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iglesia católica

Lun 2 Oct 2023

“Nuestra vida no es una idea...Nuestra vida es un camino”: Sr. Cardenal Luis José Rueda en su primera Eucaristía

Este domingo, 1 de octubre, en la Capilla del Santísimo de la emblemática Basílica de San Pedro, el señor Cardenal Luis José Rueda Aparicio presidió su primera Eucaristía bajo este nuevo rol de servicio y liderazgo en la Iglesia Universal. El purpurado ofreció la celebración por el inicio del mes de las misiones.Durante esta Santa Misa monseñor Rueda estuvo acompañado por sus familiares, algunos miembros del clero de la Arquidiócesis de Bogotá que asistieron al consistorio, así como por sacerdotes y religiosas de otras jurisdicciones eclesiásticas que se encuentran estudiando en Roma.Además, seis de sus hermanos en el episcopado también estuvieron allí, celebrando junto a él y manifestándole, una vez más, su fraternidad y cercanía en este momento especial. Se trata específicamente de monseñor Ismael Rueda, arzobispo de Bucaramanga, monseñor Germán Medina, obispo auxiliar de Bogotá, monseñor Pedro Salamanca, obispo de Facatativá, monseñor Luis Augusto Campos, obispo de Socorro y San Gil y monseñor Ramón Alberto Rolón, obispo de Montería.Durante su homilía, el purpurado puntualizó tres aspectos fundamentales:1. Para tener nosotros una relación viva con el padre celestial como hijos e hijas, debemos parecernos a Cristo, tener los sentimientos de él y vivir todos los días en una búsqueda permanente para obrar y pensar cómo él.2. Debemos pedirle a Dios que nos enseñe sus caminos. Sobre esto expresó: “Nuestra vida no es una idea, nuestra vida no es una definición teórica, nuestra vida es un camino…No permitas Señor que yo me equivoque de camino”.3. Recordó los mensajes que les dio a conocer el Santo Padre el pasado sábado 30 de septiembre durante el consistorio en horas de la mañana y, posteriormente, en la Vigilia Ecuménica "Together" celebrada también en la Plaza de San Pedro.El papa Francisco pidió a los cardenales y, a través de ellos a todo el Pueblo Fiel de Dios, ser como una orquesta sinfónica que interpreta una melodía única a pesar de las diferencias de instrumentos y músicos. Para lograrlo, dijo el Cardenal, es necesario no comparar, sino articular.En la tarde, durante la vigilia, el pontífice habló sobre la importancia del silencio para recibir las mociones del espíritu. "Debemos cultivar el silencio, escuchar al otro requiere silencio, escuchar la voz de Dios y escucharnos a nosotros también. En un mundo de ruidos, de frenesí, de quejas, de reclamos, es necesario estar en silencio para poder pasar a la gratitud de la vida", puntualizó el purpurado.Además, agradeció los signos de fraternidad espiritual quienes lo han acompañado. Dijo que estos han sido una expresión de la fraternidad de toda la Iglesia colombiana.Posteriormente, al terminar la celebración, el presidente del episcopado colombiano estuvo compartiendo en la Basílica con algunos de los fieles y turistas presentes allí que, de manera especial, al verlo, quisieron saludarlo y pedir su bendición.

Sáb 30 Sep 2023

Los detalles, testimonios y mejores momentos de la creación de monseñor Luis José Rueda como Cardenal: informe especial desde el Vaticano

Durante el noveno Consistorio Ordinario Público celebrado por el papa Francisco en la mañana romana de este sábado 30 de septiembre, en la Plaza de San Pedro, y con cientos de obispos, presbíteros, religiosas, religiosos, fieles laicos, turistas y periodistas como testigos, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia fue creado cardenal de la Iglesia Católica Universal, el número once en la historia de nuestro país.El primado de Colombia, al igual que sus otros 20 hermanos en la fe quienes también vivieron en Rito del Consistorio hoy (18 electores y 3 no electores por edad), estará aún más unido con el Sucesor de Pedro y ha sido llamado a cooperar directamente con él. Entró a ser parte del clero romano y con su título recibió la asignación de la Parroquia San Lucas, donde más adelante deberá tomar posesión.Durante su alocución en la ceremonia, el Santo Padre le pidió al Colegio Cardenalicio con sus nuevos inrtegrantes parecerse a una orquesta sinfónica, una Iglesia que debe representar la sinfonía y sinodalidad, en medio de la diversidad. Esto, de acuerdo con el pontífice, exige tener cada mes más una actitud y disposición a la escucha y la creatividad.En su mensaje el Papa también les pidió ser evangelizadores evangelizados y no funcionarios. "Somos evangelizadores en la medida que conservamos en el corazón el asombro y la gratitud de haber sido evangelizados; más aún, de ser evangelizados, porque en realidad se trata de un don siempre actual, que requiere ser renovado continuamente en la memoria y en la fe", anotó.Para el nuevo Cardenal colombiano, este momento ha sido muy especial, aún más porque le ha permitido recordar diversos momentos y personas especiales que han pasado por su vida durante sus 34 años de presbiterio.La alegría de la Iglesia colombiana por este momento ha sido tan evidente dentro de Colombia como fuera de ella, una dicha compartida desde la fe, y así lo ha sentido el purpurado con cada mensaje y expresión de fraternidad. Desde que se enteró de su designación el pasado 9 de julio tras el rezo del Ángelus en el mismo lugar que hoy fue escenario de este momento memorable, ha insistido en que este título no se trata de él sino de todo el país, que no es Cardenal por sí solo y que esto debe representar esperanza para seguir trabajando juntos, como hermanos, en la búsqueda de la paz y la reconciliación en el país.En la Ciudad del Vaticano, se sintió esta misma emoción, cientos de colombianos se hicieron notar durante la ceremonia y, posteriormente, cuando pudieron saludar personalmente al Cardenal y pedir su bendición, lo manifestaron.Desde la Conferencia Episcopal de Colombia, presentamos un informe audiovisual especial de esta jornada. Vea lo que dice el Cardenal sobre cómo la vivió y lo que sigue en su misión:Sínodo de los Obispos

