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predicación orante

Jue 24 Ene 2019

La Palabra de Dios es viva y eficaz

La liturgia e la Palabra de este domingo nos ofrece las siguientes líneas de reflexión: En primer lugar,en este domingo damos inicio a la lectura continuada del Evangelio de Lucas, que nos acompañará durante todo el año litúrgico. Puede ser oportuno hacer una breve referencia a la intencionalidad de este evangelio. “después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido…” Lc. 1,1-4 Hoy la Palabra nos invita a contemplar la acción amorosa de Dios, que reconstruye, salva y libera al hombre que cree y confía en Él. También, los textos presentan la centralidad que tiene la Palabra de Dios para el pueblo creyente “Tus palabra, Señor, son espíritu y vida” (Aclamación del salmo 18) Este domingo podemos resaltar el valor que tiene la Palabra de Dios para los creyentes, puesto que “En los sagrados libros el Padre que está en los cielos se dirige con amor a sus hijos y habla con ellos; y es tanta la eficacia que radica en la Palabra de Dios, que es, en verdad, apoyo y vigor de la Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hijos, alimento del alma, fuente pura y perenne de la vida espiritual. Muy a propósito se aplican a la Sagrada Escritura estas palabras: “Pues la palabra de Dios es viva y eficaz”, “Que puede edificar y dar la herencia a todos los que han sido santificados”. DV 21 Primera lectura: Nehemías 8,2-4a.5-6.8-10 Salmo: 19(18),8.9.10.15 (R. Jn 6,63c) Segunda lectura: 1Corintios 12,12-30 Evangelio: Lucas 1,1-4; 4,14-21 ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro de Nehemías narra un acontecimiento lleno de júbilo. Luego del destierro y el retorno del pueblo de Israel a la tierra prometida, la reconstrucción del templo y la restauración de Israel, no fue una tarea fácil. En este contexto Nehemías regresa y junto con Esdras, emprenden la restauración social y religiosa del pueblo de la alianza. Hoy leemos un breve resumen, una jornada memorable para el pueblo de Israel; se desarrolla en Jerusalén, es la lectura pública y solemne de la Palabra de Dios, que estaba casi olvidada por el hecho del destierro en Babilonia. La solemnidad de esta celebración, los gestos del pueblo, son expresión del gozo que se siente al ser proclamada públicamente la ley. El salmo 18 exalta la importancia de la Ley y de la Palabra, “los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón” estas palabras son la exclamación de un pueblo que al ser repatriado, encuentra en la ley, la norma de vida “tus palabras, Señor son espíritu y vida”. Pablo al dirigirse a los Corintios, después de haber anunciado que en la comunidad cristiana hay diversidad de dones y carismas (segunda lectura del domingo pasado), hoy el apóstol nos recuerda que por el bautismo fuimos injertados a un cuerpo, la Iglesia. Como miembros de ese cuerpo tenemos una misión concreta: la unidad, el trabajo a favor de todo el cuerpo, la comunión entre todos los miembros, en especial con la cabeza, que es Cristo. Hoy empezamos la lectura del Evangelio según San Lucas, estas primeras líneas son un prólogo construido a partir de los testigos y la tradición viva “de los hechos que se han verificado entre nosotros”, esta es la introducción a todo el libro. El ministerio de Jesús empieza en Galilea, en la sinagoga de Nazaret, donde Jesús, después de haber leído solemnemente el libro del profeta Isaías, afirma “hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír” y expresa la primera reacción de su oyentes “toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él”. Jesús hace suyas las palabras anunciadas por el profeta, Jesús es el salvador, especialmente de los más débiles, de los que sufren. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La Liturgia de la Palabra de este domingo posee una solemnidad muy particular, no solo por el contenido del mensaje, sino por el modo como se hace la proclamación del texto sagrado. En efecto, tanto Esdras en el libro de Nehemías, como Jesús en el Evangelio de Lucas, proclaman la Palabra desde un estrado, un lugar visible, que reviste solemnidad. El tomar el libro de la Ley o del Profeta, proclamar la palabra y explicarla, son gestos que manifiestan que no es cualquier palabra o discurso la que se proclama, es Palabra de Dios. La reacción de los oyentes también es muy elocuente; en el libro de Nehemías, Esdras proclama el libro de la Ley, la gente se pone de pie y sigue con atención la lectura, todos se llenan de alegría, lloran y celebran porque oyen nuevamente la voz de Dios, el día consagrado a Él. En el Evangelio la actitud de los oyentes es sugestiva “todos