SISTEMA INFORMATIVO
El poderoso ha hecho obras grandes por mí; enaltece a los humildes
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ASUNCIÓN DE SANTA MARÍA VIRGEN
Agosto 15 de 2022
Primera Lectura: Ap 11, 19a; 12,1-6a.10ab
Salmo: Sal 45(44), 7a y 10bc.11-12a.14-15 (R. cf. 10b)
Segunda Lectura: 1Co 15,20-27ª
Evangelio: Lc 1,39-56
I. Orientaciones para la Predicación
Introducción
• La Iglesia da a luz, en medio de un mundo que está lleno de hostilidades y persecución hacia Cristo.
• Cristo viene a derrotar al mal, al pecado y a la muerte definitivamente.
• En el Magnificat la Bienaventurada Virgen María nos da la lección práctica de humildad, diciéndonos con esto que todo lo que hay en Ella es de Dios.
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
En la primera lectura podemos observar dos imágenes: La mujer y el dragón.
La mujer está adornada con un cúmulo de rasgos vistosos: el primero de ellos su vestido de sol que indica la predilección con que Dios la envuelve; segundo, un vestido hecho de celestial hermosura; y tercero es perpetuamente joven y hermosa como la amada del cantar (Cfr. Cantar 6, 10). Hay que destacar que cuenta con una corona de 12 estrellas que alude al premio: la corona de la gloria celestial, que significa poder compartir una condición gloriosa, y que también alude a las 12 tribus y el número de los Apóstoles.
Básicamente esta mujer representa la Iglesia en la feliz plenitud de su realización anclada en la eternidad de Dios, partícipe de la misma vida de unión y de la coronación ideal del pueblo de Dios. Por otra parte, junto a esa imagen gloriosa de la mujer, aparece también otro aspecto, más terreno y doloroso: La mujer es madre anunciada, es decir, que se queja por el parto que se avecina y suplica a Dios que la socorra, ella se debate entre los dolores del alumbramiento. Pero estos no son sino el preludio de la era mesiánica, ambas facetas de gloria y sufrimiento deben complementarse, ya que se refieren a la Iglesia contemplada, ya sea en una escatología realizada o en su devenir histórico.
Por otro lado, se presenta la otra señal, un gran dragón, este posee un poder inhumano, pero no absoluto, y tiene un gesto inaudito pues barre con su cola la tercera parte de las estrellas observando una manía obsesiva en ser como un dios. La otra ambición consiste en perseguir con saña a la mujer, pero ella a pesar del asedio y amenaza, consigue dar a luz a un hijo varón cuyo oficio es “pastorear”. Este hijo, se refiere a Jesucristo, en esta parte se observa principalmente el Nacimiento Pascual de Jesús, contemplado en sí en su Misterio de muerte y Resurrección, ya que, a través de la resurrección, Jesús escapó de las garras de la muerte del dragón y fue llevado junto al trono de Dios.
En la segunda Lectura se nos muestra lo que constituye la esperanza cristiana. Pablo contempla la humanidad como un gran acontecimiento solidario, tanto para la desgracia como para la salvación. Por otra parte, la contraposición entre Adán y Cristo, que tiene para él un valor histórico, antropológico y salvífico, ya que la humanidad bajo el pecado y la muerte se simboliza en Adán, y es sustituida por la humanidad bajo la gracia y la vida que nos da Cristo. La primera fue causada por la desobediencia de uno, la segunda por la obediencia del otro. El dolor y la muerte son lo opuesto al Plan de Dios.
En el evangelio de Lucas se nos narra un acontecimiento simple y sencillo, resaltando las obras de los grandes y poderosos de la tierra. Él ha querido mostrar los detalles simples de una realidad que aparentemente no tienen ningún puesto en el desarrollo histórico de una sociedad que sólo considera importante lo que hacen los grandes, los de renombre, los que se creen a sí mismos los únicos protagonistas de la historia. Aquí el protagonismo, es de un par de mujeres, personajes ya de por sí devaluados, en una sociedad machista patriarcal; de dos niños que, aún sin nacer, ya están llamando la atención del autor (Dios) y el Espíritu Santo que llena de gozo a Isabel para bendecir a su pariente María y al fruto de su vientre, y para cantar las grandezas del Señor.
Finalmente, Lucas, revela una enseñanza sobre la manera cómo Dios actúa en la historia humana y, a través de qué tipo de persona actúa. Eso es, en el fondo, lo que proclama Isabel en las palabras que dirige a María, y en donde la Bienaventurada lo explica mejor en su cántico, que la tradición consagró como el Magníficat. En él, Lucas, constata cómo, mientras los grandes y poderosos se esfuerzan por conducir la historia bajo los criterios del poder del tener y del dominio, dejando de lado una estela de empobrecidos, de marginados y excluidos, Dios va realizando su acción en el mundo justamente a través de estas obras que deja la sociedad estructuralmente injusta. Por esto, precisamente, el cántico de María es revolucionario porque al reflejar las convicciones de un alma libre y liberada invita también a una auténtica liberación de unas estructuras injustas que por y en nombre de Dios mantiene al pueblo sumido en la discriminación, el hambre y el abandono.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
Primero el Magnificat en un cantico que se pone en los labios de María, y que se espera que todo creyente de corazón sencillo no solamente deba proclamar con sus labios, sino realizar también a través de su esfuerzo y su lucha de cada día, es una invitación a no continuar creyendo que en una sociedad tan injusta sea reflejo de algún designio o querer de Dios y lo que es más revolucionario todavía el Magníficat revela una imagen de Dios contento, completa y absolutamente diferente a la imagen del dios que domina este mundo.
Segundo, María, es una mujer sinodal que hace el camino con nosotros, que no estuvo aislada, muda, sola, sin relacionarse con nadie o solo con Dios. Ella se presentó como una mujer disponible que perseveró unánime en oración, que era humilde, cercana, como mujer y madre. Ella es la mujer que tiene el sentido de Dios, que discernió y busco en su vida el plan de Dios, expresándolo en el Magníficat, en el canto que eleva a Dios (Cfr. Lucas 1, 46-56).
Ella nos muestra cómo debemos escuchar, y acoger la Palabra, siendo dóciles. Aunque a veces no entendamos los caminos de Dios, y como ella debemos conservar todas estas cosas en el corazón, así no lo veamos con claridad. Así lo tenemos que hacer nosotros: abramos los ojos y los oídos del corazón a las distintas situaciones por las que pasa la sociedad y por las que nos habla el Espíritu Santo, no mirar para otro lado, y actuar. María, es la mujer que ofrece al mundo lo mejor que tiene, su Hijo.