Jue 28 Sep 2023

“Uno sigue siendo el ser humano pequeño, frágil, que sufre, que se equivoca”: Mons. Rueda Aparicio

Antes de viajar a Roma para ser creado cardenal de la Iglesia Católica Universal por el papa Francisco el próximo sábado 30 de septiembre, en una conversación tan sencilla como su esencia misma, monseñor Luis José Rueda Aparicio, compartió detalles de su historia de vida con el equipo de comunicaciones de la Conferencia Episcopal de Colombia, organismo que preside desde el año 2021.“La cuestión es que cuando lo eligen a uno cardenal, generalmente la figura es muy superficial. Miran desde afuera, se les olvida que los miembros de la Iglesia somos seres humanos de carne y hueso, que nacimos en una familia”, inicia afirmando el prelado.Durante la conversación, el arzobispo santandereano narró detalles que hasta hoy han sido poco conocidos públicamente. Algunos muy íntimos, otros, familiares y los demás, asociados a su camino pastoral. Todos dan cuenta de cómo ha influido su origen humilde, el ejemplo y amor de su familia, lo que ha aprendido de sus hermanos en la fe, las realidades de las tres jurisdicciones eclesiásticas que ha pastoreado y sus convicciones éticas y sociales, en quien es hoy.“A la Iglesia le debo todo”Con convicción y gratitud profunda monseñor Luis José, bautizado a los 15 días de nacido, como sus otros 11 hermanos, afirma que a la Iglesia le debe todo. Sin embargo, hace una precisión: “A la Iglesia pueblo de Dios, no a la Iglesia solamente “jerarquía”. Porque cuando se habla de la Iglesia unos piensan en los obispos, en el Papa, en los sacerdotes, y se les olvida que papá y mamá, que los hermanos laicos, que los casados, que los sobrinos, las sobrinas, son Iglesia”.El primado de Colombia cuenta, por ejemplo, que gracias a Dios, a través de uno de los sacerdotes de su tierra natal, para quien su padre trabajó en la construcción de un templo, él y su familia, lograron tener casa propia.“¿Cuál es la historia? En San Gil, hasta 1950, solamente había una parroquia. Pero en esa década ya empezó San Gil a crecer un poquito más, entonces el obispo de ese tiempo dice: “Nos toca crear otra parroquia” y un donante dice “yo”, y donó un terreno y otro donante donó otro terreno. Entonces el párroco de ese tiempo se ve en el dilema de no rechazar a los dos donantes y los dos lotes buenos para ser parroquia”, cuenta el pastor.“Optó por uno y se la jugó por otra medida”-continúa explicando-, “dijo entonces al otro donante: “Allá en el lote que nos donó, no vamos a construir el templo, pero vamos a construir siete casas. En el templo duraron más de cinco años construyendo el templo y mi papá, que trabajaba en construcción, Luis Emilio, trabajó todos los años””.Cuenta después que sorpresivamente y con una especie de “responsabilidad social eclesial”, el sacerdote terminó asignándoles con escritura cada una de esas casas a siete de los trabajadores que permanecieron siempre en la obra. “Por eso tenemos casa propia”, puntualiza monseñor. Casa que aún conservan como patrimonio familiar, que visita y en la que comparte con los suyos cada vez que su ministerio se lo permite.Sobre su infancia, hay detalles muy especiales en el relato. “Los vecinos del barrio, los que me conocen en San Gil saben que no era un ángel, que era normal, tampoco era un vago porque trabajábamos mucho, pero pero éramos normales, sin pretender santidades que no existen. Pero algo sí era muy importante: todo los domingos, misa y comunión”, comenta monseñor.Uno de los 21 nuevos cardenales que tendrá próximamente la Iglesia, el hijo de Luis Emilio y Socorro, junto a sus hermanos y como seguramente muchos otros de su época, llegaba a acuerdos con su padre para participar de la Eucaristía dominical: “Llegó la adolescencia y nosotros le negociábamos a mi papá: no vamos a la misa de diez porque nos corta la mañana, no vamos en la noche porque en la noche es mejor ir con las amigas. Entonces más bien, madrugamos a Misa y salimos de eso. Era la forma de decirle a mi papá y él decía “listo entonces, pero van a misa y comulgan. Y esa era nuestra tarea”.Ese adolescente también experimentó su vida afectiva. Vivió desde el inicio del bachillerato y durante seis años, una relación muy especial con Nancy, una joven a la que quiso mucho y con quien compartía, entre otros, su gusto por jugar ping pong durante largas horas. Además, es seguidor del fútbol (hincha del Atlético Bucaramanga, por cierto), aprendió de construcción gracias a su padre y de metalistería gracias a su colegio, derramó lágrimas durante su servicio militar obligatorio del que fue “rescatado” por su madre en La Guajira y más adelante, se vinculó al laboratorio de una cementera.“Yo pasaba de la empresa la casa por un templo donde está el cementerio de San Gil y yo entraba a rezar un ratico con mi uniforme, con mi overol y yo veía al Cristo, era un Cristo crucificado, pero con los ojos abiertos. Hasta ahora entiendo que era un Cristo agonizante, no estaba muerto, no es un Cristo con los ojos abiertos. Yo decía: pero, ¿Él está muerto o está vivo? Porque tiene los ojos abiertos. Y me impresionaba mucho y eso se me fue metiendo, hasta que un día le dije a ella: yo quiero ser sacerdote”.A monseñor Rueda le costó entender su vocación por esa “extraña” manera en que sintió el llamado a los 19 años de edad. En aquella época hasta llegó a pensar que ingresar al seminario podía ser una especie de traición a Nancy, con quien seguía compartiendo; también a su familia, pues él aportaba para el sostenimiento de su casa, ya su padre estaba enfermo, irse limitaba por completo sus posibilidades de seguirlo haciendo.Tomar la decisión de iniciar su vida sacerdotal fue una reto, pero lograr que le creyeran y poder ingresar al Seminario Conciliar San Carlos de San Gil, significó uno mayor. Aunque su padre lo había animado a dar el primer paso para empezar ese camino, advirtiéndole que debía hacerlo bien, varias pruebas se le cruzaron en él, entre ellas, lograr que algún sacerdote le diera una especie de “carta de recomendación”.“Yo quiero ser sacerdote. ¿Pero eso cómo es, señor obispo?”“Yo quiero ser sacerdote. ¿Pero eso cómo es, señor obispo? ¿Entonces él se rió, me atendió, era una persona muy seria, muy respetuoso y me dijo Usted tiene novia? Yo dije Sí, le digo que sí. Me dice váyase, no sé cómo será eso. ¿Y yo le dije no, así como tal, no? Y entonces él me dijo: Es bueno que consiga una amiga, que usted experimente su afectividad, que interactúe con ella. Salí aburrido de ese diálogo, debí haberle dicho la verdad a monseñor Víctor”, cuenta, con cierta emotividad, el hoy presidente del episcopado colombiano, al referirse a su primera conversación con monseñor Victor López Forero, el arzobispo emérito de Bucaramanga, en ese tiempo…,quien precisamente el pasado 23 de septiembre partió a la casa del Señor.Aunque finalmente consiguió esa carta con el capellán del Colegio Nacional San José de Guanentá Integrado de San Gil, uno de los cinco por los que pasó porque, coincidencialmente, los cerraban o se trasladaba. Él mismo cuenta que no fue realmente activo a nivel de vida parroquial. Aunque la Misa de los domingos y el rezo del Santo Rosario en su hogar, eran sagrados, no fue de participar activamente en comunidades ni grupos. De hecho, recuerda que en esa exploración, una de las primeras cosas que hizo fue ir a una convivencia vocacional y no le gustó.“Uno aprende a ser cura con la gente”Finalmente monseñor Luis José ingresó al seminario, disfrutó de su proceso y tras terminarlo, a los 27 años de edad, fue enviado por monseñor Leonardo Gómez Serna, a una parroquia rural en una localidad llamada Albania que en ese tiempo pertenecía a la Diócesis de Socorro y San Gil y estaba ubicada a siete horas de San Gil.“Quiero advertirle que de allí se han retirado cuatro sacerdotes por distintos motivos. Uno por el alcoholismo, otro porque se enredó con una dama, pero yo confío en usted y está listo”, le dijo monseñor Gómez Serna al Luis José Rueda de aquella época, aún inexperto, que jamás llegó si quiera a sospechar la misión que el Santo Padre le encomendaría hoy. “Y me di cuenta de una cosa que uno en el seminario aprende la teoría, pero que uno aprende a ser cura con la gente”, agregó con firmeza el cardenal electo.Hoy, 33 años después de ordenado, recuerda con cariño pero también con cierta sorpresa su camino episcopal. Tres jurisdicciones pastoreadas en regiones muy distintas, un periodo en la presidencia del episcopado que terminará en julio del 2024 junto a sus hermanos monseñor Omar Alberto Sánchez Cubillos y Luis Manuel Alí Herrera, vicepresidente y secretario general de la Conferencia, respectivamente. Ademas, una gran cantidad y diversidad de lugares y personas que ha podido conocer, desde los más humildes y necesitados, hasta las personalidades más destacadas de la vida social y política del país.“Yo pensé que los obispos eran de familias ricas”Aunque significó una alegría muy grande para sus coterráneos, la noticia de que el papa Benedicto XVI lo había nombrado obispo de la Diócesis de Montelíbanofue toda una sorpresa, no solo para él sino también para su familia.“El día que avisaron que iba a ser obispo yo ya sabía, pero toca guardarlo en secreto. Y uno está ahí, como con “el entre pecho y espalda”, con ese secreto. Cuando ya se supo, hubo mucha alegría en la familia y en San Gil. Solo en la tarde pude ir a comer con mi madre y le dije, Y ella dijo: “Yo pensé que los obispos eran de familias ricas”. Fue la expresión que nunca se me olvida”, narró monseñor.El prelado partió hacia esta Iglesia particular en Córdoba, región que no conocía, en la que tuvo que acompañar durante seis años a las comunidades en medio de complejos retos del contexto social por cuenta de situaciones asociadas al conflicto armado, pero a la que quiso mucho.“Yo aprendí a ser obispo con los sacerdotes”“Estando allá, cambia la ruta porque renuncia Benedicto y nombran a Francisco, y Francisco me pasó a Popayán y yo llegué a ser Arzobispo de Popayán. Eso es una cosa muy grande, pero uno sigue siendo el ser humano pequeño, el ser humano frágil, el ser humano que sufre, que se equivoca”, afirma monseñor.Al conocer y celebrar la Eucaristía en todas sus parroquias, monseñor Luis José se enamoró del Cauca, de su gente, su cultura y su geografía. Sin embargo, no había cumplido los dos años aún y es notificado en mayo de 2018, a través de monseñor Luis Mariano Montemayor, nuncio apostólico en Colombia durante esta época, que el Santo Padre lo había nombrado arzobispo de Bogotá.“¡No puede ser! ¿Suceder a monseñor Rubén Salazar Gómez? ¡Esas son palabras con mayúscula sostenida!”La capital, tan grande y diversa, recibió en junio de 2020 a monseñor Luis José, en plena época de confinamiento obligatorio por la pandemia del COVID-19. Los retos de esa época y la responsabilidad tan enorme que sentía en ese nuevo encargo eran inmensos.Su misión en Bogotá y, al tiempo, la tarea de presidir el episcopado colombiano, le han permitido al arzobispo hacer llegar un mensaje más directo a diferentes actores y sectores frente a sus preocupaciones por las realidades que vive hoy el país. Su insistencia en la defensa de la vida y en la necesidad de construir la reconciliación y la paz, desde la justicia, el amor y el respeto por los derechos humanos, han sido permanentes.“Y aprendí a conocer Bogotá y a amarla, y a darme cuenta de que Bogotá no es lo que otros piensan desde fuera. Algunos dicen Bogotá tiene dos partes el sur y el norte, falso, Bogotá tiene una multiplicidad. En el norte hay periferias existenciales, en el sur hay belleza, riquezas, hay de todo”, afirma monseñor Rueda, al tiempo que recuerda su gusto por haberse podido acercar e involucrar con la realidad de los habitantes de calle.“Como dice el Papa, yo he cometido muchos pecados, pero yo he sido misericordiado por el Señor”.Enterarse de la noticia de su designación como Cardenal el pasado 9 de julio, fue más inesperada aún. La semana previa había finalizado la asamblea plenaria del episcopado y justamente, un día antes, la Iglesia colombiana iniciaba su luto por la partida de monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, obispo de Santa Rosa de Osos.Esa noticia, que llegó para el país como un bálsamo de esperanza, pareciera aún increíble para monseñor Rueda Aparicio. “El Papa me mandó una carta muy bonita, una carta privada personal donde me anima, donde me dice: “Ahora entra al Colegio Cardenalicio” y lo que eso significa en clave de servicio, en clave de unidad con el Papa, con el sucesor de Pedro y de martirio. Y por eso debe estar dispuesto”, expresa con actitud de obediencia el arzobispo de Bogotá.Luis José Rueda Aparicio, no solo el del nuevo título que recibirá en la Santa Sede, sino el ser humano, el hijo, el hermano, el tío, el primo, el amigo, narra que mirar hacia atrás, le da la oportunidad de darse cuenta cómo su vida se la ha ido transformando el Señor. Termina su relato afirmando que más allá de las pruebas, ama a Dios, a la Iglesia y al país y está dispuesto a entregar su vida.Vea la entrevista completa aquí:

