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Opinión

Lun 4 Abr 2016

La familia marca la conducta humana

Escrito por: Mons. Froilan Casas Ortiz. No entiendo cómo con alguna frecuencia escucho a los padres de familia sobre el incorrecto comportamiento de sus hijos. Pregunto ¿acaso no son hijos suyos? Usted cosecha lo que siembra. ¿Qué sembró usted en su hijo desde el momento mismo de la concepción? ¡Ah! Ahora, pague las consecuencias. Uno no es hijo del vecino. El ejemplo entra por casa, ¿qué formó en sus hijos? La mejor escuela de formación es el ejemplo. Si usted ha sido tramposo en los negocios, en su trabajo, ¿qué vieron sus hijos? Si usted maltrató a su cónyuge, ¿qué será de sus hijos? Si usted evadía los impuestos haciendo trampas o buscando privilegios y excepciones, ¿Qué pedirán sus hijos mañana? Si usted conduce embriagado, parquea en sitios prohibidos, no respeta las señales de tránsito, ¿qué harán sus hijos mañana? Si usted es tan desordenado en su pequeña o grande economía, en donde le debe a cada santo una vela, en donde gana diez y gasta quince, ¿qué harán sus hijos mañana? No les enseñe a sus hijos qué pueden comprar con el dinero, enséñeles qué no pueden comprar con el dinero. Si usted es alcahueta de sus hijos, cubriéndolos para que el médico les dé la incapacidad para justificar la no asistencia escolar, cuando en realidad se fueron a un paseo que usted organizó en pleno período académico, ¿sus hijos dirán la verdad mañana? A usted mismo lo engañarán. La sabiduría popular nos ofrece sendos mensajes al respecto: de tal palo, tal astilla; hijo de tigre, sale pintado; de tales padres, tales hijos. En el Altiplano Cundiboyacense se utiliza un refrán muy significativo, aplicado especialmente a las mujeres: las ovejas por la lana y las hijas por la mama. Permítanme contarles esta historia familiar del Gran Gandhi: un día Gandhi le pidió a su hijo que llevara el auto al taller de mecánica automotriz, pues tenía una pequeña avería. Habiéndolo llevado hacia las nueve de la mañana, esperó que su hijo se lo trajera antes de la cinco de la tarde, -era un taller conocido por su responsabilidad, cumplimiento y honestidad-. El famoso abogado indio esperaba el automóvil a la hora acordada, esperó hasta la seis de la tarde. Ante la tardanza, telefoneó al taller para enterarse de lo ocurrido. Del taller le respondieron que el vehículo había sido entregado a las once y media de la mañana. El Señor Gandhi decidió irse a su hogar, como era su costumbre después del trabajo del día. Se puso muy preocupado por el temor que le hubiese sucedido algo grave a su hijo. Cuando el hijo regresó a casa hacia las siete de la noche, le preguntó el padre qué había pasado. El hijo le respondió que le habían entregado el auto reparado a las seis de la tarde y por eso no le había podido cumplir el compromiso adquirido. El padre abrazó a su hijo y comenzó a llorar diciéndole: -¡Hijo mío dime cuándo te enseñé mentir, si eso ha ocurrido te pido perdón!-. El hijo comprendió perfectamente el mensaje, se arrodilló y le pidió perdón a su padre. Ante el ejemplo no hay argumentos o palabras que valgan. + Mons. Froilan Casas Ortiz Obispo de la diócesis de Neiva

