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familia

Sáb 4 Abr 2020

Actitudes para vivir la Semana Santa en familia

Por: Mons. Jorge Enrique Jiménez Carvajal - Estamos a las puertas de iniciar una experiencia inédita: SEMANA SANTA EN FAMILIA. No podemos decir: ¡cómo la de tal año! Las circunstancias en que la vamos a vivir son totalmente nuevas para todos. Y teñidas del mismo color para todos los habitantes del planeta. Será una experiencia “en tiempos difíciles”, en “tiempos extraños”, en “tiempos de encerrona”, en “tiempos de aislamiento”, en fin, “tiempos radicalmente diferentes” a aquellos en los cuales ha trascurrido la vida de todos nosotros. Una pregunta se impone: ¿con qué actitudes la vamos a vivir? Lógicamente, para quienes hemos optado por ser discípulos de Jesús en nuestra vida, afloran ciertas actitudes, es decir estados de nuestra mente, pero sobre todo de nuestro corazón, que son importantes para vivir este acontecimiento, mucho más cuando se trata de un momento tan significativo que marcó para siempre nuestras vidas, cuando tuvimos la alegría enorme de encontrarnos con Jesucristo Vivo. En este mensaje quiero compartir algunos de estas actitudes. Se trata de descubrirlas en Jesús, para hacer otro tanto. Nos hace bien tenerlas en cuenta al inicio de esta semana, que en el lenguaje de nuestra Iglesia la llamamos: “Semana Mayor”. La más importante del año. Y cuando deseamos, con todo el corazón, que Papá Dios pare la pandemia y podamos salir a construir una tierra nueva donde se viva el amor y la justicia. Al estilo de Jesús En la cena de despedida, que Jesús vivió en con sus discípulos, las palabras de Jesús adquieren un tono solemne. Han de quedar bien grabadas en todos: “éste es mi mandato: que se amen unos a otros como yo los he amado”. Jesús no quiere que su estilo de amar se pierda entre los suyos. Si un día lo olvidan, nadie los podrá reconocer como discípulos suyos. De Jesús quedó un recuerdo imborrable. Las primeras generaciones lo definían así: “pasó por todas partes haciendo el bien”. Era bueno encontrarse con Él. Buscaba siempre el bien de las personas. Ayudaba a vivir. Su vida fue una Buena Noticia. Se podía descubrir en él la cercanía buena de Dios. Jesús tiene un estilo de amar inconfundible. Es muy sensible al sufrimiento de la gente. No puede pasar de largo ante quien está sufriendo. Los relatos de los Evangelios recuerdan, en diversas ocasiones, cómo Jesús captaba con su mirada el sufrimiento de la gente. Los miraba y se conmovía. Los veía sufriendo o abatidos como ovejas sin pastor. Rápidamente se ponía a curar a los enfermos o alimentarlos con sus palabras. A un mendigo ciego que le pide compasión mientras va de camino, lo acoge con estas palabras “¿qué quieres que haga por ti?” Con esta actitud anda por la vida quien ama como Jesús. Jesús sabe estar junto a los más miserables. No hace falta que se lo pidan. Hace lo que puede por curar sus dolencias, liberar sus conciencias o contagiar su confianza en Dios. Pero no puede resolver todos los problemas de aquellas gentes. Entonces se dedica a hacer gestos de bondad: abraza a los niños de la calle; no quiere que nadie se sienta huérfano; bendice a los enfermos: no quiere que se sientan olvidados por Dios. Acaricia la piel de los leprosos, no quiere que se vean excluidos. Así son los gestos de quien ama como Jesús. Acoger a Jesús en nuestro hogar Abrirle las puertas. Invitarlo a entrar. Saludarlo y presentarle a cada uno de los que estamos compartiendo en este momento en la casa. Y confiarle lo miedos que estamos sintiendo y las esperanzas que tenemos, a pesar de la crueldad de la pandemia que estamos sufriendo. Como Marta, la hermana de Lázaro, que se desvivía porque Jesús encontrara todo ordenado y limpio. Y con buena cocina. O como María, la otra hermana, que se sentaba a los pies de