tenían los ojos fijos en él”. El Evangelio de este domingo presenta a Jesús como enviado de Dios y ungido por el Espíritu Santo, es el que anuncia la salvación a los pobres, los cautivos, los ciegos y oprimidos; y en Jesús se cumple lo dicho por el profeta “me ha ungido y me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres”. Jesús al empezar su ministerio pone de manifiesto cual va a ser su misión entre los hombres, es clarísima su predilección por los más débiles y oprimidos por la sociedad. En este contexto de la comunidad reunida para escuchar la Palabra, me parece oportuno hacer eco al mensaje de Pablo en la primera carta a los Corintios; estamos unidos a Cristo, Él es la cabeza del cuerpo de la Iglesia, nosotros sus miembros, y la Palabra misma reaviva, cada domingo, cuál es la misión que como bautizados tenemos en la Iglesia. ¿Qué me sugiere la Palabra, que debo decirle a la comunidad? Dios quiere colocar hoy en nuestro corazón la grandeza e importancia de su Palabra, como fuerza iluminadora y transformadora de la vida, como lo describe el salmista. Hemos escuchado que el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la ley, pero también hemos escuchado la exhortación “No haganduelo ni lloren. Coman alimentos exquisitos, beban vino dulce y envíen porciones a quien no tiene. Pues este es el día consagrado a nuestro Dios”. Desde 1965 toda la Iglesia oye la Palabra en su propia lengua, se puede tener en los hogares para su meditación, se forman los lectores, ministros proclamadores, para anunciar y explicar la Palabra de Dios, con el fin de que sea anunciada solemnemente, como luz y alimento espiritual para nuestro camino. Haremos bien en alegrarnos nosotros mismos, porque para nosotros, Cristo, es la Palabra hecha carne, Él es nuestra salvación y el liberador de nuestros males, como se proclama en el Evangelio. En la plegaria eucarística IV del Misal,, se da gracias a Dios, por su Hijo Jesucristo, quien “anuncio la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y a los afligidos el consuelo”, estas expresiones del texto litúrgico son una buena síntesis de la misión del Señor, que ha optado por los pobres y afligidos de nuestra sociedad. Si Jesús es el cumplimiento de lo anunciado en el Antiguo Testamento, también Él, es para nosotros motivo de plenitud, en el servicio a los más necesitados, Cristo sigue salvando y liberando a los pobres y oprimidos a través de nosotros. Así como sus primeros oyentes, hoy estamos invitados a poner la mirada en Él, a aprender de Él y asumir su opción preferencial, puesto que en Él esta nuestra alegría y salvación. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? La Iglesia debe seguir creciendo en el conocimiento de la Palabra, en la atenta escucha y explicación de la misma, de ahí la importancia de la preparación de nuestros catequistas, de los proclamadores de la Palabra, de los agentes de pastoral y en especial de las familias, quienes tienen la responsabilidad de hacer el primer anuncio del Evangelio en sus hogares. La veneración digna del libro sagrado en nuestra casa, será signo elocuente del aprecio, respeto y obediencia que le debemos a Dios, que se comunica con nosotros mediante palabras que es luz y guía para nuestros pasos. Todos estamos llamados a colocar nuestra mirada en Jesús, a escucharlo y a poner por obra su mensaje de salvación. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Conviene que la Palabra Divina que se va a proclamar, recupere su significación y por ello sería deseable destacar especialmente en el día de hoy el ambón, como espacio sagrado e incluso venerar con el incienso el Evangeliario, signo de Cristo, palabra hecha carne. 2. Insistir en que no es correcto litúrgicamente pasar en la Misa a proclamar la Palabra de Dios valiéndose simplemente de unas «hojitas», pues esto no respeta ni la dignidad que se le debe a la Palabra, ni el sentido del momento litúrgico; para ello se han elaborado libros litúrgicos propios. 3. Sería oportuno hacer hoy el Rito para la bendición y la aspersión del agua en memoria del Bautismo, que ocuparía el lugar del acto penitencial al comienzo de la Misa, siguiendo lo indicado en el Apéndice I, Formulario I. del Misal, pág. 1053. 4. Se sugiere la Plegaria Eucarística para Diversas Circunstancias IV: Jesús, pasó haciendo el bien, con su prefacio propio. 5. Tener en cuenta que el sábado 2 de febrero, se celebra la Fiesta de la Presentación del Señor en el Templo, nos recuerda que Jesús vino a cumplir lo anunciado y a señalar el camino de la vida y de la paz. Se debe hacer bendición de los cirios y la procesión. 6. El 2 de febrero: Jornada Mundial de la Vida Consagrada.