Mié 30 Mar 2016

Paz con “S” de pascua

¿Será cierto aquello de que “en Colombia todos queremos la paz..! ¡Quién no la va a querer!”? O ¿Será uno de esos auto-engaños a que nos acostumbran y nos acostumbramos para que cada quien siga con lo suyo y nunca nos comprometamos a participar de lleno en lo que tiene que ver con todos? Al convocar al pueblo cristiano y a quienes han estado alejados del encuentro espiritual y eclesial con Jesucristo, especialmente en estos DIAS SANTOS que muchos dedican a otros fines, pongo de presente la necesidad de tomar una decisión histórica, personal y comunitaria, social y política, que es la de la responsabilidad moral de cada persona con su País, con el sentido de Nación, más allá de cualquier diferencia. Es una oportunidad para el acercamiento entre quienes estamos distanciados de diversas maneras. Es una oportunidad para la escucha y para expresar a través de la palabra y no de la mera pasión, los derechos que hemos negado o nos han negado, los deberes que hemos incumplido, las ofensas que nos hemos hecho, los daños que tenemos que reparar, las heridas que necesitamos sanar y cicatrizar, los pasos que podemos dar para escribir una historia distinta. Es una oportunidad para reencontrarnos con la belleza, la dignidad y grandeza de toda vida humana, con la posibilidad del amor como motor interior de la vida personal y social, con el trabajo honrado y constructivo de un futuro mejor, con la familia y la vecindad, con la naturaleza y entorno ambiental que claman por nuestro cuidado común, en fin, con ese “principio esperanza” que es el medio vital para que sobrevivamos y tengamos propósitos con futuro. Hay oportunidades que no se dan todos los días. La paz de Colombia es una de ellas. “No podemos darnos el lujo de fracasar nuevamente en el intento”, nos ha dicho el Papa Francisco, cuando visitó Cuba. La Pascua cristiana, centrada en el “morir ahora y nacer para siempre” con Cristo, celebrando su pasión, muerte y resurrección como un acontecimiento que recrea el ser de cada uno y la historia de todos, es, sin duda alguna, la más cierta manera de vivir la paz que nos da el Resucitado, superando miedos y prevenciones, encierros y violencias, como lo hace al presentar sus estigmas de Crucificado a los dispersos y cobardes discípulos que lo abandonaron. “Les traigo la Paz”, es el grito del Domingo de Pascua. Es la “Paz” con “S” de Pascua. Es la paz que surge de un espíritu humano que se sumerge en la gracia del Resucitado, gracia bautismal de morir al mal y al pecado, a la mentira y al “padre de la mentira”, y se integra a ese tronco de vida nueva que es Cristo Jesús, que es la Iglesia de sus discípulos, de pecadores perdonados, capaces de perdonar y en proceso permanente de conversión y crecimiento (Vigilia Pascual del Sábado Santo). Te invito a ver más allá de tus posiciones estáticas y negativas y a aportar tu oración, tu presencia, tu voluntad de cambio, al pueblo creyente y a la sociedad colombiana. Los invito y convoco a la Semana Santa 2016 en Cali y en cada territorio del País. +Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali.