Jesús para escucharlo. No separarnos de Jesús Ser cristiano hoy exige una experiencia vital de Jesucristo, un conocimiento interior de su persona y una pasión por su proyecto. Si no aprendemos a vivir de un contacto más inmediato y apasionado con Jesús, la decadencia de nuestro cristianismo se puede convertir en una enfermedad mortal. Los cristianos vivimos hoy preocupados y distraídos por muchas cuestiones. No puede ser de otra manera. Pero no hemos de olvidar lo esencial. Jesús nos dice que tenemos que estar unidos como “los sarmientos pegados a la vid”. Lo decisivo en este momento es “permanecer en él”; aplicar toda nuestra atención al Evangelio. Alimentar en nuestra familia y en nuestras comunidades el contacto vivo con él; no apartarnos de su proyecto. En oración con nuestra familia “Donde dos o tres se reúnan para orar, yo estoy en medio de ellos”. Y utilizar las diversas clases de oración: la de súplica por que hoy estamos muy urgidos para que El “que puede lograr lo imposible”, pare la pandemia. Y también la de acción de gracias: no nos abandona nunca y ahí está con nosotros hasta el fin del mundo. Y la de petición de perdón: porque nosotros también perdonamos a quienes nos han ofendido. Y la de alabanza: te bendecimos Señor, porque eres el mejor de los Padres. En un encuentro personal con Jesucristo Vivo La fe no es una emoción del corazón. Sin duda el creyente siente su fe, la experimenta y la disfruta, pero sería un error reducirla a sentimentalismo. La fe no es algo que depende de los sentimientos: “ya no siento nada…debo estar perdiendo la fe”. Ser creyente es una actitud responsable y razonada. La fe no es tampoco una opinión personal. El creyente vive poniendo su confianza personal en Dios, pero la fe no se puede reducir a un subjetivismo: “yo tengo mis ideas y creo lo que a mí me parece”. La realidad de Dios no depende de mí, ni el cristianismo es fabricación de cada uno. La fe no es tampoco una receta moral… Creer en Dios tiene sus exigencias, pero sería un error reducirlo todo a moralismo. “Yo respeto a todos y no hago mal a nadie”. La fe es además amor a Dios, compromiso por un mundo más humano, esperanza de vida eterna, acción de gracias, celebración. La fe no es tampoco un tranquilizante. Creer en Dios es sin duda, fuente de paz, consuelo y serenidad, pero la fe no es solo un “agarradero” para los momentos críticos. “Yo cuando me encuentro en apuros, acudo a la Virgen”. Creer es el mejor estímulo para luchar, trabajar y vivir de manera digna y responsable. La fe es un encuentro con Jesucristo. El cristiano es una Persona que se encuentra con Cristo y en Él va descubriendo a un Dios Amor que cada día lo convence y lo atrae más. Lo dice muy bien San Juan: “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor” (1 Juan 4,16). Esta fe solo da frutos cuando vivimos cada día unidos a Cristo, es decir, motivados y sostenidos por su Espíritu y su Palabra: “el que permanece en él, ese da fruto abundante, porque sin mí, no pueden hacer nada”. Con una confianza total en la Palabra “Quien cree en mí, tendrá vida eterna”. “Su Palabra me da vida, confío en ti Señor; su Palabra es eterna, en ella esperaré”. “Todo el que invoque el nombre del Señor, se salvará”. Confianza absoluta Nadie ni nada puede separarnos del Amor de Jesucristo. “¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada?... Estoy seguro que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni las potestades, ni el presente, ni el futuro, ni poderes, ni altura, ni hondura, ni criatura alguna nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro”. (Romanos 8,35 y 37-39). Queridos hermanos, celebrar la SEMANA SANTA EN FAMILIA es una oportunidad increíble. Yo y mi familia saldremos mejores, y la oración en familia nos sostendrá y nos animará. +Jorge Enrique Jiménez Carvajal Arzobispo de Cartagena

