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Opinión

Mié 11 Mayo 2016

"Matrimonio Igualitario"

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - La Corte Constitucional de Colombia, el pasado 28 de abril, autorizó la validez del matrimonio entre personas del mismo sexo. Algunos han proclamado que se trata de un acontecimiento trascendental que cambia la historia. Pero podría verse más como el resultado de una presión ideológica internacional que hace que los partidos políticos, los órganos legislativos y las instituciones judiciales no sean capaces de cuestionar la ideología de género actualmente imperante. Tantos no logran quedarse fuera del guión que establece el “nuevo orden mundial” para poder estar en lo “políticamente correcto”. Todos sabemos que se deben respetar la dignidad y los derechos de las personas homosexuales como los de cualquier otra persona humana. Esto, sin embargo, no exige llamar y autorizar como matrimonio su relación. El pueblo, en su mayoría, lo comprende y por eso se opone. En primer lugar, porque la “naturaleza jurídica” de las instituciones no admite una modificación radical conservando su identidad. Por ejemplo, si la compraventa es el cambio de cosas por dinero, no podemos llamar compraventa el cambio de cosas por cosas; esto ya tiene otra identidad y otro nombre: permuta. Es necesario pensar, además, que la “garantía constitucional” no permite que una realidad a través de nuevas normas sea desnaturalizada y vaciada de su contenido. Si la Constitución ha configurado un modelo de matrimonio basado en el principio heterosexual, son inconstitucionales las normas que lo desvirtúan o tergiversan; en efecto, si se aplica este procedimiento a todo lo establecido, se llega a un verdadero caos jurídico y social, pues se deja sin seguridad y consistencia las instituciones y comportamientos ya consolidados. En el fondo, se llega a la negación del orden jurídico mismo. El matrimonio entre un varón y una mujer, opinan pensadores de gran solvencia, es la única relación biológicamente complementaria; por tanto, la única unión legal que puede conducir de manera natural a la procreación. “El hecho de que haya una vinculación natural entre intimidad sexual y procreación es lo que hace al matrimonio distinto y diferente. Rede¬finir su estructura socavaría esa diferenciación e incurriría en el riesgo de normalizar la instrumentalización tecnológica de la reproducción, incrementando el número de familias en las que existe una confusión de la identidad biológica, social, y familiar” (Declaración de Westminster). La legítima sensibilidad de hoy hacia la igualdad ha venido a decir que el matrimonio heterosexual implica discriminación. Se trata de una afirmación más emotiva que reflexiva; pues rediseñar el matrimonio para homologarlo con las uniones homosexuales es afirmar, desconociendo las características del orden jurídico, que las limitaciones insertas en todo derecho fundamental son discriminatorias. Según eso, sería también discriminatorio prohibir el matrimonio entre padres e hijos o entre menores de determinada edad. No se puede olvidar que el orden jurídico tutela a la persona desde la base de la interpersonalidad y no simplemente desde su individualidad. La lógica y frialdad del razonamiento jurídico pueden contrastar con la corriente emotiva que determina tantas cosas de hoy, pero el bienestar personal y el bien común necesitan que las leyes civiles sean coherentes y sólidas. Heráclito decía: “Es necesario que el pueblo defi¬enda las leyes como los muros de la ciudad”. La tarea legislativa no puede hacerla cualquiera y no puede reducirse a justificar los deseos de los individuos; así se llega a la creación de una sociedad de egoísmos opuestos. Esto ya ha sido pensado y sufrido desde la antigüedad; de ahí la afirmación de Tácito: “Corruptissima república, plurimae leges”: Cuando el Estado se corrompe, las leyes se multiplican. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Lun 9 Mayo 2016