Dom 27 Mar 2016

La fe no se argumenta

Escrito por: Mons. Froilán Casas Ortiz - No se trata de quitarle la razón a la fe, ¡ni más faltaba! Ya desde los Padres griegos y latinos y, de modo especial, San Anselmo de Canterbury en el siglo XII se ha relacionado recurrentemente la razón y la fe. Cada cultura tiene sus énfasis. La cultura hodierna remarca la experiencia a la doctrina. La fe reducida a una doctrina queda coja y, con frecuencia desfigura a Jesucristo. ¡Cuántos “creyentes” con su mala conducta, han afeado el rostro de Jesús! Esto causa pena y dolor. Así no se hace creíble el Evangelio. Hoy aparecen personas y grupos fanáticos y fundamentalistas que viven interrogando a los cristianos católicos sobre sus creencias. ¡Qué falta de respeto! Qué tal que un cristiano le preguntase y recriminase a un musulmán ¿por qué lee el Corán? Qué tal que un occidental le interrogase a un chino ¿por qué deja arroz en la tumba de sus antepasados? Podría él preguntarle a su vez, ¿por qué deja flores en sus sepulcros? Por favor, la fe no se argumenta, la fe se vive. La cultura postmoderna en la que vivimos, pone el énfasis en lo fáctico, antes que en lo demostrativo. La gente de hoy, antes que razonamientos, quiere hechos de vida. Jesús nos dijo que los demás nos conocerían si lo mostramos a Él, amándonos. Las doctrinas son importantes, pero son más importantes los hechos. Como dice la sabiduría popular: obras son amores y no buenas razones. Un hombre lleno de Dios, pastor calvinista suizo Roger Shütz, fundó la Comunidad de Taizé en el centro de Francia hacia 1940. Es una comunidad ecuménica compuesta por calvinistas, católicos, anglicanos, luteranos y ortodoxos. Shütz argumentaba que ha llegado la hora de la unión de los cristianos. Insistía que la época de las discusiones acerca de quién tenía la verdad, debería superarse por la búsqueda común del camino del amor. Primero amémonos como nos ordenó Jesucristo y luego sí, encontraremos el camino de la verdad en la misma fe. La historia de las luchas entre cristianos debe considerarse como una etapa ya superada. No se entiende cómo en nombre de Jesús haya tanta división, tanto protagonismo. ¿Acaso Cristo está dividido? Es un escándalo para los no cristianos que aquellos que se llaman cristianos presenten una batalla sin cuartel. ¿Cómo es posible que en nombre de Jesús se persiga a otros cristianos? A Jesús se debe presentar por atracción, no por proselitismo. En el mercadeo lo que tiene tanta publicidad es porque el producto no convence por sí solo. A Jesús lo hemos comercializado en grado superlativo. El que lo venda con el mejor papel de regalo tiene “éxito”, ¡Qué tristeza! Ahora el que más hace ruido, más lo impone. Con gritos esquizofrénicos se pretende demostrar que se tiene la razón. La fe no se demuestra, la fe se muestra. Yo creo en el Jesús que usted presenta si usted tiene coherencia de vida. Yo no creo en predicadores cuya vida está muy lejos del Evangelio, -claro que el único perfecto es Jesucristo, los demás todos somos pecadores-. Pero ¡Cuidado! No nos busquemos esa excusa para justificar nuestro pecado, no sea que lleguemos al descaro de afirmar que quien reza y peca, empata. ¡Qué cinismo! + Froilán Casas Ortíz Obispo de Neiva

Jue 24 Mar 2016

La ternura

Por: Mons. Gonzalo Restrepo - Tal vez la ternura es la que nos hace falta en el mundo de hoy. Nos falta cariño. El mundo de hoy, con todos sus afanes y sus preocupaciones, nos ha condenado a la soledad. Se nos ha negado la ternura y el cariño; todo tiene que ser efectividad, productividad y ganancias. La ternura es un sentimiento que permite que la persona se acerque a todos, conduce a la comprensión y al perdón, tiene un sentido maternal y paternal. Ser tierno quiere decir ser detallista, delicado y afable. Pertenecemos a una sociedad en la cual cada uno vive prevenido, se espera lo peor de los demás y estamos siempre a la defensiva. Esto nos impide ser tiernos, es un verdadero obstáculo para manifestar la ternura. Muchas veces se confunde la ternura con la falta de coraje, de fortaleza y de orientación; pero los líderes más grandes de la sociedad, de la cultura y de la política son aquellos capaces de expresar su ternura, de entregarla y de darla. La ternura nace del interior del hombre. Todos los hombres somos tiernos y necesitamos de la ternura. Es cierto que entre nosotros, la mujer es por naturaleza más tierna y delicada. Los hombres tienden a ser más fuertes y racionales, menos expresivos de sus sentimientos. Dejemos que brote la ternura en nuestras relaciones. Con el esposo y la esposa, con los hijos y los amigos, con los padres y los hermanos, con los compañeros de trabajo y con los colegas. Seamos tiernos. Una expresión de ternura conlleva en sí más alivio que muchas horas de diálogo, que muchas reacciones fuertes, que muchos consejos y palabras. La ternura bien manejada llega a ser un alivio y paliativo para las enfermedades físicas. Con la ternura se equilibra nuestro espíritu y equilibrado el espíritu podemos manejar, de una manera más segura, nuestro cuerpo y nuestra materia. La ternura es uno de los sentimientos más bellos del ser humano. Y hasta los animales son tiernos. Y en las plantas también podemos descubrir una especie de ternura. Toda la naturaleza está llena de ternura, de algo que permite la paz, el sosiego y la serenidad. Si queremos cambiar el corazón, renovar nuestros hogares, acercarnos más a los seres queridos, tener mejor ambiente en nuestro trabajo, propiciar unas mejores relaciones sociales, buscar justicia, unidad y paz, permitamos que la ternura brote del fondo de nuestro ser. + Gonzalo Restrepo Restrepo Arzobispo de Manizales