Mar 24 Dic 2019

El Espíritu de la Navidad

Por: Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid - La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Juan 1, 14). Estos días nos llevan a todos a vivir el espíritu de la NAVIDAD. Es un momento particular en el cual nos encontramos en familia y compartimos momentos de especial alegría y familiaridad. No olvidemos que la Navidad es encontrar a Jesucristo, que nació para nuestra salvación. Celebrar la Navidad es permitirle al corazón la inmensa alegría de recibir la visita de la Vida, la esperanza, la alegría, la luz y la verdad que el Señor nos regala con abundancia. Es muy humano añorar tiempos de fiesta y de regocijo. En nuestra realidad cultural, este tiempo es de fiesta y, a veces de excesos. Los dolores de cada día deben encontrar, sobre todo en este tiempo, el alivio de la alegría y el ambiente gozoso que produce el encuentro de las familias, la vivencia espontánea y reconfortante de las tradiciones que en estos días nos animan y fortalecen. Compartimos muchas cosas, alimentos, regalos, momentos de encuentro, a veces con demasiado ruido que no nos permite escuchar y vivir el sentido de este tiempo de gracia. Nuestras tradiciones navideñas evidencian la fuerza y la hondura de los procesos de evangelización que han grabado en el alma de la cultura la presencia del Señor en su nacimiento, el reencuentro de los hogares, la experiencia maravillosa de orar alegremente delante del Portal de Belén, “admirable signo” como lo llama el Papa Francisco en su última Carta Apostólica, porque nos presenta la bondad de Dios y la cercanía de su amor en la persona de su Hijo, Señor nuestro y Dios de todo consuelo, que llega al corazón de quienes lo aguardan con fe. Este tiempo tiene que ser espacio de profunda vida espiritual. Debemos retornar a la identidad cristiana de estas fiestas, a la alegría que cada mañana nos proporciona acudir a la Novena de Navidad llenando la alborada de cada día con el canto de la esperanza de un pueblo que sigue diciéndole al Señor: ven, no tardes tanto. Las celebraciones de la Novena, en las primeras horas del alba, conservan ese profundo sentido espiritual de la Navidad. Volvamos a Dios, volvamos a Belén, abramos la puerta del corazón al Señor. Oremos juntos en las casas, en el trabajo, en la vida pública que, por fortuna, aún conserva la dicha de recordar con tantos signos la encarnación y el nacimiento del Salvador. Recojamos la herencia de dulzura, de esperanza, de bondad gozosa que se vuelve caridad, fraternidad, alegría iluminada por el Señor que comparte nuestra historia, que la llena de vida y de paz, justamente cuando cruzamos diariamente la mirada y la vida con tantos sufrimientos, con tantas expresiones de soledad, de desarraigo, de desesperación. Recordemos en estos días a los que sufren, a los enfermos, a los tristes, a los que están en la cárcel. No perdamos de vista el ejercicio gozoso de la misericordia que nos permite compartir con los necesitados, ayudar a los que necesitan una voz de aliento en estos días en los que se añora la patria, la familia, la paz que el mundo aguarda y que tenemos que seguir construyendo con la fuerza de la justicia y de la fraternidad. Sintamos que es preciso saber que la Navidad con sus luces, colores, alegrías, debe ser el reflejo de una comunidad que crece en humanidad, que hace suyo el camino que Jesús también recorrió al poner su vida, su amor, su tienda entre nosotros. En Belén, encontramos la LUZ de los pueblos, a Cristo que viene a iluminar a los pueblos que caminan en oscuridad. El humilde y alegre hogar de Jesús, de María y de José, nos ayude a celebrar la esperanza y a vivir estas fiestas con sinceridad, con misericordia, con generosidad. No olvidemos que no sólo debemos pedir, hay que dar gracias por tantas bondades, por ser Iglesia viva que camina con todos y que a todos anuncia el amor y la esperanza. No dejemos que empiece el año nuevo 2020 sin pedirle al Señor que nos asista con su amor, que nos regale la fe de María, la bondad de San José, la paz que irradia el Niño que, por nosotros bajó del cielo y se hizo hermano de quienes le acogen con sencillez y alegría. Feliz Navidad para todos los queridos lectores de LA VERDAD, los mejores deseos y bendiciones de Dios para el año 2020. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo Diócesis de Cúcuta

