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covid-19

Jue 13 Ago 2020

Iglesia cierra ciclos de conversatorios sobre el suicidio

En el último conversatorio del ciclo ‘El suicidio…hacia espacios de esperanza, en época de pandemia’, organizado por el departamento de Promoción y Defensa de la Vida y el Centro Estratégico de Investigación, Discernimiento y Proyección Pastoral de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), los especialistas invitados coincidieron en que continúa siendo un desafío para el ámbito familiar, escolar, universitario y religioso, el acompañamiento a los niños, para que desde pequeños se les eduque en la toma de decisiones y aprendan habilidades para la vida. Para la doctora María Stella Rodríguez, docente investigadora de la facultad de teología de la Pontifica Universidad Javeriana, la realidad del suicidio es algo que debe cuestionar a todo el mundo, porque esto “puede tocar la puerta de cualquier hogar”. Recuerda que debe ampliarse las maneras de estar con los demás, de escucharlos y no hacerlo de forma superficial. “Somos muy rápidos para hacer juicios negativos,no descubrimos que hay detrás de las personas y muchas veces son seres con capacidades excepcionales las que entran en conflicto”. Asienta, además, que aquellos que manifiestan comportamientos suicidas, no necesariamente son los que tiene graves problemas, sino que, sencillamente no han encajado dentro de un contexto, hansido rechazados y no encuentran las personas que los acepten como son. “Estamos acostumbrados a clasificar a las personascomo válidas o inválidas para la sociedad. Son personas que pueden ver el mundo de una manera diferente, lo perciben más rápido o más lento o con matices y si no encajamos con ellos, tendemos a calificarlos como poco inteligentes”. Frente a este panorama, asegura que estas situaciones impiden ver y reconocer “esos gritos de ayuda” de las personas que piensan que la vida no es para ellos, y esto no quiere decir que estén fracasados sino que se sienten frustrados por lo duro que se les juzga. Por otra parte, el doctor Paulo Daniel Acero, psicólogo y especialista en resolución de conflictos de la Universidad Javeriana, quien acompaña actualmente procesos de duelo a familias donde algún miembro ha tomado la decisión de suicidarse, apunta que estos casos se dan hasta en los hogares más felices, donde al interior de casa existen muy buenas relaciones entre sus miembros, sin embargo uno de ellos toma la determinación de quitarse la vida. Viene luego el duelo y el sufrimiento que se incrementa por el juzgar de quienes les rodean, siendo señalados y estigmatizados por una mirada exterior. Observa que ahora con esta crisis de la salud, los casos de suicidios se siguen incrementando en el mundo y no se detectan a tiempo porque la mayoría de las personas evitan hablar del tema en los diferentes escenarios, creyendo esto lejano y que nunca les va a pasar. “Ahora que estamos en tiempo de pandemia quiero dejar esta reflexión, solo llevamos 6 meses con el covid-19 y creo que conocemos cada vez más de ély hasta parece que ya hay una vacuna. Pero conocemos muy poco del suicidio que deja en el mundo ya más de 800 mil familias en luto cada año. Nos falta trabajar más en este tema, nos falta adiestrarnos más y ser más idóneos en el acompañamiento profesional y humano al sufrimiento de estas personas”. Advierte que se están cometiendo errores con los niños en la educación, porque se está formando en un sentido competitivo y no colaborativo, es decir, el niño o joven tiene que ser el mejor, dejando en él una carga, agrega además, que se le miente diciéndole que todo lo que se proponga lo puede lograr, siendo esto falso. “Hay que enseñar a los niños a perder desde la esperanza, el hecho de que perdamos no nos hace fracasados. Tenemos que brindar acogidas incondicionales a las personas que nos rodean, afirmándonos en el perdón y el trabajo con la culpa”. Así mismo sugiere que una herramienta clave para los niños es hablarles “bien de la espiritualidad, de que los seres humanos somos trascendentes” y sostiene “tenemos que enseñarles a nuestros niños y adolescentesa buscar ayudaa que cuando algo me desborda no es un signo de debilidad, sino de fortaleza reconocer que tengo que recurrir a otros y que está bien hacerlo”. Por su parte, el psicólogo Miguel De Zubiría, quien preside la Liga Colombiana contra el Suicidio, inició su intervención planteando el siguiente interrogante ¿Por qué se suicidan los suicidas? A lo que el mismo respondió que muchos de ellos lo han hecho porque tienen apatía, falta de metas, sueños o porque tiene pobre autovaloración, infelicidad personal o bien porque están solas. Sobre este último aspecto advierte que, según estudios, el mayor mal que está aquejando a la sociedad en este siglo XXI es a la soledad, por lo que observa que se acaba de crear un centro especializado para estudiar este tema a fondo y prestar la ayuda necesaria a quienes lo requieran. El doctor De Zubiría, hizo referencia a un trabajo de investigación realizado desde el Instituto que preside, y que llevo 15 años de trabajo con 500 jóvenes. A partir de unas preguntas o un test especializado se lograron descubrir aspectos para identificar y prevenir el suicidio. Fruto de ello compartió las cinco vacunas contra el suicidio. Son ellas: 1. Enseñarles a tener motivaciones, anhelos, deseos ilusiones y proyectos 2. Valorarse a sí mismos. 3. Tener buenos vínculos, interacciones, ser amables, sonreír, saber escuchar 4. Tener emociones positivas 5. Ser resiliente 6. Enseñarles el por qué vivir y la alegría de vivir Finalmente, frente a una pregunta que surgió de cómo desde la Iglesia hacer frente a este mal que sigue cobrando la vida de muchos jóvenes, la doctora Rodríguez, aporta que es importante pasar de una pastoral de masas a una pastoral personalizada. “Es urgente trabajar una pastoral donde interesa la persona y su singularidad.El reto está en poder descubrir en la singularidad del otro la acción de Dios. Ir más allá de esta estigmatización que la sociedad nos ha querido ir marcando con el hecho de decir que algunas personas son más valiosas que otras.Pasar de una pastoral de masas a una pastoral personalizada, pasar a una pastoral de escucha mutua (...) desde la evangelización se puede llegar a ser ese tutor de resiliencia para ayudar a que esa persona descubra en esa crisis, un motivo de crecimiento y transformación para su vida”.

