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Iglesia

Lun 21 Mar 2016

“Semana Santa, un tiempo de gracia”: obispo de Florencia

A puertas de iniciar la Semana Santa 2016, monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo, obispo de la diócesis de Florencia, envía un mensaje, exhortando a todos los fieles católicos, para que durante este tiempo de gracia no pierdan de vista algunas actitudes y sentimientos que son propios de esta época. En su escrito monseñor Mejía manifiesta que la Semana Santa es un tiempo oportuno para estrechar los lazos de la unidad familiar. De escuchar y de no murmurar. “La Semana Santa, es un tiempo oportuno para hacer silencio y escuchar la armonía de la naturaleza que también nos habla de Dios y de la necesidad que tenemos de valorarla y amarla cada vez más”, asegura el prelado en su exhortación. Por último, en su comunicado el obispo de Florencia deja como tarea reflexionar y contemplar algunos sentimientos y actitudes de Jesús. [icon class='fa fa-download fa-2x']Descargar mensaje completo [/icon]

Dom 20 Mar 2016

“Acudid a José”

Por monseñor Libardo Ramírez Gómez: La historia de José, hijo de Jacob (Israel), que llega a Egipto por maldad de sus hermanos, y se convierte, luego en protector de la familia que da origen al antiguo pueblo de Dios, es preanuncio de lo que acontecía mil seiscientos años después con José como Patrono de la Iglesia universal. Que llega a ese mismo país huyendo de la persecución de Herodes, y se dedica por años a ser custodio y protector de la familia sagrada, con la que se inicia la historia del nuevo pueblo de Dios, la Iglesia. La historia del primer José culmina con ser colocado como Gobernador de Egipto con aquella indicación del Faraón: “¡Acudid a José!” La historia de segundo José culmina con ser colocado como Patrono de la Iglesia universal, eficaz intercesor. Se califica San José, “varón justo”, en el Evangelio, (Mt. 1,19) se destaca, así, que es correcto, honesto, humilde, sin reclamo de títulos ni pago se servicios a los planes divinos de ser custodio fiel y sacrificado. Tiene sus dudas pues no tuvo previa advertencia de la “obra del Espíritu Santo” en María, pero, advertido de este hecho en cumplimiento de la profecía de Isaías (7,14), y ante la santidad de María, creyó la explicación dada por el Ángel, y “tomo consigo a su mujer” (Mt. 1,28). Acompaña a María, con amor y dedicación en los hechos de la infancia de Jesús. Ante la amenaza de muerte de Herodes, tomó, de noche al niño y a la madre y se retiro a Egipto. “Muerto Herodes, ante aviso del Ángel, retornó a su tierra, Nazareth” (Mt. 2,19-23). Con piadosa obediencia, a la Ley y costumbres del pueblo de Israel, vemos a José en peregrinación con María y el Niño a Jerusalén, a cuyo retornó acontece la pérdida de éste y su hallazgo en el templo adoctrinando a los maestros, y recibiendo, con María la respuesta de Jesús sobre tener órdenes recibidas de su Padre. Regresados a Nazareth, Jesús, en cuanto hombre, “crecía en sabiduría, en estatura y en gracia (Lc.2,52) y era “súbdito de ellos” (Lc. 2,51). Sale Jesús a predicar hacia sus 30 años y ya no aparece S. José, por lo que se ha deducido que murió antes acompañado de El y de María. El culto a S. José es motivado por su vida presentada por el Espíritu Santo, en las páginas del Evangelio, y se abre paso a través de los siglos. En 1621 Gregorio XV colocó, su festividad el 19 de marzo y, por el Beato Pio IX es exaltado a Patrono de la Iglesia Universal (1870). Recientemente, el Papa, S. Juan Pablo II escribió, la preciosa Exhortación “Carta del Redentor” (15-08-89), en el Centenario de la Encíclica de León XIII “Aunque muchas veces”. Lo coloca, el Papa, en el marco del Evangelio, como “depositario del misterio de Dios”, quien cumple fielmente el servicio de la paternidad” terrena de Jesús. Destacó el Papa la dedicación de S. José al trabajó, ejemplar en él, para sustentar la familia de Nazareth, en ambiente oración, señalando en él “primado de la vida interior”. Al repasar el avance de la devoción a S. José encontramos muchos santos desde S. Ignacio de Antioquia (+107), pasando por S. Juan Crisóstomo (+407), S. Agustín (+430), S. Bernardo (+1153), el Beato Pio IX (+1878), así como los Papas de los últimos años. Especial fue la devoción de Sta. Teresa de Ávila (+1582), quien expresa que hasta “se espanta” de los grandes favores que ha recibido de Dios por medio de S. José. Varias magnificas obras se han hecho sobre el testimonio excelsa y misión de S. José, sobre su eficaz intercesor ante Jesús. De su vida, como “peregrinación de fe”, y de devoción que da aliento a la evangelización, habló S. Juan Pablo II. A San José, “hombre de fe, de esperanza y de amor, que calla, escucha y obedece”, ha sido presentado, en reciente atinada obra, en nuestros días. Más que por mandato, por lo que es y enseñanza, por su poderosa visible intercesión, nos sentimos llamado a “Acudid a José”. + Obispo Emérito de Garzón Email: [email protected]