Sáb 21 Dic 2019

Diciembre

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - ¡Llegó diciembre con su alegría! Es el clamor de muchos cuando desde noviembre se comienzan a escuchar los villancicos. Pero, ¿qué debe significar realmente el mes de diciembre para nosotros los católicos? Con el tiempo de adviento se ofrece a todos la posibilidad de una preparación espiritual, de manera que los corazones y los espíritus se dispongan adecuadamente para recibir al Dios Niño, que de nuevo quiere nacer en todos, para ratificar el amor que nos tiene, para decirnos que renueva su presencia paternal y protectora entre nosotros, para recordarnos que sigue siendo nuestro compañero de camino. Así las cosas, diciembre, con la solemnidad de navidad, es un tiempo especial donde la alegría y la esperanza son los rasgos propios de estos días. Oración y júbilo, expresados en la caridad solidaria, más allá de los aguinaldos, son los que deben sobresalir. Pero también este debe ser el mes de la familia. En general se tiene la oportunidad de compartir juntos varios días, muchos alrededor del pesebre se reúnen para adorar el misterio de la encarnación y nacimiento del Hijo de Dios y para compartir con los demás el gozo de una misma fe; otros lo hacen en su casa de descanso o en viajes, pero en general en familia. Que no se olviden de orar juntos, de dar gracias a Dios porque les ha dado la posibilidad de terminar otro año con vida, y en él les propició la dicha de haber superado las distintas situaciones alegres y difíciles que se presentaron. Pero qué bueno que este mes fuera también el de la solidaridad. Cuántas personas no tienen quien les diga ¡feliz navidad,! o les desee un ¡feliz año nuevo! Cuántos tienen que pasar estos días solos, abandonados de los seres queridos o enfermos, o en una cárcel o trabajando. Cuántos no tienen nada que comer, y muchos dilapidando el dinero en cosas suntuosas o innecesarias. El misterio de la navidad nos tiene que llevar a todos a mirar a los que sufren a los pobres, a los hambrientos, a los que no tienen un techo donde dormir. Que los que tienen alguna posibilidad, enseñen a los hijos a dar el aguinaldo del amor y la caridad, no de lo que les sobra o no les gusta, sino de lo que tienen con amor. Un desprendimiento con sentido produce un inmenso gozo, según aquello del apóstol cuando afirma que “hay más alegría en dar que en recibir” (Hch. 20, 35). Ese sentimiento lo tenemos que recuperar. En fin, a todos los fieles de la Arquidiócesis de Cali, a todos los que hacen parte de esta Iglesia Arquidiocesana, Obispos, clérigos, religiosos, religiosas y laicos, mis mejores deseos de una santa Navidad. Y que en el nuevo año, el Señor a todos nos regale el don maravilloso de la paz. Bendiciones a todos. + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Jue 5 Dic 2019

“NAVIDAR, un tiempo para compartir la esperanza”

Como cada año, el Banco Arquidiocesano de Alimentos de Bogotá, lanza para esta época la campaña “NAVIDAR, un tiempo para compartir la esperanza”, se trata de una invitación a las personas de buen corazón que deseen apoyar con un bono de $ 30.000 para la compra de un mercado. "Este será el mejor regalo para las personas que lo necesitan en nuestra ciudad y los municipios cercanos. Por ello, haz parte de la solución y, junto al Banco de Alimentos de Bogotá, lograremos llegar a 30 mil familias y rescatar el valor de sentarse a la mesa", señala un comunicado emitido por este organismo eclesial. Los interesados en sumarse a esta iniciativa lo podrán hacer ingresando al sitio web www.bancodealimentos.org.co en el botón DONA YA o a través de las cuentas bancarias: Banco de Bogotá: Cuenta Corriente N° 03706952-3 / Bancolombia Cuenta de Ahorros N° 22527426191 El Banco Arquidiocesano de Alimentos de Bogotá lleva 18 años realizando la labor de salvar alimentos para llevarlos a los más necesitados. Durante el 2018, se beneficiaron más de 307 mil personas, a través de 1.108 organizaciones inscritas al Banco de Alimentos. Para mayor información sobre la campaña Navidar se puede comunicar con la oficina de Gerencia Gestión Social y de Donantes del Banco de Alimentos / Celular: 3182194513 o con la señora Patricia Escobar – Líder de Comunicaciones 3005223826.