Mar 11 Ago 2020

Iglesia reflexionará frente al tema de vida en tiempo de pandemia

El próximo 13 de agosto el Departamento de Promoción y Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal de Colombia, presidido por monseñor Juan Vicente Córdoba Villota, obispo de Fontibón realizará de manera virtual el encuentro nacional con los responsables de esta área en las Jurisdicciones Eclesiásticas. Será un espacio para reflexionar sobre el nuevo documento de la Pontificia Academia para la Vida «Humana communitas en la era de la pandemia». “El Covid-19 ha traído tanta desolación al mundo. Lo hemos vivido durante mucho tiempo, todavía estamos en ello, y aún no ha terminado. Puede que se acabe ya pronto. ¿Quéhacercon ello?”. Con estas palabras inicia el documento Pontificio que sugiere desde ya un arranque para dar una mirada más profunda de análisis desde la realidad colombiana frente al tema de la ética del riesgo y las responsabilidades específicas hacia las personas cuya salud, vida y dignidad corren mayores riesgos. El documento que sugiere además la práctica de la cooperación internacional y una promoción de la solidaridad responsable, llamando así a “una sinergia de esfuerzos” para intercambiar información, prestar ayuda y asignar recursos en favor de la protección de la vida, servirán como ruta de guía para que los delegados puedan sugerir unas líneas de acción en su trabajo pastoral. El encuentro se desarrollará este jueves a partir de las 4:00 p.m. a través de la Plataforma virtual de Teams.