Jue 17 Mar 2016

La misa crismal, epifanía de la iglesia

La Misa Crismal se ubica dentro de la celebración anual de la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. La obra maestra del Espíritu Santo es la persona adorable del Hijo de Dios, hecho Mesías y Pontífice de la Nueva Alianza, el cual ha sido enviado para dar un “alegre mensaje” a toda la familia humana (cf Lc 4,18). El “alegre mensaje” es él mismo, el “consagrado por el Espíritu”; es él, Señor y alegría del universo. Él es el amor del Padre, probado hasta la muerte en una cruz. Del misterio pascual, corazón de toda la historia de salvación, brotan los sacramentos y los sacramentales que significan y realizan la unidad orgánica de toda la vida cristiana. En la Misa Crismal, cada uno de nosotros se acerca a Cristo, “Pastor y guardián de nuestras almas” (1Pe 2,25), con sentimientos de gratitud porque nos ha hecho conformes con él, mediante la unción bautismal y sacerdotal. Nos ha llamado a estar con él, a ser sus amigos y a compartir su amor por el Padre y por la humanidad (Mc 3,14; Jn 15,15). La Misa Crismal debe ser vista, entonces, casi como la epifanía de la Iglesia, cuerpo de Cristo orgánicamente estructurado que, en los diversos ministerios y carismas, expresa, por la gracia del Espíritu, los dones nupciales de Cristo a su esposa peregrina en el mundo. Se trata no sólo de la fiesta de los presbíteros, sino de todo el pueblo sacerdotal. El rito de la bendición de los óleos subraya el misterio de la Iglesia como sacramento global de Cristo, que santifica toda la vida y todas las cosas. Aparece, por tanto, en esta celebración la belleza de la vocación cristiana y sacerdotal como seguimiento de Cristo. Todas las vocaciones en el mundo y en la Iglesia son maravillosas, porque tocan la persona en su más grande profundidad. La vocación no es algo que se añade a la identidad personal; ella revela a cada uno su misterio. La vocación es siempre una gracia y una regeneración continua de la mente y el corazón. Lo que más consuela es saber que cuando el Señor nos ha llamado nos ha elegido como somos y no se arrepiente de la opción que ha hecho (Sal 110,4). La Misa Crismal no se celebra sino en la Catedral y la preside el Obispo para que sea manifestación de la vida y la comunión eclesiales. Allí todos los bautizados sentimos que formamos un “reino sacerdotal” (Ap 1,6), consagrados con la misma consagración del Espíritu que consagró a Cristo; los presbíteros renuevan la alegría y los compromisos de la ordenación; se bendicen el crisma y los óleos, en los que Cristo, sacramento del Padre, ofrece a su Iglesia, que también es sacramento, los dones necesarios para santificarse y llegar a la vida eterna. La Misa Crismal enfatiza, como ninguna otra celebración, la dimensión sacramental y la comunión de la Iglesia. Por eso, no puede haber réplicas ambiguas en las parroquias, debe congregar a todos los presbíteros con delegaciones de las distintas comunidades cristianas y debe tener un eco en cada parroquia cuando recibe los óleos, recién bendecidos, con lo que comprende que la vida sacramental es una porque parte del sucesor de los apóstoles, que ha sido puesto como cabeza en la Iglesia particular. Participemos todos en la Misa Crismal, puerta de entrada al misterio pascual, para tener de nuevo, a través de la entrega de los sacerdotes, de la recepción de los óleos santos y de la comunión eucarística con Cristo, la experiencia de la unción del Espíritu que sana, une, ilumina, conforta, consagra y llena de dones a todo el cuerpo de la Iglesia. Si llegamos a esta experiencia no nos será suficiente la vida para ser en el mundo el buen olor de Cristo (2 Cor 2,15). + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Mar 15 Mar 2016