Dom 20 Mar 2016

“Acudid a José”

Por monseñor Libardo Ramírez Gómez: La historia de José, hijo de Jacob (Israel), que llega a Egipto por maldad de sus hermanos, y se convierte, luego en protector de la familia que da origen al antiguo pueblo de Dios, es preanuncio de lo que acontecía mil seiscientos años después con José como Patrono de la Iglesia universal. Que llega a ese mismo país huyendo de la persecución de Herodes, y se dedica por años a ser custodio y protector de la familia sagrada, con la que se inicia la historia del nuevo pueblo de Dios, la Iglesia. La historia del primer José culmina con ser colocado como Gobernador de Egipto con aquella indicación del Faraón: “¡Acudid a José!” La historia de segundo José culmina con ser colocado como Patrono de la Iglesia universal, eficaz intercesor. Se califica San José, “varón justo”, en el Evangelio, (Mt. 1,19) se destaca, así, que es correcto, honesto, humilde, sin reclamo de títulos ni pago se servicios a los planes divinos de ser custodio fiel y sacrificado. Tiene sus dudas pues no tuvo previa advertencia de la “obra del Espíritu Santo” en María, pero, advertido de este hecho en cumplimiento de la profecía de Isaías (7,14), y ante la santidad de María, creyó la explicación dada por el Ángel, y “tomo consigo a su mujer” (Mt. 1,28). Acompaña a María, con amor y dedicación en los hechos de la infancia de Jesús. Ante la amenaza de muerte de Herodes, tomó, de noche al niño y a la madre y se retiro a Egipto. “Muerto Herodes, ante aviso del Ángel, retornó a su tierra, Nazareth” (Mt. 2,19-23). Con piadosa obediencia, a la Ley y costumbres del pueblo de Israel, vemos a José en peregrinación con María y el Niño a Jerusalén, a cuyo retornó acontece la pérdida de éste y su hallazgo en el templo adoctrinando a los maestros, y recibiendo, con María la respuesta de Jesús sobre tener órdenes recibidas de su Padre. Regresados a Nazareth, Jesús, en cuanto hombre, “crecía en sabiduría, en estatura y en gracia (Lc.2,52) y era “súbdito de ellos” (Lc. 2,51). Sale Jesús a predicar hacia sus 30 años y ya no aparece S. José, por lo que se ha deducido que murió antes acompañado de El y de María. El culto a S. José es motivado por su vida presentada por el Espíritu Santo, en las páginas del Evangelio, y se abre paso a través de los siglos. En 1621 Gregorio XV colocó, su festividad el 19 de marzo y, por el Beato Pio IX es exaltado a Patrono de la Iglesia Universal (1870). Recientemente, el Papa, S. Juan Pablo II escribió, la preciosa Exhortación “Carta del Redentor” (15-08-89), en el Centenario de la Encíclica de León XIII “Aunque muchas veces”. Lo coloca, el Papa, en el marco del Evangelio, como “depositario del misterio de Dios”, quien cumple fielmente el servicio de la paternidad” terrena de Jesús. Destacó el Papa la dedicación de S. José al trabajó, ejemplar en él, para sustentar la familia de Nazareth, en ambiente oración, señalando en él “primado de la vida interior”. Al repasar el avance de la devoción a S. José encontramos muchos santos desde S. Ignacio de Antioquia (+107), pasando por S. Juan Crisóstomo (+407), S. Agustín (+430), S. Bernardo (+1153), el Beato Pio IX (+1878), así como los Papas de los últimos años. Especial fue la devoción de Sta. Teresa de Ávila (+1582), quien expresa que hasta “se espanta” de los grandes favores que ha recibido de Dios por medio de S. José. Varias magnificas obras se han hecho sobre el testimonio excelsa y misión de S. José, sobre su eficaz intercesor ante Jesús. De su vida, como “peregrinación de fe”, y de devoción que da aliento a la evangelización, habló S. Juan Pablo II. A San José, “hombre de fe, de esperanza y de amor, que calla, escucha y obedece”, ha sido presentado, en reciente atinada obra, en nuestros días. Más que por mandato, por lo que es y enseñanza, por su poderosa visible intercesión, nos sentimos llamado a “Acudid a José”. + Obispo Emérito de Garzón Email: [email protected]