La comunicación

Por Monseñor Fabio Suescún Mutis: La comunicación entre los humanos está al servicio de la convivencia. Es el lazo que establece la comunión entre iguales y pue¬de, mediante el dialogo, superar los conflictos. La comunicación nos permite entrar en rela¬ción con todo lo que nos rodea: el cosmos, los semejantes. Dios. Queremos y necesitamos encontramos con el otro. El contacto físico fortalece la rela¬ción. Vamos al encuentro de los familiares y amigos. El corazón necesita de la presencia de los seres amados. Los medios de transporte fa¬cilitan el deseo de quienes quieren estar juntos pero están lejos. Un abrazo muestra cercanía en el afecto, da apoyo y compañía. Una bofeta¬da es desprecio, castigo, rechazo. El estafeta corría grandes distancias para levar noticias. Las señales de humo y los tam¬bores llevaban mensajes a través de valles y montañas. El hombre ha puesto la tecnología al ser¬vicio de la comunicación humana hasta llegar a la red que nos permite ser ciudadanos del mundo y testigos directos de los acontecimientos. Dos no vive en un mundo solitario. Nos ha creado para compartir con nosotros y, ante el desprecio de la criatura se ha acercado por medio de su hijo Jesús para restablecer los vínculos de amor. Ha establecido su casa entre nosotros, y más allá de la obra creadora, se ha dado a conocer plenamente por medio de su Verba fe Palabra de Dios (Cí Jn 1.148X). De la persona sale la palabra para dar a co¬nocer (as Ideas y tos sentimientos más profun¬dos El lenguaje humano permite el encuentro de dos mundos interiores. Es pobre aquel que no tiene con quién hablar. Para que sea posible la comunicación hay que recorrer un camino de doble vía: transmitir y reatar, hablar y escuchar. La sabiduría dice que “No hay peor sordo que el que no quie¬re escuchar”. Podemos agregar que “No hay peor mudo que el que no quiere hablar”. Quien no puede oír ni puede transmitir lo que siente está fuera de la realidad, se queda encerrado en sí mismo, lo que constituye un dolor, una en¬fermedad, una soledad. Jesús liberó a un sor¬do que apenas podía hablar y lo integró a la vida de su familia y de su sociedad. El poder del Mesías le permitió a aquel pobre hombre abrirse a la alegría de la convivencia (Ct Me 7.31-37). El sordomudo del Evangelio es un hombre-símbolo. Es sordo aquel que no oye nada más que a s mismo. Quien escucha la voz de Dios y contempla sus maravillas puede des¬atar su lengua para cantar alabanzas al Buen Dios. Pero no basta el buen funcionamiento de los sentidos varios obstáculos impiden una buena sintonía con el interlocutor. Nada en¬tiende quien no conoce el idioma de aquel con quien dialoga. Más aún podemos hablar la mis¬ma lengua más no comprender muchos térmi¬nos y desconocer significados de una misma palabra. Pero ante todo bloquean la comuni¬cación los prejuicios que tenemos hacia aquel que intenta darse a conocer. Oímos muchas cosas y necesitamos sabiduría para discernir qué es Importante y qué mera palabrería. Podemos decir muchas cosas, pero necesitamos la prudencia para saber qué palabra es conveniente pronunciar y cuál debemos calar. El Dios vivo antes de la posesión de la tie¬rra prometida, hace con tos hebreos un pacto de exclusividad (Cf. Ex 24,8). Dios garantiza su protección y el pueblo será feliz en el cumpli¬miento de sus mandatos: “yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo”. Las primeras palabras de la Ley de la Alianza son éstas 'escucha Israel' IDt 6.4X . "Escucha”, shemá en hebreo, exige varias actitudes: el interés por la persona y por las cosas que dice, la intención para entender lo que se transmite y la respuesta en acción a la palabra recibida. + Monseñor Fabio Suescún Mutis Obispo Castrense de Colombia

