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Pascua

Mar 5 Mar 2019

Guía para la Celebración del Miércoles de Ceniza

Este miércoles 06 de febrero, con la imposición de la ceniza, se da inicio al tiempo de la Cuaresma. La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), a través del departamento de Liturgia, pone a disposición un subsidio para animar la celebración de este día. La celebración de la ceniza es el inicio de una estación espiritual particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente para la vivir el Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús. La celebración litúrgica del Miércoles de Ceniza, que se caracteriza por el mensaje bíblico: "Convertíos y creed en el Evangelio", y por la expresión: "Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás", invita a todos a reflexionar acerca de la necesidad que tenemos de abrirnos a la conversión, recordando la fragilidad de la vida humana sujeta a la muerte. Así, pues, la Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón del hombre. [icon class='fa fa-download fa-2x'] ​DECARGAR: Celebración de la liturgia - Miércoels de Ceniza – Miércoles de Ceniza[/icon] [icon class='fa fa-download fa-2x']​DECARGAR: Predicación Orante – Miércoles de Ceniza[/icon]

Lun 4 Mar 2019

Es tiempo para volver a Dios

Monición introductoria de la Misa Al iniciar nuestro camino cuaresmal, somos marcados con la ceniza que nos recuerda que somos seres humanos llenos de fragilidad. En esta celebración iniciamos un itinerario de purificación interior que, mediante la oración, el ayuno y la limosna, nos ayudan a la penitencia sincera que nos impulsa a buscar la conversión del corazón. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios nos llama a llama a la reconciliación aprovechando este tiempo de salvación, la penitencia de estos días cuaresmales expresada mediante el ayuno, la oración y la limosna debe servirnos como medio de purificación interior para buscar la conversión de corazón. Primera lectura: Joel 2,12-18 Salmo: 51(50),3-4.5-6a.12-13.14+17 (R. cf. 3a) Segunda lectura: 2Corintios 5,20 - 6,2 Evangelio: Mateo 6,1-6.16-18 Reflexión Hoy iniciamos nuestro itinerario cuaresmal como camino hacia la Pascua y la Palabra de Dios nos hace caer en la cuenta de la realidad del pecado que nos hace volver la mirada a Dios para purificar nuestra vida mediante una reconciliación sincera con el Señor. El Evangelio nos habla de algunas prácticas religiosas que la Iglesia nos recomienda para el tiempo de la cuaresma: La limosna, la oración y el ayuno (CEC 1438). De aquí se desprenden tres ideas temáticas: • Es tiempo para volver a Dios, así lo recuerda la primera Lectura del profeta Joel. • Es el tiempo favorable, es el día de la salvación, tal como nos exhorta San Pablo en su segunda carta a los Corintios. • Es tiempo para la purificación interior mediante la limosna, el ayuno y la oración, así nos lo pide el Evangelio. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? - La primera lectura del profeta Joel nos hace una fuerte llamado de atención para volver la mirada a Dios. Ante la descripción de la plaga, el profeta impresionado por esta situación, es insistente en llamar a la penitencia interior mediante una conversión sincera como retorno hacia Dios. El profeta invita a “rasgar los corazones no las vestiduras”, este es un signo claro de la conversión interior. La expresión “volver” invita al regreso, ya que el pecado es considerado como un destierro y ahora es el momento para volver de “corazón” mediante un firme propósito de cambio que ayude al hombre a permanecer en Dios. Joel ofrece tres motivos para la conversión: El primero de parte de Dios que es compasivo y misericordioso, siempre dispuesto al perdón para el pecador arrepentido; el segundo de parte de la plaga que aún no lo ha destruido todo y el pueblo tiene posibilidad de presentar una libación; y el tercer motivo es que Israel será admirado por todos los pueblos a causa de la respuesta salvífica de Dios. Para lograr todo esto se hace necesaria la conversión de todo el pueblo desde los niños hasta los más ancianos mediante un tiempo de penitencia y purificación interior. El texto concluye con la misericordia de Dios que tiene compasión de su pueblo. - La segunda lectura de San Pablo a los Corintios nos exhorta a la reconciliación, aquí reconciliarse es el reconocimiento del mal cometido para ser una nueva creatura en Cristo, ya que con la muerte de Cristo y su resurrección todos somos constituidos en nuevas creaturas: esta reconciliación con Dios conlleva tres realidades: Reconocer la actualidad del misterio de la Cruz de Cristo, no recibir en vano la gracia de Dios, aprovechar el momento oportuno en el hoy de la salvación. - El pasaje evangélico está ubicado dentro del contexto del Sermón de la montaña en lo que se conoce como “la justicia de la ley”, o su práctica perfecta. Jesús no ha venido a abolir la ley sino a darle cumplimiento (Mt. 5, 17). El texto del Evangelio se ocupa de tres expresiones propias de la religiosidad judía inscritas dentro del ámbito de la retribución: si hace para ser visto por los hombres obtendrá una recompensa humana pero quien las hace para ser visto por Dios debe esperar la recompensa del Padre celestial. En la Sagrada Escritura “la justicia” implica la rectitud de vida, caminar delante de Dios como hijos suyos sin buscar formalismos externos sino con el deseo de cumplir su voluntad. En el tiempo de Jesús no había una organización eclesial para la distribución de las limosnas, por eso era costumbre “tocar la trompeta” o anunciar públicamente que se hacía una limosna. Jesús no está atacando tal práctica sino la forma en que se hace, pues lo importante no es la actitud exterior sino la disposición interior y la generosidad con la que se hace. Es aquí donde Jesús manda que al hacer la limosna se mantenga en secreto “que tu mano izquierda, no sepa lo que hace tu derecha”. El que haga limosna de modo externo para ser calificado por los hombres es designado como “hipócrita”; es decir, aquel que es doble o que actúa de comediante y obra por el espectáculo buscando su recompensa personal. En este sentido la verdadera limosna es aquella que da con una actitud de desprendimiento y desinterés, la que brota de la generosidad de aquellos que se reconocen como hijos y saben que hay hermanos más necesitados con quienes se debe compartir los bienes que se han recibido