Vie 14 Dic 2018

Con alegría esperamos al Salvador

La alegría atraviesa el mensaje de la palabra que ilumina este camino a la celebración de la natividad de Jesús, una expresión que tiene tres niveles Pero, esa alegría se va a expresar en tres niveles distintos: El primero, lo reseñará Sofonías en la exaltación realizada a la hija de Sion, alegoría presente en los evangelios, en la figura de María, la madre del Salvador. El segundo nivel, será el propuesto por el salmista, que invita a la asamblea a exaltar de Júbilo al reconocer la presencia del Santo de Israel. El tercero, va a estar representado en la carta a los Filipenses en donde Pablo, invita a la comunidad a permanecer vivos y alegres en el Señor; de esta manera la liturgia nos va a invitar a gozarnos en el Señor en la actitud permanente de la conversión, como lo encontraremos en el relato del evangelio de Lucas. Primera lectura: Sofonías 3,14-18a Salmo: Isaías 12,2-3.4bcd.5-6 (R. cf. 6) Segunda lectura: Filipenses 4,4-7 Evangelio: Lucas 3,10-18

Lun 26 Nov 2018

Atención: Adquiere Predicación Orante en la librería de la CEC

El Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC), en coordinación con el Departamento de Liturgia pone a disposición de ministros ordenados, religiosos y laicos laPredicación Orante de la Palabray las Moniciones y Oración Universal de los Fieles. Este texto tiene como finalidad, en primer lugar, motivar y animar el debido encuentro personal del homileta con la Palabra Divina, para que, permeado por ella, sea el mismo Espíritu divino quien disponga las mentes y los corazones de quienes, a su vez, se encontrarán con esta Palabra en asamblea litúrgica. Y, en segundo lugar, ofrecer unas orientaciones y pautas a todos los que, ejerciendo el oficio de la predicación, tienen la misión de servir la Palabra Sagrada a través de la solemne proclamación y la correspondiente reflexión profunda en el acto de culto de la homilía, en este caso, dominical y festiva. La Predicación Orante de la Palabra puede ser adquirido en la librería de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), ubicado en la Carrera 58 # 80 – 87. PBX: 4 37 55 40 Ext. 264 FICHA DEL LIBRO