Sáb 7 Mayo 2016

Para orar, meditar y vivir

Por Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo: “En su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados” Patrimonio: Conjunto de bienes que una persona adquiere por herencia familiar. Desde esta definición de patrimonio, pensemos el evangelio de hoy. Dice la Palabra: “Mientras los bendecía, se separó de ellos”. Celebramos hoy la solemnidad litúrgica de la ascensión del Señor. Ha llegado el momento definitivo de volver al Padre. Jesús está con sus discípulos y les recuerda algunas de sus experiencias vividas, como cuando nos reunimos con nuestros abuelos a escucharles sus historias y a beber de su sabiduría. En éste ambiente fraterno el Señor le recuerda a sus discípulos la experiencia vivida; les dice que recuerden han sido testigos de toda la experiencia vivida y a su vez les promete que serán revestidos con la fuerza de lo alto: “No los dejaré solos, les enviaré el Espíritu Santo, Él les recordará todo”. Reciban la fuerza de lo alto y revístanse de ella, para que sean mis testigos hasta los confines de la tierra. Dice la Palabra que “Jesús los condujo hacía Betania y levantando las manos los bendecía, se separó de ellos, subiendo hacia el cielo”. El “Cielo” hacia el cual sube Jesús es el mismo Dios, que es el mundo propio de Dios. Dios es Dios y vive y actúa en sí mismo. Jesús subiendo al cielo introduce nuestra humanidad en la divinidad. Subiendo al cielo, nos diviniza, nos da su eternidad, nos hace participes de su trascendencia. Nuestra meta es Cristo, constituido por su resurrección como nuestro “cielo”, el punto de convergencia a donde apuntan todos nuestros caminos. Jesús es la plenitud de la vida del universo. Hermanos esto es precioso, miremos: Jesús nos ha precedido en la morada eterna y el estado definitivo, para así, darnos esperanza firme de que donde está Él, cabeza y primogénito, estaremos también nosotros, sus miembros. Entendamos una cosa, con la solemnidad de hoy proclamamos con todas nuestras fuerzas un doble misterio: 1. El misterio de Jesús, que se ha hecho hombre, ha muerto, pero ha resucitado y ahora vuelve a su propia casa: El Padre. 2. El misterio del hombre, nuestro misterio. De Dios venimos y a Dios tenemos que volver. “Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón vive inquieto hasta que descansa en ti” (San Agustín). Por eso, la solemnidad de hoy es una gran fiesta de alabanza, en la que proclamamos que Jesús es el “Señor”, el “hombre perfecto”, el “principio y cabeza” de lo creado. El proyecto salvador de Dios sobre el mundo se ha realizado en el Cuerpo de Cristo. Así pues, es necesario comprender: Jesucristo, nuestro Dios y Señor, es nuestro gran patrimonio. Es a Él a quien anunciamos, es de Él de quien debemos ser testigos. La iglesia no es una simple institución que se puede quedar auto contemplándose así misma. La Iglesia es una comunidad de hermanos que ha recibido el mandato del Señor: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva del Reino de Dios”. La Iglesia no se inventó un mensaje sino que lo recibió del mismo Jesús. De esta forma queda claro que el mensaje cristiano no se fundamenta en especulaciones, en ideas u opiniones personales, sino en acontecimientos históricamente documentados y en las instrucciones que dio el mismo Jesús, las cuales quedaron grabadas en la memoria de las primeras comunidades. La iglesia se fundamenta en el patrimonio de gracia y eternidad que nos ha dejado su fundador: Jesucristo, nuestro Dios y Señor. El anuncio del Reino de Dios, no es posible sin la fuerza de lo alto, así como el Espíritu acompañó a Jesús en su misión, nos acompañará también a nosotros. No estamos solos, el Espíritu nos dota de fuerza y nos sostiene en el combate de la fe, nos ofrece valentía y convicción para que demos testimonio de su amor. El Espíritu nos recuerda el amor eterno y misericordioso de Dios para con cada uno de nosotros. Jesús se despide de sus discípulos sacándolos de Jerusalén y conduciéndolos a Betania. Esta acción es signo de la preocupación constante de Dios por su pueblo, recordemos la historia del éxodo: “Dios saca a su pueblo y lo libera de la esclavitud de Egipto”. Hermanos, Dios está vivo, Él no se ha muerto, ni está enfermo. Dios nos acompaña hoy y siempre. Debemos confiar en Él. Dios nos saca de nuestras miserias, de nuestros pecados, de nuestros odios y resentimientos. Dios nos libera. Dios expulsa nuestras ataduras. El secreto de nuestra parte es simplemente abrir nuestro corazón para que Él entre y pueda actuar en toda su plenitud. Él podría entrar sin nuestro permiso, es Dios, pero, Él no lo hace, ni lo hará, porque, Él respeta enormemente nuestra libertad y no quiere violentar nuestra dignidad. Así pues, tengamos en cuenta: con nuestra libertad, aceptamos su salvación o nos condenamos a la soledad y al abandono. Jesús se va al cielo bendiciendo a sus discípulos y ellos vuelven a Jerusalén llenos de alegría y “estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios”. Con esta última acción Jesús sintetiza toda su obra, todo lo que quiso hacer por sus discípulos y por la humanidad, en una “bendición” Jesús les expresa todo su amor, su entrega y su permanencia con ellos. Con una bendición, Jesús sella el gran “amén” de su obra en el mundo. La bendición de Jesús permanecerá con los discípulos, los animará a lo largo de sus vidas y los sostendrá en todos sus trabajos. Tengamos en cuenta hermanos: la bendición del Señor, permanece en su iglesia. La bendición del Señor sigue viva hoy, en medio nuestro, a través del gran patrimonio espiritual que él mismo nos ha dejado en su mandato central: el amor, la eucaristía, los sacramentos, su Santísima Madre. Al final del evangelio, hay unas acciones, un lugar y un ambiente. La acción es la alegría, el lugar es el templo, la casa de Dios; y el ambiente es una comunidad llena de Dios, en actitud orante. Nos queda, ahora hermanos, vivir con alegría nuestro patrimonio cristiano, nos queda asumir con fe y esperanza cada instante de nuestra vida. Nos queda hermanos, la responsabilidad de ser orantes y con nuestras acciones conservar el gran patrimonio de nuestra fe: La vida, muerte y resurrección de Jesucristo, nuestro Dios y Señor”. Tarea: Pensemos: ¿Cuál es el patrimonio espiritual que hemos recibido de nuestros padres y cómo lo estamos administrando? + Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo Obispo de Florencia