con don de Dios. En segundo lugar, se habla de otra práctica muy común entre los piadosos judíos; la oración, esta se hacía en varios momentos del día: en la mañana, al mediodía y a la noche, tanto en la sinagoga como en cualquier lugar. Para los judíos la oración era un medio de auto-prestigio para exhibirse como personas piadosas. La instrucción correcta para la oración no es tanto del lugar sino de la actitud para la oración… “entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto”. El texto no está en contra de la oración judía sino del modo como el orante se dirige a Dios. La auténtica oración debe ser la que se dirige a Dios y busca la comunicación con Él, no con el deseo de aparecer como piadoso sino con el deseo de salir de sí mismo, para entrar en diálogo con el Padre desde lo profundo del corazón. En tercer lugar, se habla de la práctica del ayuno público que en momentos de situaciones extremas, como la sequía, se practicaba con rigor vistiéndose de saco y sayal cubriendo la cabeza con ceniza para mostrar una actitud externa de tristeza y arrepentimiento. En el A.T. se distinguía el ayuno verdadero del falso (Is 58, 5-6). Jesús invita al ayuno sincero mediante una actitud interior que no se note en lo externo, para que el verdadero ayuno tenga su efecto ante el Padre Celestial: “cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro”. El ayuno auténtico debe ser fruto de la penitencia interior; esto implica la verdadera conversión que es motivo de alegría y se manifiesta de modo externo. Es en este sentido donde el perfumarse es signo de la alegría exterior por una actitud de conversión interior que se da desde el corazón. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Continuamente somos llamados a la conversión no como algo accidental o externo sino como un verdadero cambio de mentalidad que implica todo el ser y el obrar de la persona y para lograr la conversión auténtica se debe dar un paso importante mediante la reconciliación con Dios y con los hermanos. La Iglesia ha establecido el tiempo de la cuaresma como un tiempo propicio para que nosotros mediante las penitencia, busquemos la purificación de nuestra vida, lo que nos ayudará en un auténtico camino de conversión. Pero no podemos quedarnos viviendo una purificación externa, la verdadera penitencia debe nacer del corazón que desea unirse de nuevo a Dios para un sincero cambio de vida. La Palabra de Dios en el Evangelio, nos recomienda algunas prácticas que pueden ayudarnos en ese camino de purificación: la limosna, la oración y el ayuno. Prácticas que la Iglesia nos recomienda vivamente para el tiempo cuaresmal, pero no podemos caer en el peligro de los fariseos, de quedarnos en lo externo de ellas mismas y que no comprometan seriamente nuestra vida. Estas prácticas deben vivirse con una verdadera actitud de conversión. La limosna (CEC 2443-2449, 2462), nos ayuda a la caridad sincera, mediante el desprendimiento de aquello que poseemos y que nos hace falta, para compartirlo con aquellos que están más necesitados que nosotros. La auténtica limosna dada desde la generosidad del corazón, nos puede ayudar a ser más solidarios con los demás y ver la precariedad de los otros, como una oportunidad para manifestarles nuestra hermandad y el deseo de compartir los bienes que hemos recibido de Dios. La oración (CEC 2558 - 2565), nos ayuda a unirnos más a Dios saliendo de nosotros mismos y volviendo la mirada a aquel que nos ha creado, para entablar un sincero diálogo con Él y conocer el designio de su voluntad. Así, la oración se convierte en alimento del alma, pues nos ayuda a llenarnos de la presencia de Dios, ya que el hombre que ora con humildad se siente pequeño y sabe que su condición creatural le lleva al reconocimiento de la soberanía de Dios para unirse a Él, como la creatura a su Creador. El ayuno (CIC 1250-1253 y CEC 1430), como una disciplina espiritual que nos ayuda a la mortificación y la penitencia, para el fortalecimiento de la voluntad que nos ayuda a dominar nuestras pasiones. El mismo Cristo, estuvo ayunando antes de iniciar su ministerio público y así, con la fuerza del Espíritu, pudo vencer al tentador. El ayuno no es un fin en sí mismo sino un medio que nos ayuda a la purificación interior para lograr la conversión. El ayuno verdadero nos ayuda a desprendernos de lo material para reconocer la debilidad y la dependencia de Dios. 3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? Iniciamos el itinerario cuaresmal, un tiempo especial en que la Iglesia nos invita a prepararnos para la Pascua, es un momento oportuno para renovar la gracia de Dios a través de la confesión de nuestros pecados. Para ayudarnos en nuestro camino de conversión la Palabra de Dios nos invita a la reconciliación aprovechando este tiempo especial de salvación. El Papa Francisco nos invita a a vivir la cuaresma como un tiempo rico para desenmascarar las tentaciones y dejar que nuestro corazón vuelva a latir al palpitar del Corazón de Jesús. Toda esta liturgia está impregnada con ese sentir y podríamos decir que se hace eco en tres palabras que se nos ofrecen para volver a «recalentar el corazón creyente»: Detente, mira y vuelve (Homilía miércoles de ceniza 2018). El pecado, es como un virus que ataca nuestra vida y destruye nuestra relación con Dios, nos aleja de Él, de la comunión con nuestros hermanos y con la creación y nos divide interiormente; por eso, las prácticas cuaresmales nos ayudan a prepararnos para una sincera purificación interior: - la oración nos ayuda a relacionarnos con Dios; - la limosna que nos ayuda a practicar la caridad con los hermanos más necesitados, especialmente durante este tiempo cuaresmal en la campaña de la comunicación cristiana de bienes, que nos ayuda a compartir los bienes que hemos recibido de Dios, sabiendo que todos somos hijos del Padre Bueno; - el ayuno nos ayuda la mortificación del cuerpo para dominar la voluntad y luchar contra las tentaciones que nos hacen caer en el pecado. Entrar en este tiempo de gracia es una oportunidad para volver la mirada a Dios que nos reconcilia de nuevo. San Agustín nos exhorta: “Sean vigilantes en orden a su salvación, sean vigilantes para que estén a tiempo. Ninguno llegue tarde al tiempo de Dios, ninguno sea perezoso en el servicio divino. Sean todos perseverantes en la oración, fieles en la constante devoción. Sean vigilantes mientras es de día; el día resplandece. Cristo es el día. Él está listo para perdonar a quienes reconocen su culpa pero también para punir a quienes defienden considerándose justos, aquellos que creen ser algo mientras no son nada” (San Agustín, InIo. evang. 