Lun 10 Ago 2020

Pandemia y espiritualidad II

Por: Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo - ¿Han entendido ustedes todas estas cosas? (Mt 13, 51-52). Jesús el Señor, después de enseñar la realidad sobre el Reino de los cielos, a través de siete parábolas (Mt 3,1-50), les pregunta a sus discípulos y a todas aquellas personas que le escuchaban: ¿Han entendido ustedes todas estas cosas? A renglón seguido dice la Palabra que ellos respondieron: “Sí”. Jesús, entonces hace un elogio al respecto con las siguientes palabras: “Está bien: cuando un maestro ha sido instruido sobre el Reino de los Cielos, se parece a un padre de familia que siempre saca de sus armarios cosas nuevas y viejas” (Mt 13, 52). Dice San Agustín: “Todos poseemos una docta ignorancia”. Es decir, somos doctos en algunas ciencias e ignorantes en otras. En el lenguaje popular decimos: “Zapatero a tus zapatos”. En el castellano la palabra entender se define así: “Percibir y tener una idea clara de lo que se dice, se hace o sucede o descubrir el sentido profundo de algo”. Las tres potencias o facultades del ser humano son: Memoria, entendimiento y voluntad. Nos dice la Palabra que, a la pregunta de Jesús: ¿Han entendido ustedes todas estas cosas? Alguna parte del grupo que lo escuchaba, entre ellos algunos maestros de la ley dijeron: Sí. La misión del maestro, del buen maestro, del excelente pedagogo es precisamente, lograr que sus discípulos entiendan lo que él quiere transmitir, hacer que sus alumnos entiendan la importancia del asunto que se les quiere enseñar. ¿Han entendido ustedes todas estas cosas? Sí. Desde luego, que, en el aprendizaje, el cien por ciento no lo hace el maestro, también es sumamente importante la competencia del discípulo y sobre todo el interés por lo que se le quiere transmitir. Un alumno sin motivación, sin deseos y sin la necesidad de aprender, no asume el conocimiento, por más buen pedagogo que sea su maestro. Cuando el discípulo le responde a su maestro que sí entendió, el maestro, puede darse por bien servido. ¡Cómo es de agradable el encuentro de un maestro con su alumno agradecido y valorando lo que aprendió a través de él! Cuando se da ese complemento: enseñanza – aprendizaje, ambos: maestro y alumno, deben sentir una bella satisfacción. El maestro puede exclamar: “Somos simples servidores, hemos hecho lo que teníamos que hacer” (Cf Lc 17,10), y el alumno puede decir: Gracias buen maestro, gracias. Desde la espiritualidad cristiana mis queridos sacerdotes, religiosos (as), fieles laicos, padres de familia, hermanos todos, hombres y mujeres de buena voluntad…, nuestra gran tarea es entender la importancia del Reino de los cielos. Reino de justicia y paz, de amor y libertad, de unidad y fraternidad. Jesús nos dice en la Palabra: “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. Renuncien a su mal camino y crean en la Buena Nueva” (Mc 1,15). El Reino de Dios está cerca. El Reino es Jesús, nuestro Señor, el Dios encarnado. El Reino es el hermano que está a mi lado y que es imagen y semejanza de Dios. El Reino de Dios está cerca, lo podemos tocar y sentir. El Reino de Dios está dentro de nosotros, renunciemos al mal camino de la indiferencia, del pecado, de la corrupción, de la injusticia y convirtámonos. Hermanos, en este tiempo de pandemia y siempre, por favor, que no se nos olvide, todos los días, hacer nuestro “examen de conciencia”. Este bonito ejercicio lo enseñó con vehemencia San Ignacio de Loyola y seguramente, la mayoría de nosotros, lo aprendimos de nuestras madres, quienes, a su vez, fueron nuestras primeras maestras. Aprovechemos este aprendizaje que hace parte de nuestra espiritualidad cristiana, para que no seamos indiferentes frente a la situación que estamos viviendo: Crisis mundial, nacional y regional por el COVID 19. Permítanme que juntos, a manera de examen de conciencia, nos posibilitemos algunas preguntas: Desde que comenzó la noticia del COVID 19: ¿Cómo ha sido mi actitud, mi respuesta, mi responsabilidad? ¿Qué pienso de este “instante vital” que estamos viviendo? ¿Entiendo lo que está pasando? ¿Me doy cuenta de las transformaciones mundiales que se están generando a partir de la crisis que estamos viviendo? ¿He entendido lo que está pasando? ¿Estoy aprendiendo algo nuevo? ¿Estoy dispuesto a sacar del armario de mi memoria y mi entendimiento cosas nuevas y antiguas? ¿Con toda la conciencia de mi entendimiento, estoy siendo responsable, es decir, cuido mi vida y la vida de mis hermanos? ¿Soy respetuoso de los protocolos necesarios para preservar mi salud y la salud de mis amigos, compañeros y familiares? En estos días le he escuchado decir a muchas personas: “Es el momento para amar la vida”. Toda crisis bien asumida, con fe y esperanza es beneficiosa, es pedagógica, es retadora, es desafiante. Toda crisis nos hace salir de nuestras comodidades nos hace comprender que la realidad del mundo es mucho más de lo que nos acostumbramos a vivir. Toda crisis nos hace entender que el ser humano no solo es carne, materialidad, el ser humano es también espíritu, fraternidad, solidaridad. El ser humano no es solamente sentidos externos, es también sentidos internos. Toda crisis pone de manifiesto nuestra fragilidad, pero, a su vez nos hace pensar con sentido de eternidad y trascendencia. Toda crisis nos pone de cara a un ser superior, de cara a Dios. Escuchemos la Palabra: “Llegada la noche estaba allí solo. Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida: ¡Animo, soy yo, no tengan miedo!” (Cf Mt 14,22-33). “Es el momento para amar la vida”. Es el momento para valorar la vida, es el momento para ver la vida incluso de cara a la enfermedad, el sufrimiento y la misma muerte. Nadie quiere sufrir, todos por intuición natural le huimos a la enfermedad, a la cruz y a la muerte. Pero todos como los discípulos de Jesús, estamos invitados a ir en la barca de la fe y la esperanza. Este es un tiempo oportuno para contemplar a Jesús, aunque en un principio, lo veamos como un fantasma. Es el momento también de la confianza y con Pedro decir: “Señor, si eres Tú, mándanos ir a Ti”. Estemos seguros de que el Señor nos acoge y nos dice: En este tiempo de incertidumbre, si tienen fe, serán capaces de caminar sobre mil peligros y no les pasará nada, porque yo los llevo en mis brazos. Frente a la crisis actual, no podemos ser indiferentes. ¿Hemos entendido esto? ¿Queridas familias han vuelto a entender la importancia y la grandeza de la familia? Démonos cuenta, cuando uno sufre sólo quedan dos alternativas: “Dios y familia”. Dice la Palabra: “A quién vamos a ir sólo tu tienes palabras de vida eterna”; y, ¿Con quién hemos contado, después de Dios, realmente en estos días de pandemia? Sin duda que con la familia. Esa familia, que por tantos medios sigue amenazada. Aprendamos al menos, que es tiempo de volver a valorar la familia, como célula fundamental de la sociedad. Queridos padres de familia, formen a sus hijos, no sólo para responder a las necesidades del mundo. No sólo necesitamos profesionales, necesitamos profesionales éticos y con grandes valores humanos y de fe, valores que se aprenden fundamentalmente en la familia. Estimadas familias, fórmense no sólo en valores humanos, sino también, en valores trascendentes y trascendentales, valores que los prepare para saber dar respuestas sabias a interrogantes con sentido de eternidad; para responder no sólo a interrogantes en tiempos de felicidad y placer, sino también, en tiempos de crisis. Queridos maestros, instituciones educativas, la misión de ustedes es formar “buenos cristianos y honestos ciudadanos” (San Juan Bosco). Educadores, junto con la familia, son ustedes la gran alternativa de cambio. Sin educación no hay futuro. Sin un camino certero, perdemos el sendero. “Quien no sabe para donde va, llega a cualquier lugar”. No se nos olvide que nuestra meta es el cielo. Nuestra patria es el cielo y allí vamos de la mano del gran Maestro de Nazareth. Confiemos en el poder de la gracia, es esta la que nos debe conducir y la que nos da los criterios de fe para juzgar con esperanza el momento presente. Queridos dirigentes…, apuéstenle – apostémosle – a educar para formar el entendimiento. Superemos ya el camino del sólo sentimiento, de las emociones y las pasiones. Recordemos lo que con frecuencia nos dice el Papa Francisco: “Todo está interconectado”, también nuestro ser. Somos una integridad, somos unidad. Recordemos que somos seres racionales; crezcamos en potenciar nuestro entendimiento. El entendimiento y/o la razón es la bella facultad que Dios nos ha dado para que fuéramos los “señores” del mundo. Es decir, para que administráramos el mundo para el bien y no para la destrucción. Entender, hermanos, entender. Entendamos que el momento que vivimos es desafiante y retador. A problemas humanos y éticos, no estemos esperando sólo soluciones técnicas. Ejemplo: frente al COVID, no bastan sólo los ventiladores (gracias a quienes han gestionado estos aparatos para el Caquetá). Pero ¡y qué sentido tienen muchos ventiladores, si no entendemos la necesidad de cuidarnos, para cuidar a nuestros hermanos! Bienvenida toda la ayuda científica y tecnológica. Gracias, muchas gracias, personal de la salud y administradores, gracias por buscar el bien común, gracias por cuidar la salud de sus semejantes. Pero por favor, hermanos, amemos la vida, cuidemos la vida, responsabilidad frente a la vida. Unidos y de la mano de Dios venceremos. ¡Adelante, paso de vencedores! Cuidemos nuestra salud, es un gran tesoro al que lamentablemente, por lo general, valoramos, sólo cuando la perdemos. Por favor, hermanos, no hagamos de este momento tan crucial de la historia algo intrascendente… De cara a la realidad que vivimos es tiempo para agradecer a Dios el don de la vida, para valorar la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte. Es tiempo para estar en familia y amar nuestra relación familiar. Es tiempo para manifestar nuestro afecto y cercanía con los amigos. Es tiempo para escuchar la voz de Dios que nos invita a la conversión. Hagamos de este momento histórico un acto salvífico, un pasar de Dios por nuestra historia, un momento oportuno para la fraternidad y la caridad. Así como se ha globalizado el virus, globalicemos también el Reino de los cielos. Entendamos que sólo en Jesús nuestro Señor encontraremos consuelo. Escuchemos siempre a Jesús el Señor que nos dice: ¡Animo, soy yo, no tengan miedo!”. Ánimo, yo voy con ustedes, no tengan miedo. ¡Qué la Virgen Santísima, nos acompañe durante este tiempo de pandemia embravecida que nos quiere destruir! + Omar de Jesús Mejía Giraldo Arzobispo de Florencia [icon class='fa fa-download fa-2x'] Lea pandemia y espiritualidad I[/icon]