Vie 6 Mayo 2016

“La alegría del amor”

Por: Mons. Luis Felipe Sánchez Aponte - La Exhortación Postsinodal del Papa Francisco fue recibida con inmenso gozo por todos los católicos de la Iglesia universal. No podemos interpretar la Exhortación como un cambio en el magisterio o en la disciplina eclesial. El Papa expresamente indica que no hay un pronunciamiento magisterial ante los nuevos problemas (AL 3). Es más, sigue vigente la doctrina magisterial de la Humanae Vitae y la Familiaris Consortio. El Papa señala que dar la comunión a los divorciados en una nueva unión sin más requisitos, no encuentra acogida en la Exhortación. El mismo Papa dice que no tiene sentido de hablar de “excepciones” (300). En todo el documento no se da ninguna razón por la que haya que dar la comunión a una persona en situación irregular y no a otra. La doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio es la misma y se ha confirmado una vez más. Es una Exhortación con intención pastoral y no de cambio de doctrina. NOVEDADES La intención del Santo Padre es ante todo pastoral y está centrada en la atención a las personas, teniendo en cuenta el acompañamiento, discernimiento e integración. Esto significa una conversión pastoral muy grande. Es en esta clave y no en la de cambios eclesiales en doctrina como hay que comprender la Exhortación. El Papa centra la atención no en la situación de las personas sino en su respuesta a lo que Dios les pide en concreto (299): “se trata de un itinerario de acompañamiento y de discernimiento que orienta a los fieles a la toma de conciencia de su situación ante Dios”. Es un camino a la luz de la doctrina de la Iglesia y, en cuanto tal, siempre abierto a la Gracia pero, como es lógico, centrado en la conversión. “Los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente deben ser más integrados a la comunidad cristiana en las diversas formas posibles, evitando cualquier ocasión de escándalo” (299). El Papa valora la propuesta de una educación afectivo sexual, como antídoto a la ideología de género, así como la invitación dirigida a todos, a participar e integrarse en la vida de la Iglesia. LOS ÉNFASIS MÁS IMPORTANTES Como ya lo había dicho Aparecida, el anuncio grande de la Buena Nueva de la Familia(DA114-119). De igual manera, la Gracia sublime del Sacramento del matrimonio (DA 432-435). (se recomienda leer primero los capítulos cuarto y quinto sobre el amor conyugal y luego el capítulo octavo sobre las situaciones irregulares). El punto central de la Encíclica está al hablar del crecimiento en la caridad conyugal. “Es el amor que une a los esposos, santificado, enriquecido e iluminado por la gracia del sacramento del matrimonio”. “Ese amor permea todos los deberes de la vida conyugal y tiene principado de nobleza”. “El amor conyugal alcanza de este modo la plenitud a la que está ordenado interiormente, la caridad conyugal” (120-122). Otro tema relevante es el de los afectos a los concede una gran importancia en el matrimonio y los expone muy delicadamente, así como la gran extensión con la que trata e impulsa la educación afectivo sexual (280-286), como antídoto a la ideología de género que niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer; presenta una sociedad sin diferencia de sexo y vacía el fundamento antropológico de la familia. En la ideología de género, la identidad humana viene determinada por una opción individualista y que va cambiando con el tiempo (56). El Santo