12, 13 s). 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? • Durante este tiempo de cuaresma se nos hace la invitación especial para practicar las obras de misericordia que nos ayudan a pensar en el hermano que sufre y necesita de nosotros. • Dedicar un buen espacio para la oración nos ayuda a mantener nuestro contacto con el Señor. • Practicar el ayuno y la abstinencia, como medios que fortalecen nuestra voluntad, para poder vencer las tentaciones del mal. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Dios Padre, rico en Misericordia nos ofrece este tiempo de cuaresma para volver nuestra mirada hacia Él. Por eso, suplicantes presentemos nuestras plegarias: R. Padre Misericordioso, escúchanos. 1. Por el Papa y los ministros consagrados, para que sean testimonio de la cercanía de Dios a su pueblo e instrumentos de gracia y reconciliación para el pecador arrepentido. 2. Por los gobernantes, para que con su trabajo busquen la justicia, la reconciliación y la paz entre los ciudadanos. 3. Por todos los que en este tiempo sufren, para que encuentren en nosotros la caridad fraterna que los ayude en sus dificultades. 4. Por los catecúmenos que durante este tiempo se preparan para el bautismo, para que la vivencia de la cuaresma los ayude a prepararse para revestirse de la gracia de Cristo en la Pascua. 5. Por quienes hoy iniciamos este tiempo de cuaresma, para que mediante la penitencia interior vivamos este tiempo de gracia y salvación con un decidido deseo de conversión. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales. Oración conclusiva Escucha Padre las plegarias de tu pueblo que se dirige a ti al iniciar estos días de penitencia cuaresmal y concede a tus hijos la verdadera conversión del corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. La celebración de los tiempos de Cuaresma y Pascua, conforman el centro del Años Litúrgico, porque en ellos tiene lugar la celebración central de nuestra fe: el misterio de la muerte y la resurrección de Jesucristo; Tal como nos dice el número 22 de las Normas sobre el calendario: “Los cincuenta días que van desde el domingo de Resurrección hasta el domingo de Pentecostés han de ser celebrados con alegría y exultación como si se tratase de un solo y único día festivo, más aún, como ‘un gran domingo’”. Por tanto Cuaresma forma parte del ciclo pascual ya que la finalidad es la celebración del Triduo Pascual y la Pascua5 La Cuaresma es un tiempo de renovación espiritual, tiempo de conversión, de revisar nuestra vida a la luz de la Palabra de Dios. No es un tiempo de mortificación sino de desierto, de vaciarnos totalmente para que podamos dejar llenarnos de la gracia de Dios, para que caminemos cada día más hacia la conversión, para poder vivir como Jesucristo vivía6 • El tiempo de Cuaresma abarca desde el Miércoles de Ceniza hasta la Misa de la Cena del Señor, el Jueves Santo, exclusive. • Cada día de Cuaresma tiene Misa propia completa, además, se propone una oración diaria de bendición sobre el pueblo. • Durante la Cuaresma y hasta la Vigilia Pascual, exclusive, no se dice ni el gloria ni el Aleluya (se exceptúan solemnidades y fiestas). • En el tiempo de Cuaresma no se debe adornar con flores el altar, y se permiten los instrumentos musicales sólo para sostener el canto, como corresponde al carácter penitencial de este Tiempo (se exceptúan de esta norma el domingo IV de Cuaresma - Laetare – y las solemnidades y fiestas). 2. La Cuaresma es el principal tiempo de penitencia, tanto para los individuos como para toda la Iglesia. Conviene, por consiguiente, que la comunidad cristina sea preparada en este tiempo, por medio de las celebraciones penitenciales, para que participe más plenamente del misterio pascual.7 Dos ejemplos de celebraciones penitenciales adaptadas al tiempo de Pascua.8 Otros esquemas de celebraciones penitenciales Ordinarias, con Niños, con Jóvenes y con Enfermos9. 3. Desde el inicio de la Cuaresma se puede programar, cuando mejor convenga, una celebración penitencial, con confesión individual. Igualmente podría preparase para un día de este tiempo de cuaresma la celebración de la Eucaristía con la administración de la Unción de los enfermos de la parroquia que están en peligro de muerte por enfermedad o por vejez. Esta es la mejor preparación para la celebración de la Pascua. No recomendable pastoralmente el jueves santo en la mañana, como se explicará allí en su momento. 4. Tener en cuenta para este tiempo el Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2019. 5. Recomendar para los viernes de cuaresma el ejercicio piadoso del santo Viacrucis del Encuentro, ofrecido por el Departamento de Liturgia de la CEC. 6. En este miércoles de ceniza, resaltar la frase: “Conviértanse a mí de todo corazón”. 7. Insistir en las palabras: conversión, penitencia, misericordia, ayuno, oración y limosna. 8. Recordar que este día y el viernes santo es de ayuno, abstinencia y obras de caridad. 9. Tener en cuenta que la ceniza se debe hacer de los ramos bendecidos el año anterior o de ramas de árboles, y que se impone sobre la frente o sobre la cabeza, directamente con los dedos (no con sellos de corcho o de otro material). Se debe corregir o evitar cualquier cosa que lleve a la práctica supersticiosa de la imposición de la ceniza. 10. La ceniza se impone dentro de la Misa o en una Liturgia de la Palabra. En la Misa de hoy se omite el acto penitencial, porque luego se tendrá la imposición de la ceniza. La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar después de la homilía y antes de la Oración Universal o de los Fieles, como lo indican las rúbricas de los libros litúrgicos (cf. Misal,, pp. 71-74; Ceremonial de los Obispos, nn 253-259). 11. Podría tomarse el Prefacio de Cuaresma III, “Frutos de la abstinencia”, Misal, pág. 370. Igualmente, puede seguirse la Plegaria Eucarística II. 12. Se podría emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para el miércoles de ceniza, Misal, pág. 75 5 Cf. http://pastoralliturgica.cpl.es/tiempos-liturgicos/ Tiempos Litúrgicos. 6 Cf. Ídem 7 Ritual de la Reconciliación y Penitencia, Conferencia Episcopal de Colombia, Departamento de Liturgia, Bogotá, D.C., 1999, pág. 114ss. 8 Ídem. 9 Ídem. Pág. 144 ss.