Por último, la Solemnidad de hoy nos llena de confianza, ya que ella alienta continuamente nuestra esperanza pues “somos aún peregrinos, pero Nuestra Madre nos ha precedido y nos señala ya el término del sendero: nos repite que es posible llegar y que, si somos fieles, llegaremos. Porque la Bienaventurada Virgen no sólo es nuestro ejemplo: es auxilio de los cristianos. Y ante nuestra petición —Monstra te esse Matrem-, no sabe ni quiere negarse a cuidar de sus hijos con solicitud maternal.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
La solemnidad de la Asunción es muy importante en la Iglesia, porque en la figura de María, que es llevada en cuerpo y alma al cielo, la Iglesia ve lo que es y lo que espera ser. En efecto, el prefacio propio de esta solemnidad resume muy bien esta relación entre María y la Iglesia: La Virgen Madre de Dios fue asunta hoy en la gloria del cielo, para ser primicia e imagen de lo que alcanzará a tu Iglesia; para ser esperanza cierta y motivo de consuelo del pueblo peregrinante . María, nos ayude a proclamar las grandezas del Señor y nos permita como ella llegar a reconocer nuestra pequeñez frente a la grandeza e inmensidad de Dios. Que en esta solemnidad veamos con gran esperanza y claridad las promesas de Dios, para que al igual que la Bienaventurada Virgen se vean cumplidas también en nosotros, y sea un motivo de alegría para todos y cada uno de nosotros.
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Recomendaciones prácticas:
• Misa vespertina y Misa del día. El formulario de la Misa es propio.
• Puede emplearse la fórmula de bendición solemne: Santa María Virgen, Misal p, 479.
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
Monición introductoria de la Misa
Queridos hermanos, el Señor nos convoca para escuchar su voz y prepara la mesa del sacrificio para darnos su cuerpo y sangre que es salvación. Hoy celebramos la solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, que nos enseña que la sencillez y humildad de corazón, dan paso a un gran premio: la vida eterna. Que, a ejemplo de la Virgen María, logremos alcanzar la sencillez y humildad necesaria para crecer como cristianos. Participemos activa, plena y conscientemente de esta celebración.
Monición a la Liturgia de la Palabra
La liturgia de la Palabra de la Solemnidad nos debe llenar el corazón de esperanza y alegría, ya que en María vemos contemplada la participación en la gloria futura, en donde Dios nos librará, como a Ella, de la corrupción de la muerte. Que nosotros, aun peregrinos en este mundo, cantemos las maravillas que Dios hace en nuestro diario vivir. Escuchemos con atención la Palabra de Dios.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: Proclamemos las grandezas de Dios, Padre Todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la Madre de Jesús, y supliquémosle diciendo:
R. Dios de amor, escúchanos.
1. Señor, que, en la Bienaventurada Virgen María, nos das un ejemplo de humildad y firmeza, te pedimos que, como ella, el Papa Francisco, Obispos, sacerdotes, diáconos y todo el pueblo de Dios, sepan cultivar la humildad en sus vidas y merezcan alcanzar la vida eterna. Oremos al Señor.
2. Señor, que, en la Bienaventurada Virgen María nos das un ejemplo de verdad y justicia, te pedimos por los gobernantes de las naciones para que, ayudados de tu gracia, participen con sinceridad y buena disposición en la lucha contra el mal y la corrupción, cooperando en la edificación de un mundo mejor y cada vez más humano. Oremos al Señor.
3. Señor, que, en la Bienaventurada Virgen María, nos das la esperanza de la vida futura, te pedimos por los enfermos y agonizantes, para que sean fortalecidos en su cuerpo y alma, que por tu gracia puedan gozar de la vida futura. Oremos al Señor.
4. Señor, que, en la Bienaventurada Virgen María, nos das un ejemplo de escucha y acción, te pedimos por el camino sinodal que hemos estado viviendo en cada parte de nuestro país, para que, escuchando las nociones del Espíritu, pongamos en acción lo discernido. Oremos al Señor.
5. Señor, que, en la Bienaventurada Virgen María, nos das un ejemplo de entrega incondicional, te pedimos que como ella en nosotros se avive el deseo de siempre escuchar tu voluntad y ponerla en marcha, para que podamos merecer la vida eterna. Oremos al Señor.
Oración conclusiva
Padre misericordioso, que,
en la Asunción de la Bienaventurada Virgen María,
nos ha dado un precioso anticipo de nuestra resurrección,
que se fundamenta en la resurrección de Cristo,
te suplicamos escuches estas suplicas,
que te presentamos con fe y esperanza.
Por Cristo nuestro Señor.
R. Amén.

Hágase en mí según tu Palabra (Lc 1, 38)
Mié 24 Mayo 2023

Abejas, biodiversidad y polinización
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Mié 10 Mayo 2023
Le pediré al Padre que les dé otro Paráclito
SEXTO DOMINGO DE PASCUA Mayo 14 de 2023 Primera Lectura: Hechos de los Apóstoles 8,5-8.14-17 Salmo: 66(65),1-3a.4-5.6-7a.16y20 (R. 1) Segunda Lectura: 1Pedro 3,15-18 / Evangelio: Juan 14,15-21 I. Orientaciones para la Predicación Introducción En este sexto domingo de Pascua la Iglesia nos invita a tomar consciencia de que cada bautizado es un testigo del Señor, un anunciador de su Palabra, así como lo explica la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles sobre Felipe, quien por su predicación y testimonio de fe en Jesucristo Resucitado provoca la conversión de muchos samaritanos. A su vez, es importante comprender que no puede ser una fe aislada del resto de la comunidad. Los apóstoles Pedro y Juan van a Samaría a confirmar en la fe a quienes han abierto el corazón a la acción del Espíritu de nuestro Señor Jesucristo en su vida personal y comunitaria. Nuestra sociedad contemporánea está en una búsqueda incesante de respuestas al sentido de la vida, en medio de muchas confusiones, incertidumbres y angustias. Hoy la Iglesia, en la primera carta de Pedro en la segunda lectura nos pide “estar siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que les pide dar razón de su Esperanza”. La misión de la Iglesia, de cada bautizado, es dar razón de su Esperanza en medio de una sociedad perdida en la desesperanza. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El texto que nos propone la liturgia de este Domingo como primera lectura, se centra en la figura y el ministerio del diácono Felipe; teniendo como preámbulo la dispersión de los cristianos tras la muerte del diácono Esteban (ver Hch. 8, 4-40). Muchos pensaban que la persecución iba a terminar con la evangelización, pero sucedió todo lo contrario, la potencializó. Los que fueron esparcidos por la persecución, se ocuparon de predicar el evangelio por donde iban; tanto es así que algunos iban a sitios tan distantes como Chipre, Fenicia y Antioquía. Este fue el caso del diácono Felipe, que elegido como uno de los hombres espirituales para el arte de servir (diakonein), el Espíritu Santo lo dotó de dones especiales para evangelizar, inaugurando su tarea apostólica por Samaría. ¿Por qué Samaria? Los samaritanos eran descendientes de los judíos, los cuales se habían mezclado con paganos (asirios), y al sentirse excluidos por los judíos, construyen un templo paralelo al de Jerusalén, por esta razón eran considerados como herejes. Los samaritanos compartían con los judíos la esperanza mesiánica (Cfr. Jn. 4,25), es por eso que cuando Felipe les anuncia a Cristo, su persona y su obra, acogieron el mensaje con mucho interés y tenían un deseo íntimo de comprender todo aquello que les anunciaba. Es interesante ver cómo la predicación iba acompañada por signos (milagros) conforme a la promesa del Señor (Cfr. Mc. 16,17-18), por ese motivo, al producirse tales signos, la gente se llenó de gozo (la alegría es fruto del Espíritu). Para unificar lo que el egoísmo y el pecado había dividido, era necesario que el Espíritu Santo obrara de la misma manera que en Pentecostés: “Pedro y Juan, bajaron y rezaron para que recibieran el Espíritu Santo”, para que se derribasen las paredes de separación y así concluyesen todas las diferencias raciales, sociales y religiosas. La unidad de la Iglesia debía ser preservada; no podía haber una iglesia en Jerusalén y otra rival en Samaría. La Iglesia es una, y las distintas iglesias son manifestaciones locales de la única Iglesia de Cristo. El Salmo 65, es un himno de alabanza por las obras que Dios realiza en beneficio de todos los pueblos, porque inclusive, los que no pertenecen a la comunidad escogida por Dios, reciben de Él una vocación: están llamados a conocer el “camino” revelado a Israel, el cual, abarca un inmenso horizonte hasta alcanzar a todos los pueblos de la tierra. Seguimos con la lectura de la primera carta del Apóstol Pedro, pero no olvidemos que el texto es mucho más práctico que doctrinal, de forma que las exhortaciones y las directrices de la vida cristiana ocupan un lugar mucho más central que las fundamentaciones doctrinales que les acompañan. Incluso los verbos que acompañan marcan el carácter exhortativo, con imperativos: Glorifiquen, estén siempre prontos, etc. Hay que notar también que, entre las razones aducidas para fundamentar las exhortaciones, la referencia a Cristo como autor y modelo de la salvación, tiene una clara preeminencia. Además, el texto nos presenta, cómo el apóstol, impera a llevar una vida ejemplar en un ambiente pagano, desarrollando a su vez, una serie de actitudes frente a las adversidades y contrariedades. El texto evangélico es una continuación del capítulo de 14, que venimos leyendo desde el domingo pasado. A partir del versículo 15, cambia la perspectiva del diálogo que Jesús traía con sus discípulos, ahora el tema de conversación, ya no es sobre su ida inminente, sino sobre una nueva venida. La ida clave en el texto es “Venir”. Según parece, se trata de varios tipos de venida, por un lado, habla de la venida de “otro paráclito”, de una venida junto con el Padre para hacer morada en sus discípulos y de una venida que sucederá “prontamente”-tras la Pascua (Resucitado). El Señor pone por otro lado una condición, invita a los discípulos a amarlo y a guardar sus mandamientos (vs. 15 y 21). Esto rememora un aspecto que es la raíz de la espiritualidad veterotestamentaria: la alianza (ver Ex.20,6 y Dt. 5,10), donde YHWH promete su fidelidad y su bendición a aquellos que lo aman y cumplen sus mandamientos. Por tanto, los versículos 16 y 17, se unen directamente al v.15, y contienen una promesa para los discípulos si aman a Jesús y guardan sus mandamientos; pedirá el Espíritu-Paráclito (Don divino que asistirá a los discípulos en lugar de Jesús) desde el Padre para ellos (ver Ez.36, 26). Por último, en los vs. 19-21, el Señor introduce una diferencia entre el “mundo” y los discípulos, el mundo no lo verá más, y los discípulos sí que lo verán; por tanto, tiene que tratarse de una forma de percepción por la fe, a lo que hace referencia a la promesa de “seguir viviendo”; esto es, que los discípulos en el futuro “vivirán” después de Pascua, para tener parte en la “vida” con Jesús. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Después de compartir con Cristo Resucitado durante estos domingos de Pascua, llega el momento de las despedidas, y para entender el sentido de estos discursos no olvidemos que las palabras de Cristo son “verdaderas”, por tanto, no se trata solo de tranquilizar las inquietudes de los discípulos con palabras “vacías”, sino de animarlos con promesas ciertas. Tales promesas expresan su fidelidad, Él seguirá “al lado” o “junto a”, como expresa el término “paráclito”, pero, aunque se pueda tratar de un elemento externo, por eso precisa que enviará “otro paráclito”, que hará posible la continuación de la obra mesiánica. Recordemos las palabras del apóstol Pedro, que señala de cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. (Hch.10, 38) Así como en Cristo obraba con fuerza el Espíritu Santo, de la misma manera obrará en la persona del discípulo-misionero. Por eso se trata de una promesa que lleva al compromiso, a la tarea, porque la intimidad de la Iglesia con Jesús, se configura como comunión misionera. En la actualidad, el papa Francisco, nos impulsa con sus palabras y escritos, a vivir en esta dinámica de comunión-misión. Estar unidos a Cristo hace posible la pasión en la misión: “allí está el manantial de la acción evangelizadora. Porque si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la vida ¿Cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros? (E.G 8). No podemos permitir que ni las dificultades o los malos momentos, frustren este dinamismo renovador, recordemos las palabras del apóstol Pablo: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución hambre, desnudez, peligro, espada? Como dice el texto: Por tu causa somos entregados