Vie 23 Nov 2018

Acerquemos la Palabra de Dios, adquiere la Predicación Orante de la Palabra

La Conferencia Episcopal de Colombia, a través del Departamento de Liturgia, pone a disposición de ministros ordenados, religiosos y laicos laPredicación Orante de la Palabra y las Moniciones y Oración Universal de los Fieles. [tabs class="horizontal"][tab title="PRESENTACIÓN" icon="Icon name 1"] El Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC), en coordinación con el Departamento de Liturgia, ha elaborado este material de La Predicación Orante de la Palabra y de las Moniciones y Oración Universal o de los Fieles, que tiene como finalidad, en primer lugar, motivar y animar el debido encuentro personal del homileta con la Palabra Divina, para que permeado por ella, sea el mismo Espíritu divino quien disponga las mentes y los corazones de quienes, a su vez, se encontraran con esta Palabra en asamblea litúrgica. Y, en segundo lugar, ofrecer unas orientaciones y pautas a todos los que, ejerciendo el oficio de la predicación, tienen la misión de servir la Palabra Sagrada a través de la solemne proclamación y la correspondiente reflexión profunda en el acto de culto de la homilía, en este caso, dominical y festiva. Departamento de Liturgia Conferencia Episcopal de Colombia [/tab][tab title="DETALLE" icon="icon name 2"] Autor(a): Departamento de Liturgia Catálogo: Liturgia Idioma: Español Número de Páginas: 236 Editora: . Año de publicación:Noviembre 2019 Dimensiones: 17cm x 24cm [/tab][tab title="COMENTARIOS" icon="Icon name 1"] [/tab][/tabs] Mayores informes: PBX: 437 55 40 Ext. 264 Correo electrónico: [email protected]