Vie 11 Mayo 2018

Pidamos sabiduría y que Dios nos revele a Jesús en nuestras vidas

El gran aporte que le ofrece la Iglesia al mundo entero, a las naciones y a la humanidad es darle a conocer a Jesús; que no se trata de una doctrina, una filosofía o un dogma, es entrar en contacto con una persona, con la persona de Jesús y tener una relación de mistad con Él. El texto nos dice que para ello es necesario pedir el don de la sabiduría y pedir que nos lo dé a conocer por revelación. Es Dios quien nos revela y nos da a conocer a su hijo amado. Tareas: Al celebrar este domingo la Ascención del Señor debemos preguntarnos: ¿Qué tanto conocemos al Señor Jesús? Pedir en oración que Dios nos regale el don de la sabiduría y que nos revele al Señor Jesús. No olvide ponerse en contacto con la Palabra de Dios leyendo otro evangelio.

Jue 12 Abr 2018

El Señor quiere escucharnos y entablar un diálogo de amor

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Lun 9 Abr 2018

Pascua, fuerza imparable

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - Estamos de nuevo en Pascua. Hacer memoria de la muerte y resurrección de Cristo es celebrar el poder del Amor que es Dios; de ese Amor que nos ha hecho pasar de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida; de ese Amor que es hoy como ayer fuente que mana vida y esperanza. Este es el fundamento de la vida cristiana. En verdad, Cristo Resucitado es nuestra roca, nuestra seguridad, el faro en las tormentas que amenazan nuestra existencia de chocar contra la nada y que, en la fuerza de Pentecostés, nos muestra lo trascendente como el horizonte en el que debemos vivir y dar nuestro testimonio. Es ciertamente la fe en la resurrección de Cristo la que ha irrigado la vida y la misión de la Iglesia a lo largo de la historia. El fundamento de nuestra condición de bautizados y la Buena Noticia que llevamos es él, Jesús resucitado, el Señor. Todos los santos y santas, en la diversidad de sus dones y de su servicio a la humanidad, han bebido de esta fuente de vida que es el misterio de la muerte y resurrección de Cristo. Ellos son para nosotros testigos de que la fe en Cristo transforma la existencia, que ella inspira un arte de vivir que nos hace libres y felices. Es en el Evangelio donde los santos de todos los tiempos han encontrado la luz para esclarecer el sentido profundo y último de la existencia humana, para contribuir a renovar las cultura en los períodos particularmente difíciles, para ser los servidores de todos los que están abandonados, heridos o excluidos. Ellos han hecho así visible la razón de ser de la misión de la Iglesia: dar al mundo en Cristo una fuente de renovación y de salvación con la luz y la fuerza del Espíritu Santo. Es el misterio de Pascua el que nos hace capaces de avanzar en aguas profundas y de lanzar las redes sin perder la esperanza. Por el contrario, cuando la desconfianza y el fatalismo invaden poco a poco nuestro compromiso y nuestro fervor, es el signo de que hemos tomado distancia con la fuente que nos hace vivir o que todavía no la hemos descubierto. Es el Resucitado el que nos envía a este mundo inquieto y lleno de expectativas para despertarlo a la verdadera vida y a la esperanza. No hay noche en esta tierra que no permita descubrir al menos una pequeña luz. En la luz de Pascua, nosotros creemos que ninguna puerta está definitivamente cerrada y continuamos adelante en el empeño de vivir y ayudar a vivir la resurrección. Esto nos lo recuerda el Papa Francisco: “Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable. Verdad que muchas veces parece que Dios no existiera: vemos injusticias, maldades, indiferencias y crueldades que no ceden. Pero también es cierto que en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto” (EG, 276). Y nosotros, aun siendo frágiles como vasos de barro, somos portadores de un mensaje de amor, de verdad, de justicia y de esperanza que es único, vital y salvador para nuestro mundo. Así, cada vez que acogemos el Evangelio de Cristo en lo más profundo de nuestro ser, encontramos la fuerza del Espíritu Santo, para salir de nuestras preocupaciones y darnos a los demás siendo para ellos signos visibles de aquel que es, hoy como ayer, la Luz del mundo, el Camino, la Verdad y la Vida. Por eso, nos felicitamos todos en estas fiestas de Pascua y continuamos con gozo el camino. Aleluya, el Señor ha resucitado. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Sáb 31 Mar 2018

La resurrección cambió todo

La resurrección es una noticia única en la historia porque cambió todo y nos llenó la vida de paz y alegría. Ya no es un recuerdo, usted y yo, como bautizados, tenemos que vivir como resucitados. Tareas: - Busquemos los bienes de allá arriba, los bienes de Dios: la oración, la paz, la meditación, la contemplación, la justicia. Pasar por el mundo haciendo el bien como lo hizo Jesús de Nazaret, el resucitado. </p>