Mar 26 Sep 2023

De Laudato Si’ a Laudate Deum. Encuentro con Francisco en Roma.

Por: Hernán Alejandro Olano García- Rector de UNICOC- Doctor en Derecho CanónicoEl pasado jueves 21 de septiembre, tuve la oportunidad de estar de frente a Su Santidad Francisco, en el encuentro “Organizando la esperanza”, que reunió a 216 rectoras y rectores de universidades públicas y privadas de Latinoamérica y el caribe, para hablar de los retos de la Casa Común y, en el cual, el Pontífice nos anticipó la promulgación para el miércoles 4 de octubre, con ocasión de la festividad de San Francisco de Asís, de una nueva exhortación apostólica, Laudate Deum, que actualiza el contenido de Laudato Si’.Con una palabra muy linda, que es “organizar la esperanza”, calificada así por el Papa, procedió este a tener un diálogo sin libreto ante las intervenciones de los cuatro grupos de trabajo, que nos habíamos reunido los días anteriores en el Instituto Patrístico Agustinianum de Roma. Los cuatro grupos se distribuyeron estos temas: Crisis ambiental: cambio climático, agua y biodiversidad.Crisis económica: economía, tecnología y tecnocracia.Crisis social: degradación social, inequidad y debilidad de la reacción.Crisis cultural: desempleo y migración.Las admoniciones de entrada del Santo Padre fueron: Ecología integral, cosmos equilibrado, dialogar con la naturaleza, acariciar la madre tierra, cultura regenerativa y que en las universidades los jóvenes aprendan a cuidar la Tierra como a una madre. Al papa Francisco le preocupan las universidades de tipo cientificista abstracto, con teorías economicistas, socialistas, etcétera, que no aterrizan y solo forman profesionales expertos en lavarse las manos y dejar al resto descartado como basura, tanto “descastados” como descartados.Los jóvenes que formamos deben ser líderes que escojan llevar las cosas por delante, por caminos nuevos; debemos formarlos en liderazgos que marquen caminos. Francisco recalcó igualmente que debemos buscar estudiantes que sepan “sopapear”, es decir que le den sopa y seco a los demás, que sean protagonistas inquietos y hagan lío. Recomendó a los rectores y rectoras favorecer las facultades de ciencias económicas porque son las que dan ganancias viables en lo ecológico y en lo económico en cuanto a la formación de los nuevos profesionales.Haciendo una remembranza de un tango dijo que vamos “barranca abajo” precisamente debido a la degradación de los valores y a una ética relativista que está imperando. Francisco también pensó en tantos que viven de los descartes de los basurales e hizo remembranza a unas frases de Juan Pablo II acerca de la economía social de mercado enfocadas hacia el trabajo y la producción ya que “el trabajo dignifica y la vagancia te tira abajo”.Nos pidió motivar a los estudiantes, alumnos y alumnas, para que no tengan miedo en entrar en política, vocación noble de la persona humana, porque es expresión clara del interés de la sociedad para llevar adelante los procesos de desarrollo y, además, los hace introducirse en la dinámica de la polis para servir.El Santo Padre hizo memoria de la frase: “la cultura es lo que nos queda después de habérsenos olvidado todo”; por esa razón no se pueden formar chicos asépticos o universitarios de laboratorio, sino personas dialogantes con la cultura.De igual manera se refirió al negocio con los migrantes recalcando que Chipre, Grecia, Malta, Italia y España son los cinco países que más sufren con la migración y recomendó a las universidades estudiar este fenómeno desde la dimensión humana para que los migrantes sean recibidos, acompañados, promovidos e integrados a la sociedad, siendo creativos ante los desafíos. Para tal efecto recomendó el libro “Hermanito”, de Ibrahima Balde, sobre la migración de un muchacho de Ghana que se demoró tres años en llegar a España.Finalmente, nos recordó, que la inercia modifica el pensamiento; no podemos ser informadores sino formadores. Además, que tenemos que “formar a los chicos y a las chicas en los tres lenguajes humanos, el de la cabeza, el del corazón y el de las manos. De tal manera que aprendan a pensar lo que sienten y lo que hacen, a sentir lo que hacen y lo que piensan, y a hacer lo que sienten y lo que piensan”. Sin esos tres idiomas solo formamos macrocéfalos, momias, no personas, que no pueden ser creativos ante la realidad y los desafíos.Por Colombia, participaron, de las universidades oficiales, las rectoras de la Universidad Nacional de Colombia y de la Universidad de Nariño, así como la vicerrectora de la Universidad del Valle; los rectores de las universidades de Córdoba (Presidente del SUE), de Sucre y del Quindío; por las no oficiales, la rectora de UniCorpas, el rector de la Universidad de América, la rectora de la Universidad Reformada; la rectora de Coruniamericana de Barranquilla y, el rector de la Institución Universitaria Colegios de Colombia UNICOC. Todo ello, gracias a la concertación de la agenda, por parte de la Red de Universidades para el Cuidado de la Casa Común (Ruc) y la Pontificia Comisión para América Latina, los días 20 y 21 de septiembre en el Augustinianum, con la presencia de algunos prefectos y secretarios de Dicasterios de la Santa Sede.

Lun 25 Sep 2023

Tiempo de la creación y opción por los pobres

Por: Carlos Ignacio Agudelo Betancur, Laico, padre de familia e ingeniero.“Un río caudaloso” es un símbolo para representar a la biodiversidad en riesgo y una invitación a unimos a un río de justicia y paz, como lo indica el lema del “Tiempo de la Creación”, una iniciativa ecuménica en la que gracias al papa Francisco la Iglesia Católica participa desde el año 2015. Nos preguntamos, entonces ¿Cómo podemos contribuir al río poderoso de la justicia y de la paz en este Tiempo de la Creación? ¿Qué podemos hacer? Debemos decidir transformar nuestros corazones, nuestros estilos de vida y las políticas públicas que gobiernan nuestra sociedad, con especial urgencia por los más vulnerables.Sufrí en mi infancia la inundación de la vivienda por el desbordamiento de una quebrada, y más recientemente una inundación por un daño del sistema de desagüe de aguas lluvias. Me solidarizo con tantas familias que han sufrido por diversas causas, haciendo un respetuoso pero urgente llamado a las autoridades, pero también a las comunidades para que vivamos una ciudadanía activa que se preocupa y cuida de los vecinos, y, especialmente, de los más vulnerables, especialmente hoy ante las contingencias de las afectaciones climáticas.Cuando se advierte que viene una gran tormenta se toman medidas especiales de precaución, se busca un lugar seguro, se procura proteger en especial las personas más vulnerables. Se podría escribir la historia de la humanidad en términos de cómo hemos aprendido a afrontar los cambios del clima, soportar las temperaturas extremas y minimizar las afectaciones que pueden producir las fuerzas extremas de la naturaleza, como huracanes, ciclones, avalanchas, inundaciones, incendios, terremotos, entre otros.Es necesario reconocer en el contexto del Tiempo de la Creación, que este maravilloso planeta que hemos paragonado con el paraíso terrestre, igualmente posee unas fuerzas colosales, que en ocasiones pueden ser muy destructivas. En Colombia, recordamos tragedias como la de Armero, Mocoa, la que afectó la isla de Providencia y más recientemente, la del municipio de Quetame. Recuerdo que, en una reciente época invernal, un alcalde decía en entrevista: “sabíamos que de las quebradas que pasan por nuestro municipio, alguna causaría una tragedia como la que estamos viviendo”. Queda la pregunta: si se sabía ¿qué se hizo para prevenir esa desgracia que produjo pérdidas lamentables?.Cuando ocurren las tragedias, se ha vuelto común que se culpe al “cambio climático”, lo cual suena como una explicación que elude responsabilidades. No nos podemos quedar en ese discurso etéreo sino avanzar decididamente en la prevención y el cuidado de todas las vulnerabilidades con las que convivimos, desplegando soluciones efectivas y duraderas, para conseguir condiciones de vida dignas y seguras para todas las personas, comenzando por las más vulnerables. En Colombia, por ejemplo, existe la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres -UNGRD- que tiene como misión dirigir, orientar y coordinar la Gestión del Riesgo de Desastres. Su trabajo es bien visible cuando se producen los desastres, sería muy bueno evidenciar también su gestión proactiva para prevenirlos.Cuidarnos unos a otros, comenzando por los más vulnerables, cuidar nuestra casa común, fue el llamado que el Papa Francisco hizo en su carta encíclica “Alabado seas mi Señor” (Laudato si’): «Deseo reconocer, alentar y dar las gracias a todos los que, en los más variados sectores de la actividad humana, están trabajando para garantizar la protección de la casa que compartimos. Merecen una gratitud especial quienes luchan con vigor para resolver las consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las vidas de los más pobres del mundo» LS, 13).Este llamado lo recalca en el numeral 158: «En las condiciones actuales de la sociedad mundial, donde hay tantas inequidades y cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos humanos básicos, el principio del bien común se convierte inmediatamente, como lógica e ineludible consecuencia, en un llamado a la solidaridad y en una opción preferencial por los más pobres». En el numeral 139 el Papa Francisco denuncia que: «no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental», y en el 25, que «el cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad», y además, que «los peores impactos probablemente recaerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo», en los más pobres y vulnerables.En los países y ciudades, se vienen apropiando presupuestos importantes para la “atención” al “cambio climático”, que coloco entre comillas, esperando que estos no se queden en simple retórica, sino que apunten de forma efectiva a mejorar las condiciones de vida de las personas más vulnerables, quienes en mayor proporción sufren la falta de agua potable, carecen de las adecuadas canalizaciones de las aguas que los circundan y viven en terrenos inestables, entre otras fragilidades.En el artículo 38 del Plan Nacional de Desarrollo 2022-26 de Colombia, se planteó la “Estrategia nacional de coordinación para la adaptación al cambio climático”; esperamos que en esta temporada seca, además de atender diligentemente sus propias contingencias, también sea el momento para prepararse para la temporada de lluvias, cada vez más prolongada e intensa, lo que constituye un desafío que es necesario atender dándole prioridad a las soluciones requeridas para las personas más vulnerables.Por supuesto es urgente acelerar la transición energética, la reconversión industrial y la de los sistemas de transporte adoptando modelos sustentables, el reordenamiento territorial, la adopción de modos de vida sobrios y sostenibles, pero, sin olvidar que la prioridad está en atender con diligencia las necesidades urgentes de los más vulnerables.Concluyo con la oración con la que el Papa Francisco termina su carta encíclica Laudato si’:Dios de amor,muéstranos nuestro lugar en este mundocomo instrumentos de tu cariñopor todos los seres de esta tierra,porque ninguno de ellos está olvidado ante ti.Ilumina a los dueños del poder y del dineropara que se guarden del pecado de la indiferencia,amen el bien común, promuevan a los débiles,y cuiden este mundo que habitamos.Los pobres y la tierra están clamando:Señor, tómanos a nosotros con tu poder y tu luz,para proteger toda vida,para preparar un futuro mejor,para que venga tu Reinode justicia, de paz, de amor y de hermosura.Alabado seas.Amén.

Vie 22 Sep 2023

¿Cura falso? ¡Cuidado con el lenguaje!

Por Pbro. Raúl Ortiz Toro- Recuerdo que hace unos años las expresiones “cura falso”, “secta” e “iglesia de garaje” eran muy frecuentes para designar a aquellos que no pertenecían a la Iglesia Católica Romana. La historia de la diversidad religiosa en Colombia ha estado llena de sinsabores para quienes no profesan la religión mayoritaria. Lo paradójico del asunto es que la Iglesia Católica ha sido desde siempre defensora del derecho a la libertad religiosa, de cultos y de conciencia porque nació en el seno de una religión que la estigmatizó y la consideró “secta”. Recordemos que san Pablo, en su testimonio, recordaba que él estaba convencido de que matando cristianos daba gloria a Dios.En muchos países del mundo el cristianismo en general, y particularmente el catoliciso romano que está en obediencia al Papa, sigue siendo una minoría. Con frecuencia nos enteramos de persecuciones y asesinatos por motivos religiosos en territorios de misión extranjera e incluso en países como Colombia, en zonas apartadas, el catolicismo es religión minoritaria. El Concilio Vaticano II en los años sesenta, leyendo los signos de los tiempos y reconociendo que el catolicismo seguía siendo minoría en muchas regiones, envió un mensaje al mundo a través de su declaración “La dignidad humana” (Dignitatis Humanae) en la que los obispos expresaron que “la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa” y que dicha libertad consiste en la inmunidad de coacción, es decir, que “ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos” (DH, 2).En algunas zonas del mundo que históricamente acogieron a las poblaciones migrantes de los siglos XIX y XX de manera masiva, la diversidad religiosa ha sido un tema que no ha causado mayores dificultades. Un ejemplo claro de esto es Argentina: niños y jóvenes como Jorge Mario Bergoglio, hoy Papa Francisco, a mediados del siglo pasado se encontraban en la escuela para compartir la vida sin discriminaciones entre ellos: católicos, luteranos, musulmanes, judíos, y demás. En países como Colombia, donde circunstancias históricas, políticas, geográficas, entre otras, impidieron que hubiera una fuerte presencia de migrantes en siglos pasados, la diversidad religiosa se estigmatizó, la religión mayoritaria se consideró “del Estado” y los más integristas se abrogaron el derecho de creerse ya salvados por su pertenencia institucional. Y la vivencia del ser cristiano y el amor a los semejantes, ¿para cuándo? ¡Que vivan la fraternidad humana en otros países, pero en Colombia no!” – dicen algunos.Por esta razón, se llegaron a usar palabras despectivas como “secta” cuando se referían a una iglesia cristiana histórica, “cura falso” cuando se veía un pope ortodoxo, o “iglesia de garaje” cuando iban avanzando las comunidades de fe cristiana no católica. Estas son palabras que hoy en día no se usan (o no deberían usarse) porque hemos entendido, gracias al mismo magisterio de la Iglesia, y últimamente debido a la insistencia del papa Francisco, como en este pasaje de Fratelli tutti que “Las distintas religiones, a partir de la valoración de cada persona humana como criatura llamada a ser hijo o hija de Dios, ofrecen un aporte valioso para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia en la sociedad. El diálogo entre personas de distintas religiones no se hace meramente por diplomacia, amabilidad o tolerancia. Como enseñaron los Obispos de India, «el objetivo del diálogo es establecer amistad, paz, armonía y compartir valores y experiencias morales y espirituales en un espíritu de verdad y amor»” (Hermanos todos, 271).Por supuesto, tampoco podemos ser ingenuos y, con base en un falso irenismo, desconocer que, aunque la diversidad religiosa sí es una realidad que está ahí en la sociedad actual y que no podemos ocultar, y que la libertad religiosa es un derecho que nos beneficia también como católicos romanos, etcétera, no obstante el modo como en Colombia se ha tratado el tema (con base en el artículo 19 de la Constitución Política, la ley estatutaria de libertad religiosa (133 de 1994) y el decreto de Política Pública Integral de Libertad Religiosa y de Cultos de 2018) ha sido, muchas veces y, lamentablemente, desconociendo el principio de proporcionalidad que defiende los derechos adquiridos por las mayorías en la historia, y permitiendo el proselitismo político y religioso, y, tercero, aunque en menor medida, pasando por alto la supervisión, vigilancia y control que alguien debe hacer.No por casualidad, en Colombia, existen 10.600 entidades religiosas a las que el Ministerio del Interior les ha otorgado personería jurídica especial durante los últimos 30 años; a principios de este, la directora de Asuntos Religiosos (DAR) del Ministerio del Interior alertó por varios medios noticiosos de la existencia de una red de tramitadores que gestionan fraudulentamente personerías jurídicas para que terceros terminen delinquiendo, con la fachada de iglesia, a través, por ejemplo, de lavado de activos y evasión de impuestos. Sé que la DAR está comprometida en erradicar estos vicios y fraudes. Esta realidad, sin embargo, no debe llevarnos a estigmatizar a todas las entidades religiosas, pues la generalización es de insensatos. Más bien tiene que movernos a los agentes de evangelización al compromiso decidido en el cumplimiento de nuestra misión, y a todos debe motivarnos a trabajar juntos, desde nuestra propia identidad, en aquellos temas que compartimos, por ejemplo, la promoción humana integral, el cuidado de nuestra casa común, y la búsqueda de la reconciliación y la paz. P. Raúl Ortiz ToroDirector de los Departamentos de Doctrina y PUD

Vie 22 Sep 2023

“Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen” (Lc 11, 28)

Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve - Avanzamos en este mes de septiembre con el desarrollo de nuestro Plan de Evangelización que tiene como lema: “Caminemos Juntos, en paz, guiados por la Palabra de Dios” y que hemos comenzado orando por la paz, con el deseo de recibirla en el corazón como don de Dios y transmitirla a nuestros hermanos. El príncipe de la Paz es Jesucristo, que nos la entrega como don de Dios a todos. Conocer a Jesucristo es descubrir donde está la fuente de la paz tan anhelada por toda la humanidad y sabemos que la Sagrada Escritura es la fuente de la Palabra de Dios y quien escucha la voz de Dios en su Palabra, es llamado por el mismo Jesús bienaventurado: “Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen” (Lc 11, 28).Caminemos Juntos construyendo nuestra vida sobre la roca firme de la Palabra de Dios. Para ello es necesario seguir escuchando al Señor en su Palabra, que se convierte en norma de vida para nuestro caminar juntos escuchando al Espíritu Santo. Vamos a celebrar la semana bíblica, momento que nos invita a ser más conscientes durante todo el año, de la necesidad de escuchar la voz de Dios, que nos ayuda a conocer más a Jesucristo, que ilumina todos los acontecimientos y circunstancias de la vida. Aparecida nos ha hecho la invitación para conocer a Jesucristo a través de su Palabra: “junto con una fuerte experiencia religiosa y una destacada convivencia comunitaria, nuestros fieles necesitan profundizar el conocimiento de la Palabra de Dios y los contenidos de la fe, ya que es la única manera de madurar la experiencia religiosa” (DA 226c).La misión de la Iglesia es anunciar la Palabra de Dios a tantas personas que no conocen a Jesús, que el Papa Francisco lo recuerda como la tarea prioritaria de la Iglesia, “quiero recordar ahora la tarea que nos apremia en cualquier época y lugar, porque no puede haber auténtica evangelización sin la proclamación explícita de que Jesús es el Señor, y sin que exista un primado de la proclamación de Jesucristo en cualquier actividad de evangelización” (EG 110), que está contenido en la Palabra de Dios que es la fuente de la predicación y la evangelización, porque contiene el mensaje central que nos llama permanente a la conversión y nos lleva a la salvación eterna.El proceso de conversión a la luz de la Palabra de Dios nos prepara para la celebración de la Eucaristía y para el ejercicio de la Caridad, que requieren la transformación de la vida en Cristo, como culmen de una decisión de conversión que se va fortaleciendo cada día con la escucha de la Palabra y la frecuencia de los Sacramentos, sobre todo la Eucaristía, fuente y culmen de la vida cristiana (Cfr LG 11), en donde se sirven el pan de la Palabra y el pan de la Eucaristía, tal como lo enseña el concilio vaticano II: “La Iglesia ha venerado siempre la Sagrada Escritura al igual que el mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de la Palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo, sobre todo en la liturgia” (DV 21).Un cristiano que profundice en la Sagrada Escritura y se alimente de ella en la oración diaria, edifica su conversión sobre roca firme y tendrá contenido para comunicar a los hermanos, mediante una vida coherente con el Evangelio que resuena como anuncio del Reino de Dios en el corazón de muchos creyentes. Eso constituye una siembra del Reino de Dios que puede hacer todo creyente mediante la acción misionera, interpelando a otros con la Palabra de Dios a que sientan en sus corazones el deseo de comunicarla, primero en el ambiente del hogar y luego en los lugares en los que Dios nos pone para dar testimonio de Él, en un compromiso misionero fiel al mandato del Señor de ir por todas partes a anunciar el mensaje de salvación, haciendo discípulos del Señor fieles a la gracia de Dios (Cfr Mt 28, 19).Con esta certeza todos los cristianos entendemos que la misión de la Iglesia de transmitir la Palabra de Dios, no puede ser algo opcional, ni un agregado a nuestra vida de Fe, Esperanza y Caridad, sino que es el núcleo de nuestro ser cristianos que estamos llamados a comunicar con prioridad, a tiempo y a destiempo, pues se trata de participar en la vida y misión de la Iglesia, escuchando la voz del Espíritu Santo que nos ilumina la manera como debemos comunicar hoy a Nuestro Señor Jesucristo.Los convoco a poner la vida personal y familiar bajo la guía de la Palabra de Dios que escruta nuestros corazones y nos permite renovarnos interiormente, hasta el punto de convertir nuestra vida en Cristo, para llegar a decir con San Pablo: “Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal 2, 20), dando testimonio de su proceso de conversión, afirmando “Para mí la vida es Cristo” (Fil 1, 21). Que esta semana bíblica que vamos a vivir juntos, sea un momento especial de gracia para interiorizar la Palabra de Dios, conocer y amar más a Jesucristo y comunicarlo a nuestros hermanos, para que “Caminemos Juntos, en paz, guiados por la Palabra de Dios. Que la Santísima Virgen María y el Glorioso Patriarca San José, alcancen del Nuestro Señor Jesucristo el fervor misionero para cumplir con la misión de la Iglesia de anunciar la Palabra de Dios por todas partes. En unión de oraciones. Reciban mi bendición. +José Libardo Garcés MonsalveObispo de Cúcuta