Padre señala la importancia que se da a la Familia en relación con la Iglesia a la que califica como Familia de familias (87). Una de las afirmaciones principales de la exhortación hace referencia a la Pedagogía del amor que dice (211): “la pastoral prematrimonial y la pastoral matrimonial deben ser una pastoral del vínculo, donde se aporten elementos que ayuden a madurar el amor que se expresa en el proyecto estable de compartir y construir juntos toda la existencia”. La Exhortación Apostólica Postsinodal hace una invitación a participar e integrarse en la vida de la Iglesia en donde se hace posible vivir en plenitud ese amor hermoso. La “alegría del Amor” que todo hombre y mujer desean. + Luis Felipe Sánchez Aponte Obispo de Chiquinquirá

Mié 4 Mayo 2016

La gratitud

Por: Mons. Gonzalo Restrepo - La gratitud es una de las virtudes características de las personas nobles. Quien es agradecido y alimenta sentimientos de gratitud, posee un espíritu grande y noble. Por la gratitud se reconocen los grandes y los generosos. La ingratitud es señal de pequeñez y de mezquindad. Las personas agradecidas, con un corazón repleto por la gratitud, son aquellas que reconocen la necesidad que tienen de los otros. No son suficientes; por el contrario, son las personas de corazón simple y sencillo. Quien es desagradecido es aquel que cree tener todos los derechos. Piensa que todo el mundo tiene la obligación de servirle y que él se lo merece todo. El desagradecido es maleducado y vulgar. Solo busca a los demás cuando los necesita, utiliza a los demás, y una vez ha alcanzado lo que desea o necesita, se aleja indiferente. Tiene memoria para todo menos para agradecer. Sabe siempre pedir y tiene la sagacidad necesaria para mostrar su necesidad, pero también, con sagacidad e indiferencia, no tiene la dignidad y la nobleza que le permitiría ser agradecido y tener un corazón repleto por la gratitud. La gratitud da paz y permite tener siempre las puertas abiertas. Quien sabe agradecer siempre, ni siquiera necesita “pedir”. En la necesidad se le reconoce e inmediatamente le sobran quienes quieren ayudarle, acompañarle, estar solidarios con él. Los espíritus gratos reconocen sus deberes y sus derechos. Los ingratos creen tener solo derechos, no se creen con deberes para con nadie. La ingratitud es una de las señales más claras del egoísmo. El ingrato sólo piensa en sí mismo. Nunca lo veremos en función de los demás, siempre estará pensando en sacar el mayor provecho de las circunstancias que vive y de las personas con quienes se encuentra y convive. La persona agradecida es agradable, servicial, de corazón abierto y alegre. Siempre piensa que le dan más de lo que se merece. Mientras el ingrato está pensando siempre que le dan muy poco, que él se merece mucho más, que todo lo que le den o le sirvan es poco para lo que él es. Y la ingratitud no está lejos de nosotros. Examinémonos. Puede ser que hayamos caído en este abismo del egoísmo. A lo mejor estamos experimentando el dolor que siente uno cuando sufre la ingratitud de un amigo, de un ser querido, de un compañero de trabajo, de un colega, etc. Pero, reflexionemos y sigamos adelante, conociendo cada días más al hombre. Con seguridad tendremos que concluir reconociendo que es verdadera y real aquella conocida manifestación de dolor frente a lo que somos los hombres: “Mientras más conozco a los hombres, más amo a mi perro”. + Gonzalo Restrepo Restrepo Arzobispo de Manizales