Vie 30 Mar 2018

La adhesión de corazón y mente a Cristo cambia la vida

Primera lectura: Hch 10,34a.37-43 Salmo Sal 118(117),1-2. 15c+16a+17.22-23 (R. 24) Segunda lectura: Col 3,1-4 o 1Co 5,6b-8 Evangelio: Jn 20,1-9 Introducción La importancia de la homilía en este día de Pascua, la encontramos en la enseñanza del Papa Benedicto XVI: «Es importante reafirmar esta verdad fundamental de nuestra fe, cuya verdad histórica está ampliamente documentada, aunque hoy, como en el pasado, no faltan quienes de formas diversas la ponen en duda o incluso la niegan. El debilitamiento de la fe en la resurrección de Jesús debilita, como consecuencia, el testimonio de los creyentes. En efecto, si falla en la Iglesia la fe en la Resurrección, todo se paraliza, todo se derrumba. Por el contrario, la adhesión de corazón y de mente a Cristo muerto y resucitado cambia la vida e ilumina la existencia de las personas y de los pueblos». (Audiencia, 26 de marzo de 2008). ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Hch 10,34a.37-43 El libro de los Hechos de los Apóstoles es de alguna manera el cumplimiento del mandato misionero que está en el Evangelio y el contenido de esa misión es de carácter universal y se encarna en la persona de Jesucristo resucitado. Cuando Pablo presenta su discurso en el areópago, en medio de incomprensiones y burlas, demuestra que la esperanza cristiana en la resurrección y en la vida eterna es parte fundamental del mensaje misionero de la comunidad primitiva. Algunos elementos significativos del texto: El contexto de esta lectura es la visita que hace Pedro a la casa de Cornelio (10,24); es un signo que revela que el acontecimiento de la resurrección no hace acepción de personas, ni de pueblos, ni de culturas: es de carácter universal; llega incluso a la casa de un pagano, (10,34). El apóstol Pedro debe enfrentarse al reto de comer alimentos considerados impuros (10,9-20), ciertamente, Lucas advierte al lector que se trata de una visión que debe ser entendida como un ejercicio pedagógico para que Pedro entienda que la resurrección de Cristo trasciende normas y tradiciones. Es de singular importancia, que Lucas advierte que la iniciativa es “divina”. La misión que Pedro lleva adelante es guiada por la fuerza del Espíritu del Resucitado, que le permite entender que la obra que realiza no conoce fronteras. La enseñanza del apóstol enfatiza en la novedad del acontecimiento que anuncia; hace una especie de síntesis de la historia de la salvación que llega a plenitud con el acontecimiento de la Resurrección, que los hace testigos y da certeza que la fe se alimenta en el encuentro con el resucitado “nosotros que hemos comido y bebido con él después de la resurrección… (10,41). Innegable la alusión al misterio Eucarístico. El texto revela los contenidos del kerigma de la Iglesia primitiva. Salmo Sal 118(117),1-2. 15c+16a+17.22-23 (R. 24) El salmo 117 evoca la historia de la victoria de un rey e incluye una liturgia de acción de gracias. Un personaje importante -probablemente, el rey o el pueblo entero, personificado en este personaje- ha tenido que librar una fuerte batalla contra el enemigo. El combate ha sido recio y el peligro grande; la misma vida ha estado en trance. Ante las dificultades, se acudió al Señor, y el Señor mostró su poder, (Directorio Franciscano, la oración de cada día). Segunda lectura: Col 3,1-4 o 1Co 5,6b-8 La carta a los colosenses es una respuesta clara al temor del apóstol frente a tendencias que cuestionaban la centralidad de Cristo en el mundo. Dos aspectos importantes. El texto tiene una identidad profundamente bautismal, quien ha resucitado con Cristo se abre a la vida de Dios y esa participación se logra en el Bautismo. Si el Bautizado ha recibido la gracia que emerge de su inmersión en el Misterio Pascual, el apóstol le presenta unos compromisos: Creer en Cristo, pasar de las tinieblas a la luz (los bienes de arriba), vivir en búsqueda de la gloria de Dios, búsqueda que se va concretando en la vida cotidiana. “Vivir con Cristo escondido en Dios”, es la certeza del hombre nuevo transformado por Cristo resucitado que en el Bautismo ha superado la realidad del primer Adán y está llamado a reproducir la imagen del segundo Adán, Cristo, (1Cor 15,45). Evangelio Jn 20,1-9 El evangelio de Juan hace una lectura de las palabras y obras de Jesús, inspirado en el acontecimiento de la resurrección. Para Juan, la Fe y el Amor son el equipaje de quien dejándose guiar por el Espíritu, busca la verdad plena, Jesucristo resucitado. Algunas claves de lectura: La afirmación inicial “el primer día de la semana, muy de mañana” tiene dos notas interesantes: evoca el primer día de la creación, día de luz (Gn 1,5) y un adverbio de tiempo “muy de mañana” que aporta información sobre el momento en que ocurrió la resurrección. Se desvela el principio de continuidad propio de la historia de la salvación: Si Dios es el creador, también es el agente activo en la resurrección. Sin embargo, se ofrece un elemento contradictorio “va temprano al sepulcro cuando todavía estaba oscuro”, es una referencia a la falsa concepción de la muerte, ella no dimensiona la victoria de Jesús, por eso se llena de miedo, de angustia ante la realidad de la loza corrida y el sepulcro vacío. Los personajes: Magdalena, Pedro y el otro discípulo, interpelan al lector para que intente caracterizarlos: Magdalena es para el cuarto evangelista una auténtica discípula, lo acompañó en la Cruz y lo busca con pasión en la oscuridad del sepulcro. Pedro, encarna la figura del hombre experimentado en la serenidad, sin afanes pero con diligencia, observa la tumba vacía y los lienzos en su lugar. El discípulo amado, cuyo nombre no desvela el texto, es quien reconoce la primacía de Pedro al dejarlo entrar de primero a la tumba; es quien al entrar “vio y creyó”, los lienzos son signo que Jesús ha sido liberado de la muerte. Llama la atención la recurrencia con la cual el texto utiliza la palabra “Sepulcro” constituyéndose en el elemento articulador del mensaje, es una forma de insistir en la memoria de la muerte y de forma pedagógica es el camino para el encuentro con el resucitado. “Vio y creyó”. El «discípulo, a quien tanto quería Jesús», entró en el sepulcro vacío «vio y creyó». Lo que «vio» con sus ojos fue que en el sepulcro no estaba el cuerpo de Jesús, sino «las vendas en el suelo». El creer del discípulo no fue causado por lo que vieron sus ojos, sino más bien por lo que vio su corazón (Ef 1,18). Los discípulos entienden las Escrituras en el acontecimiento de la resurrección y comprenden la integridad de su ministerio. La resurrección despierta en los discípulos una nueva manera de leer las Escrituras. (Joseph Ratzinger, Jesús de Nazaret II, 295-299). ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La Magdalena busca al Señor en medio de la oscuridad del Sepulcro y como no logra entender todavía la victoria de Cristo sobre la muerte, el desconcierto se apodera de ella. Nosotros ungidos por la fuerza del resucitado ¿dónde lo estamos buscando? En el ejercicio de nuestro ministerio sacerdotal ¿encontramos rasgos de la constancia de la Magdalena en la búsqueda del Señor?; ¿sabemos ceder el lugar a ejemplo del discípulo amado?; ¿nuestro ver y creer nos permiten acoger y tener fe en el resucitado? ¿hemos asumido la obediencia de la fe? Si Cristo resucitado es portador de una nueva vida y en la fe he identificado al crucificado con el resucitado ¿cómo me relaciono con los crucificados de la comunidad de la cual soy pastor propio? “Los invito a no tener miedo de tocar la carne herida de la propia historia y de la historia de su gente…sólo Dios es Señor y a ninguna otra causa se debe someter nuestra alma de pastores”, (Papa Francisco, Visita a Colombia, encuentro con los obispos, Bogotá, 7 de septiembre de 2017). Como sacerdotes somos predicadores de la Palabra, debemos enseñar no nuestra sabiduría sino la Palabra de Dios. ¿entiendo, oro y predico la Palabra bajo la vivencia y el encuentro personal con el resucitado? ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? El acontecimiento histórico de la Resurrección del Señor es universal, es para todos los pueblos y todas las culturas, no excluye a nadie y hemos participado de este misterio por el sacramento del Bautismo y somos constituidos discípulos misioneros, “en todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar” (EG 119). La Resurrección de Cristo nos confirma que Dios es amigo de la vida, Él “no es un Dios de muertos sino de vivos” y nos habilita y envía como defensores de la vida y constructores de paz “ante las densas tinieblas que la amenazan y destruyen: las tinieblas de la injusticia y la inequidad social, las tinieblas corruptoras de los intereses personales o grupales…las tinieblas del irrespeto por la vida humana que siega a diario la existencia de tantos inocentes…” (Papa Francisco, Visita Apostólica a Colombia, Homilía, Bogotá, 7 de septiembre de 2017). La experiencia del discípulo amado ante la tumba vacía, enseña que “la fe es creerle a Él, creer que es verdad que nos ama, que vive, que es capaz de intervenir misteriosamente, que no nos abandona, que saca bien del mal con su poder y con su infinita creatividad. Es creer que Él marcha victorioso en la historia…la resurrección del Señor ha penetrado la historia, no ha resucitado en vano…” (EG 278). El encuentro vivo con el Resucitado nos cambia la vida, permite que las víctimas de los diversos conflictos puedan superar su condición, mirándose en el crucificado que venciendo la muerte es el sobreviviente que nos dice: “Colombia, abre tu corazón de Pueblo de Dios, déjate reconciliar. No le temas a la verdad ni a la justicia” (Papa Francisco, Visita Apostólica a Colombia, gran encuentro de oración por la reconciliación nacional, Villavicencio, 8 de septiembre de 2017). ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El resucitado nos invita a hacer el camino del discípulo amado: ver y creer. Ver en las comunidades y en las personas la acción del Espíritu Santo que suscita una “viva experiencia de Dios y de su amor”. El encuentro con Jesús resucitado hace del discípulo misionero un servidor de la Palabra que lo acerca a los más pobres y necesitados y lo invita “a no tener miedo de tocar la carne de Cristo en los pobres”.