Mié 21 Nov 2018

Jesús, Rey del Universo

El majestuoso reinado de Jesús, Rey del Universo, comprendido a la luz de la revelación y el momento culmen de la historia; otro mirada es ver las características de este reinado y compararlas con la dimensión de la vida espiritual; o presentar a Jesús, rey, a quien hay que recibir y aceptar conscientemente en el corazón como fruto de la vivencia del Año Litúrgico. Todos los misterios celebrados, vividos y actualizados a lo largo del Año Litúrgico apuntan a madurar la fe en cada creyente para que cada año haga una aceptación más clara y definitiva por Jesús rey absoluto de todo. Primera lectura:Dn 7,13-14 SalmoSal 93(92),1ab.1c-2.5 (R. cf. Dn 7,14) Segunda lectura:Ap 1,5-8 Evangelio: Jn 18,33b-37 ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Daniel, el capítulo 7 de este libro contiene el “Sueño de Daniel: las cuatro bestias”, estructurado en tres partes: la visión de las bestias (vv. 1-8), la visión del anciano y del ser humano (vv. 9-14) y la interpretación de la visión (vv. 15-28). Los versículos 9-14 presentan una sesión del juicio de Dios. el texto centra la mirada en los vv. 13-14 donde aparece un personaje muy importante con unas características especiales: es un ser humano, “hijo de hombre” y al mismo tiempo trascendente, “viene entre las nubes”, y al entrar en relación con El Anciano recibe de éste: poder, gloria y un reino eterno. Que se manifiestan en su dominio universal, “todos los pueblos, naciones y lenguas le servirán”. Toda esta simbología fuerte de la apocalíptica busca mostrar con esta visión e imágenes que para devolverle el carácter humano a la historia es necesaria una intervención divina, sin ella la historia es pierde toda su comprensión. El salmo, himno que canta la realeza de Dios evidenciando sobre todo su poder. Salmo corto, solo 5 versículos, que presenta tres partes: Dios rey eterno del mundo (vv. 1-2), Dios rey supremo por encima del caos (vv. 3-4) y las leyes de este rey, sus mandamientos (v. 5). El esplendor del reinado de Dios se manifiesta en su majestuosidad, firmeza eterna, sus leyes o valores que eternamente regulan el orden y las relaciones entre Dios y los hombres. En síntesis el salmo deja claro que Dios es rey eterno, rey sobre la creación, y sobre la historia, en una palabra, Dios es el rey supremo. La segunda lectura, Ap 1, 5-8. Esta sección forma parte del llamado saludo del libro, en el cual intervienen el lector que da a conocer el saludo del escritor del mensaje, del Libro del Apocalipsis y la Asamblea que escucha y reacciona con sus respuestas frente al saludo o confesión de fe que se le va proponiendo, los creyentes responden desde su convicción de saberse amados por Dios. Tenemos un pasaje lleno de recuerdos bíblicos que reproducen la escena de la gloriosa venida y entronización del Rey Mesías que a la par describe el misterio de Dios como reminiscencias o recuerdos de algunos salmos, especialmente el salmo 89. Desde el primer versículo (5) se identifica el Rey, es Jesucristo, recordado mediante tres atributos o rasgos que son una confesión de fe, mediante la cual se precisa el misterio de la vida, muerte, resurrección y ascensión del Señor; no ya una narración de los acontecimientos sino la confesión de fe en estos misterios. Primer rasgo o atributo: Testigo fidedigno, Jesús con su vida del inicio al final dio testimonio del mensaje amoroso y salvador de Dios; con este rasgo se acepta que su vida es la irrupción del poder de Dios. El segundo rasgo: Primogénito de los muertos, al confesarlo con esta expresión lo manifiesta victorioso, primicia inigualable que inaugura una nueva forma de existir, de ser. Se trata de un reino que sobrepasa las fronteras de la muerte. Tercer rasgo: príncipe de los reyes de la tierra, con esta expresión se confiesa la recepción del dominio universal. En su misión se subraya el amor con que ama, la purificación del pecado mediante su sangre y la conformación de un reino del todo especial, reino de sacerdotes. Su entronización es descrita como una venida majestuosa e imperiosa, llega en nubes, visible universalmente, nadie puede sustraerse o ausentarse de este momento, la majestuosa ceremonia de coronación o entronización del rey. Jesús, rey, hace su auto-presentación: “Yo soy el alfa y la omega; Aquel que es, q1ue era y que va a venir” en esta presentación queda claro que Él ha recibido todo poder, en Él se dan las cualidades divinas, es Dios, que ejerce su señorío. Evangelio, Jn 18, 33b-37. El evangelio de Juan presenta la historia de Jesús como las vicisitudes del rey para llegar a su coronación y entronización. Como se nota en esta escena de Jesús ante Pilato, donde se detiene en un largo diálogo sobre la realeza de Jesús. Pilato plantea un interrogante a Jesús: ¿Eres el rey…? Jesús responde, situado en otro nivel, se ubica en la confesión de fe y no en una pregunta circunstancial, por ello le pide que responda si tiene claro lo que está preguntando, es decir si está confesando el señorío o realeza de Jesús “por sí mismo o por el decir de otros”. Pilato permanece en el nivel del interrogatorio judicial, y plantea ¿Acaso soy yo judío? (v.35), y plantea una nueva pregunta ¿Qué has hecho? La cual se queda sin una respuesta directa. Jesús responde con una autorevelación de su reino (v.36), de su identidad y misión (v. 37). “su reino no es de aquí” es de otra dimensión. Pilato insiste en la identidad de Jesús, ¿luego tú eres rey? La respuesta no da lugar a dudas: “Sí, soy rey. Rey que da testimonio de la verdad. Desde la más fina ironía se afirma sin vacilación la identidad profunda de Jesús, Él es rey. Pilato ve un judío cualquiera, pero se trata verdaderamente de un rey misterioso. La verdad no es lo que ven los ojos humanos, cortos en su mirar, la verdad es la realidad divina revelada en Jesús. Él es la verdad. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La Escritura nos hace un llamado acuciante a tener clara la fe, es decir a dar respuesta de nuestra identidad, hacer confesión de fe, la cual exige tener clara la identidad de Jesús y aceptarla de forma que esa identidad identifique también al creyente. Pilato ve solo lo inmediato, la condición de judío, y por eso dice, ¿Acaso soy judío? Quien quiera confesar a Jesús como rey debe reconocerlo como personaje misterioso, humano y divino, Hijo de Dios; al reconocerlo y aceptarlo como Hijo de Dios todo creyente se autodefine también como hijo de Dios, como si dijera: Jesús es Hijo de Dios, también yo soy hijo de Dios. El reinado de Jesús se comprende solo a la luz de su verdadera identidad de los contrario se malcomprenderá. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? Jesús es este personaje misterioso, divino y humano, que todo lo ha recibido de su Padre, por ello ostenta: poder, gloria y reinado; su reinado lo ejerce sobre toda realidad: la creación, la historia, el ser humano… nada escapa a su dominio, pero su dominio lo ejerce mediante el amor, que se manifiesta en el perdón de los pecados. El mal no está en ser gobernados por el Rey Jesús sino en vernos privados de su dominio. Cada vez que una persona hace aceptación consciente, libre y amorosa por vivir las leyes de este reinado, es decir, acepta a Jesús en su corazón, se produce una y otra vez la majestuosa entronización del Rey, que ejerce su poder sobre todo ámbito del ser humano: lo social, religioso, económico, los sentimientos…etc. en todo manda el Señor. Este es el reinado que hay que vivir, pues de nada serviría vivir todos los misterios de Jesús en el Año litúrgico y no llegar a una aceptación de su reinado de manera efectiva, pues todo se quedaría en una repetición de ritos sin importancia. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? La aceptación de Jesús como rey universal me anima a realizar mi misión evangelizadora con el deseo que otros vivan la experiencia de conocer este rey del todo excepcional y acepten su reinado porque allí reside la verdad y la felicidad del ser humano. No puedo quedarme tranquilo, de brazos cruzados, sabiendo que hay miles y miles que aún no experimentan el amor y el poder purificador de Jesús rey. La proclamación de Jesús rey me invita, como sacerdote, a celebrar bien el Año Litúrgico para ir presentando la figura majestuosa y salvadora de Jesús; cada domingo del nuevo año me pide preparar adecuadamente la homilía y la belleza de la celebración pues el Señor habla a través de cada acción, palabra o elemento, no puedo descuidar nada porque a través de ello voy haciendo mi servicio evangelizador que cautive y enamore a los fieles que participan en mi comunidad. Es un llamado a no dormir sobre los laureles, a no acostumbrarnos a la rutina, hay que presentar, con toda su fuerza, en cada instante, la novedad del evangelio.