Vie 18 Mar 2016

Semana de misericordia

Por: Mons. Edgar de Jesús García Gil - Las celebraciones litúrgicas y las devociones populares que durante estos días de semana santa nos ofrece la Iglesia católica están orientadas a vivir muy de cerca el amor misericordioso que Jesús reveló en la entrada a Jerusalén como rey humilde, el domingo de ramos, en la última cena que compartió en la tarde del jueves santo cuando nos dejó la Eucaristía y el Sacerdocio, en el vía crucis que vivió durante el juicio, la pasión y la muerte, el viernes santo y su gloriosa resurrección el sábado en la vigilia pascual. Durante muchos siglos la fe de estos días pascuales se ha expresado a través de la belleza de las artes humanas y por eso grandes compositores han hecho obras maestras en la música sacra, la literatura y el teatro tienen auto sacramentales muy hermosos, el cine nos ha ofrecido interpretaciones geniales sobre Jesús, los escultores han labrado imágenes preciosas, y las mejores tradiciones cristianas del mundo siguen expresando su fe a través de procesiones con todos estos elementos artísticos para manifestar respetuosamente la grandeza de los misterios celebrados alrededor del sacrificio de Jesús. La semana santa nos quiere hacer vivir la verdad de Jesús que por obediencia a Dios Padre se sacrificó por nosotros, entregando su cuerpo y derramando su sangre, en una donación hasta la muerte y muerte de cruz, fruto de su amor misericordioso, para perdonar así nuestros pecados y librarnos de la muerte eterna. Estos días llamados santos pretenden recordarnos que la fe recibida y celebrada alrededor de la muerte y resurrección de Jesús tiene una proyección social para que sea íntegra en nuestro compromiso cristiano. El amor humilde y sacrificado por los demás es la bandera que Jesús enarboló en el estandarte de la cruz. Por lo tanto, los que seguimos a Jesús como discípulos estamos comprometidos a ser artesanos del perdón, la reconciliación y la paz para que Colombia salga definitivamente de este torbellino de violencia que tanto daño nos ha producido. Debemos, como dice el papa Francisco, ir a las periferias de la marginalidad para curar las heridas de los que sufren las injusticias de nuestros pecados. Es urgente no jugar a la corrupción institucional que ha carcomido las bases de la ética sana de nuestra sociedad civil y de su política ciudadana. Apostamos a ser hombres y mujeres justos en el respeto a los derechos y deberes humanos para que las brechas de las injusticias no sigan siendo un grito de reclamo a nuestra fe cristiana. + Edgar de Jesús García Gil Obispo de Palmira