Jue 29 Mar 2018

Pascua: Con lámparas encendidas, esperamos al Señor resucitado

Lecturas: 1ª lectura: Gn 1,1 - 2,2 (forma larga) o Gn 1,1. 26-31a (forma breve) Sal 104(103), 1-2a.5-6.10+12.13-14ab.24+35c (R. Cfr. 30) o Sal 33(32),4-5.6-7.12-13.20+22 (R. 5a). 2ª lectura: Gn 22,1-18 (forma larga) o Gn 22, 1-2.9a.10-13.15-18 (forma breve) Sal 16(15), 5+8.9-10.11 (R. 1). 3ª lectura: Éx 14,15 - 15,1 (nunca se puede omitir) Sal Éx 15,1-2ab.2cd.3-4. 5-6.17-18 (R. 1a). 4ª lectura: Is 54,5-14 Sal 30(29),3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a). 5ª lectura: Is 55,1-11 Sal Is 12,2-3.4bcd.5-6 (R. 3). 6ª lectura: Ba 3,9-15.32 - 4,4 Sal 19(18),8. 9.10.11 (R. Jn 6,68c). 7ª lectura: Ez 36,16-17a.18-28 / Sal 42(41),3. 5bcd; 43(42),3.4 o, cuando se celebra el Bautismo, Sal 51(50), 12-13.14-15.18-19 (R. 12a) o Sal Is 12,2-3.4bcd.5-6 (R. 3). Lecturas del Nuevo Testamento: Rm 6,3-11 / Sal 118 (117),1-2.15c+16a+17.22-23 / Mc 16,1-7 Introducción La Vigilia Pascual (VP) está caracterizada por la abundancia de los signos de la creación: la luz, en el rito de la bendición del fuego nuevo y el valor teológico del Cirio Pascual; el Gloria, el Aleluya, el agua, elemento natural con el cual la Iglesia materializa la grandeza del bautismo; la Eucaristía y una característica esencial de esta celebración es llevar a la comunidad a un encuentro orante con la Palabra de Dios. La liturgia de la Palabra nos presenta una visión amplia de la historia de la salvación y de manera progresiva introduce a la comunidad de fe a la contemplación de los principales acontecimientos. Las etapas de la historia de la salvación presentes en la Pascua del Señor se convierten en Pascua de la Iglesia (Rom 6,3-11) en el sacramento del Bautismo y, en la celebración Eucarística. (Augé Matías, a través del año litúrgico, 169). Las oraciones que se dicen después de las lecturas del Antiguo Testamento interpretan los pasajes bíblicos proclamados en clave: cristológica, eclesial y sacramental. Las lecturas que la Iglesia proclama en la Vigilia Pascual, se pueden distribuir, por razones pedagógicas, en tres bloques: a) Creación e historia de la salvación; b) anuncios proféticos; c) la palabra se cumple en la persona de Cristo. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? A. Creación e historia de la salvación Gn 1,1 – 2,2 La acción creadora de Dios tiene como centro de su amor al hombre quien es constituido sagrario de la confianza divina. Una expresión de la misericordia de Dios es asociar al ser humano a la obra de la creación. La misión del hombre en la creación es parte del proyecto de Dios. La figura literaria del “jardín del Edén” tiene un valor profundamente teológico, con ella se expresan aspectos fundamentales: El bienestar por excelencia, la felicidad, la comunión misteriosa de Dios con el hombre donde él es el soberano de la historia. Gn 22,1-18 o Gn 22, 1-2.9a.10-13.15-18 El llamado de Dios a Abrahán está marcado por la dimensión de universalidad, lo que acontece en él, sus dudas, temores, fatigas, son el camino que debe recorrer para hacer la opción por el Dios de la promesa y constituirse en padre y modelo de la fe para la humanidad. La columna vertebral de esta narración se encuentra en el texto “toma a tu hijo único, a Isaac, ve a la zona de Moriá y sacrifícalo en mi honor, en el monte que te voy a indicar”. Nos ayuda a entender la presencia de este texto en la vigilia pascual el hecho que Isaac es figura de Jesús, “el predilecto, el amado del Padre” (Jn 3,16; Rom 8,32), Aquel a quien reconocemos como el “sacramento de nuestra fe”. Éx 14,15 - 15,1 Esta lectura contiene la narración de la acción liberadora de Dios sobre su pueblo. En este texto se pueden identificar dos momentos: La acción de Moisés que pone en alto su bastón, extiende su mano y el mar se divide y el resultado de esta acción es el paso del pueblo a la libertad (Ex 14,16). La obediencia de Moisés a Yahvé es sino de fe. El segundo momento es la angustia y el temor del pueblo que se enfrenta a Moisés que los exhorta a permanecer y a contemplar el signo de la nube que los cobija y los “oculta” de la mirada de los egipcios. La acción de Yahvé no se hace esperar: levanta el viento, acción que va más allá de lo natural y genera asombro y pánico entre el ejército egipcio que perece. Dios obra a favor de su pueblo como soberano y Señor y el pueblo confirmó su fe en Él (Ex 14,31). B. Anuncios proféticos y esperanza cierta Is 54,5-14 Sal 30(29),3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a). Isaías presenta la figura del esposo y la esposa para significar la relación entre Dios y el pueblo. Dios como el esposo fiel y el pueblo como la esposa infiel a quien Dios-esposo ha creado y a pesar de la infidelidad, la vuelve a llamar y a tomar como propiedad. La manera de ser de Dios rompe la lógica de la tradición israelita sobre la fidelidad que era considerada sagrada y quebrantarla traía consigo graves castigos. El profeta expresa que el poder de Dios supera esa realidad y él se mantiene fiel a su palabra de salvación. El trasfondo de este texto es la Alianza de Dios con su pueblo. Is 55,1-11Sal Is 12,2-3.4bcd.5-6 (R. 3). Dios soberano dirige la historia de todos los pueblos e invita a participar de los dones de la nueva Alianza. En la figura de la lluvia que cae sobre la tierra se desvela una sana dependencia en la cual la promesa de una tierra no solo la da Dios, sino que es Él quien la riega, la cuida y cultiva. Apertura a la novedad de Dios. La acción misericordiosa de Dios es un llamado permanente a modificar conductas, a entrar en el sagrario de la propia conciencia y confrontarse con la Alianza. Contemplar los planes de Dios. En la expresión “mis planes no son vuestros planes, el lector debe fijar su mirada en un Dios que es universal, espiritual y salvador; su grandeza no le impide ser cercano, providente, misericordioso y bueno. Ba 3,9-15.32 - 4,4Sal 19(18),8. 