Con la alegría del Evangelio

Por: Mons. Libardo Ramírez Gómez - “En donde quiera que haya una persona, allí es llamada la Iglesia para llevarle la alegría del Evangelio y entregarle la misericordia y el perdón d Dios”. Así se expresó el Papa Francisco en homilía del 8-12-15, cuando entraba en vigor su memorable legislación para la atención más rápida y materna a las parejas cuyo matrimonio tiene visos de nulidad. En torno al tema fundamental de la familia, tratado con fe y sabiduría en las Asambleas de Sínodos de Obispos de los años 2014 y 2015, el Papa tuvo en cuenta a parejas en esa situación difícil. Manteniendo en firme la enseñanza de la indisolubilidad del matrimonio invita a los Pastores de la Iglesia, si llegan a tener “certeza moral”, declarar la nulidad del matrimonio a través de ponderado y ágil proceso, dando oportunidad a nuevas nupcias con otra pareja, bajo la bendición de Dios en nuevo y bien cimentado matrimonio. Lo importante de las determinaciones pontificias, no es que el Papa haya dado más flexibilidad a la indisolubilidad, ni porque haya hablado de “gratuidad” de los procesos matrimoniales, sino en el apremiante llamado a los Pastores dirigentes de la Iglesia a la conversión a especial preocupación por atender a las parejas católicas que afrontan esa grave emergencia en su vida familiar. Dijo el Papa: “la Iglesia es madre y lleva en su corazón buscar el bien de sus hijos, con espíritu de caridad y de misericordia. Ofrece cercanía desde las estructuras eclesiales, brindándoles acercamiento a la verdad de su pasado conyugal, que, al encontrar en él nulidad, da oportunidad de pasar a nuevas nupcias, para “restablecer, así, una recta conciencia, tutelando el matrimonio mismo y la dignidad de sus personas”. Colocada la Iglesia toda en su realidad de comunidad, se abre, en este caso de atender a las parejas inmersas en problema matrimonial, a ofrecerles sus maternos servicios, colocando la primera responsabilidad en el Obispo de la Diócesis, que es allí juez natural para remediar esas dolencias de sus fieles, tarea relacionada con el matrimonio que es la base de esa entidad, fundamental para la sociedad, la familia. Labor que ha de estar cimentada los pilares de la misericordia y la justicia. Para que llegue este servicio, a todas las parejas, se ha de tener presente el llamado a la “gratuidad”, sobre lo cual se ha precisado que es la comunidad eclesial la que debe proveer a él, teniendo en cuenta la justa y digna remuneración de quienes laboran en los Tribunales. Para atender ese deber de justicia, se han de conseguir recursos a través de distintos medios, con solicitud, en primer término, ha dicho el Papa, a las personas pudientes que soliciten ese proceso, quienes tienen “el deber moral de aportar generosamente”, a los gastos de él, que se preste mismo servicio a parejas sin recursos que necesitan ser atendidas. Se mantiene en la Iglesia la disciplina de no permitir acceder a la Comunión a quienes se han separado de matrimonio ante ella, y viven establemente con otra pareja, pues esta relación es ilícita, y, en sí, pecaminosa. Es disciplina apoyada en fundamentos teológicos, escrituristicos y de tradición. Hay qué salir de esa situación, y, como solución seria y estable, está el estudio de la nulidad o no de su precedente matrimonio, para lo cual se han tomado las solícitas determinaciones cimentadas. Cuando se ha conseguido esa solución, a la búsqueda de la cual se deben hacer los esfuerzos y sacrificios del caso, y se ha logrado, los buenos hijos de la Iglesia experimentan gran alegría, que está bien compartan a quienes han sufrido con ellos por la situación anterior. Qué bien hacer, como el gran Presidente Rafael Núñez, quien enviara a sus amigos y a la comunidad este mensaje: “Rafael Núñez y Soledad Román, participan de la exaltación de su unión marital a la dignidad de Sacramento”. + Libardo Ramírez Gómez Obispo Emérito de Garzón Email: [email protected]

Lun 14 Mar 2016

¿Costuras?