Mié 14 Nov 2018

Con Cristo tenemos la esperanza de reinar

Cercanos al final del año litúrgico las lecturas nos invitan a reflexionar sobre las realidades del fin del mundo, podemos fijar la mirada, a manera de sugerencia, en tres temas: La visión apocalíptica de la teología de la historia. La esperanza cristiana y su compromiso frente a la realidad histórica. La victoria definitiva de Dios, Rey absoluto, incluso de la historia. Primera lectura: Dn 12,1-3 Salmo Sal 16(15),5+8.9-10.11 (R.1) Segunda lectura: Hb 10,11-14.18 Evangelio: Mc 13,24-32 ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Las lecturas de este domingo tienen un sabor común, el pensamiento o la llamada literatura apocalíptica, que mediante el recurso de visiones, cifras, imágenes artificiosas (impactantes, llamativas y extrañas), mensajes recibidos o comunicados…etc. intenta llamar la atención del oyente o del lector para mostrarle el sentido último de los acontecimientos históricos, revelar algo sobre Dios y la historia, mostrando la victoria definitiva de Dios sobre todo el acontecer histórico. Ofrece una particular teología de la historia. Género literario, que provoca en unos desorientación y en otros curiosidad, perdiéndose así su intencionalidad, ver las claves de lectura de la historia para comprenderla. El texto de la primera lectura, de Daniel, forma parte de la visión del “Tiempo del fin” (11,40 – 12,13); específicamente de los “tiempos de angustia y la promesa de la resurrección” (12, 1-4). La victoria definitiva se da gracias a la intervención del arcángel “Miguel, quien defiende al pueblo”, se trata del “ángel” tutelar de la nación, quien será ayuda en estos tiempos difíciles como no los ha habido nuca. La victoria está descrita en términos de salvación, aquellos inscritos en el Libro. Daniel no precisa cuál libro, pero a la luz de otros pasajes bíblicos se comprende que se trata de un libro de Dios, “al que haya pecado contra mí, lo borraré Yo de mi libro” (Éx 32, 32-33), Daniel ha hecho ya referencia a “los libros” (Dn 7, 10), llamado también, el Libro de los Predestinados o Libro de la Vida (Cf. Sal 69,29; 139,16; Ap 20,12); el tema de un libro en el cual se inscriben los nombres de los salvados no es extraño, Jesús al regreso de los misioneros y su alegría de ver caer los demonios, Él les advierte: “no se alegren de que los espíritus se les sometan; alégrense de que sus nombres estén inscritos en el cielos”. Aparecer inscrito en este libro misterioso garantiza la participación en el reino de Dios. El versículo 2 de este pasaje de Daniel es un texto muy importante del Antiguo Testamento para hablar de la resurrección de la carne. No se trata todavía con toda precisión de la resurrección, misterio que será anunciado con profundidad por Jesús; pero si plantea desde ya una respuesta clara sobre la suerte de aquellos que se mantienen fieles. Aquí se nos presenta la muerte como un sueño y la resurrección como un despertar para participar del fulgor de la luz por haber vivido en la justicia, o sufrir la vergüenza y horror eterno por no haber sido fieles. El salmo expresa un clima de serena confianza y gozo en el Señor, estos son los sentimientos dominantes. Se subraya la relación con Dios, de su mano depende la suerte del orante, por eso el salmista canta esa presencia permanente de Dios, que ni siquiera la muerte puede detener o cambiar. Dios es el Dios de la vida, de la alegría perpetua. Los cristianos y el Nuevo Testamento han aplicado estas palabras del salmo a la resurrección de Jesús, por lo que se ha llamado “salmo mesiánico”. Hebreos contrapone los sacrificios de la antigua economía salvífica (v.11) con la eficacia del sacrificio de Cristo (vv. 12-14), una eficacia que es real y es suficiente, “un solo sacrificio”, que alcanza a todos los que van siendo consagrados; su eficacia es inmediata y permanente, es deci,r llega en el tiempo y espacio; sin embargo, no significa un gobernar inmediato, pues debe esperar en cierta manera al cumplimiento de los tiempos. Jesús asume el reinado sentado a la derecha de Dios para siempre. La victoria definitiva está asegurada, es de Dios. ¡Este es el destino de la historia! El Evangelio. En la Biblia encontramos libros enteramente apocalípticos como Daniel, el Apocalipsis y otros, pero igualmente algunos libros, sin ser totalmente apocalípticos, en determinado momento una sección asume esta manera de comunicar; este es el caso de Marcos 13. En este capítulo se entre mezclan dos anuncios: la destrucción de Jerusalén y el fin de los tiempos. Atención que el lenguaje apocalíptico es necesario descifrarlo y ver el mensaje que trasmite, no es la información de lo que pasará tal cual se describe. Marcos, describe una trasformación de los elementos cósmicos, para decirnos que la creación entra en una nueva historia; el tiempo final. Dios reina definitivamente y se hace presente, es Él quien cambia la historia. Viene el Hijo del hombre, Jesús regresa. La parábola de aprendizaje sobre la higuera (vv. 28-31) hace referencia a la caída de Jerusalén. Efectivamente no había pasado esa generación cuando, en el año 70 d. C., Jerusalén fue destruida y con ella el Templo, no quedando “piedra sobre piedra”. Luego el v. 32 advierte sobre el fin de los tiempos, fecha sobre la que ninguno sabe nada. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La Escritura me invita a mantener la esperanza gozosa en la victoria definitiva de Dios, a veces las cosas parecen ir de mal en peor, pero la verdad es que la historia la maneja Dios, en ella está presente la fuerza del sacrificio de Cristo que llega a todos. Las lecturas son un grito de confianza absoluta en Dios, a no fijarme en aquello que puede confundir o producir curiosidad, a elevar mi mirada al poder único de Dios manifestado en el sacrificio único de Jesús. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? La salvación ganada en Cristo Jesús Meditar sobre los misterios de la salvación ofrecidos en la persona de Jesucristo. Ver a Jesús como rey que asume el mando de la historia, misterio que recordaremos el próximo domingo. Jesús reina al lado de Dios Padre, no hay nada que temer, pues Él tiene asegurada la victoria. El destino del creyente no es esta vida, hay algo más. No podemos perder de vista que estamos llamados a la vida eterna, a la resurrección, y que nuestra alegría está en sabernos inscritos en el libro de la vida. La comprensión real de ésta esperanza nos compromete a la vivencia de los valores del Reino desde esta vida para poder gozar de la otra, la espera del futuro glorioso no nos desatiende de la realidad presente del mundo, al contrario nos compromete en su transformación desde Cristo el Señor. Un lenguaje enigmático con un mensaje esperanzador… El lenguaje apocalíptico, como ya se dijo, es necesario descifrarlo, quien anuncia que habrá días de oscuridad, terremotos, guerras, y el sol dejará de brillar, sencillamente no respeta la naturaleza de la Palabra de Dios y la hace decir cosas que ella no dice. El lenguaje apocalíptico trae un mensaje, en éste caso manifiesta que Dios se hace presente y hay un cambio de época, inicia una etapa nueva y totalmente distinta, y eso será la venida de Jesús, el inicio de una nueva etapa. El cristiano católico no debe dar crédito a ciertos mensajes que infunden los hermanos separados atemorizando la gente y llenándolos de miedo para que “se cambien de religión”, recuerde que quien se mantiene firme a pesar de las angustias su nombre será inscrito en el libro de la vida. Cristo reina y espera pacientemente, con la serenidad del salmista confiemos en Dios. Una fecha totalmente desconocida. ¿Cuándo será el fin del mundo? Hay grupos de corriente “apocalíptica” que cada vez que hay un año o fecha con una cifra un poco “misteriosa”, a sus ojos, van anunciando fechas y tiempos fijos para el fin del mundo. Creer en eso es grave error. Hay que creerle a Jesús de Nazaret, en el evangelio de este domingo nos dice, “de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sólo el Padre”. No hay que creer a supuestos anuncios que van diciendo que ya está cercano el fin del mundo; ¿cuándo será? Nadie lo sabe, solo el Padre, y cuando alguien se atreve a colocar una fecha o aproximación se está colocando por encima de Jesús, algo así como si el Padre le tuviera más confianza a esa persona que a Jesús. Aunque con artimañas esos anunciadores intenten anunciar el fin de los tiempos, no hay que creerles. Hay que ser firmes en decirles: Yo le creo a Jesús no necesito creer en sus engaños. Es más con esos ni mucho que hablar. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? La misión es exigente, nos movemos en tiempos difíciles, de gran angustia, pero en medio de esas realidades vivimos el encuentro con Jesús que nos garantiza la victoria, sale a nuestro encuentro para elevar nuestra mirada un poco más allá de esta realidad, nuestro destino apunta a la vida eterna y este premio nos urge a la tarea evangelizadora. No hay que temer, sí mucho que ganar.

Jue 18 Oct 2018

Seamos una Iglesia en salida misionera

Introducción La Liturgia de la Palabra en el contexto de la Jornada Mundial de las Misiones permite plantear una pregunta: ¿cómo quiero que sea la Iglesia para poder responder al momento histórico que vivimos? La respuesta la encontramos en las enseñanzas del Papa Francisco: “una Iglesia en salida Misionera… una nueva etapa de evangelización marcada por la alegría…” (EG 1). Ideas temáticas que nos ofrece la Palabra de Dios: La alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús, no es excluyente, es universal. Mantener vivo el espíritu misionero Fe y confianza en el servicio misionero Salmo Sal 66, 2-3.5.7-8 Segunda lectura: Ef 3 2-12 Evangelio: Mc 16, 15-20 Primera lectura: Is 56, 1.6-7 ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El texto de Isaías 56, 1.7 se enmarca en la alegría de un pueblo que regresa del destierro de Babilonia y experimenta una nueva realidad socio cultural y religiosa que le plantea desafíos y una pregunta legal: ¿han cambiado las normas antiguas o permanecen? Por ejemplo, era una norma prohibir la participación en la asamblea cultual a los extranjeros y a los eunucos, y se generaba una cultura excluyente que es evidenciada por los autores sagrados en diversos textos (Dt 23, 2-9). El Tercer Isaías responde con la novedad de Dios que no excluye, que sale al encuentro del extranjero, que no juzga, que se hace cercano e invita a vivir y a perseverar en la Alianza, a practicar la justicia y el derecho y a tener un comportamiento cultual auténtico que en el texto está incluido en “guarden el sábado sin profanarlo” (Is 56,6). La gran invitación del texto es a practicar la equidad y la justicia. El Salmo 66, 2-3.5.7-8. El texto expresa un reconocimiento de la acción de Dios, no sólo sobre el pueblo elegido, sino que se abre a la universalidad de un Dios que actúa en la historia y en el cosmos y nada queda exento de su acción. Es una mirada contemplativa de la acción totalizante de Dios y el salmista exhorta a elevar una oración de alabanza, de reconocimiento al Dios que bendice (Num 6,24-27); y el salmista enfatiza que esa bendición incluye a aquellos a quienes la ley antigua excluía de la asamblea de Dios y todos son convocados a unir sus voces en una sola alabanza. Efesios 3, 2-12. La carta a los Efesios ofrece dos grandes temas: Cristo y la Iglesia. Dios tiene un “secreto divino” al que Pablo llama “Misterio de Cristo”. Dios no lo había revelado pero lo ha hecho visible, cercano, presencia viva en la persona adorable de Jesús y es un misterio que no excluye, sino que tiene identidad y fuerza de universalidad, de totalidad y Pablo que “tiene conocimiento” de ese misterio por la gracia de Dios, sabe y entiende que ese misterio se despliega en y por la Iglesia. El apóstol tiene conciencia de la misión que le ha sido confiada: anunciar el misterio de Dios, Cristo, a los paganos, más aún, el misterio de Dios trasciende e involucra al mismo cosmos, a la creación entera. De esta alegría brota la fuerza de la fe que se traduce en plena confianza en el Señor Jesús y da el ímpetu, el coraje para el anuncio misionero (2 Tim 1,12). Marcos 16,15-20. La comunidad apostólica ha experimentado, más aún, han hecho conciencia del sentido y significado que la Resurrección de Jesús ha traído a la vida personal y comunitaria: Ha disipado los sentimientos de frustración, de miedo, fracaso, desolación; el resucitado ha hecho presencia en ellos y han entendido que el mensaje de Jesús no puede quedarse en un pequeño grupo y el Señor, en el texto de hoy, les da una nueva misión: anunciar, predicar, despertar la fe, incorporar a todos en el misterio pascual de Cristo, por la gracia del Bautismo. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Este momento de la preparación de la homilía es privilegiado. Yo, sacerdote que voy a predicar la Palabra me confronto con ella y me dejo “herir” por la fuerza de la Palabra de Dios; experimento la gracia de ser misericordiado y con docilidad me dispongo a ser instrumento del Señor para los hermanos. a.- Sentirme el más pequeño, como Pablo, y hacer conciencia que el Señor me ha confiado el “misterio de Dios”: “…Dios manifiesta su cercanía y su elección donde quiere, en la tierra que quiere…Él cambia el curso de los acontecimientos al llamar a hombres y mujeres en la fragilidad de la propia historia, personal y comunitaria…” (Papa Francisco, la Macarena, Medellín, septiembre 9 de 2017). ¿Tengo conocimiento sublime (Flp 3,8) del misterio de Dios? ¿Hay en mi ser sacerdotal pasión por el anuncio del evangelio? b.- En la cultura posmoderna se evidencia el fenómeno de la “indiferencia religiosa” en muchos sectores de la sociedad. La alegría del encuentro con Cristo no está llegando a todas las personas. Es urgente una transformación misionera de la Iglesia y de manera especial de los sacerdotes ministros de la Palabra. ¿Hay desidia, pereza e indiferencia en mi ministerio sacerdotal para “salir” al encuentro de los hermanos con la luz del Evangelio? ¿Tu tiempo es de Dios y para Dios en el anuncio gozoso del Señor? c.- Hemos sido llamados y habilitados para hacer presente a Cristo en medio de las comunidades, para que los signos de muerte no se apoderen de los caminos de reconciliación que el Señor Jesús regó con su Sangre. Me pregunto: ¿he permitido que la gracia del Evangelio corte los factores de muerte que anidan en mi vida y distorsionan el llamado? Recordemos: “la intimidad de la Iglesia con Jesús es una intimidad itinerante, y la comunión esencialmente se configura como comunión misionera” (EG 23). ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? a.- La mirada misericordiosa de Dios no excluye a nadie, su proyecto de salvación es dado en gratuidad para toda la humanidad en todos los lugares, culturas y circunstancias históricas que el ser humano debe enfrentar, no de cualquier manera, sino con la certeza que el Señor Dios nos ha llamado, ha revelado su misterio de amor en la persona de Jesucristo, acompaña y envía a los llamados a anunciar con alegría el misterio de Dios. b.- El espíritu misionero que habita en el cristiano por la gracia del sacramento del bautismo, se dinamiza, se mantiene vigente cuando se vive en acción contemplativa el accionar de Dios en la cotidianidad de la vida. Quien contempla la acción de Dios no se la pueda guardar para sí, sino que la fuerza de la fe le suscita el entusiasmo por la misión, se hace realidad que “la alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie” (EG 23). El evangelio “misterio de Dios” revelado en Cristo es “una Buena Noticia, la eterna, la que él debía anunciar a los habitantes de la tierra, a toda nación, familia, lengua y pueblo” (Ap 14,6). c.- Si la alegría del Evangelio aviva mi espíritu misionero debo encarnar las acciones que caracterizan al discípulo misionero: primerear, involucrarse, acompañar, fructificar y festejar (EG 24). Una verdadera fe se acrisola en la misión. Somos responsables del anuncio del Evangelio y esta responsabilidad que es guiada por el Espíritu Santo requiere discernimiento y planteamiento de nuevos retos que no se pueden estancar en simples planes y tecnicismos que responden más a intereses estadísticos que a procesos de conversión pastoral. La alegría del Evangelio, el espíritu misionero, la fe y confianza en el Señor Resucitado son la garantía del ser y la misión de la Iglesia que se ha de plantear nuevos interrogantes: ¿cómo quiere Dios hacer presente en la cultura de la hiper-posmodernidad la buena nueva de Jesucristo? ¿Cuáles son los signos que nos da Dios para la conversión pastoral que nos permita dar el “segundo paso” al interior de la cultura e impregnarla de la acción de Dios que todo lo renueva y lo transforma? La fuerza del Evangelio nos exhorta a una Conversión Pastoral, a “profundizar en la conciencia de la Iglesia misma…a un anhelo generoso y casi impaciente de renovación que consiste en el aumento de la fidelidad a su vocación…” (EG 26). ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? La Palabra de Dios nos enseña que la vida cristiana es exigente y que no puede ser vivida bajo el lema de la indiferencia misionera. Debo abrir los ojos del corazón a la alegría de ser llamado a la misión que brota del Misterio Pascual de Cristo que suscita coraje y pasión por el anuncio del Evangelio. La novedad de Cristo se siente en el impulso misionero que requiere discernimiento, purificación y reforma (EG 30).

Jue 11 Oct 2018

Dios ofrece el tesoro de la sabiduría

En un mundo en el que tantos buscan tesoros que se acaban, Dios nos ofrece el tesoro de su sabiduría. La revelación del amor de Dios está en su palabra que llega a lo más hondo de la vida para transformarla. Cuando se abre el corazón al tesoro del amor de Dios, todo lo demás sobra porque no llena la vida. Primera lectura: Sb 7,7-11 Salmo Sal 90(89),12-13.14-15.16-17 Segunda lectura: Hb 4,12-13 Evangelio: Mc 10,17-30 (forma larga) o Mc 10, 17-27 (forma breve) ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura nos muestra el único tesoro que ni se acaba ni se extingue: la Sabiduría Divina. El Salmo canta la misericordia porque es la acción de Dios en la propia vida. La Carta a los Hebreos nos desvela el valor de la Palabra que llena el corazón con la luz de la fe. El Evangelio nos recomienda buscar la verdadera riqueza que produce alegría y que nadie nos podrá arrebatar. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Hay en el mundo una sed insaciable de honores, de glorias efímeras, de cosas que satisfacen momentáneamente, pero que definitivamente no salvan. En el amor de Dios que se nos revela en esta Palabra, hay una invitación que nos ubica, nos aterriza, nos invita a arraigar la vida en lo que de verdad vale y significa. El personaje del Evangelio, apenas sintió que le “tocaban su bolsillo”, prefirió cerrarse al novedoso camino que Jesús le ofreció. Tantas veces nos puede pasar lo mismo. Las cosas nos absorben, nos fabricamos ídolos que son capaces de ocultar las buenas intenciones que pueden darse en nuestra vida, porque encierran a la persona en sus gustos, en sus placeres, en sus bienes, impidiendo que el amor verdadero fluya en la forma siempre nueva y creativa de la misericordia. Es por eso que hemos de recordar qué tesoros nos ofrece Dios, cómo nos muestra que el camino de la humanidad se ha desviado hacia intereses que no llenan, hacia bienes que no sacian, hacia caminos que tienen como destino la oscuridad total del que termina sin amar. Con el don de la Palabra, la que se encarna para hacerse cercana, Dios quiere llegar hasta lo más hondo de las personas, entrar al corazón en el que no faltan las heridas causadas por tantas cosas que rompen la unidad que Dios quiere en nuestras vidas y hace que el corazón humano se ahogue en sus propias vanidades. El remedio a esta cárcel de ilusiones en las que nos encierra el pecado es la libertad que nos ofrece el Evangelio cuando entendemos que todo desprendimiento será colmado luego por la paz infinita y por el gozo que realiza en el creyente el saberse libre para ir en pos de Jesús. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? Como orientador de una familia creyente, debo enseñarle a todos, incluso a mí mismo, que “sólo Dios basta” como lo proclama la espiritualidad carmelitana, que “todo se muda” y Dios siempre permanece, invitándonos a no quedarnos en lo efímero sino a enraizarnos en lo que Es y en lo que da vida. Hay que centrarse, por lo tanto, sólo en Jesús, permaneciendo en Él, palpando su humanidad, como nos lo enseñó el Papa Francisco: Con la mirada y los sentimientos de Jesús, que contempla la realidad no como juez, sino como buen samaritano; que reconoce los valores del pueblo con el que camina, así como sus heridas y pecados; que descubre el sufrimiento callado y se conmueve ante las necesidades de las personas, sobre todo cuando estas se ven avasalladas por la injusticia, la pobreza indigna, la indiferencia, o por la perversa acción de la corrupción y la violencia. Con los gestos y las palabras de Jesús, que expresan amor a los cercanos y búsqueda de los alejados; ternura y firmeza en la denuncia del pecado y el anuncio del Evangelio; alegría y generosidad en la entrega y el servicio, sobre todo a los más pequeños, rechazando con fuerza la tentación de dar todo por perdido, de acomodarnos o de volvernos solamente administradores de desgracias. (Papa Francisco, Encuentro don los Consagrados. Medellín, septiembre 9 de 2017) ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Nos encontramos con Jesús que es la Sabiduría eterna del padre, la “sapiencia suma del Dios soberano” (gozos de la Novena de Navidad de Colombia) y que en su cercanía se desprendió de todo para asumirnos a todos, para congregarnos en una misma esperanza, para enseñarnos la poquedad de todo lo que no es eterno y de todo lo que perece. Liberados de las cosas, se abre en el corazón el espacio necesario para colmarlo con la experiencia de Jesús y con el gozo de después llevarlo a quien quiera vivir la vida con lo necesario para vivirla y con lo suficiente para compartirla.