9.10.11 (R. Jn 6,68). El texto de Baruc centra su mensaje en el pueblo que fue exiliado y se encuentra en Babilonia. Su predicación describe lo que significa para el pueblo la ciudad santa de Jerusalén, que con su templo y prácticas religiosas es el fundamento de su identidad y anuncia que ese amor por la tierra santa provocará el regreso y la restauración definitiva. Destacamos dos ideas: El profeta con sutileza confronta al pueblo con su realidad. El dolor de saberse fuera de su tierra es la consecuencia de haber suplantado el camino de Dios y trasgredido la Alianza. El profeta le sugiere al pueblo caminar en el esplendor de Dios y debe hacer memorial de las enseñanzas de la ley de la cual emerge la luz; los exiliados deben hacer conciencia que su mayor gloria es Dios, que están llamados a ser ejemplo para los otros pueblos y deben asumir su misión desde la Palabra del Señor. Ez 36,16-17a.18-28 / Sal 42(41),3. 5bcd; 43(42),3.4 o, cuando se celebra el Bautismo, Sal 51(50), 12-13.14-15.18-19 (R. 12a) o Sal Is 12,2-3.4bcd.5-6 (R. 3). El profeta Ezequiel invita a entender la Palabra de Yahvé que ilumina e interpreta la historia de su pueblo, y en medio del sufrimiento quiere sacarlo de su realidad de víctima y permitirle, ya no solamente desde una culpa colectiva, sino individual, ser sobreviviente en la nueva Alianza. La esperanza ocupa el centro del mensaje que busca hacer una lectura de las causas que originaron el exilio del pueblo elegido e identificar los caminos para volver a Dios. Entre las causas está la inclinación a la idolatría que generó una conducta social contraria al fundamento de la Alianza, “no tendrás otro Dios fuera de mi” (Ex 20,1-6). El comportamiento equivocado del pueblo ha profanado el nombre de Yahvé, han olvidado que Dios comprometió su nombre, y por la dignidad de su nombre devuelve la esperanza al pueblo. El honor del nombre de Yahvé es la salvación de su pueblo. La reunificación del pueblo en Jerusalén es la nueva esperanza; una nueva creación donde se infunde un espíritu nuevo que es figura de Cristo resucitado que sopla sobre los apóstoles y les confía la misión de la nueva creación. C. La Palabra se cumple en la persona de Cristo Rm 6,3-11 / Sal 118 (117),1-2.15c+16a+17.22-23 La salvación y la vida son el centro del texto. La Participación en la vida y la salvación obrada por Cristo, el apóstol la presenta en dos momentos: Participamos en el misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor por la gracia del Bautismo. Somos redimidos sumergiéndonos en la vida sacramental, en la cual muere el hombre viejo y emerge la nueva vida. ¡He aquí! la razón de la liturgia Bautismal en esta noche santa. El hecho que Cristo haya asumido nuestro pecado en el Misterio Pascual es la mayor expresión de la solidaridad de Dios con la humanidad 1.9 Mc 16,1-7 La estructura de este pasaje del evangelio ofrece cuatros momentos: El signo de encontrar la piedra corrida y la evidencia del sepulcro vacío expresan la realidad de la Resurrección, pero exigen la experiencia personal y comunitaria del Cristo vivo para identificar al Resucitado con el Crucificado. La realidad del sepulcro vacío genera fascinación, temores, dudas, admiración, se está ante la presencia de lo divino. Algo que trasciende la materialidad está sucediendo y los signos externos pasan a un segundo lugar y lo que se debe privilegiar es el contenido del mensaje que nos da la razón por la cual el sepulcro está vacío. ¡Cristo ha Resucitado! La Resurrección lo es todo, la víctima de la Cruz es el sobreviviente por excelencia, es la nueva vida. Es imposible estar en la presencia de Dios y guardarse para sí lo vivido. Las tinieblas del miedo y de la duda se han disipado con la realidad de la resurrección; el testimonio de las mujeres llena de nuevo contenido y significado la creación entera e introduce a la humanidad en el misterio de Dios. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Enseña el Papa Francisco “el predicador debe ser el primero en tener una familiaridad personal con la Palabra de Dios…necesita acercarse a la Palabra con un corazón dócil y orante antes de preparar concretamente lo que uno va a decir en la predicación, primero tiene que aceptar ser herido por esa Palabra que es viva y eficaz…” (EG 149-150). Confrontemos nuestra vida y ministerio. La obra de la creación también ha sido entregada a mi cuidado, en ella, Dios actúa la salvación para mí. Como miembro de ese nuevo pueblo estoy llamado a la fidelidad y a una vida coherente que refleje mi opción por Cristo. El pecado original del pueblo de Israel fue su inclinación a la Idolatría. Es importante que podamos identificar esos nuevos ídolos que nos apartan de la Nueva Alanza en Cristo. Como consagrados hemos sido revestidos del sacerdocio de Cristo, somos un nuevo Moisés que debe escuchar la Palabra de Dios para llevar la acción liberadora de Dios. Esto exige obediencia, contemplación, momentos de presencia en el sepulcro vacío para admirarnos, dejarnos seducir por la presencia del Resucitado; un tomar en serio la conversión pastoral para glorificar el nombre de Dios en el servicio oblativo a los Hermanos. Los Sacerdotes y consagrados tenemos la tentación de pensar que tenemos claridad teológica y espiritual frente al Misterio Pascual y su presencia en los sacramentos que celebramos. Hoy es una oportunidad para preguntarse qué sé del Bautismo, pero más aún, ¿cómo vivo mi propio Bautismo? Mi proceso de conversión personal, me permite en esta VP afirmar realmente con la secuencia: “Sabemos que Cristo verdaderamente ha resucitado de entre los muertos” y ¿vive planamente en mí? ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? “Un predicador es un contemplativo de la Palabra y también un contemplativo del pueblo” (EG 154). Compartimos lo contemplado con la comunidad. Reconocer el señorío de Dios sobre la historia de la humanidad. Él hace presencia de manera silenciosa pero eficaz y requiere del discípulo una vigilancia permanente para contemplar el paso de la providencia de Dios por su propia vida, por la historia y la cultura. El Papa Francisco nos enseña: “Colombia es una nación bendecida de muchísimas maneras: la naturaleza pródiga no sólo permite la admiración por su belleza, sino que también invita a un cuidadoso respeto por su biodiversidad...Colombia es rica por la calidad humana de sus gentes…” (Encuentro con las autoridades, Bogotá, 7 de septiembre de 2017). Caminar es la actividad que debe realizar toda quien se siente llamado a cooperar con Dios en el cuidado de la creación y en la promoción integral de las de los pueblos. Pero caminar no de cualquier manera, sino en plena libertad, y como Abraham, tener la certeza que “lo acompaña el don de la fe y la esperanza que palpita en el corazón de su pueblo y su cultura”. “los pasos dados hacen crecer la esperanza, en la convicción que la búsqueda de la paz es un trabajo siempre abierto… y que exige el compromiso de todos…” (Papa Francisco, Visita Apostólica a Colombia, encuentro con las autoridades, Bogotá, 7 de septiembre de 2017). Escuchar como Moisés la Palabra de Dios que tiene poder para transformar el miedo, la persecución, la muerte, la injusticia, la esclavitud en una oportunidad de nueva vida. Tenemos un trabajo por hacer “que nos pide no decaer en el esfuerzo por construir la unidad de la nación y, a pesar de los obstáculos, diferencias y distintos enfoques sobre la manera de lograr la convivencia pacífica, persistir en la lucha para favorecer la cultura del encuentro que exigen colocar en el centro a la persona humana, su altísima dignidad y el respeto por el bien común” (Papa Francisco, Visita Apostólica a Colombia, encuentro con las autoridades, Bogotá, 7 de septiembre de 2017). Conversión es un llamado permanente del mensaje profético. El pueblo reconoció su infidelidad, su desobediencia. Colombia, sus regiones, debe reconocer las raíces que alimentan tanta violencia. Una de ellas es “cuando el hombre se aparta de Dios, cuando el corazón humano busca sus fines lejos de Dios, hiriendo, abusando, dominando, destruyendo y ultrajando” (CEC. Artesanos del perdón, la reconciliación y la paz, 21). Convertirnos exige una opción por Cristo resucitado; Él es “el primer paso y es un paso irreversible. Proviene de la libertad de un amor que todo lo precede”. Convertirse es asumir el camino que el Papa Francisco propone: a. el todo es superior a la parte; b. el tiempo superior al espacio; c. la realidad es superior a la idea; d. la unidad es superior al conflicto (EG 217-237). Vivir con el resucitado es tener la certeza que “aquellos que lo reconocen y lo acogen reciben en herencia el don de ser introducidos en la libertad de poder cumplir siempre con Él ese primer paso.” (Papa Francisco, Visita Apostólica a Colombia, encuentro con los Obispos, Bogotá, 7 de septiembre de 2017). Orar. La Iglesia atenta a la Palabra de Dios, entiende que el mensaje liberador y salvífico de Dios, contemplado en Cristo Resucitado, requiere una respuesta: La oración para creer y entender que la verdadera paz está entre nosotros. Orar con el resucitado es vivir la grandeza del Bautismo y de la Eucaristía, por eso la Pascua de Cristo es Pascua sacramental de la Iglesia. El resucitado “nos pide que recemos juntos; que nuestra oración sea sinfónica, con matices personales, diversas acentuaciones, pero que alce de modo conjunto un mismo clamor… (Papa Francisco, Visita Apostólica a Colombia, Homilía, Cartagena, 10 de septiembre 2017). “Primerear”, es el testimonio de la Magdalena que toma la iniciativa de ir a buscar al Señor; vive la novedad del misterio en el sepulcro vacío y corre a anunciar a los apóstoles lo que ha visto y oído. La Iglesia, iluminada con la luz del Resucitado, sabe que en el pueblo se actualiza el Misterio de la entrega oblativa de Jesús que libera del pecado y, “renunciando a la pretensión de controlar aquello que no es su obra sino la de Dios, permanece con Jesús, aun cuando su nido y su resguardo es la Cruz” (Papa Francisco, Visita Apostólica a Colombia, encuentro con el CELAM, Bogotá, 7 de septiembre de 2017). “Primerear” desde el resucitado es salir, involucrarse, ser testigo del Señor resucitado que nos ha “primereado” en el amor (1Jn 4,10). La comunidad que celebra la Resurrección, descubre su identidad misionera, encarna una espiritualidad de éxodo que conduce a la reconciliación, el perdón y la paz (Papa Francisco, Mensaje jornada mundial de las misiones 2017). ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? La autenticidad del espíritu misionero del bautizado se anima y fortalece asumiendo la espiritualidad que tiene el Misterio Pascual de Cristo: Conocimiento sublime de Jesucristo (Fip 3,8): Oración, formación, apostolado. Ser fuente de auténtica esperanza. Le está prohibido al misionero la “quejumbrosidad”, la esperanza viene de lo alto, el Señor es siempre fiel. Hacer el trabajo evangelizador con pasión “poner el corazón en todo lo que hagamos, pasión de joven enamorado y de anciano sabio, pasión que transforma las ideas en utopías viables, pasión en el trabajo de nuestras manos, pasión que nos convierte en continuos peregrinos en la Iglesia”.