Lun 2 Mayo 2016

Los enemigos de Francisco

Por: P. Raúl Ortiz Toro - “Musulmanes en el Vaticano” ha titulado un periódico sensacionalista dando a conocer la noticia del rescate que ha hecho el Papa Francisco de tres familias de refugiados sirios en Grecia el pasado sábado 16 de abril. Los refugiados, de religión musulmana, tenían los papeles en regla para salir del país, contrario a dos familias de cristianos que no contaban con la documentación requerida, contó el mismo Pontífice en el viaje de regreso a Roma. Algunos han visto el gesto de Francisco como innecesario debido al supuesto oportunismo mediático, otros han considerado que es un gesto sesgado ideológicamente pues privilegia a los integrantes de una religión relacionada con el terrorismo, así sea solo por cuenta de su ala fundamentalista. Además, no pocos han hecho ver que son musulmanes y que no se les brindó esa oportunidad a los cristianos. El Papa simplemente ha dicho: “No es un privilegio, todos son hijos de Dios”. Pero ahora hablemos de lo que nos ocupa: Los enemigos o, mejor, los detractores, declarados o no, de Francisco. Los hay católicos y no; internacionales y así mismo regionales e incluso parroquiales. Hace poco una señora de misa diaria me decía: “Me da desconfianza este Papa”. – “¿Por qué?” – Le pregunté. “No sé – titubeó – es que en un programa católico decían…”. “Ah, Señora, entonces católico no es ese programa porque la catolicidad implica la comunión de fe y la certeza de que el Papa es iluminado por el Espíritu Santo. Sus opiniones personales sabemos que no son dogmas pero tampoco son impresiones sin juicio”. Y en verdad, ¿Qué gesto o qué palabras del Papa Francisco van en contra de la fe católica? NINGUNO. No faltará quién saque una lista de supuestos errores del Papa en la conservación de la fe y las costumbres de la Iglesia, pero es gente que no ha entendido el evangelio y la pedagogía de Jesús. Todas las objeciones de los detractores del Papa tienen que ver con el ámbito de la Misericordia y su metodología de acogida. Volvamos al Evangelio: ¿Cómo hizo Jesús para convencer a todos de que venía al rescate del pecador? Pues se sentó a comer con Mateo. Fue a hospedarse a casa de Zaqueo. Le pidió agua a la samaritana. Defendió de las piedras a la adúltera. Le prometió el cielo al ladrón arrepentido… Y después de ganarse la confianza del pecador, después de mostrar el rostro misericordioso del Padre entonces ahí sí el mensaje claro: conviértete; el acogido no puede decir que no, no puede desairar a quien le ha brindado calor e ilusión de nueva vida. Que el Papa es ecologista: “¡Anatema!” dice el detractor. Y el católico ha de decir: “Es un profeta”. ¿Acaso no fue señalado León XIII con la encíclica Rerum Novarum (1891) cuando pedía justicia para con el salario de los obreros? ¿Acaso no dijeron de él que atentaba contra la legítima propiedad privada? ¿Quién es hoy León XIII? El gran Papa de la cuestión social. Que el Papa va a fundar una religión mundial. ¿A quién se le puede ocurrir un juicio de estos? Únicamente a un maledicente. Pero, ¿Y acaso no fue San Francisco de Asís el primero en enviar en 1219 misioneros entre los musulmanes? “Ah sí, qué bonito que el Papa se llame Francisco, pero no para que tenga esos alcances” – dice el detractor. Que el Papa permite que los sacerdotes perdonen el aborto, que acojan a los homosexuales, que las parejas de no casados puedan asistir a la Eucaristía aunque no puedan comulgar, etc, etc… ¿Qué prefieren los detractores? Tirar piedras, quizá. Y ya sabemos cómo les fue a los tira piedras en el evangelio. Invito a los detractores del Papa a convertirse a la pedagogía de Jesús. P. Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor San José de Popayán [email protected]