Mar 4 Ago 2020

¡Ya está al aire!: La nueva edición de CCN Noticias

Conozca la nueva emisión del informativo bimensual de la Comisión de Conciliación Nacional (CCN) para este mes de agosto. En esta oportunidad, con tres temas protagonistas en la agenda: 1. El inicio de las actividades pedagógicas virtuales que facilita la Conferencia Episcopal de Colombia a través de la CCN sobre comunicación para la reconciliación y la paz y cultura de paz territorial. El proceso se puso en marcha gracias al trabajo articulado con las diócesis de Quibdó, Arauca, Riohacha, Sincelejo y Yopal. 2. El eco al llamado hecho en el mes de julio por los obispos para superar las “pandemias históricas” que ha padecido Colombia, entre ellas, la pobreza, la marginación y la falta de oportunidades para las comunidades más vulnerables; la corrupción tanto pública como privada; el narcotráfico y el microtráfico; el asesinato de líderes sociales y todos los atentados contra la vida y la dignidad humana; la violencia y la muerte en sus diversas formas y expresiones. Monseñor Elkin Álvarez, Secretario General de la CEC y miembro de la CCN, habla al respecto. 3. El mensaje que envía la Comisión de Conciliación Nacional, a través de su Secretario General, el Padre Darío Echeverri González, tanto a las autoridades civiles y militares, como a los diversos grupos al margen de la ley, para que se reconozcan el sufrimiento de las comunidades que padecen en las regiones los mayores efectos de esta crisis sanitaria y social, y actúen en consecuencia. Fuente: Of. de comunicaciones de la Comisión de Conciliación Nacional