Por: Mons. Fabio Suescún Mutis - En mis años de estudio y en mi tiempo de educador se llamaban “costuras” a algunas asignaturas que no tenían, para profesores, alumnos y padres de familia, una importancia especial. Eran materias que tenían una mínima intensidad horaria, las entregaban a cualquier docente para llenar su tiempo laboral y se aprovechaban para desarrollar otro tipo de actividades que aparecían en la vida escolar. Enumeremos algunas: educación física, trabajo manual, urbanidad, educación cívica y a veces en ciertos planteles, la clase de religión. Estas asignaturas por lo general no se perdían y cuando la calificación de ellas era bajita se acusaba al alumno de completa pereza y desgano. Las “costuras” desfallecieron durante muchos años, hasta que se sacaron del pensum escolar por inútiles y poco competitivas, y se fortalecieron aquellas que capacitaban al estudiante al ingreso a profesiones de alta calidad académica. No falta quienes extrañan en el presente la ausencia de las “costuras”. Hay cierta tendencia a revaluar su importancia dentro del proceso de la formación integral de toda persona humana. Los profesionales de la salud recomiendan el ejercicio para una buena salud. La “educación física” de antes se dicta hoy en los gimnasios y en los campos deportivos. Las obras manuales se cumplen en los cursos de motricidad fina. La urbanidad hace sentir su vacío ante las fallas de comportamiento y buen trato social. Su ausencia ha dado lugar a la grosería, la ramplonería, el irrespeto y el mal trato. Los mayores añoran a Carreño y sus lecciones; y los jóvenes se sienten orgullosos cuando se llevan por delante a los demás o cuando se tratan con palabrotas que llevan mensajes ocultos de violencia y soberbia. No se puede esperar una participación ciudadana sin una buena formación en la vida social de democracia y de responsabilidad con la suerte del país. Mucha insistencia en los derechos ciudadanos, nulo compromiso con los deberes sociales. Se culpa a la politiquería y se le responde con indiferencia, malestar y ausencia en las urnas. Colombia pide ser conocida, para ser amada y cuidada por ciudadanos de bien. No se respeta la clase de religión, así aparezca en el pensum. La disculpa es fácil: como hay libertad constitucional de cultos, no hay lugar para la enseñanza religiosa. Además en una sociedad que se mueve dentro de los parámetros de la producción y el consumo, no queda tempo para Dios pues siempre hay cansancio o se le considera no importante o a veces inexistente. La consecuencia es que la vida personal y social están desarrollándose sin Dios y su ausencia cae en el sin sentido de la vida, en el vacío existencial o en la inmoralidad. A propósito, se me olvidaba otra costura: la ética; que enseña al hombre y a la mujer a ser personas de bien en todos las dimensiones de su ser. Los periódicos y noticieros dan cuenta a diario de los resultados de ignorar la moral, pero eso no convence. La moral de conveniencia tranquiliza las conciencias y los mismos medios que presentan la tragedia moral del país, cuando se trata de aprobar comportamientos no éticos, acuden a la expresión: “moralismos” y “cosas de religión”, para descalificar la oposición. Las “costuras” se han ido rompiendo sin que la sociedad se dé cuenta. Es hora de recomponer el tejido social. + Fabio Suescún Mutis Obispo Castrense

Mié 9 Mar 2016

Cien emisiones de luz

Por Mons. Libardo Ramírez Gómez. Se han completado, en estos días, cien Asambleas Plenarias de la Conferencia Episcopal de Colombia, Fue del 14 de septiembre 1908 cuando se inició la primera Asamblea de esta gran organización que ha dado tanta luz a Colombia. Fue el Arzobispo de Bogotá Bernardo Herrera Restrepo (1891-1928), quien la convocó y presidió. Los nombres de los 15 participantes en esa primera Asamblea, 4 Arzobispos, 9 Obispos y 2 Vicarios Capitulares, son recordados con gran aprecio en las distintas regiones de Colombia. Al lado de Mons. Herrera, estuvieron los Arzobispos Manuel José Caicedo, de Medellín; Pedro Adán Brioschi, de Cartagena; Manuel Arboleda de Popayán. Entre los Obispos estuvieron dos grandes servidores de la Iglesia, oriundos del Huila, el Obispo de Garzón Mons. Esteban Rojas Tobar, formidable apóstol, e Ismael Perdomo Borrero, en ese momento Obispo de Ibagué, luego Arzobispo de Bogotá, de gran ciencia, piedad y entrega apostólica. Ha regalado Dios a la Iglesia en Colombia eminentes Prelados llegados a Presidentes de la Conferencia, 12 en total, todos de gran calidad eclesial y patriótica. De muy especial aprecio han sido Mons. Ismael Perdomo, los Cardenales Luis Concha Córdoba, Aníbal Muñoz Duque, Pedro Rubiano y Rubén Salazar, y el entonces Obispo de Garzón José de Jesús Pimiento, hoy Cardenal. Gracias a ellos, y a tantos Obispos de las distintas épocas y regiones del País ha sido trascendental lo actuado por la Conferencia. En este amplio periodo de más de cien años, tuvo lugar el Concilio Vaticano II, preparado con sus proféticas enseñanzas por el gran Pontífice Pio XII, convocado por S. Juan XXIII, llevando a culminación por el Beato Paulo VI, con impulso denodado de S. Juan Pablo II, y vivencial enseñanza de los Papas Benedicto XVI y Francisco. Los documentos de este Concilio tuvieron una magistral presentación en el documento del Episcopado Colombiano. “La Iglesia ante el cambio” de 1969. Fruto de ese Concilio fue avanzar en la elaboración de nuevo Código de Derecho Canónico, publicado en 1983, y la elaboración del Catecismo de la Iglesia Católica (1992), al cual se remite el Papa Francisco como punto de referencia doctrinal cuando frases suyas espontáneas las interpretan como salidas de tono. Desde sus cien Asambleas Plenarias nuestra Conferencia Episcopal ha emitido luces sobre gran número de temas. En muchas épocas se ha acogido esa voz de la Iglesia con entusiasmo y respeto, algo que ha mermado en estos últimos años cuando solo se quiere que el Papa y los Obispos secunden campañas contra el mismo derecho natural como el aborto, o el matrimonio de parejas del mismo sexo, o que, sin reparos, se acoliten programas oficiales nada claros en educación sexual, o en procesos de paz que abran paso a ideologías materialistas, con exaltación de la lucha armada, y sin arrepentimiento de los que han perpetrado crímenes atroces. A las profundas enseñanzas que va dando la Conferencia en materias de su real competencia poca o nula difusión se ofrece en la prensa o en cátedras. Se han tratado desde la Conferencia Episcopal, temas como la relación entre fe y razón, enseñanzas doctrinales, compromiso social y político del cristiano, campañas de paz iluminadas por el Evangelio y no por otras ideologías, lo dañino de la droga y del delito del narcotráfico, el cáncer de la corrupción en política y organismos gubernamentales, razón de ser de Concordato con la Iglesia de la gran mayoría de los colombianos. Innumeros han sido los servicios prestados al pueblo colombiano por pastores y fieles laicos que cumplen con su misión en cada una de las profesiones, realizados bajo el impulso permanente de esa Conferencia nuestra, con empeño entusiasta por los más de cien Obispos Residenciales y Eméritos, que estamos empeñados en colaborar hasta nuestro final terreno. Mons. Libardo Ramírez Gómez Obispo Emérito de Garzón Email: [email protected]

Mar 8 Mar 2016

Mujeres que valen la pena recordar hoy

Por: Dra. Danelia Cardona - Hoy, día en el que se reivindican los “derechos” de la mujer quiero referirme a una mujer católica, que fue socialista, que hizo parte del movimiento feminista, que abortó y que hoy se encuentra camino a los altares: Dorothy Day. La historia de la mujer ha estado enmarcada por una mala interpretación de sus dimensiones fundamentales: biológica, psicológica, espiritual y social; su dignidad y su rol. Erróneamente se considera que la dimensión de la maternidad femenina es una obligación para que biológicamente todas las mujeres sean madres, lo que las reduce a solo un aspecto de su identidad: el biológico. Sin embargo, es esta identidad femenina la que las dota de especiales características que las hace mujeres: una capacidad de entrega y de preocuparse por “el otro”, así como una capacidad de sobreponerse a la adversidad como lo muestran diferentes hechos de la historia pasada y actual. Y mi amiga Dorothy lo demostró en su vida, cómo a través de su trabajo periodístico y del movimiento “El Trabajador Católico” se entregó al trabajo de los más necesitados y vulnerables. Existía una errónea interpretación del rol de la mujer donde esta es considerada de menor dignidad que el hombre y es oprimida en los sistemas políticos y legales del mundo, que no podemos negar es muchas veces señalada hacia el texto bíblico del Génesis. Se acusa a la mujer de la caída del varón al ceder a la tentación de la serpiente. Sin embargo, el mensaje sobre la dignidad del hombre y la mujer es inequívoco en este libro: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. Lo confirma luego el Catecismo de la Iglesia católica: “el hombre y la mujer son, con la misma dignidad ‘imagen de Dios’”. Dorothy fue hija de esta tergiversación de las escrituras y fue parte del movimiento feminista, a partir de 1916 se involucró en asuntos candentes como: los derechos de la mujer, el amor libre y el control de la natalidad. Al mismo tiempo ingresaba en el Partido Socialista de América. Una precursora de esta Dorothy fue Ellen de Gouges quien redactó una declaración de los derechos de la mujer, paralelamente a la publicación de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. De Gouges insistía en igual dignidad para el hombre y la mujer, en el derecho al voto, en la obligación tributaria y en condiciones sociales iguales entre hombre y mujer. Uno de los primeros hitos en la adquisición de igualdad de derechos para la mujer fue el derecho al sufragio. Day, por otra parte, mientras militaba por la igualdad femenina, cayó en brazos de varios amantes, quedó embarazada, y este primer hijo lo abortó. Posteriormente, fruto de otra unión volvió a quedar embarazada pero decidió tener este hijo y bautizarlo en la Iglesia Católica. Ella misma, decidió también bautizarse en la Iglesia Católica, pues en años anteriores se había enamorado de la Iglesia, como la Iglesia de los inmigrantes y los pobres. Desde la Revolución Industrial, y con el paso por las dos guerras mundiales, se le fue abriendo campo a la mujer en aspectos sociales nunca imaginados: entre ellos, el trabajo. Dorothy trabajó por los demás, a través de su periódico (que hoy en día se sigue vendiendo y alcanza 150,000 ejemplares) y el posterior movimiento que surge del trabajo en este periódico, donde abrieron centros de acogida para los necesitados, y estos se expandieron por todo Estados Unidos. Se entregó al servicio de otros, nunca se volvió a casar y vivió su vida como célibe. En 1955 se hizo oblata de los Benedictinos y reverenció los valores monásticos del trabajo, la comunidad, la hospitalidad y la paz. En los años sesenta se da la segunda oleada de la mal llamada liberación femenina, que posteriormente se fue conociendo como el movimiento feminista gracias a la introducción de “la píldora” o pastilla anticonceptiva, llegándose a afirmar como el avance científico más significativo al revolucionar la vida sexual de las mujeres. La píldora trae consigo una realidad: el ejercicio de la sexualidad y la procreación se separan, se le da prioridad a un comportamiento sexual alejado de la definición de sexualidad humana. Se inicia la construcción del feminismo radical, aquel que intenta revelarse contra el “patriarcado” y donde comienza una búsqueda de igualdad entre hombre y mujer que los separa a cada uno de su identidad, y anula sus sanas diferencias. Y hoy, en este contexto, no puedo evitar pensar en Dorothy Day, una “piadosa radical”, una mujer atípica para sus tiempos desde cualquier punto de vista – liberal o conservador – pero una mujer convencida de su vocación de mujer, del bien que hay que hacer siendo cristiano y plena en todas las dimensiones como una mujer católica. “Ella se inspiró en el espíritu de San Francisco en su adopción de la pobreza voluntaria. Como Santa Teresa de Ávila, ella era una mujer apasionada, una mística práctica, sin temor de iniciarse en nuevas direcciones, de arriesgar la desaprobación y la falla aparente en la persecución de su causa. Como la madre Teresa de Calcuta ella buscó en reconocer a Cristo en el penoso disfraz de los pobres y de los no deseados. Con su santa favorita, Teresita de Lisieux, ella abrazó “caminito” siempre haciendo énfasis que no son los grandes proyectos y logros los que son los más importantes a los ojos de Dios, sino el hacer las cosas pequeñas con amor y fe. Cada día en el Trabajador Católico, ella creía que traía una repetición del milagro de los panes y de los peces”. Danelia Cardona Lozada MD MRCPsych Directora departamento de Promoción y Defensa de la Vida Conferencia Episcopal de Colombia