Mié 20 Sep 2023

Dos nuevas congregaciones recibieron formación en prevención de abusos por parte del Consejo para la Cultura del Cuidado

El pasado 13 de septiembre, en el Seminario Padre Manyanet de Chía y en la Casa Provincial Misioneros Consolatos en Bogotá, miembros del Consejo Nacional para la Cultura del Cuidado de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) lideraron dos nuevos encuentros pedagógicos con religiosos y futuros pastores de la Iglesia Católica, enfocados en la prevención de abusos.En el primer espacio participaron cerca de 20 personas, entre seminaristas y formadores. Allí se socializaron las Líneas Guía y las Líneas Operativas para la Cultura del Cuidado de la CEC. También se llevó acabo un taller de buenas prácticas para esa congregación, conocida como Hijos de la Sagrada Familia Jesús, María y José. Durante el segundo encuentro, el Consejo Nacional capacitó a 50 religiosos consolatos procedentes de diferentes regiones del país.En la primera jornada en Chía, la abogada Ilva Myriam Hoyos, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura del Cuidado de la Conferencia Episcopal, abordó temas sobre la realidad del abuso, las violencias en la Iglesia y el abordaje que se realiza desde la década de los 80’s hasta la actualidad. También detalló el surgimiento, desarrollo y elaboración de los documentos que orientan la cultura del cuidado desde el episcopado colombiano.Por su parte, la doctora María Fernanda Alarcón, también miembro de este consejo, desarrolló el taller de buenas prácticas, fomentando la interacción de los participantes para la generación de preguntas y respuestas pedagógicas.“Todo lo que hacemos, lo que trabajamos por cuidar a todas las personas, especialmente a los niños y adultos vulnerables, lo hacemos por Nuestro Señor. Con mayor cuidado ustedes, que en la persona de Cristo pastorean la Iglesia”, expresó en el espacio la doctora Alarcón.Entre tanto, la jornada en Bogotá estuvo guiada por la doctora Ilva Myriam Hoyos y la psicóloga Diana Marcela Suárez, miembro del mismo organismo y encargada de la Oficina del Buen Trato de la Arquidiócesis de Bogotá. Este encuentro culminó con una Eucaristía presidida por monseñor Joaquín Humberto Pinzón Güiza, Vicario Apostólico de Puerto Leguízamo-Solano y miembro de esta comunidad religiosa.El propósito central de estos encuentros fue concientizar a los jóvenes en formación y a los profesores sobre la realidad del abuso en el marco eclesial y la importancia de asumir prácticas preventivas de cualquier tipo de violencia en el contexto formativo y pastoral para favorecer la cultura del cuidado. “Para nosotros fue importante conocer y saber cuál era la realidad de la Iglesia para que futuramente seamos buenos pastores y sepamos cuidar a la Iglesia. Lo importante es que nosotros como sigamos el camino de Jesús, cuidando a las personas y que las llevemos a Él”, manifestó el hermano Mattheus Rosa, alumno de segundo año de teología en la etapa configuradora de la Congregación Hijos de la Sagrada Familia. En contextoLas líneas guía representan orientaciones generales diseñadas para prevenir y abordar la violación de los derechos fundamentales de las personas y los abusos de cualquier tipo cometidos por ministros ordenados, personas consagradas y laicos que prestan algún ministerio o servicio en la Iglesia Católica colombiana. Por otro lado, las líneas operativas, que se encuentran en el documento titulado “Apóstoles del Cuidado”, proporcionan criterios de acción para la implementación de buenas prácticas en el servicio del cuidado al interior de la Iglesia.