Lun 2 Dic 2019

“Que esta Navidad sea un renacer de esperanza por la paz”: Mons. Merchán

Al recordar que en este mes “la Navidad nos reúne a todos como hogar, como familia y como comunidad”, el Obispo de Vélez, monseñor Marco Antonio Merchán Ladino, dijo que es importante vivir estos espacios de manera espontánea con los amigos y hermanos, alrededor del rezo de la Novena y el canto de los Villancicos. “Muy queridos hermanos y hermanas estamos celebrando este mes tan especial, donde la magia del amor de Dios se hace presente en nuestros corazones, de ahí la importancia de vivir de manera espontánea con nuestros hermanos y amigos, reunirnos para celebrar con ellos la Novena, para cantar los Villancicos y estar en torno a Jesús recién nacido”. El prelado animó a los colombianos para que este sea un espacio donde haya cabida a la reconciliación y al perdón, “por un futuro donde verdaderamente el amor de Dios forme parte de cada una de nuestras relaciones (…) que haya un renacer de esperanza en nuestros corazones”. “Recibamos toda esa alegría, ojalá aprovechemos estos días tan especiales y bonitos para vivir todos una feliz Navidad”, recalcó.

Vie 9 Ago 2019

Congreso Interamericano de Familias

Con el objetivo de construir un espacio de reflexión dinámico y actual sobre el papel de las familias en el contexto actual, a partir de los desafíos que representa “el crecimiento con sentido, la comunicación vincular y espiritualidad para la vida”, se desarrolla en Bogotá el primer Congreso Interamericano de Familias, con el tema: “Pareja, familia y ecología”. Durante la jornada, que se desarrollará el 9 y 10 de agosto en el auditorio Félix Restrepo de la Pontificia Universidad Javeriana, se abordarán entre diversas temáticas: proyecto de vida; crianza con sentido; sexualidad; adolescencia; comunicación; pareja; espiritualidad; parentalidad; entre otros aspectos, que se analizarán desde la perspectiva de la resiliencia familiar, haciendo énfasis en las maneras creativas que utilizan las familias para hacer frente a las adversidades y comprendiendo el entramado de relaciones que se configuran en el lugar que la ecología denomina ecosistema, espacio vital de crecimiento y vida de las familias, han explicado los organizadores. El encuentro es liderado por Las Hermanas Paulinas, la CIEC (Confederación Interamericana de Educación Católica) y la Conferencia Episcopal de Colombia.

Jue 25 Jul 2019

Otra forma de ver la vida

Por: Mons. Froilán Casas Ortiz - Permítame, amigo lector, ofrecerle OTRA FORMA DE VER LA VIDA. Los cristianos católicos tenemos una visión antropológica, fundamentados en la ley natural, es decir, en la misma naturaleza humana, iluminada por la Revelación y por qué no, de las orientaciones que nos ofrece el magisterio de la Iglesia, basándose éste también, en las ciencias humanísticas y científicas. Para nosotros, las mascotas son animales no seres humanos; por ende, las mascotas se compran, se adquieren, no se adoptan; ellas merecen cuidado y afecto, pero nunca podrán sustituir al hombre. Para nosotros es sagrado el hombre, no la naturaleza; la naturaleza se protege, se cuida, pero nunca la hermosa naturaleza es más grande que el hombre; la única criatura “imagen y semejanza de Dios” es el hombre. Nosotros creemos que el matrimonio es sagrado y que solo existe entre un varón y una mujer, así lo estableció nuestro Creador, lo demás es invención del hombre obcecado por el pecado; el hombre pagará sus consecuencias por ir contra el Creador. Para nosotros, el niño tiene derecho natural a nacer en un hogar; el “padresolterismo y madresolterismo” van en contra de la ley natural y por ende del Creador. Imponerle al niño unos padres, es ir en contra de la ley natural. El hogar solo lo conforma un varón y una mujer, los niños que vengan es fruto de su mutuo amor y deben ser procreados con responsabilidad. La adopción de los niños por parejas del mismo sexo, va en contra de la ley natural y por ende del Creador. Según la biología y la genética, la vida humana comienza a partir de la unión de dos células germinales, a saber, el espermatozoide y el óvulo; éste al ser fecundado, empieza un proceso de mitosis, desarrollo que, exigiendo un nido materno, es diferente de la madre y tiene su estatuto biológico propio. Interrumpir voluntariamente este proceso natural va en contra del Creador. La tarea del médico es defender la vida, no matarla; combatir la enfermedad no matando al enfermo. Para nosotros los cristianos católicos el aborto no es un derecho, es un crimen abominable. La criatura cuando se pone contra el Creador, pone en riesgo su propia existencia. Dios no se ha ido de vacaciones. El sexo no lo escoge la persona, no es un producto cultural; los cromosomas XX= mujer; XY = varón, no son elección de la persona, están intrínsecos en la naturaleza humana; la ideología de género está en contra de la ley natural, por ende, del Creador. Cuando el hombre le lleva la contraria a Dios, siguiendo su propia concupiscencia la pagará muy caro. Un cristiano católico no puede votar en las elecciones por personas que enarbolen esquemas de vida que vayan en contra de la ley natural; si el cristiano católico vota por personas que defienden tales intereses, es cómplice de la aplicación de tales propuestas y tendrá que darle cuenta al Creador a la hora de la muerte. Por favor, estamos en una sociedad democrática, nosotros también tenemos derecho a presentar nuestro modo de pensar. Respetamos a quienes piensan lo contrario, exigimos respeto a nuestras creencias. El cristiano católico debe ser coherente con sus creencias. + Froilán Casas Ortiz Obispo de Neiva

Mar 16 Jul 2019

Iglesia comprometida con la justicia, el celo pastoral y el cuidado de la familia

Con el objetivo de profundizar en el tema de la justicia eclesiástica matrimonial, con la particular mirada que surge de la profundización de la Carta Apostólica, en forma de Motu Proprio del Papa Francisco: ‘Mitis Iudex Dominus Iesus’, que reformó, desde hace 4 años, el proceso canónico para las causas de declaración de nulidad del matrimonio en la Iglesia Latina, se desarrolla en la sede de la Conferencia Episcopal de Colombia, el V Encuentro de Estudios Canónicos. Durante la jornada, organizada por Tribunal Eclesiástico de Apelación para Colombia, se profundizará, ha explicado el padre Omar Enrique Cristancho, Vicario Judicial del Tribunal, en dos aspectos centrales: “el proceso normal, ordinario, de anulación de matrimonio y el nuevo proceso que es más breve y tiene unas características particulares”. Es importante comprender bien estos dos procedimientos, agregó el sacerdote al enfatizar que “analizar cada una de sus etapas y el modo cómo se hace la sentencia en cada uno de los procedimientos, permitirá garantizar una mayor justicia y promover el respeto a la familia”. Sobre el encuentro que congrega, por primera vez, a los cerca de 53 Tribunales Eclesiásticos del país, monseñor Francisco Antonio Nieto Súa, obispo de la diócesis de Engativá y moderador del Tribunal Eclesiástico de Apelación, precisó que “es innegable que durante estos 4 años se ha dado un renovado interés por el servicio que se presta en los Tribunales Eclesiásticos”. En este sentido, señaló que “se ha motivado, intensificado y reforzado, de manera especial, el deseo de los obispos de tener su Tribunal Diocesano, por el acompañamiento pastoral que debe brindarse a los creyentes y a su entorno familiar, como ampliamente lo reflexionaron los Sínodos del 2014 y 2015 y como sabiamente lo enseña el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris Laetitia”. Finalmente, durante la instalación del evento, en el que participan obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, vicarios judiciales y colaboradores de los Tribunales Diocesanos, destacó el desafío que ha representado para Colombia la reforma de los procesos de nulidad, que “ha implicado grandes innovaciones procesuales y grandes esfuerzos al interior de las Iglesias Particulares”. Ante esta realidad, puntualizó: “la Iglesia consciente que el matrimonio y la familia constituyen uno de los bienes más preciosos de la humanidad, quiere hacer sentir su voz y ofrecer su ayuda a todo aquel que, conociendo ya el valor del matrimonio y de la familia, trata de vivirlo fielmente, a todo aquel que en medio de la incertidumbre o de la ansiedad, busca la verdad y, a todo aquel que se ve injustamente impedido para vivir con libertad el propio proyecto familiar”.