Lun 7 Mar 2016

La paz

Por: Ismael Rueda Sierra - El Beato Paulo VI, en su memorable Exhortación Apostólica, Evangelii Nuntiandi (1975), sobre la evangelización del mundo contemporáneo, hacía ver que esta tarea significaba para la Iglesia, “llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad.” Por tanto no se trata – añade - solamente de llevar el evangelio a zonas geográficas distantes y apartadas o poblaciones más numerosas, “sino de alcanzar y transformar con la fuerza del evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación” (cf. E.N. 18- 19). En Colombia, una vez más, frente al proceso o procesos de paz que adelanta el gobierno con los grupos armados, con la cooperación de diversas instituciones, suscita dirigir el mayor interés de los ciudadanos y creyentes en general, hacia este valor, a su vez, don y tarea como es el de la paz. Pero es cierto también en la práctica, que esta atención revela la diversidad e incluso divergencias en el modo de concebir la construcción auténtica de la paz y sobre todo en los métodos más idóneos para alcanzarla: todos queremos la paz pero no de la misma manera, se podría concluir. Como Iglesia, en estado de misión permanente, entendemos que la paz, juntamente con el valor de la vida humana, son “punto de interés” determinantes en la evangelización urgida y urgente del país, para ayudar a iluminar y transformar desde dentro y en la raíz una convivencia pacífica, duradera y sostenible de los colombianos. Los acuerdos que a través del diálogo se puedan lograr, contribuyen pero no agotan, indudablemente, la inmensa tarea de construir, como tarea de todos, la paz; sin embargo, nos llevan a examinar, frente a la diversidad de interpretaciones, el sentir evangélico traducido también por el Magisterio y el pensamiento social de la Iglesia para su aplicación con coherencia, en el camino de evangelización. En efecto, el Concilio Vaticano II en la Constitución sobre la Iglesia en el mundo de hoy, al discernir sobre la construcción de la paz en el mundo, dice que “la paz no es la mera ausencia de la guerra, ni se reduce al sólo equilibrio de las fuerzas adversarias, ni surge de una hegemonía despótica, sino que con toda exactitud y propiedad se llama ´obra de la justicia´ (Is.32,7) … Por eso la paz jamás es una cosa del todo hecha, sino un perpetuo quehacer …Para construir la paz son absolutamente necesarios el propósito de respetar a los otros hombres y pueblos y su dignidad, y el apasionado ejercicio de la fraternidad. Así, la paz es también fruto del amor, el cual sobrepasa a todo lo que la justicia puede realizar” (G.S. 78). De tal manera que además de todo el trabajo de base, en experiencias de reconciliación, perdón y reintegración social con los grupos, las comunidades, las personas afectadas de diversos modos por las consecuencias de un conflicto de tantos años, generadora de resentimientos, revanchas, odios viscerales, desplazamientos, víctimas de tantas clases, es necesario y de modo estructural una acción tendiente a buscar la justicia y la equidad en la construcción de esa nueva sociedad. De lo contrario, con seguridad no faltarían por parte de grupos, nuevos motivos para generar también nuevos conflictos. Invocamos la misericordia de Dios para que en Colombia se cumpla también lo anunciado por el profeta Isaías: “De sus espadas forjarán arados, y de sus lanzas podaderas. Las naciones no levantarán ya más la espada una contra otra y jamás se llevará a cabo la guerra” (Is 2,4). Con mi fraterno saludo de paz. + Ismael Rueda Sierra Arzobispo de Bucaramanga