Vie 29 Abr 2016

Dime con quién andas

Por Mons. Froilan Casas: Concluyo el refrán: y te diré quién eres. El círculo de amigos es el que tú elijes. Ordinariamente las personas deshonestas se “alían” con otras de su mismo pelambre y, con frecuencia terminan matándose por los “malos repartos”. Los malvados se matan entre sí mismos, pues los honestos serán hostigados y finalmente se deshacen de ellos por cualquier forma. La maldad es creativa. Las múltiples formas de delincuencia rozan los límites de lo inmensurable. Infortunadamente, muchos colombianos son excesivamente “creativos” para el mal. Sí, gracias a Dios, los hay también para el bien. Pero la creatividad en las distintas formas de maldad es incalculable. Uno no entiende ¡cómo puede haber tanto ingenio! La sabiduría popular - que es tan sabia – nos dice: el que anda con lobos a aullar aprende. ¡Sí que es cierto! ¿Por qué se dañó tu hijo? Hazle seguimiento, ¿en qué grupo se encuentra tu hijo? La sicología del desarrollo constata cómo es de sugestionable y débil la sicología del adolescente. De ahí la necesidad de estar muy pendiente del crecimiento síquico y físico del púber. Recuerda que al árbol se debe enderezar cuando está pequeño; cuando ya ha crecido es imposible hacerlo. Cuida mucho la primera y segunda infancias y mañana podrás saborear sus frutos. No raras veces el corrupto se camufla con el ropaje de la transparencia. Guarda con mucha astucia la fiera que lleva dentro y cuando ya se han acostumbrado a su “pulcritud”, da el zarpazo obteniendo el más seguro “éxito”. Ten cuidado con las aguas mansas. No olvides que las aguas quietas se descomponen. Las aguas corrientes con su movimiento se van purificando. Las cataratas y las cascadas purifican el precioso líquido. Así se forma el ser humano. Cuando se tienen que afrontar turbulencias, es cuando más se aprende de la vida. Cuando se cometen errores y se reconocen, es cuando se da un mayor crecimiento de la personalidad. El malvado suele mimetizarse en pandillas. Cada uno busca en grupo en donde se identifique. Siguiendo el proverbio latino: asinus asinum fricat = el asno se rasca con el asno. Esto significa que cada uno busca su molde. Hay personas que no están contentas en ninguna parte, todo les parece difícil e imposible; en todo van sembrando pesimismo y no quieren comprometerse en nada. Se agrupan en círculos difíciles de conciliar. A cada problema le ven otro problema. La persona positiva ve en cada problema una oportunidad de crecer y de superarse. El pesimista se llena de negatividad buscando grupos que alimenten su permanente insatisfacción. Lo que se alimenta, crece. Por eso hay personas que hacen de una gota de agua una tempestad. Si tu mal tiene remedio de qué te preocupas y si no tiene, de qué te preocupas. La vida es una permanente escuela de aprendizaje. Aprende de tus errores, estos te harán más humilde y realista. Tú no eres el superhéroe, pero tampoco eres la basura del mundo. Tú tienes dignidad y puedes construir tu futuro con entereza de carácter y con reciedumbre de espíritu. Busca gente positiva que te ayude a crecer, huye de la gente ruidosa y vacía de espíritu. Los luchadores forjarán un futuro promisorio. + Froilán Casas Obispo de la diócesis de Neiva