Jue 17 Mar 2016

La misa crismal, epifanía de la iglesia

La Misa Crismal se ubica dentro de la celebración anual de la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. La obra maestra del Espíritu Santo es la persona adorable del Hijo de Dios, hecho Mesías y Pontífice de la Nueva Alianza, el cual ha sido enviado para dar un “alegre mensaje” a toda la familia humana (cf Lc 4,18). El “alegre mensaje” es él mismo, el “consagrado por el Espíritu”; es él, Señor y alegría del universo. Él es el amor del Padre, probado hasta la muerte en una cruz. Del misterio pascual, corazón de toda la historia de salvación, brotan los sacramentos y los sacramentales que significan y realizan la unidad orgánica de toda la vida cristiana. En la Misa Crismal, cada uno de nosotros se acerca a Cristo, “Pastor y guardián de nuestras almas” (1Pe 2,25), con sentimientos de gratitud porque nos ha hecho conformes con él, mediante la unción bautismal y sacerdotal. Nos ha llamado a estar con él, a ser sus amigos y a compartir su amor por el Padre y por la humanidad (Mc 3,14; Jn 15,15). La Misa Crismal debe ser vista, entonces, casi como la epifanía de la Iglesia, cuerpo de Cristo orgánicamente estructurado que, en los diversos ministerios y carismas, expresa, por la gracia del Espíritu, los dones nupciales de Cristo a su esposa peregrina en el mundo. Se trata no sólo de la fiesta de los presbíteros, sino de todo el pueblo sacerdotal. El rito de la bendición de los óleos subraya el misterio de la Iglesia como sacramento global de Cristo, que santifica toda la vida y todas las cosas. Aparece, por tanto, en esta celebración la belleza de la vocación cristiana y sacerdotal como seguimiento de Cristo. Todas las vocaciones en el mundo y en la Iglesia son maravillosas, porque tocan la persona en su más grande profundidad. La vocación no es algo que se añade a la identidad personal; ella revela a cada uno su misterio. La vocación es siempre una gracia y una regeneración continua de la mente y el corazón. Lo que más consuela es saber que cuando el Señor nos ha llamado nos ha elegido como somos y no se arrepiente de la opción que ha hecho (Sal 110,4). La Misa Crismal no se celebra sino en la Catedral y la preside el Obispo para que sea manifestación de la vida y la comunión eclesiales. Allí todos los bautizados sentimos que formamos un “reino sacerdotal” (Ap 1,6), consagrados con la misma consagración del Espíritu que consagró a Cristo; los presbíteros renuevan la alegría y los compromisos de la ordenación; se bendicen el crisma y los óleos, en los que Cristo, sacramento del Padre, ofrece a su Iglesia, que también es sacramento, los dones necesarios para santificarse y llegar a la vida eterna. La Misa Crismal enfatiza, como ninguna otra celebración, la dimensión sacramental y la comunión de la Iglesia. Por eso, no puede haber réplicas ambiguas en las parroquias, debe congregar a todos los presbíteros con delegaciones de las distintas comunidades cristianas y debe tener un eco en cada parroquia cuando recibe los óleos, recién bendecidos, con lo que comprende que la vida sacramental es una porque parte del sucesor de los apóstoles, que ha sido puesto como cabeza en la Iglesia particular. Participemos todos en la Misa Crismal, puerta de entrada al misterio pascual, para tener de nuevo, a través de la entrega de los sacerdotes, de la recepción de los óleos santos y de la comunión eucarística con Cristo, la experiencia de la unción del Espíritu que sana, une, ilumina, conforta, consagra y llena de dones a todo el cuerpo de la Iglesia. Si llegamos a esta experiencia no nos será suficiente la vida para ser en el mundo el buen olor de Cristo (2 Cor 2,15). + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Mar 15 Mar 2016