Vie 24 Jul 2020

Niños, jóvenes y adolescentes en esta Pandemia

Por: Mons. Carlos Arturo Quintero Gómez - Durante esta crisis mundial a causa de la pandemia, niños, adolescentes y jóvenes han tenido que confinarse, junto a sus padres, hermanos, adultos mayores y sus mascotas. Este encerramiento ha despertado en ellos, diversas emociones y una mezcla de sentimientos que los ha conducido a vivir en medio de la ansiedad, cuadros depresivos, al vaivén de la soledad, la incomprensión de los mayores, las desconfianzas y preguntas existenciales como: ¿Qué va a ser de mi vida? ¿Por qué este encerramiento? ¿Y mis sueños, metas e ideales? Algunos jóvenes se resisten a este aislamiento porque trae consigo frustraciones y dificultades para interactuar, incluso a muchos les cuesta estudiar, a través de la internet, lo que les ha llevado a desistir del estudio por considerar que la virtualidad los bloquea e impide el libre desarrollo de sus ideales. ¿Cómo ayudar a esta generación de los milenials y los centenials? ¿Cómo comprender sus sueños y animarles a vivir con pasión, sin desfallecer, entendiendo que aún pueden cumplir sus ideales? ¿Cómo estimularles a no dejar apagar en ellos su fe, su esperanza, su amor a Dios? ¿Cómo ayudarles a entender que Dios los ama y que esta crisis es una prueba? Tarea nada fácil, que exige de todos, compromiso, testimonio de vida y aprender a escucharles. Deberíamos entonces preocuparnos por los niños, traviesos por naturaleza, hiper activos y sensibles a los cambios, aunque terminan adaptándose, mejor que los adultos, muchas veces sin entender lo que ocurre. Preocuparnos por los adolescentes, que atraviesan por esta hermosa etapa de la vida, buscando afianzar su identidad, intensificando sus interacciones con sus pares y amigos, soñando la vida y discerniendo sobre el qué hacer. Es la edad de las relaciones en la que se forjan amistades, incluidas las redes sociales; hay una búsqueda de aprobación y deseo de participar en diversos colectivos. Y qué decir de la juventud, la edad de las decisiones, de las elecciones y de los riesgos. Todos estos valores, pueden llegar a congelarse en el tiempo y en el espacio, y traer consigo posibilidades de estancamiento, vidas que se pueden atrofiar y sueños que se pueden desmoronar. En muchos de ellos, se quebranta la alegría, se rompen los hilos de la confianza y la serenidad, se fracturan las relaciones, se esfuman los ideales. Y mientras esto ocurre en el corazón de muchos jóvenes, nuestra sociedad sigue impávida, preocupada por la reactivación económica, tan válido como la atención a los más desfavorecidos, pero debería también ser una ocasión para pensar la manera de acompañar a los niños, adolescentes y jóvenes. Desde la Iglesia, debemos pensar igualmente en los desafíos para la nueva evangelización, pues en estos tiempos muchos chicos, seguro se han ido enfriando espiritualmente, a pesar que en los hogares cristianos han intentado mantener viva la llama de la esperanza y el amor de Dios. La mejor manera de ayudarles es sin duda, con el buen ejemplo, escuchándoles, aconsejándoles, mostrándoles la verdad de la vida y el rostro misericordioso de Jesús. Como lo expresaba San Juan Bosco, es preciso aguantar y no enojarse; persuadir al niño en vez de amenazarlo, corregir al joven mejor que castigarle. De ahí la necesidad de “mantener un espíritu sereno, evitando las palabras hirientes, actuando con comprensión en el presente y esperanza en el futuro”. Decirle a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, las palabras de Jesús que les llama: “no tengáis miedo” e invitarles a correr el riesgo por Jesús, modelo auténtico del joven, que todo lo puede e instarles a mantener vivo en sus mentes y en sus corazones, los sueños que desean y pueden alcanzar. Carlos Arturo Quintero Gómez Obispo de Armenia

Mar 21 Jul 2020

Obispo de Santa Marta: "Lecciones que nos deja el Covid-19"

En medio del ambiente santo e histórico de la Catedral Basílica Menor de Santa Marta, Monseñor Luis Adriano Piedrahita Sandoval, Obispo de esta Iglesia particular, en la Eucaristía del XVI domingo del tiempo ordinario, dijo que, “el estado de pandemia nos ha dejado lecciones que son como caminos señalados por Dios”. Esto invita a reconocer la fragilidad humana en todas sus vertientes. Tomando la lectura del evangelio San Mateo 13, 24 – 43, dejó claro que, “dicha fragilidad deja ver la limitación, la debilidad, la indefensión, la incapacidad e impotencia para afrontar la adversidad que supera nuestras previsiones y capacidades”. Así entonces, nos llamó a “ser más humildes, menos prepotentes y arrogantes, a dejar de creernos menos dioses y más creaturas”. Recordó que cada uno está en capacidad de aportar a un mundo nuevo, entrando en sintonía con Dios. Según esto, es importante revitalizar la vida comunitaria fortalecer la responsabilidad social y la solidaridad. El prelado fue enfático al hacer un paralelo entre lo biológico y lo social: “Se habla de aplanar la curva de contagios por el coronavirus. Igualmente es necesario aplanar la curva de la pobreza, de la carencia, de las desigualdades sociales, de la inequidad, discriminación, polarización, indiferencia, del daño ambiental causado por la ambición en el uso de los recursos naturales”. Por lo que continuó diciendo que “es urgente repensar el modelo de desarrollo para hablar de una casa común y de una sola familia, como nos lo decía el Papa, para que viajemos en la misma barca”. Como pastor del rebaño diocesano de Santa Marta, pidió a sus ovejas cuidar diligentemente la semilla del Evangelio sembrada, protegerla de la mala hierba que trata de ahogarla, de tal manera que se conserve como una buena espiga de trigo, para ser fermento en el mundo a través de nuestras buenas obras, por más pequeñas e insignificantes que ellas sean. Fuente: Of. de comunicaciones diócesis de Santa Marta

Jue 16 Jul 2020

En tiempo de pandemia, la vida religiosa acompaña a las familias

Atendiendo los grandes retos de convivencia que afronta la familia y las comunidades en este tiempo de pandemia, la Conferencia de Religiosos de Colombia (CRC) , a través de la Comisión de Justicia y Paz, con el apoyo de Pax Christi y de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos (CLAR), se darán a la tarea de orientar, con un ciclo de conferencias virtuales, el tema de la relación afectiva que se vive al interior de estos entornos. "Los tiempos que vivimos representan un reto para la convivencia, ya que además de la amenaza del COVID19, las condiciones de restricción de movilidad y de confinamiento posibilitan permanecer más tiempo juntos en familia. Ese “estar juntos” puede ser ocasión para que se manifiesten violencias latentes en el tejido familiar, pero, también una oportunidad para reforzar los tejidos relacionales y de cuidado de los unos a los otros", expresa un comunicado emitido por las instituciones organizadoras. Estos encuentros virtuales, que hacen parte del trabajo de acompañamiento que la vida religiosa hace a los colombianos, ayudarán a afrontar y aceptar este tiempo difícil que atraviesa el mundo de una manera más amigable; así también servirán para brindar elementos que aporten a un reencuentro con la familia y a los ambientes en que nos movemos. En este contexto, se adelantarán cuatro conferencias que estarán soportadas a través de la plataforma virtual Meet (https://meet.google.com/hds-qrvs-gay), la primera inicia este 22 de julio de 4:00 a 5:30 p.m. y contará con la ayuda de profesionales en los saberes de: resolución de conflictos personales y familiares; fármaco-dependencia; y promoción de salud y desarrollo humano. Ellas son las psicólogas Carolina Vanegas y Claudia Patricia Siabato, y la pedagoga Claudia Yulieth León. Los conversatorios se realizarán los miércoles 22 y 29 de Julio y 5 y 12 de agosto de 4:00 a 5:30 p.m. los interesados en participar lo podrán hacer ingresando al formulario de inscripción: https://forms.gle/rCasDoFQYse6MpLB7 para mayor información pueden comunicarse al correo electrónico [email protected] [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Mar 14 Jul 2020

Caridad, cuidado, esperanza

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - El momento que vivimos es un momento complejo, que exige de todos nosotros reflexión y análisis.Con la difusión del virus COVID-19 se han suscitado muchos cambios y necesitamos reflexionar y profundizar en elementos importantes de nuestra vida, quiero con los queridos lectores de LA VERDAD, entrar en algunos de ellos. Caridad:Los tiempos difíciles que vivimos han revelado la fragilidad de la humanidad, pero han servido para que reconozcamos los valores que nos distinguen y la grandeza de la fe que nos sostiene.La Iglesia Católica, como lo ha hecho a lo largo de los siglos ha mostrado su mejor rostro en la vivencia de la caridad.En efecto, hemos reconocido que es justamente en estos tiempos cuando se revela de modo singular toda la grandeza humana que nos regala la fe, la que nos motiva a compartir, a ser generosos, a reconocernos en el hermano y a generar todas las posibilidades para poder vivir la solidaridad con un espíritu verdaderamente fraternal, con un espíritu de caridad.El balance de nuestra caridad, el trabajo de muchos laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas, la generosidad de los benefactores, tiene que crecer. Quiero que pensemos en todas las iniciativas que se han desarrollado para podernos ayudar, para podernos acompañar, para sentir la gracia de la fe y la alegría de ser comunidad. No ha faltado la Palabra Divina, predicada y anunciada con gozo, no ha faltado la celebración de la fe, recurriendo a tantos y tan valiosos medios de comunicación: La Emisora Vox Dei y el Periódico La Verdad, los modernos medios de transmisión en las redes sociales, y no ha faltado la oportuna y bendecida oportunidad de asistir a los necesitados, de estar cerca del que sufre.Vivamos lo que nos resta de esta situación tan compleja que ha generado la pandemia del CORONAVIRUS con la convicción profunda que nos da la fe, con la fraternidad iluminada por la caridad, con la gozosa disponibilidad para compartir con amor. El cuidado: En latín cuidar se dice curar. Sí, cuidarnos es curarnos, acompañarnos fraternalmente, servirnos mutuamente con responsabilidad y alegría. Cuidarnos se volvió un imperativo social, un compromiso que nos exige las más firmes actitudes, que nos pide agotar todos los esfuerzos para que el hermano, el vecino, el amigo, el que no conocemos, sea objeto de nuestra atención y de nuestro cuidado.Tenemos que pensar en el bien de los otros, que es nuestro bien y hace parte de nuestro cuidado. Por eso es preciso conocer y acatar las disposiciones, incluso en las mismas exigencias que se piden para poder reabrir el culto y nuestras Iglesias, Capillas y Oratorios, hay una llamada que procede del mismo Dios, el que nos invita a actitudes de solidaridad iluminadas por la fe, el que nos pide asistir con amor a los enfermos y a los necesitados, el que nos pide que en todo momento hagamos el bien y vivamos todo lo bueno:Dice San Pablo“ Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; pónganlo en práctica”(Filipenses 4, 8). Es allí donde debemos inspirarnos para vivir con responsabilidad todo lo que se nos pida para nuestro bien, todo lo que se nos requiera inspirado en el bien común. Que ninguno desacate las recomendaciones y disposiciones que se nos pidan para fomentar el cuidado y la responsabilidad de defender la vida de los demás y la vida propia. Por eso hay que acatar todas las normas que se nos pidan, ser rigurosísimos en el aseo de las casas, lugares de trabajo, espacios personales y comunes, no poner en riesgo la vida y la salud propia y ajena. Cuando se pueda reabrir el culto divino (rápidamente con la ayuda de Dios), pienso que la observancia de los cuidados debe convertirse para nosotros en un acto de fe: Cuido, me cuido, los cuido porque somos hermanos, porque somos hijos del mismo Dios, porque el otro es reflejo de mi vida, porque en los que nos rodean Dios nos habla, nos ama, nos reclama fraternidad: Vamos a “curarnos”, es decir, vamos a cuidarnos como un acto de fe y de amor. Tiempo de esperanza:En estos tiempos no faltan profetas del desconsuelo y abundan los interpretes trágicos de las cosas, los que leen los sucesos y miran en ellos castigos y reprensiones divinas. No se nos olvide que nuestra fe nos anuncia un Dios misericordioso y justo, que ama y que quiere nuestro bien, que no destruye su obra, sino que la quiere llevar a su plenitud. Hemos de ser anunciadores de la esperanza, personas que, inspiradas con la luz del Evangelio, propongan, prediquen, anuncien y celebren el amor de Dios y su bendición, que seamos los alegres profetas de la vida, de la verdad, de la misericordia, que no nos encerremos en el egoísmo, que nos ayudemos mutuamente a vencer la desesperación y la angustia de estos tiempos complejos con la fuerza de la fe y con la luz de Dios. Vendrán momentos difíciles, faltará empleo, dinero, alimentos, pero en medio de las dificultades Dios nos ayudará y nos acompañará y fortalecerá a sus hijos. Dios recompensará a esta ciudad y Diócesis por su trabajo a favor de los pobres y necesitados. Nos ayude la Virgen Santísima a quien celebrábamos en su misterio y presencia en Chiquinquirá. Nuestra querida Virgen del Rosario, la ‘Kacika’ es madre que cuida y bendice su familia. Nos ayude San José, él que cuidó de tal modo la Sagrada Familia, que se convirtió para todos en promesa de celestial protección. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo de la Diócesis de Cúcuta