continuamente a la muerte, nos tratan como a ovejas destinadas al matadero. En todas esas circunstancias salimos más vencedores gracias al que nos amó” (Rom. 8, 35-37). En eso la primitiva comunidad cristiana es modelo paradigmático para una Iglesia que corre el riesgo de ensimismarse, de quejarse, de vivir de añoranzas, en definitiva, de caer en pastorales de conservación o simple solipsismos; veamos que el Evangelio y las adversidades, deben impulsarnos a discernir cuál será el camino que el Señor nos pide, porque todos estamos capacitados por el bautismo y llamados a aceptar esta llamada: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio. Finalmente, enfaticemos, en un par de ideas, qué nos ayudaran a examinar nuestra “consciencia pastoral”. El Evangelio que anunciamos, tiene una potencialidad y una liberalidad propias, que rompen nuestros horizontes y planes pastorales, porque al dejarnos impulsar por el Espíritu Santo, nos puede llevar a sorprendernos de cómo nuestra gente acepta el mensaje con docilidad, ya que es un mensaje que libera, sana y reconforta, provocando alegría en sus corazones: “la alegría del evangelio es para todos, y no puede excluir a nadie” (EG. 23). La otra idea es, evitar cualquier sentimiento de inferioridad, porque al no valorar el contenido del mensaje salvador, podemos pensar que es inapropiado o anticuado: “Estén siempre dispuestos a defenderse si alguien les pide explicaciones de su esperanza”. El Evangelio es siempre nuevo y joven. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? - Le pido al Señor me conceda la gracia del celo apostólico para anunciar su Palabra en el ambiente y lugar donde vivo, desde mi familia y mi vecindario y, aún más allá, con el apoyo de mi parroquia, con el ejemplo del diácono Felipe narrado en los Hechos de los Apóstoles. - Asumir la comunión apostólica como un elemento clave de nuestra fe cristiana en la tradición católica. No es posible una vivencia auténtica del Evangelio de Jesús Resucitado si no es confirmada por los apóstoles, siguiendo el testimonio nos narra hoy el libro de los Hecho. - Suplicamos al Señor que nos dé una actitud permanente de apertura a la acción del Espíritu Santo, que nos lleva a vivir en la Verdad, a experimentar el amor del Padre y a vivir permanentemente en Él. _______________________ Recomendaciones prácticas: • Día de la Madre: programar en la parroquia una eucaristía por las madres fallecidas y otra por las madres vivas. • Día del educador (15 de mayo): tener en cuenta a los profesores en las intenciones de la Misa de este Domingo. • El 19 de mayo comienza la novena de preparación para la Solemnidad de Pentecostés. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Bienvenidos hermanos y hermanas a esta celebración en este domingo VI del tiempo Pascual. Hoy la Palabra de Dios nos está invitando a dar “razones de nuestra Esperanza. Cuando vivimos en una sociedad marcada por el desaliento, el desamor y la desilusión es cuando la Iglesia y cada uno de nosotros, como testigos del Señor Resucitado, debemos dar razones suficientes de nuestra Esperanza, no solo en una vida perdurable después de esta vida temporal, sino también para la construcción de una sociedad más justa, más humana, donde la vivencia del amor no sea una utopía sino una realidad en nuestro vivir cotidiano. Los invito para que nos dejemos confirmar en la fe, viviendo la SINODALIDAD como nos lo propone hoy la Iglesia, donde todos tenemos una responsabilidad y el ejercicio de un ministerio, de una vocación específica, como testigos del Señor Resucitado. Monición a la Liturgia de la Palabra Felipe predica en Samaría, una región separada del resto de los judíos. Por la predicación de Felipe y su profunda experiencia de fe en Jesucristo viene la conversión de muchos samaritanos. La iniciación cristiana a través de Felipe la completan los apóstoles Pedro y Juan, quienes los confirman en la fe. En la segunda lectura el apóstol Pedro nos está invitando a vivir una fe que supere la costumbre o una obligación moral, que sea capaz de dar razón de su Esperanza a muchos que viven una vida sin sentido y sin ninguna esperanza. Es asumiendo el Espíritu de Jesucristo Resucitado, enviado por el Padre, como realmente es posible vivir en el amor de Dios: “El que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a Él”. Escuchemos: Oración Universal o de los Fieles Presidente: Elevemos nuestras suplicas a nuestro buen Padre Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo quien vive plenamente en Él, para que nos de la Gracia de vivir fielmente en su Hijo, y digámosle: R. Te rogamos, óyenos. 1. Por el Papa Francisco, los obispos, sacerdotes para que el Señor les conceda un “celo ardiente hasta el sacrificio” en su ministerio de anunciar el Evangelio de Jesucristo a todas las naciones. Roguemos al Señor 2. Por todos los consagrados, religiosos y religiosas y laicos comprometidos en el anuncio del Evangelio para que no se dejen dominar de la corriente del mundo y sean testigos de la auténtica Esperanza que nos permite vivir plenamente como hijos a hijas de Dios. Roguemos al Señor 3. Por los líderes de nuestra comunidad local y de la sociedad en general, políticos, educadores, administradores públicos para que se dejen guiar por el Espíritu de la Verdad y así sean testigos en su vida cotidiana, en su ambiente y en su trabajo de Jesucristo Resucitado. Roguemos al Señor. 4. Por los misioneros y misioneras que viven en regiones lejanas a sus tierras de origen abriendo caminos al Evangelio para que el Señor los fortalezca en su fe, asuman con amor las dificultades y persecuciones y puedan dar razón de su Esperanza a quienes reciben la predicación del Evangelio en sus lugares de misión. Roguemos al Señor. 5. Por todos nosotros para que, al dejarnos confirmar en la fe por nuestra Iglesia apostólica, en camino de Sinodalidad, podamos ser testigos en el Espíritu de Jesucristo Resucitado, en nuestro propio hogar, en nuestro trabajo y en la vida cotidiana. Roguemos al Señor. Oración conclusiva Padre de Bondad que nos envías el Espíritu de tu Hijo Jesucristo y nos llevas a la comunión fraterna en nuestra vida ordinaria y al compromiso de servir con amor a nuestros hermanos y hermanas más vulnerables de nuestra sociedad, muéstranos tu misericordia y concédenos vivir siempre contigo, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. R. Amén.

Jue 4 Mayo 2023
Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida
QUINTO DOMINGO DE PASCUA Mayo 7 de 2023 Primera Lectura: Hechos de los Apóstoles 6,1-7 Salmo: 33(32),1-2.4-5.18-19 (R. cf. 22) Segunda Lectura: 1Pedro 2,4-9 Evangelio: Juan 14,1-12. I. Orientaciones para la Predicación Introducción “Eligieron a siete hombres de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría”. (Hch 6, 1-7): La primera lectura nos narra la institución por los Apóstoles de “los Siete”, que es el segundo grupo definido de discípulos (el primero está formado por “los doce”), al que se le encomienda un ministerio en la Iglesia. Lucas emplea la palabra “Diaconía” (asistencia, servicio, ministerio), para hacer referencia explícita a estos hombres de buena fama y llenos de Espíritu y Sabiduría. El nombramiento de” diáconos” acaba en un aumento de fieles y sacerdotes conversos a la fe. “La piedra que rechazaron los constructores, está ha llegado a ser la piedra angular” (1P 2,7): Todo el pasaje gira en torno a la imagen de la edificación. El Bautismo hace al cristiano miembro del edificio espiritual de la Iglesia, cuya piedra clave es Cristo. Los cristianos piedras vivas, han de estar unidos a Él por la fe y por la gracia, para construir sólidamente el templo donde se ofrezcan “sacrificios espirituales, agradables a Dios” (1P 2,5). Cuanta más íntima sea la unión con Jesucristo, más sólida resultará la edificación. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6): Al parecer, el anuncio de las negaciones de Pedro ha entristecido a los discípulos. Jesús los anima diciendo que se marcha para prepararles una morada en los cielos, pues, a pesar de sus miserias y claudicaciones, finalmente perseverarán. La muerte de Jesús va a ser el tránsito hacia el Padre, con quien es uno por ser Dios (Jn 14, 10). Los Apóstoles no entendían con profundidad lo que Jesús les estaba enseñando; de ahí la pregunta de Tomás: Señor no sabemos adónde vas, ¿cómo podremos saber el camino? (Jn 14,5). El Señor explica que Él es el camino hacia el Padre. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Las palabras de Jesús al responder: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6), van más allá de la pregunta de Tomás. Ser la Verdad y la Vida es lo propio del Hijo de Dios hecho hombre, del que San Juan dice en el prólogo a su Evangelio que está “lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,14). Él es la Verdad porque con su venida al mundo se muestra la fidelidad de Dios a sus promesas, y porque enseña quien es verdaderamente Dios y cómo la auténtica adoración ha de ser en “espíritu y verdad” (Jn 4,23). Él es la vida por tener desde toda la eternidad la vida divina junto al Padre, y porque nos hace, mediante la gracia, partícipes de esa vida divina. Por todo ello dice el Evangelio: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien Tú has enviado” (Jn 17,3). Todo hombre alcanza a comprender la Verdad y la Vida; pero no todos encuentran el Camino. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Hoy nos podemos detenernos un instante a meditar en la acción que el Espíritu Santo realiza en la guía de la Iglesia y de cada uno de nosotros a la Verdad. Jesús mismo dice a sus discípulos: el Espíritu Santo "les guiará en toda la verdad", siendo él mismo "el Espíritu de la Verdad". Vivimos en una época en la que se es más bien escéptico con respecto a la verdad. Benedicto XVI ha hablado muchas veces de relativismo, es decir, la tendencia a creer que no hay nada definitivo, y a pensar que la verdad está dada por el consenso general o por lo que nosotros queremos. Surge la pregunta: ¿existe realmente "la" verdad? ¿Qué es "la" verdad? ¿Podemos conocerla? ¿Podemos encontrarla? Aquí me viene a la memoria la pregunta del procurador romano Poncio Pilato cuando Jesús le revela el sentido profundo de su misión: "¿Qué es la verdad?". Pilato no llega a entender que "la" Verdad está frente a él, no es capaz de ver en Jesús el rostro de la verdad, que es el rostro de Dios. Y, sin embargo, Jesús es esto: la Verdad, la cual, en la plenitud de los tiempos, "se hizo carne", que vino entre nosotros para que la conociéramos. La verdad no se aferra como una cosa, la verdad se encuentra. No es una posesión, es un encuentro con una Persona. (S.S. Francisco, catequesis del 15 de mayo de 2013) Comunicar el amor misericordioso del Señor. ¡Esta es nuestra misión! También a nosotros nos han dado la “lengua” del Evangelio y el “fuego” del Espíritu Santo, porque mientras anunciamos a Cristo resucitado, vivo y presente en medio de nosotros, calentamos el corazón de los pueblos acercándoles a Él, camino, verdad y vida. (Homilía de S.S. Francisco, 24 de mayo de 2015). 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Quien dice: “te seguiré” compromete su vida presente y futura. Es un “sí” que compromete radicalmente la libertad del discípulo a entregarse a Jesucristo, Camino, Verdad y Vida. Te seguiré quiere decir estar dispuestos a “identificarse” con el Maestro, querer llegar a tener la misma “identidad” de Jesucristo. También para nosotros, el seguimiento de Jesús, como discípulos suyos, miembros de la misma Iglesia, supone comprometer nuestra vida y aprender de la vida de Jesucristo Camino, Verdad y Vida. Sencillamente no podemos seguir “cualquier camino”, ni debemos temer a la verdad, ni aferrarnos a nuestro modo de concebir la “vida”. ¿Qué significa para un discípulo creer en Jesús Camino, Verdad y Vida? Camino: abrirse a su misterio de salvación para que seamos hijos suyos y hermanos unos de otros; Verdad: renunciar a nuestras mentiras y propias ambiciones; Vida: abrazar su plan de amor y entregarnos para que otros «tengan vida en Él». En el proceso de identificación con el Maestro, la Eucaristía y la oración ocupan un lugar central, es la gran transformación que realiza desde el interior que tiene su reflejo en el exterior, por tanto, es la invitación que nos hace el Señor desde la Palabra el día de hoy, es acercarnos constantemente a Él. _______________________ Recomendaciones prácticas: • No se necesitan, pues grandes discursos sobre el cristianismo, sino hombres y mujeres “que sepan hacer estas pequeñas cosas por Jesús, por el Padre”. Las obras de misericordia “son la continuidad de este amor, que se empequeñece, llega a nosotros, y nosotros lo llevamos adelante” (Papa Francisco). No olvidar motivar el mes de mayo como mes de la virgen y mes de la familia. • Jornada Nacional de la Infancia Misionera II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Queridos hermanos: Este caminar del discipulado nos ha ido entregando las características de una vida marcada por el encuentro personal y comunitario con Jesucristo. En este día se nos invita a tomar conciencia alegre y confiada en Jesucristo Camino, Verdad y Vida. Dispongámonos, pues, a celebrar la eucaristía, abriendo nuestro corazón a la acción transformadora del Espíritu Santo. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios que escucharemos en este Quinto domingo de Pascua nos presenta la comunidad cristiana como un cuerpo vivo, que se organiza, que vive la sinodalidad. Sus miembros van asumiendo diversas responsabilidades; como un pueblo sacerdotal, cuyos miembros son piedras vivas del edificio eclesial, que tiene como columna principal a Cristo Resucitado y como un grupo unido que camina hacia Dios al ritmo de la historia bajo la guía de Cristo que es el Camino, la Verdad y la Vida. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Padre Santo, Te dirigimos nuestras súplicas llenas de confianza en tu amor paternal, para que hagas de nuestra vida un reflejo y un anuncio de Tu amor entre los hombres, diciendo: R. Escucha, Señor, nuestra oración. 1. Por el Santo Padre Francisco y todos los responsables de las comunidades cristianas para que el anuncio del Evangelio se convierta en su testimonio vivo y concreto de vida. 2. Para que todos los cristianos, en especial los gobernantes de las naciones descubran la necesidad de responder a Dios que nos invita a entrar en comunión con Él. 3. Para que todos los hombres que sufren sepamos aceptar tu presencia que nos llena de alegría y nos hace hombres libres. 4. Por todos nosotros, para que nos esforcemos día a día por crear una comunidad que vive la sinodalidad en la que se revela nuestra condición de hijos de Dios. Oración conclusiva Recibe, Padre, nuestras súplicas, por mediación de Jesús, Tu hijo y nuestro hermano, y concédenos la fuerza de Tú Espíritu para que pongamos por obra cuanto te pedimos. Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.

Jue 27 Abr 2023
El Pastor auténtico da la vida por sus ovejas
CUARTO DOMINGO DE PASCUA Abril 30 de 2023 Primera Lectura: Hechos de los Apóstoles 2, 14a.36-41 Salmo: 23(22),1-3a. 3b-4.5.6 (R. 1) Segunda Lectura: 1Pedro 2, 20b-25 Evangelio: Juan 10,1-10 I. Orientaciones para la Predicación Introducción “Recibiréis el don del Espíritu Santo”. (Hch 2, 38): El Bautismo que prescribe el Apóstol no es como el del Bautista, sino que incluye el don del Espíritu Santo. Este texto hace referencia directa de cómo Dios habla al corazón del hombre en el lenguaje profético de las promesas, el Espíritu del Señor renovará el corazón de los hombres, y de esta manera, adquirimos la condición de cristianos. “Pastor y guardián de las almas” (1P 2,25): La buena conducta implica respetar la armonía doméstica. En el caso de los criados incluye soportar con paciencia penas injustas, mirándonos en el ejemplo de Jesús. En Cristo se han cumplido las profecías del Siervo doliente (Is 52,13-53,12). Por grandes que sean los sufrimientos que los cristianos padezcamos, nunca serán tantos ni tan injustos como los del Señor. Además, la imagen de pastor y guardián, nos recuerdan las profecías mesiánicas sobre el siervo doliente contienen la imagen del rebaño descarriado y disperso (Is 53,6), al que alude Jesucristo al desarrollar la alegoría del Buen Pastor (Jn 10, 11-16). “Jesús, el Buen Pastor” (Jn 10,1-10): San Juan muestra en este pasaje cómo los hombres podemos llegar a la salvación por la fe en Cristo y por medio de su gracia. Jesús es la puerta por la que se entra a la vida eterna, el Buen Pastor que nos conduce y ha dado su vida por nosotros. Con las imágenes del pastor, las ovejas y el redil, se evoca un tema preferido de la predicación profética en el Antiguo Testamento: el pueblo elegido es el rebaño y el Señor su Pastor (Sal 23). Los profetas especialmente Jeremías y Ezequiel (Jr 23,1-6; Ez 34, 1-31), ante la infidelidad de los reyes y sacerdotes, a quienes también se aplicaba el nombre de pastores, prometen unos pastores nuevos. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Jesús se presenta como el Buen Pastor que cuida de sus ovejas. Se cumplen, por tanto, en Él las antiguas profecías. El arte cristiano se inspiró muy pronto en esta figura entrañable del Buen Pastor y dejó así representado el amor de Cristo por cada uno de nosotros. Para comprender mejor las palabras de Jesús, conviene recordar que en aquellos tiempos era costumbre reunir al oscurecer varios rebaños en un mismo recinto. Allí permanecían toda la noche bajo la custodia de un guarda. Al amanecer, cada pastor llegaba, le abría el guarda, y llamaba a las ovejas, que se incorporaban y salían del aprisco tras él: les hacía oír frecuentemente su voz para que no se perdieran, y caminaba delante para conducirlas a los pastos. El Señor hace uso de esta imagen, tan familiar a los oyentes, para hacerles una advertencia importante: ante voces extrañas, es necesario reconocer la voz de Cristo y seguirle, para encontrar el alimento abundante de nuestras almas. Las palabras de Jesús tienen especial significación para quienes ejercen en la Iglesia el oficio de pastores. Con ello quiere estimularlos a la caridad, insinuándoles que nadie puede ser un buen pastor, sino llega a ser una sola cosa con Cristo por la caridad y se convierte en miembro del verdadero Pastor. Además, Cristo se aplica la imagen de la puerta por la que se entra al aprisco de las ovejas que es la Iglesia. Al redil entran los pastores y las ovejas. Tanto unos como otros han de entrar por la puerta, que es Cristo. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Las acciones del Buen Pastor, “escuchan mi voz”, “me siguen”, son acciones que muestran de qué modo debemos corresponder a la actitud dócil y premurosa del Señor. Escuchar y reconocer su voz, de hecho, implica intimidad con Él, que se consolida en la oración, en la escucha de la Palabra, en el encuentro corazón a corazón con el divino Maestro y Pastor de nuestras almas. Esta intimidad refuerza en nosotros el deseo de seguirlo, saliendo del laberinto de recorridos erróneos, abandonando los comportamientos egoístas para encaminarnos sobre caminos nuevos de fraternidad y de entrega de nosotros mismos, a imitación de Él. No olvidemos que Jesús es el único Pastor que nos habla, que nos conoce, que nos da la vida eterna y que nos custodia. Nosotros somos su rebaño y sólo debemos esforzarnos en escuchar su voz, mientras con amor Él escruta la sinceridad de nuestros corazones. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? En este domingo surge espontáneamente recordar a Dios a los Pastores de la Iglesia, y a quienes se están formando para ser Pastores. Los invito por tanto a una especial oración por los obispos, por los párrocos, por las familias, por todos aquellos que tienen responsabilidades en la guía del rebaño de Cristo, para que sean fieles y sabios al llevar a cabo su ministerio. En particular, rezamos por las vocaciones al sacerdocio en esta Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. _______________ Recomendaciones prácticas: • Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones Sacerdotales y religiosas. • El día del Buen Pastor. • Orar por la santificación de los sacerdotes y el aumento de las vocaciones • Leer el mensaje del Papa para la Jornada de oración por las vocaciones. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Como pueblo de Dios, convocados en torno a Jesús Buen Pastor, quien no cesa de atraernos y llamarnos a seguirlo en un camino de santidad, elevemos nuestra acción de gracias por todos los pastores que ha colocado en su Iglesia a lo largo de nuestra vida, para conducirnos hacia el encuentro con El y roguemos que su testimonio y entrega den fruto de nuevas vocaciones al servicio del reino de Dios. Dispongamos nuestro corazón para vivir esta celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra El mensaje de Dios, a través de su Palabra, nos invita a descubrir el llamado que Jesús nos hace a seguirlo como el Pastor y centro de nuestra vida, disipando todo ruido que nos impide escuchar su voz. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hermanos, como un solo rebaño, oremos a nuestro Padre, que por amor nos ha enviado a su Hijo, Buen Pastor, que entregó su vida por nosotros y supliquémosle diciendo: R. Escúchanos, Señor. 