Con la alegría del Evangelio

Por: Mons. Libardo Ramírez Gómez - “En donde quiera que haya una persona, allí es llamada la Iglesia para llevarle la alegría del Evangelio y entregarle la misericordia y el perdón d Dios”. Así se expresó el Papa Francisco en homilía del 8-12-15, cuando entraba en vigor su memorable legislación para la atención más rápida y materna a las parejas cuyo matrimonio tiene visos de nulidad. En torno al tema fundamental de la familia, tratado con fe y sabiduría en las Asambleas de Sínodos de Obispos de los años 2014 y 2015, el Papa tuvo en cuenta a parejas en esa situación difícil. Manteniendo en firme la enseñanza de la indisolubilidad del matrimonio invita a los Pastores de la Iglesia, si llegan a tener “certeza moral”, declarar la nulidad del matrimonio a través de ponderado y ágil proceso, dando oportunidad a nuevas nupcias con otra pareja, bajo la bendición de Dios en nuevo y bien cimentado matrimonio. Lo importante de las determinaciones pontificias, no es que el Papa haya dado más flexibilidad a la indisolubilidad, ni porque haya hablado de “gratuidad” de los procesos matrimoniales, sino en el apremiante llamado a los Pastores dirigentes de la Iglesia a la conversión a especial preocupación por atender a las parejas católicas que afrontan esa grave emergencia en su vida familiar. Dijo el Papa: “la Iglesia es madre y lleva en su corazón buscar el bien de sus hijos, con espíritu de caridad y de misericordia. Ofrece cercanía desde las estructuras eclesiales, brindándoles acercamiento a la verdad de su pasado conyugal, que, al encontrar en él nulidad, da oportunidad de pasar a nuevas nupcias, para “restablecer, así, una recta conciencia, tutelando el matrimonio mismo y la dignidad de sus personas”. Colocada la Iglesia toda en su realidad de comunidad, se abre, en este caso de atender a las parejas inmersas en problema matrimonial, a ofrecerles sus maternos servicios, colocando la primera responsabilidad en el Obispo de la Diócesis, que es allí juez natural para remediar esas dolencias de sus fieles, tarea relacionada con el matrimonio que es la base de esa entidad, fundamental para la sociedad, la familia. Labor que ha de estar cimentada los pilares de la misericordia y la justicia. Para que llegue este servicio, a todas las parejas, se ha de tener presente el llamado a la “gratuidad”, sobre lo cual se ha precisado que es la comunidad eclesial la que debe proveer a él, teniendo en cuenta la justa y digna remuneración de quienes laboran en los Tribunales. Para atender ese deber de justicia, se han de conseguir recursos a través de distintos medios, con solicitud, en primer término, ha dicho el Papa, a las personas pudientes que soliciten ese proceso, quienes tienen “el deber moral de aportar generosamente”, a los gastos de él, que se preste mismo servicio a parejas sin recursos que necesitan ser atendidas. Se mantiene en la Iglesia la disciplina de no permitir acceder a la Comunión a quienes se han separado de matrimonio ante ella, y viven establemente con otra pareja, pues esta relación es ilícita, y, en sí, pecaminosa. Es disciplina apoyada en fundamentos teológicos, escrituristicos y de tradición. Hay qué salir de esa situación, y, como solución seria y estable, está el estudio de la nulidad o no de su precedente matrimonio, para lo cual se han tomado las solícitas determinaciones cimentadas. Cuando se ha conseguido esa solución, a la búsqueda de la cual se deben hacer los esfuerzos y sacrificios del caso, y se ha logrado, los buenos hijos de la Iglesia experimentan gran alegría, que está bien compartan a quienes han sufrido con ellos por la situación anterior. Qué bien hacer, como el gran Presidente Rafael Núñez, quien enviara a sus amigos y a la comunidad este mensaje: “Rafael Núñez y Soledad Román, participan de la exaltación de su unión marital a la dignidad de Sacramento”. + Libardo Ramírez Gómez Obispo Emérito de Garzón Email: [email protected]