuando vio a su hermano herido en medio del camino, sino que se acercó, sintió lástima y le vendó las heridas cuidando de él (Cfr Lc, 10, 30 - 36), diciendo con esto que ese herido del camino le pertenece a todo cristiano que tiene como virtud esencial ejercer la caridad con los más vulnerables y necesitados de la sociedad.El desarrollo de nuestro Plan de Evangelización tiene como lema para este mes: “Caminemos juntos, animando la evangelización” que es el anuncio de Jesucristo para que habite en el corazón de cada creyente y que tendrá como manera de ser del cristiano evangelizado el ejercicio de la caridad. Es posible transformar el mundo si hacemos de la caridad el programa de vida del evangelizado.Vivimos en un mundo globalizado, pero a la vez individualista y egoísta, que busca resolver todos sus conflictos estando por encima del otro, no importa si cada uno se construye un trono sobre las cenizas de los demás, lo importante para el ser humano de hoy es el trono, el pedestal, sin importar los medios para conseguirlo. Frente a este panorama desolador para la humanidad, la propuesta de Jesús en la parábola del buen samaritano, es un grito de esperanza, porque donde hay una persona buena hay esperanza, donde existe un buen samaritano que se acerca y cura las heridas de otro, allí no hay desolación, ni destrucción y estamos en medio de muchos samaritanos que en el camino se acercan y curan heridas de las más desvalidos.El llamado para todos es que seamos los samaritanos de este momento, a pesar de la destrucción del otro, por la que pasa el ser humano individualista y egoísta. El Evangelio de la caridad sigue siendo la propuesta para transformar este mundo, haciendo presente a Jesucristo que nos propone el camino para vivir como hermanos y para ayudarnos como prójimos. El Papa Francisco al reflexionar sobre la realidad del necesitado expresa: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (FT 56).Este llamado del Papa Francisco nos ubica en la realidad humana que hay que fortalecer y enaltecer desde la apertura al otro, para sanarle sus heridas. En el camino encontramos muchos heridos física y espiritualmente, que necesitan un samaritano, un prójimo que se agache, sane y cuide heridas. El Evangelio de la caridad nos ayuda a descubrir esa potencia de amor que existe en cada corazón, porque hace parte de su ser abrirse a los otros. “Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud, si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás. Ni siquiera llega a reconocer a fondo su verdad si no es en el encuentro con los otros: sólo me comunico realmente conmigo mismo en la medida en que me comunico con el otro. Esto explica por qué nadie puede experimentar el valor de vivir sin rostros concretos a quienes amar” (Fratelli Tutti 87).Con este itinerario que hemos realizado en torno a la Jornada Mundial de los Pobres, entendemos que la caridad va mucho más allá de una jornada en la que servimos a los más necesitados; la caridad es el sello del cristiano y debe estar todo el tiempo en su corazón. La caridad es la manera de ser del cristiano, que en el camino de la vida se agacha a sanar las heridas de quien está caído. “Caminemos juntos, haciendo la caridad” construyendo juntos un mundo nuevo y mejor desde la caridad, que es el amor de Dios que se hace presencia a través de cada uno de los cristianos. Que la Santísima Virgen María, madre de la Caridad y el glorioso patriarca San José custodien la fe y esperanza en nosotros, para que por la gracia de Dios produzcamos el fruto maduro de la caridad y así “Caminemos juntos, sanando las heridas del prójimo”. En unión de oraciones. Reciban mi bendición.+José Libardo Garcés MonsalveObispo de la Diócesis de Cúcuta