1. Por la Santa Iglesia, luz de Cristo en medio del mundo, para que el anuncio del reino de Dios y su entrega a los pobres, trasforme el corazón de los hombres al deseo de Dios y de la vida verdadera. Oremos. 2. Por el Santo Padre Francisco, y todos los Obispos, sacerdotes y diáconos, para que el Señor, que los ha consagrado para trabajar en su viña, los acompañe y sostenga en su labor de enseñar con alegría las verdades de la fe. Oremos. 3. Por todos los religiosos y religiosas, para que su vida consagrada a la pobreza, castidad y obediencia, les dé un nuevo impulso hacia la santidad para una renovada evangelización. Oremos. 4. Por los gobernantes de las naciones, para que iluminados por el Espíritu Santo, promuevan espacios propicios para la reconciliación, la concordia y la libertad religiosa. Oremos. 5. Por todos nosotros, para que fortalecidos por el Espíritu Santo, crezcamos en la fe y experimentemos la alegría de ser discípulos y misioneros de Cristo, luz del mundo y sal de la tierra. Oremos. Oración conclusiva Padre Misericordioso, escucha nuestras súplicas que te hemos dirigido con fe y esperanza, con la confianza que serán escuchadas. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Vie 21 Abr 2023
Jesús se acercó y siguió caminando con ellos
TERCER DOMINGO DE PASCUA Abril 23 de 2023 Primera Lectura: Hechos de los Apóstoles 2,14.22-33 Salmo: 16(15),1-2y5.7-8.9-10.11 (R. 11a) Segunda Lectura: 1Pedro 1,17-21 Evangelio: Lucas 24,13-35 I. Orientaciones para la Predicación Introducción «Señor Jesús, explícanos las Escrituras; haz que arda nuestro corazón mientras nos hablas». Esta es la petición que hace la Iglesia y que brota de la meditación del pasaje del encuentro del Resucitado con los discípulos de Emaús. En este tiempo en el que estamos reflexionando sobre el sentido de la sinodalidad, la Palabra de Dios de este domingo nos muestra que realmente Jesús Resucitado nos acompaña en el camino y nos va explicando su Palabra, mientras que los bautizados vamos caminando juntos en la fe. «Que tu pueblo, oh Dios, se regocije siempre al verse renovado y rejuvenecido». Esta palabra de la oración colecta de este III domingo de Pascua expresan cómo se siente la Iglesia y cómo se sienten los bautizados que andan en sendas de vida nueva pues han participado del misterio de la Resurrección de Cristo. Y es que nos sentimos jóvenes en el espíritu ya que, como dice el apóstol Pedro en la segunda lectura, hemos sido rescatados «no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo». «Dios resucitó a este Jesús y todos nosotros somos testigos». Sigue resonando en el tiempo de la Pascua el anuncio del Kerigma porque es el anuncio que le da razón a nuestra fe pascual. Se trata de un mensaje que debe estar fundamentado en el testimonio porque sólo podrá ser evangelizador quien haya encontrado al Resucitado. Muchos llegarán a creer en la medida que haya testigos auténticos del Misterio Pascual de Cristo. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Gracias a los Hechos de los Apóstoles podemos evidenciar el impresionante cambio que experimentaron en sus vidas los testigos de la resurrección. Además, con el don del Espíritu Santo llega a plenitud su transformación en hombres nuevos. De manera especial este cambio de vida esta atestiguado en el primer discurso del apóstol Pedro, pronunciado con la autoridad propia de quien ha recibido la efusión del Espíritu. Los versículos 22-24 de nuestro texto son prototipo del kerigma apostólico, con unas ideas clave que hay que destacar: Jesús es el hombre «acreditado por Dios»; la cruz formó parte de un sabio designio de Dios, el cual entregó a su Hijo único a los hombres por amor; inclusive, dirigiéndose a los presentes, Pedro afirma que todos son responsables de la muerte de Cristo; sin embargo, Dios lo resucitó. Por otra parte, el Kerigma está respaldado por el testimonio de las Escrituras, las cuales sólo son comprensibles a la luz del Misterio Pascual. Por eso Pedro explica el salmo 15 como una profecía realizada en Cristo, el Mesías de quien se dice que no conocerá la corrupción. Quienes han sido rescatados a precio de la Sangre de Cristo están llamados a tomar en serio su proceder en esta vida. Esta seriedad, según el argumento que nos ofrece el apóstol, se fundamenta en el reconocimiento de Dios como Padre y también como juez. Si tenemos en cuenta de que esta carta de Pedro tiene el carácter de homilía bautismal, podemos recordar que es por el bautismo que nos convertimos en hijos de Dios y recibimos el privilegio de llamar Padre al justo juez de todos los seres. Leyendo este pasaje en su conjunto se percibe que el propósito del autor es hacernos tomar conciencia de lo que significa la sangre de Cristo, es decir, el precio de nuestra salvación. He ahí en esta perícopa una manera de explicar el fundamento de nuestra fe: precisamente el fundamento es el mismo Cristo, quien nos orienta a creer en Dios que lo resucitó y de esta manera a darle sentido nuestra esperanza en la vida eterna. Parecía que todo había terminado en la muerte de Cristo y en el corazón de todos los discípulos sólo quedaba la frustración. Decepcionados porque no había ocurrido la liberación de Israel, dos discípulos deciden alejarse de la Ciudad Santa y emprenden un viaje hacia Emaús. Aunque tienen un destino fijo, estamos ante la representación del viaje de alguien que pareciera que no tuviera rumbo y se siente perdido existencialmente. Sin que ellos lo reconozcan inicialmente, habiendo escapado de las cadenas de la muerte y dispuesto a darnos la vida en abundancia que prometió para todo el que crea en él, Cristo Resucitado sale al encuentro de estos discípulos para llevarlos a reconocerlo, primero con la explicación de las Escrituras y luego con la fracción del Pan. Estamos ante un proceso muy pedagógico de Jesús, que, como buen Maestro, va paso a paso en su catequesis. Primero provoca que el corazón de estos discípulos arda en el camino mientras les explica la Palabra y luego provoca que se les abran los ojos en el momento de la Fracción del Pan para que se den cuenta de que el Señor siempre estuvo caminando con ellos. Y es tan lógico y consecuente todo este camino de Emaús guiado por el resucitado, que todo desemboca en el testimonio sorprendido y alegre de los discípulos, quienes cuentan que han visto al Señor: han llegado a transformarse en testigos de la resurrección. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Según el proceso pedagógico que acabamos de descubrir en el pasaje evangélico de este III domingo de Pascua, tendríamos que preguntarnos si nuestro corazón de verdad arde y se estremece cuando escuchamos la Palabra de Dios. Esto sólo puede pasar cuando descubrimos que la Escritura nos lee a cada uno de nosotros, cuando nos damos cuenta de que ella es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro sendero y cuando todas las cosas que acontecen en nuestra vida comienzan a tener sentido a la luz de la Palabra de Dios. Lo más importante es que contamos con la presencia viva de Cristo, resucitado de entre los muertos, el único que nos puede explicar verdaderamente las Escrituras ya que Él mismo es quien le da sentido a todo lo consignado en el texto sagrado. Luego de comprender las Escrituras, explicadas por Cristo Resucitado, el siguiente paso que debemos dar es el de reconocerlo en la fracción del Pan, en la Eucaristía. Necesitamos que el Resucitado nos cure la ceguera provocada por el horror de la cruz, haciéndonos capaces de “ver” al Resucitado, de creer en la Resurrección (cf. Papa Francisco, Carta sobre la formación litúrgica del Pueblo de Dios, núm. 7). De aquí se desprende que no podemos permitir que se nos pase una celebración de la Eucaristía sin que nosotros reconozcamos al Resucitado presente en el sacramento de su Cuerpo entregado y su Sangre derramada. En ese sentido, recientemente el Papa Francisco nos ha recordado que la liturgia es el lugar privilegiado de encuentro con Cristo. Así lo explica: «En la Eucaristía y en todos los Sacramentos se nos garantiza la posibilidad de encontrarnos con el Señor Jesús y de ser alcanzados por el poder de su Pascua. El poder salvífico del sacrificio de Jesús, de cada una de sus palabras, de cada uno de sus gestos, mirada, sentimiento, nos alcanza en la celebración de los Sacramentos. […] El Señor Jesús que, inmolado, ya no vuelve a morir; y sacrificado, vive para siempre (Prefacio III de Pascua), continúa perdonándonos, curándonos y salvándonos con el poder de los Sacramentos. A través de la encarnación, es el modo concreto por el que nos ama; es el modo con el que sacia esa sed de nosotros que ha declarado en la cruz» (DD 11). 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La mejor súplica que podemos hacer está en el mismo Evangelio: «Quédate con nosotros, Señor». Por eso, qué mejor que tomar estas Palabras orantes del Papa San Juan Pablo II para contemplar el misterio de la presencia del Resucitado que nunca nos deja solos, habiéndose quedado en las Escrituras y en la Eucaristía: «Como los dos discípulos del Evangelio, te imploramos, Señor Jesús, ¡quédate con nosotros! Tú, divino Caminante, experto de nuestras calzadas y conocedor de nuestro corazón, no nos dejes prisioneros de las sombras de la noche. Ampáranos en el cansancio, perdona nuestros pecados, orienta nuestros pasos por la vía del bien. Bendice a los niños, a los jóvenes, a los ancianos, a las familias y particularmente a los enfermos. Bendice a los sacerdotes y a las personas consagradas. Bendice a toda la humanidad. En la Eucaristía te has hecho “remedio de inmortalidad”: danos el gusto de una vida plena, que nos ayude a caminar sobre esta tierra como peregrinos seguros y alegres, mirando siempre hacia la meta de la vida sin fin. ¡Quédate con nosotros, Señor! Quédate con nosotros! Amén» (San Juan Pablo II, Homilía en la apertura del año de la Eucaristía, 17 de octubre de 2004). _______________________ Recomendaciones prácticas: Los signos litúrgicos de la Pascua deben seguir resplandeciendo por su belleza y expresividad: el altar iluminado, el cirio pascual, la fuente bautismal, los ornamentos blancos, la música sagrada, etc. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hoy ha resucitado el Señor. Hoy el Señor nos explica las Escrituras y parte para nosotros el Pan en el Sacramento de la Eucaristía. Hoy nosotros como Iglesia, queremos reconocer esta presencia del Resucitado y por eso brota de nuestro corazón la misma súplica de los discípulos de Emaús en el camino: «Quédate con nosotros, Señor». Esta petición se convierte en una oración actual ya que deseamos que el Resucitado no pase de largo por nuestras vidas. Convencidos de que Él permanece en medio de nosotros, vivamos alegres esta celebración eucarística. Monición a la Liturgia de la Palabra Así como sucedió en el camino de Emaús, ahora en la liturgia de la Palabra, Cristo nos ayuda a comprender las Escrituras, por medio de la Iglesia. Dejemos que este mensaje, que nos continúa anunciando el acontecimiento de la resurrección, alegre nuestra vida, de manera que podamos decir: ¡Como ardía nuestro corazón cuando el Señor nos explicaba las Escrituras! Oración Universal o de los Fieles Presidente: Como los discípulos de Emaús, reconociendo que Cristo Resucitado está presente en su Palabra y en la Fracción del Pan, oremos con esperanza por las necesidades del mundo entero y digamos: R. Por la victoria de Cristo, salva, Señor, a tus redimidos. 1. Por la Iglesia: para que la fe de la Pascua la libre de toda servidumbre y la haga más generosa en el servicio. Roguemos al Señor. 2. Por los pueblos todos de la tierra: para que el triunfo de Jesús sobre la muerte apague los odios y restaure la paz. Roguemos al Señor. 3. Por todos los que sufren: para que la gloria del Resucitado cure sus heridas y transforme su dolor en alegría. Roguemos al Señor. 4. Por nuestros hermanos que viven en las periferias, para que, por la caridad, se sientan incluidos y atendidos, y así experimenten la cercanía de Cristo y de la Iglesia. 5. Por nosotros y por todos los cristianos: para que el gozo de esta Pascua renueve nuestra fe y nos haga testigos entusiastas del Evangelio. Roguemos al Señor. Oración conclusiva ¡Oh Dios!, tu amor ha sido más fuerte que el odio y que la muerte. Escucha nuestra súplica filial y haz de nosotros hombres nuevos por la fe en tu Hijo Jesús Resucitado, que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.