Mié 27 Abr 2016

Este momento nos pide ir a lo esencial

Por Mons. Ricardo Tobón Restrepo: Estamos celebrando la Pascua, como una fiesta que nos afecta, en la que estamos profundamente implicados. Desde la Vigilia Pascual hemos sentido que la resurrección del Señor ha comenzado también en cada uno de nosotros, como un acontecimiento personal y definitivo, a partir del Bautismo; el cual, a la vez, nos ha unido a todos, con lazos muy fuertes, al transformarnos en un nuevo cuerpo del Resucitado. Por eso, la liturgia nos viene haciendo meditar, al mismo tiempo, los textos evangélicos de la Resurrección y el relato de la vida de la Iglesia, que nos trae el libro de los Hechos de los Apóstoles. La Pascua, por tanto, es una ocasión para hacernos más conscientes de la dignidad y de la responsabilidad de ser la Iglesia, pensada desde siempre por el Padre, realizada al precio de la sangre de Cristo y conducida en la historia por el poder del Espíritu de Dios. Cada uno de nosotros lleva dentro la vida toda de la Iglesia, la presencia de Jesús muerto y resucitado, la unción y la fuerza del Espíritu Santo, la tradición de una comunidad que ha servido con empeño a la causa de la humanidad, las obras admirables de nuestros hermanos santos, la compañía de todos los que viven en la casa de Dios. Hoy, cuando nos llenan la cabeza de críticas contra la Iglesia, es fundamental tener presente nuestra identidad, recordar nuestros orígenes y reencontrarnos con nuestros ideales. Hoy, cuando no pocos se ocupan de mortificar la Iglesia con asociaciones cismáticas, espiritualidades extrañas y movimientos de todo tipo, debemos afanarnos en construir la más plena unidad. Hoy, cuando muchos piensan que la Iglesia tiene una visión arcaica y anacrónica del mundo, una falta de liderazgo frente a los desafíos del momento y una incapacidad de responder a las actuales necesidades pastorales, es necesario formarnos bien y asumir con audacia nuestra misión. Hoy, cuando incluso muchos católicos se sitúan frente a la Iglesia con actitudes equivocadas fruto de la ignorancia, la indiferencia religiosa, el relativismo moral y la falta de comunión, urge que por nuestra vida y testimonio no dejemos desfigurar el rostro del Cuerpo del Señor. Debemos sentir en esta Pascua un llamamiento apremiante a comprometernos con la vida, el camino y la tarea de la Iglesia. En una palabra, a ser en verdad Iglesia. Por eso, tenemos la obligación grave y urgente de orar más, de purificarnos de aquello que no debe darse entre nosotros, de reparar el mal causado, de entregarnos con todo el corazón para amar y servir a los demás con alegría. En este momento de grandes desafíos y oportunidades para la Iglesia debemos apuntar, con decisión y en comunión, a lo esencial. Concretamente, pienso en cuatro propósitos impostergables. En primer lugar, la santidad de vida a fin de poner en acto, como pide la Lumen Gentium , una dinámica intrínseca y determinante de pertenecer cada uno de nosotros a quien es el Santo. Luego, debemos acrecentar la tarea que tenemos de evangelizar; a eso vino Cristo, para eso estamos nosotros, que debemos, en esta etapa de la historia, emplear nuevos métodos y poner nuevo ardor. Igualmente, tenemos que seguir cuidando una liturgia viva y fructuosa, preparada por una catequesis permanente y respaldada por una sólida y coherente espiritualidad; la liturgia es la verdadera vida de la Iglesia, porque nos permite actualizar el misterio de Cristo. Por último, un compromiso efectivo con la justicia y la promoción social, para trabajar decididamente en una transformación de la sociedad y para hacer concreta nuestra solidaridad, especialmente, con los más pobres y necesitados. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín