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Lo que Dios unió, no lo separe el hombre
Tags: conferencia episcopal de colombia lectio dominical predicación orante 6 de octubre de 2024 iglesia colombiana

VIGÉSIMO SÉPTIMO DOMINGO
DEL TIEMPO ORDINARIO
Octubre 6 de 2024
Primera lectura: Gn 2,18-24
Salmo: 126(127),1-2.3.4-5a.5b-6 (R. cf. 5)
Segunda lectura: Hb 2, 9-11
Evangelio: Mc 10, 2-16 (forma larga) o Mc 10, 2-12 (forma breve)
I. Orientaciones para la Predicación
Introducción
El hombre y la mujer que se entregan mutuamente en el sacramento del matrimonio llegan a ser una sola carne. Este ha sido el deseo de Dios, designio de amor que él mismo ha revelado desde el principio al crear al ser humano.
● Jesús les pide a los apóstoles que dejen que los niños se acerquen a él para bendecirlos. Al mismo tiempo, Jesús aprovecha para darnos una clave en nuestra búsqueda del Reino de Dios: hay que ser como niños.
● Aquel que ha padecido la muerte para bien de todos lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte. Él mismo que ha sido crucificado también ha sido glorificado. Él está en medio de nosotros en la celebración de la Eucaristía dominical.
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
La lectura del libro del Génesis nos revela al Dios creador que moldea y le da vida a la mujer a partir de la costilla del varón. El querer de Dios consiste en darle al hombre una verdadera ayuda. Al ver el resultado de la obra amorosa del Creador, el varón se maravilla y se emociona ya que, en la mujer, encuentra a alguien con quien entablar una relación realmente personal. Él la experimenta con parte de sí (precisamente ella ha salido de él) y por eso puede identificarse con ella y unirse a ella. Al final de esta perícopa, el hagiógrafo nos explica cuál deberá ser el destino del hombre y la mujer, presentados como la obra más perfecta de la Creación: se separarán de su familia de origen y llegarán a unirse (no solo en la relación sexual, sino en la construcción de un proyecto de vida juntos). Así, como meta definitiva del propósito divino, el hombre y la mujer llegarán a convertirse en una sola carne. Como respuesta a esta lectura se nos presenta el Salmo 127. Estamos ante una promesa para el hombre que teme a Dios y sigue sus caminos: su casa, él y su mujer, recibirán la bendición del Señor.
A partir de hoy y durante varios domingos escucharemos algunos fragmentos de la Carta a los Hebreos. Particularmente en el segundo capítulo se comienzan a sentar las bases para fundamentar el discurso sobre el sacerdocio de Cristo. Desde el v. 5 el autor ha tomado como fuente de inspiración el Salmo 8 para aplicarlo al Hijo de Dios. En Él se cumple esta palabra: “lo hiciste poco inferior a los ángeles… todo lo sometiste bajo sus pies” (cf. Hb 2, 7; cf. Sal 8, 5-7). Esta última frase no aparece en el texto litúrgico de la segunda lectura de hoy, pero es la que conecta con los tres versículos escogidos para que ser proclamados en este domingo: Jesús ha sido coronado de gloria y todo ha sido puesto bajo su dominio, por haber padecido la muerte por nosotros. A partir de esta afirmación, queda manifestado y trazado el camino que deberán seguir los seres humanos para que puedan alcanzar la salvación (ser guiados a ella): muchos hijos serán santificados y llevados a la gloria, pero deberán pasar por la misma prueba de Cristo, el santificador, y deberán ser perfeccionados por el sufrimiento.
Ante las preguntas maliciosas de los fariseos, Jesús reacciona con sabiduría y autoridad. Para responder a la cuestión Jesús contrapone la Ley de Moisés con el proyecto original de Dios (cf. primera lectura). La voluntad de Dios acerca del matrimonio está contenida en el Génesis, desde el comienzo de la Creación; y si la ley había permitido el divorcio es por la dureza del corazón, una actitud del pueblo de Israel que aparece cuando no es capaz de comprender ni aceptar los designios de Yahvé. Jesús afirma, sin dar lugar a otras interpretaciones que la unión del hombre y la mujer ha de ser indisoluble ya que ha sido Dios quien los ha unido. Además, el Maestro insiste en que ya no son dos y por eso repite: “una sola carne”. El proyecto original de Dios busca la igualdad de los cónyuges, la entrega total y duradera que unifica. La palabra “cónyuges” da lugar a una preciosa imagen: el hombre y la mujer se unen bajo el mismo yugo para avanzar juntos con un mismo objetivo: permanecer en el amor y fundar una familia.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?
El sacramento del matrimonio encuentra su fundamento en el comienzo de la Creación como nos lo muestra Jesús en el evangelio. La palabra amorosa del Creador resonó en el principio del mundo para establecer que el hombre y la mujer han de unirse y entregarse el uno al otro de tal manera que los dos serán una sola carne, unión que no podrá ser separada por nadie ya que Dios, como autor de la Creación, es también autor de esta sagrada unión. Este es el fundamento del valor y de la belleza del matrimonio y de la familia según el querer de Dios. Sea esta la oportunidad para agradecer al Señor por tantas familias que, no sin dificultades, se esfuerzan día a día por mantenerse fieles a este designio divino de amor. Y sea también está la oportunidad para que resuene hoy en nuestra Iglesia colombiana y universal la Buena Noticia de la familia, para que muchos escuchen el llamado a vivir el amor según el plan de salvación, establecido por nuestro Padre y Creador.
No podemos olvidar la valiosa enseñanza del papa san Juan Pablo II al proponer a toda la Iglesia la teología del cuerpo y por eso vale la pena que recordemos un poco de su doctrina, como ayuda para nuestra meditación. En la audiencia general del 13 de febrero de 1980 afirmaba el Santo Padre: “En el misterio de la creación, el hombre y la mujer han sido ‘dados’ por el Creador, de modo particular, el uno al otro, y esto no solo en la dimensión de la primera pareja humana y de la primera comunión de personas, sino en toda la perspectiva de la existencia del género humano y de la familia humana. El hecho fundamental de esta existencia del hombre en cada una de las etapas de su historia es que Dios ‘los creó varón y mujer’; efectivamente, siempre los crea de este modo y siempre son así.
El Génesis 2, 24 constata que los dos, varón y mujer, han sido creados para el matrimonio: ‘Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y vendrán a ser los dos una sola carne’. De este modo se abre una gran perspectiva creadora: que es precisamente la perspectiva de la existencia del hombre, que se renueva continuamente por medio de la ‘procreación’ (se podría decir de la ‘autorreproducción’). Esta perspectiva está profundamente arraigada en la conciencia de la humanidad (cf. Gn 2, 23) y también en la conciencia particular del significado esponsalicio del cuerpo (cf. Gn 2, 25). El varón y la mujer, antes de convertirse en marido y esposa (en concreto hablará de ello a continuación el Gn 4, 1), surgen del misterio de la creación ante todo como hermano y hermana en la misma humanidad. La comprensión del significado esponsalicio del cuerpo en su masculinidad y feminidad revela lo íntimo de su libertad, que es libertad de don”.
El ser humano de hoy necesita abrirse al plan de Dios a la hora de construir una familia, como ejercicio de su vocación natural al amor, inscrita precisamente por el Creador. Todo comienza a tener sentido cuando se comprende que el hombre y la mujer han sido creados el uno para el otro, tanto a nivel corporal como a nivel espiritual. Particularmente Juan Pablo II insiste en el significado esponsalicio del cuerpo: El cuerpo del varón está orientado para amar a la mujer y el cuerpo de la mujer está orientado para amar al varón.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
En la oración de bendición nupcial la Iglesia manifiesta su fe en el designio de amor del Dios Creador. Y es que desde el principio el Señor concedió a la unión del hombre y la mujer una bendición que no ha sido abolida, sino que se ha mantenido para aquellos que quieren vivir según la vocación matrimonial que, por medio del sacramento, los lleva a fundar una Iglesia doméstica:
Oh Dios, que con tu poder
creaste todas las cosas sacándolas de la nada,
y que, desde el principio, todo lo ordenaste:
Tú hiciste al hombre a tu imagen y semejanza
y le diste por ayuda inseparable a la mujer,
para que ya no fueran dos, sino una sola carne,
enseñándonos así que nunca será lícito separar
lo que tú mismo has querido unir.
Oh Dios, que por medio de misterio tan excelso
consagraste la unión conyugal
de manera que en la alianza nupcial
fuese prefigurado el sacramento
de la unión de Cristo con la Iglesia.
Oh Dios, por quien la mujer se une al varón,
que concedes a esta unión,
establecida desde el principio,
la única bendición que no fue abolida
ni por la pena del pecado original,
ni por el castigo del diluvio.
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
Monición introductoria de la Misa
Queridos hermanos: bienvenidos a esta fiesta de fe. Celebrar la Eucaristía dominical es festejar el amor divino manifestado en Jesucristo. Él ha elevado el vínculo matrimonial del varón y la mujer a la dignidad de sacramento y de esta manera, unidos en una sola carne, la familia cristiana se hace signo concreto de que es posible amar según Dios. Agradezcamos al Padre por todas nuestras familias y pidamos especialmente por ellas, en este día del Señor.
Monición a la liturgia de la Palabra
La Palabra de Dios en este domingo nos anuncia la Buena Noticia de la Familia, es decir, el proyecto que el Creador ha pensado para que se realice en la unión del hombre y la mujer. Escuchemos con atención para que nuestras familias descubran el querer de Dios y puedan vivir a plenitud el amor.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: Agradecidos con Dios, que nos ha llamado a la vida y desde el principio ha querido la unión del varón y la mujer en una sola carne, presentemos nuestras súplicas por medio de Cristo, quien nos revela la plenitud del amor, y digamos:
R/. Tú que eres nuestra vida, escúchanos, Señor.
1. Por la Iglesia, sacramento del amor divino, para que el Espíritu Santo impulse cada día la tarea evangelizadora y, especialmente, la acción pastoral en favor de los laicos, las familias y las vocaciones. Oremos.
2. Por quienes tienen la responsabilidad de buscar el bien común desde sus respectivos campos de gobierno, para que promuevan valores que animen la formación de familias estables en el amor. Oremos.
3. Por todos los que sufren, especialmente por las familias que experimentan la pobreza, la marginación, la violencia o la enfermedad. Que mantengan su mirada y confianza en el amor de Dios que permanece para siempre. Oremos.
4. Por todos los desempleados, para que encuentren un lugar propicio donde desempeñarse y puedan llevar el sustento necesario a sus hogares. Oremos.
5. Por nuestras familias, por todos los bautizados y por nosotros, participantes de esta liturgia, llamados a vivir en el amor. Que, escuchando hoy la Buena Noticia de la familia, seamos instrumentos de unidad, perdón y reconciliación en medio de nuestros hogares. Oremos.
Oración conclusiva
Concede, Señor, generosidad y fidelidad
a los que llamas a ser tus testigos
para que todos, al responder al amor de tu gracia,
colaboremos para que venga y crezca tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.


Política y ética
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“Hagan esto en memoria mía” (1Cor 11, 24)
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Vie 30 Mayo 2025
Fue llevado hacia el cielo
SÉPTIMO DOMINGO DE PASCUAASCENSIÓN DEL SEÑORJunio 01 de 2025Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 1,1-11Salmo: 47(46),2-3.6-7.8-9 (R. cf. 6)Segunda lectura: Efesios 1,17-23Evangelio: Lucas 24,46-53I. Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónCuarenta días después de la resurrección, Cristo, como cabeza de la Iglesia, asciende a los cielos para que nosotros, como miembros de su Cuerpo Místico, podamos alcanzar su misma victoria. Antes del acontecimiento de la Ascensión, el Resucitado envía a los Once a proclamar el Evangelio al mundo entero. Cristo se marcha físicamente, pero permanece vivo en su Iglesia que tiene la misión de anunciar la buena noticia y de bautizar a todo el que crea. Nosotros, los discípulos de Cristo de este tiempo presente, mientras contemplamos al Señor que asciende, nos alegramos hasta el punto de entonar todas las alabanzas y aclamaciones que salen de nuestro corazón como aquella del salmo: “Dios asciende entre aclamaciones”.1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?Podemos tomar la primera lectura de esta solemnidad de la Ascensión como punto focal para la comprensión de las demás perícopas que la acompañan en la liturgia de la palabra (teniendo en cuenta que el pasaje del Evangelio que corresponde para este año en el ciclo C, está tomado del relato evangélico compuesto por san Lucas, quien igualmente escribió los Hechos de los Apóstoles). Hoy se nos presenta el prólogo del libro de los Hechos para que los oyentes podamos captar su conexión con el Evangelio. Así, la vida de la Iglesia (narrada en la segunda parte de la obra lucana) queda firmemente enraizada en el ministerio de Jesús. En los primeros versículos de los Hechos apostólicos (igual que en los últimos versículos del Evangelio de Lucas), se manifiesta que la vida de la Iglesia deberá comenzar en Jerusalén (es evidente el interés teológico de Lucas por colocar a la Ciudad Santa como punto de partida de la expansión de la Iglesia hasta los confines de la tierra: cf. Lc 24,47; Hch 1,8). Allí la comunidad recibirá la promesa del Espíritu Santo y así queda patente el vínculo entre el misterio de la Ascensión y el acontecimiento de Pentecostés, vínculo que también Jesús expresó cuando afirmó que se marchaba para que vinera el Paráclito (cf. Jn 16,7). Tanto la primera lectura como el Evangelio nos presentan una descripción del misterio de la Ascensión, precedido por las últimas instrucciones del maestro para sus discípulos. Aunque tienen claras diferencias en su manera de orientar el tema, ambos textos hacen referencia a la misión que el Resucitado ha querido encomendar a los apóstoles: su voluntad consiste en comunicarles el Espíritu Santo para que sean testigos y vayan a anunciar la Buena noticia; en el caso del evangelio, el anuncio aparece expresado como predicación de la conversión y el perdón. La tarea evangelizadora tiene su fundamento en la experiencia de ser testigos del Resucitado, llenos de la fuerza (dynamis) del Espíritu. Los dos pasajes coinciden en referirse a los apóstoles o a los discípulos como testigos y también coinciden en hacer alusión al Espíritu Santo como fuerza, aunque en el texto del Evangelio la tercera persona de la Trinidad no aparece con el nombre propio: sólo es mencionada como poder que viene de lo alto y como promesa del Padre. A todo lo mencionado anteriormente hay que añadir la alusión al universalismo de la Iglesia con las palabras “hasta los confines del mundo” (Hch 1,8) y “todas las naciones” (Lc 24,47). La Iglesia es esencialmente misionera y sus fronteras serán las del mundo. En cuanto al relato de la Ascensión, el texto de Hch se distingue por la referencia a ciertos detalles: la aparición de la nube, signo bíblico de la presencia divina; las palabras alentadoras de los personajes celestiales; el mensaje para la Iglesia en la expectativa del regreso de Jesús. Mientras tanto, la breve narración de Lucas destaca el hecho de la Ascensión como separación o alejamiento de Jesús en relación con sus discípulos, así como el acto de bendecirlos mientras subía al cielo. Llama la atención que los discípulos respondan al misterio de la ascensión con la postración y con alegría en su retorno al templo de Jerusalén. En la segunda lectura (Ef 1,17-23) el apóstol Pablo, a manera de oración, manifiesta que el cristiano necesita ser iluminado por Dios para comprender la riqueza de la gloria que le espera en el cielo, gracias al poder de Cristo resucitado y glorificado. Y esto porque conocer la futura herencia por la fe significa poseerla ya anticipadamente. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Como consecuencia de la encarnación del Hijo de Dios, podemos afirmar con toda seguridad que donde esta Cristo, está su Iglesia y estamos todos los bautizados. Esto significa, de cierta manera, que, si Cristo está en el cielo, los que somos de Cristo (cf. 1Cor 15,23) ya estamos con Él y podemos aspirar a disfrutar de su gloria. Claro que tenemos que esperar a que llegue el momento definitivo. No obstante, Cristo nos está preparando un lugar (cf. Jn 14,3), un lugar en el cielo al que aspiramos, mientras en la vida diaria trabajamos por la santidad. Con la esperanza de llegar al cielo es que se mueve nuestra vida cristiana, en medio de los gozos y las fatigas de cada día. Por eso tienen sentido las palabras del apóstol Pablo cuando necesitamos comprender cuál es nuestra esperanza pues es muy fácil olvidar cuál es la meta de nuestra vida, en medio de tantas cosas que tenemos que pensar y que hacer, en medio de los afanes y preocupaciones de cada día. Cristo en el cielo nos dice: “Tú meta es el cielo”. Y si hay una meta que vale la pena, también valdrán la pena todos nuestros esfuerzos aquí en la tierra: los esfuerzos de todos los hombres y mujeres para sacar su vida adelante, sobre todo cuando las crisis económicas y sociales nos golpean; los esfuerzos por conseguir una sociedad llena de paz, justicia y progreso; los esfuerzos por aprender a amarnos entre hermanos; y qué decir de los esfuerzos por anunciar el Evangelio, la misión que nos encomienda Cristo resucitado.En nuestro camino hacia el cielo, contamos con el ancla de la esperanza, tal y como lo ha señalado el Papa Francisco en la Bula de convocación del año santo que estamos viviendo: “La imagen del ancla es sugestiva para comprender la estabilidad y la seguridad que poseemos si nos encomendamos al Señor Jesús, aun en medio de las aguas agitadas de la vida. Las tempestades nunca podrán prevalecer, porque estamos anclados en la esperanza de la gracia, que nos hace capaces de vivir en Cristo superando el pecado, el miedo y la muerte. Esta esperanza, mucho más grande que las satisfacciones de cada día y que las mejoras de las condiciones de vida, nos transporta más allá de las pruebas y nos exhorta a caminar sin perder de vista la grandeza de la meta a la que hemos sido llamados, el cielo” (SNC 25). Al concluir esta meditación no podemos olvidar que, para la acción misionera de la Iglesia y para la vida de sus discípulos, el Señor nos ha prometido el Espíritu Santo. La presencia visible del Verbo encarnado culmina con su Ascensión, pero toma protagonismo la acción del Espíritu Santo que es fuerza para ser testigos de Cristo (cf. Hch 1,8), fuerza en nuestro camino hacia el cielo. Litúrgicamente, la espera de esta promesa será el motor que mueva nuestro interior durante esta última semana de Pascua que comienza hoy y que nos llevará a la solemnidad de Pentecostés. Que cada día podamos invocar: “Ven Espíritu Santo”.3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Nuestra oración ha de ser necesariamente una mirada dirigida al cielo. En el cielo está Cristo que mira con misericordia las situaciones difíciles que debemos pasar en la tierra. La Ascensión del Señor, según nos lo recuerda san León Magno, lejos de desanimarnos, aumenta nuestra fe, ya que nos empuja a creer sin vacilación en la presencia invisible y sacramental de Cristo en la Iglesia. Con esta fe pidamos por toda la humanidad y por las dificultades que pasa en estos tiempos.El tiempo pascual está llegando a su fin, pero la alegría pascual tiene que ser más fuerte que nunca. Esta alegría deben contemplarla en nuestra vida todos los que nos rodean. Es la alegría que se nutre de la esperanza de la vida futura que nos garantiza Cristo con su Ascensión. No nos dejemos robar ni la alegría ni la esperanza. _______________________Recomendaciones prácticas:· Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales· Día del Campesino· 7 – 8 de junio. Jubileo de los Movimientos, Asociaciones y Nuevas ComunidadesII. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Llegados a este punto culminante del tiempo Pascual nos disponemos a celebrar el gran acontecimiento de la Ascensión del Señor. Nos alegramos con esta solemnidad porque Cristo sube al cielo para mostrarnos el camino y, al mismo tiempo, se ha quedado con nosotros en la Iglesia para sostenernos. Que se acreciente cada vez más nuestro gozo pascual para ser verdaderos testigos y anunciadores del Evangelio. Monición a la Liturgia de la Palabra Al escuchar la Palabra de Dios en este domingo, la Ascensión de Jesús se nos manifiesta como un acontecimiento actual. Hoy es el día en que Cristo es glorificado y hoy Cristo renueva nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor para convertirnos en testigos de la Pascua, en testigos de Aquel que está sentado a la derecha del Padre.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hermanos, acudamos con confianza a Jesucristo, el Señor, que habita en la Iglesia, que subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre para ser nuestro mediador. Digamos llenos de esperanza:R. Señor Jesucristo, tú eres el rey de la gloria1. Por la Santa Iglesia de Dios para que alcance la unidad que quiso para ella su fundador y, fiel a su misión, anuncie el Evangelio a toda criatura. Oremos.1. Por los enfermos para que el Padre, que glorificó el cuerpo de su Hijo, cure también los dolores de nuestra carne y nos haga descubrir la esperanza a la que hemos sido llamados.Oremos.1. Por los que realizan la tarea de las comunicaciones en la Iglesia para que el Espíritu Santo guíe su apostolado. Oremos.4. Por todos los campesinos, para que el Señor bendiga su trabajo, sus cultivos y cosechas. Oremos.5. Por todos los Movimientos, Asociaciones y Nuevas Comunidades que celebran su Jubileo, para que este momento especial que la Iglesia les ofrece, sea de provecho en su vocación. Oremos.Oración conclusiva Señor nuestro Jesucristo, que, para manifestar las maravillas de tu majestad, subiste al cielo ante tus apóstoles; concédenos la ayuda de tu bondad y, según tu promesa, permanece siempre con nosotros. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.R. Amén.

Vie 23 Mayo 2025
La paz os dejo, mi paz os doy
SEXTO DOMINGO DE PASCUAMayo 25 de 2025Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 15,1-2.22-29Salmo: 67(66),2-3.5.6 y 8Segunda lectura: Apocalipsis 21,10-14.22-23Evangelio: Juan 14,23-29I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónAntes de pasar de este mundo al Padre (Jn 13,1), Jesús les habla a los discípulos de aquello que acontecerá luego del Misterio Pascual de su muerte, resurrección y ascensión. Jesús quiere dejarles muy claro que Dios seguirá habitando en medio de la comunidad apostólica con una presencia nueva y auténtica. El Padre y el Hijo vendrán a los discípulos que guarden la palabra del Hijo amado; y el Espíritu Santo se pondrá también a su lado para recordarles el mensaje del Evangelio. La Iglesia tendrá como garantía para sus decisiones esta gracia del Espíritu Santo y de esta manera avanzará firme en su camino hacia la Nueva Jerusalén. 1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?El mismo Señor que amó a los suyos hasta el extremo los fue conduciendo para que aprendieran a amar a su maestro. Luego de la Pascua, los discípulos podrán amar a Jesús con más fuerza y de esta manera el Padre y el Hijo vendrán a habitar en sus corazones. Como garantía del amor que los discípulos experimentarán por su Maestro, ellos guardarán su palabra, es decir, el mandamiento nuevo del amor, que grabarán en sus mentes y corazones y lo llevarán a la vida mediante su entrega total. Si la encarnación fue un acto de amor del Padre (cf. Jn 3,16), la inhabitación del Padre y del Hijo será un acto especial de amor para con los discípulos. En el momento previo a su partida Jesús tiene la oportunidad de hablarles directamente ya que está todavía a su lado, pero también aprovecha para infundirles esperanza para el futuro ya que el Espíritu Santo, presentado por Jesús como el “Paráclito”, mantendrá viva y operante su enseñanza. El término Paráclito puede traducirse en el sentido de alguien que “se pone el lado”. Por ende, se puede comprender que, cuando el Maestro ya no esté físicamente al lado de los suyos, el Espíritu Santo se colocará a su lado para acompañarlos y enseñarles la verdad. El Espíritu es enviado en nombre de Jesús porque manifestará a los hombres lo que Jesús significa para ellos. Jesús afirma que es conveniente su partida ya que, si no se marcha, no podrá enviar al Espíritu (cf. Jn 16,7). Por otra parte, Jesús revela con contundencia la misión del Espíritu Paráclito: él dará a los discípulos la capacidad de comprender el significado pleno de todo el magisterio de Cristo (cf. 1Jn 2,27), guiando a la Iglesia hacia la verdad completa (Jn 16,13). Enseñar y guiar son aspectos de la única función del Espíritu. Al despedirse, Jesús les ofrece su paz y los invita a creer en su palabra. También los llama a no dejarse vencer por la tristeza y el miedo que pueden entrar en su corazón. Él les asegura que volverá, pero mientras tanto tiene que marcharse y ellos tienen que alegrarse ya que su próxima glorificación tendrá consecuencias para la salvación de la humanidad. Conectando el Evangelio con la primera lectura, vemos como en los acontecimientos que nos relatan los Hechos de los apóstoles se hace realidad la misión del Espíritu Santo. Luego de que la corriente judeocristiana insistiera en que los nuevos seguidores de Cristo debían circuncidarse, el Concilio de Jerusalén establece que los gentiles no necesitan someterse a la ley mosaica de una manera tan estricta. Estamos ante un momento crucial de la historia de la Iglesia naciente, guiada por el Espíritu Santo, ya que se reconoce oficialmente el valor de la misión evangelizadora que se viene desarrollando entre los gentiles. Esta escena pretende poner en evidencia la importancia de la comunidad cristiana de Jerusalén como la Iglesia Madre que debe guiar y apoyar a sus hijas, las iglesias filiales que han surgido a sus alrededores. Con relación a la segunda lectura, hoy es presentada la Jerusalén mesiánica. Se trata de la revelación de la Ciudad perfecta, colocada en el monte Sión, rodeada por una muralla, que aguardan los cristianos, plenitud de la vida del pueblo de Dios que camina en la historia. Es la Ciudad que comenzó a tomar forma con las doce tribus de Israel, luego fue fundamentada en los apóstoles del Cordero y ahora se manifiesta con sus puertas abiertas para todas las naciones. Si en el Evangelio de hoy Jesús nos promete que Dios habitará en sus discípulos, el libro del Apocalipsis nos dice que llegaremos a gozar en plenitud de la presencia de Dios, sin necesidad de santuario porque el mismo Dios y el Cordero serán el Todo de esta Nueva Jerusalén celestial.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?Cristo, el Hijo de Dios, que se encarnó de María, la Virgen y murió por nuestra salvación, ha resucitado para que todos los hombres y mujeres de todos los tiempos gocen y experimenten la presencia del Dios vivo y verdadero, Dios eterno y misericordioso. Su presencia ha bajado del cielo para habitar en los discípulos que aman a Cristo; los discípulos del Señor, por su parte, tienen ahora la posibilidad de encaminar su vida hacia la Nueva Jerusalén, la Ciudad perfecta donde Dios nos iluminará y nos amará para siempre.Nos puede ayudar mucho una profunda reflexión del Papa Benedicto XVI. Al plantearse la pregunta sobre ¿Cuál es la prioridad de la Iglesia?, el mismo Papa respondía: “En nuestro tiempo, en el que en amplias zonas de la tierra la fe está en peligro de apagarse como una llama que no encuentra ya su alimento, la prioridad que está por encima de todas es hacer presente a Dios en este mundo y abrir a los hombres el acceso a Dios. No a un dios cualquiera, sino al Dios que habló en el Sinaí; al Dios cuyo rostro reconocemos en el amor llevado hasta el extremo (cf. Jn 13,1), en Jesucristo crucificado y resucitado” (Carta a los obispos de marzo de 2009).Si el Padre y el Hijo y también el Espíritu Paráclito quieren hacer morada en sus discípulos, como nos lo expresa el mismo Jesús en el Evangelio de este domingo, la Iglesia, como templo santo donde habita la presencia divina y sacramento universal de salvación, tiene la misión de responder al querer de su Señor abriendo a los hombres el acceso a Dios. En este sentido, la Palabra de Dios nos interpela a todos los bautizados porque, primero que todo, cada uno debe acoger la invitación del Papa Francisco: “Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él” (EG 3). Quien recibe la gracia de encontrarse con Cristo, entra en la experiencia de amar a Cristo, sabiéndose amado por él. Es decir, el que encuentra realmente a Cristo puede llegar a amarlo y, amándolo, guardará su palabra y, así, se harán realidad las palabras del Maestro: “vendremos a él y haremos morada en él”. Para el Evangelista Juan guardar la palabra de Jesús es guardar el mandamiento nuevo del amor, lo que quiere decir que el encuentro con Cristo conlleva a que la Santa Trinidad habite en nosotros; como consecuencia de esta inhabitación de Dios en nosotros, su presencia amorosa desemboca en el amor que se hace vida para con los hermanos, entregando nuestra existencia por los amigos, tal y como lo hizo el Hijo de Dios. El Espíritu Santo Paráclito sé encargará de revelarnos el sentido pleno de toda esta enseñanza de Jesús, mensaje que debe hacerse vida primero en nosotros, los que conocemos, amamos y seguimos a Cristo, para que luego nos convirtamos en misioneros que abramos a muchas personas el acceso al Dios de la Vida que ha destruido la muerte para restaurar nuestra vida: el Dios que se ha revelado en Cristo crucificado y resucitado, como dice el Papa Benedicto. Como consecuencia de la resurrección de Cristo que nos trae la salvación, él nos otorga su paz, una paz que se sale de nuestros esquemas humanos para darnos plenitud de vida en Dios. Además, cuando Jesús promete a sus discípulos que volverá, podemos entender que después de glorificado permanece para habitar de una manera nueva en la vida de la Iglesia que peregrina en la historia y en la que todos somos llamados a ser peregrinos de esperanza. No obstante, también creemos que retornará en la Parusía para hacernos participar de la Ciudad Santa y escatológica en la que no necesitaremos ni templo ni luz artificial porque Dios será Todo en todos. Esta es nuestra esperanza, esa esperanza que el Papa Francisco nos llama a renovar en este año santo. 3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?Podemos acercarnos al salmo responsorial de este domingo (Sal 66), contemplándolo a la luz de las lecturas bíblicas que lo acompañan. Con el canto de este salmo, los discípulos de Cristo estamos invitando a todos los pueblos de la tierra para que alaben al Señor como su Creador y Salvador. El salmo pone en evidencia el deseo de la Iglesia: que toda la humanidad llegue a conocer al Dios vivo y verdadero para que el Padre y el Hijo vengan a morar cada persona. Por otra parte, orando con este salmo podemos renovar nuestro ardor misionero, ya que el hecho de pensar en todos los pueblos de la tierra nos debe impulsar para la evangelización. Contamos con la ayuda del Espíritu Santo Paráclito: su luz nos recordará el mensaje que Jesús nos dejó en el Evangelio._______________________Recomendaciones prácticas:•30 de mayo – 1 de junio. Jubileo de las Familias, de los Niños, de los Abuelos y de los Mayores.•El viernes comienza la Novena de Pentecostés.II.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la MisaQueridos hermanos: seguimos celebrando este glorioso tiempo pascual que el Señor nos regala en el marco de este Año Santo, año de júbilo para alegrarnos como peregrinos de esperanza. Hoy la palabra de Dios nos recordará que Cristo ha resucitado para que todos los hombres y mujeres experimentemos la presencia del Dios vivo y verdadero. Él nos ama con amor eterno y quiere venir a habitar en nuestros corazones. Con esta motivación, participemos con fe de esta Eucaristía. Monición a la Liturgia de la PalabraComo comunidad parroquial nos hemos reunido hoy en asamblea para escuchar la palabra salvadora de Cristo Resucitado. Guardemos esta palabra para que el Padre y el Hijo vengan a vivir en nosotros y para que recibamos al Espíritu Santo. Oración Universal o de los Fieles Presidente: A Dios nuestro Padre que quiere habitar en aquellos que lo aman y guardan su Palabra, elevemos nuestras plegarias por medio del Hijo y animados por el Espíritu Santo. Como peregrinos de esperanza, oremos juntos diciendoR. Quédate, con nosotros, Señor.1.Por la Iglesia universal para que, cumpliendo amorosamente su misión de evangelizar a todos los pueblos, manifieste al mundo la presencia renovadora del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Oremos. 2.Por la paz del mundo para que experimentemos aquella Paz que Cristo resucitado nos ofrece, aquella paz que sólo proviene de Dios y que es fruto del Espíritu Santo. Oremos. 3.Por todos los que sufren en nuestra parroquia para que encuentren en esta comunidad de bautizados el consuelo y la caridad que los puede levantar de sus tristezas y ayudar en sus necesidades. Oremos. 4.Por nosotros, reunidos como comunidad parroquial, para que reconozcamos la presencia del Padre y del Hijo en medio de nosotros, así como la guía luminosa del Espíritu que nos recuerda el Evangelio. Oremos. 5.Por las Familias, los Niños, los Abuelos y los Mayores, para que del Jubileo que celebrarán, sean fortalecidos en su fe y los valores cristianos para construir una mejor sociedad. Oremos.Oración conclusivaDios de amor que te dignas habitar en tus discípulos misioneros.Escucha estas súplicas que te presentamos comunitariamenteya que unidos en la plegaria, nuestra oración es más fuerte.Por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.

Vie 16 Mayo 2025
Como yo os he amado, amaos también unos a otros
QUINTO DOMINGO DE PASCUAMayo 18 de 2025 Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 14,21b-27Salmo: 145(144),8-9.10.11-12.13ab (R. cf. 1b)Segunda lectura: Apocalipsis 21,1-5aEvangelio: Juan 13,31-33a.34-35I. Orientaciones para la PredicaciónIntroducción- Cercana la hora de dar la vida por sus amigos, el Señor les entrega el mandamiento nuevo del amor. Los discípulos están llamados a acoger este mandato descubriendo la novedad de amar según Dios: se trata de amar como Cristo, amar desde Cristo, amar en Cristo.- Gracias a la misión evangelizadora de la Iglesia, se sigue abriendo para toda la humanidad la puerta de la fe. Es el mismo Dios quien abre esta puerta en el corazón de cada persona y esto nos alienta para perseverar en el anuncio de la Resurrección de Cristo.- También nos anima la esperanza del cielo nuevo y la tierra nueva. El amor de Dios se encargará de hacer nuevas todas las cosas y, para esto, desde ya debemos dejar que el Señor haga morada nuestras vidas. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?En el contexto de la misión de Pablo y Bernabé que se relata desde Hch 13,1, la liturgia nos presenta la conclusión de este viaje con el retorno a Antioquía, desde donde habían partido. Se percibe en los apóstoles el gozo y la gratitud por las comunidades evangelizadas pues son animadas para afrontar las pruebas, son guiadas por los presbíteros y el Señor les ha abierto la puerta de la fe a los gentiles. Pablo y Bernabé narran lo vivido, comprendiendo que Dios ha hecho la obra junto con ellos.En la segunda lectura nos encontramos ante uno de los pasajes más significativos del Apocalipsis. Allí se puede notar el empeño del autor en hacer sentir la Nueva Creación con todas sus implicaciones y consecuencias. Se presenta la Nueva Jerusalén (que representa a la Iglesia) engalanada como novia para el gran desposorio escatológico con su Dios, la nueva y definitiva alianza. La voz que proviene del trono expresa una decisión irrevocable de Dios: habitar con la humanidad.Enseguida de la escena del lavatorio de los pies y del anuncio de la traición de Judas, comienza el gran discurso de despedida de Jesús, habiendo llegado la hora de pasar de este mundo al Padre (Jn 13,1), la hora de ser glorificado por Dios (Jn 2,4; 7,30; 12,23). Consciente de su paternidad espiritual para con sus discípulos y del poco tiempo de presencia física en medio de ellos, Jesús les entrega el mandato nuevo de amarse. No se puede perder de vista que el amor es algo más que un mandamiento: es un don que procede del Padre por Jesús y es otorgado a los que creen en él. En ese sentido Jesús ama a sus discípulos como el Padre lo ha amado (cf. Jn 15,9) y ellos deben amarse a la manera como Él ha entregado la vida por ellos, sus amigos (Jn 15,13).2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?Hoy más que nunca los discípulos de Cristo hemos de manifestar al mundo la esencia de nuestra identidad, que al mismo tiempo es la herencia que el Señor nos dejó en la Última Cena: amar. Aquel amor que lo llevó al sacrificio de la cruz es el amor que destruye la muerte con su resurrección. Por eso también podemos afirmar que el gran fruto que debe brotar en la vida un discípulo que ha resucitado con Cristo es la práctica del amor a los hermanos; signo de que el cristiano realmente camina en senderos de vida nueva es que se esfuerza por configurar su vida con el mandamiento nuevo del amor.En su reciente encíclica Fratelli Tutti el Papa Francisco nos recuerda que «un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud “si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás”» (n. 87). Esta es la verdad que está a la base de la fraternidad y la amistad social que promueve en su carta. Refiriéndose al valor único del amor nos sigue enseñando Francisco: «La altura espiritual de una vida humana está marcada por el amor, que es “el criterio para la decisión definitiva sobre la valoración positiva o negativa de una vida humana”. Sin embargo, hay creyentes que piensan que su grandeza está en la imposición de sus ideologías al resto, o en la defensa violenta de la verdad, o en grandes demostraciones de fortaleza. Todos los creyentes necesitamos reconocer esto: lo primero es el amor, lo que nunca debe estar en riesgo es el amor, el mayor peligro es no amar (cf. 1 Co 13,1-13)» (n. 92).Por tanto, si queremos ser fieles a la enseñanza pascual que el Señor nos ofrece debemos volcarnos hacia cada persona que nos encontremos en el camino de la vida para buscar su bien: «El amor implica entonces algo más que una serie de acciones benéficas. Las acciones brotan de una unión que inclina más y más hacia el otro considerándolo valioso, digno, grato y bello, más allá de las apariencias físicas o morales. El amor al otro por ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Sólo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posibles la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos» (n. 93). Y recordemos: sólo amaremos al otro verdaderamente si lo hacemos como Cristo, desde Cristo y en Cristo; he ahí la novedad de su mandato.3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?En la oración nos dirigimos al Dios Amor y nuestra plegaria debe estar llena de amor a Dios y a los hermanos. Gracias a que en la oración experimentamos el amor infinito, total e incondicionado de Dios por cada uno nosotros, se hace posible un amor al prójimo visible, solícito y atento. Sin embargo, en medio de nuestra fragilidad que limita nuestra capacidad de amar, nuestra petición ha de ser simple, pero firme: Señor, enséñanos a amar como tú nos has amado.Para que se refleje en nuestra vida el don del amor podemos meditar esta enseñanza de H. J. M. Nouwen: «Antes que nada, en el amor a Dios me descubro a “mí mismo” de un modo nuevo. En segundo lugar, no nos descubriremos sólo a nosotros mismos en nuestra individualidad, sino que descubriremos también a nuestros hermanos humanos, porque es la gloria misma de Dios la que se manifiesta en su pueblo a través de una rica variedad de formas y de modos». II. Moniciones y Oración Universal o de los FielesMonición introductoria de la MisaQueridos hermanos y hermanas: En medio de la desbordante alegría de la Pascua, hoy Cristo resucitado nos recuerda el mandamiento nuevo del amor, la señal por la que nos reconocerán como sus discípulos. Celebrar esta eucaristía es celebrar el Amor que vencido la muerte y compartir la vida en fraternidad, como hermanos en Cristo. Participemos con fe. Monición a la Liturgia de la PalabraYa que el Señor nos ha abierto la puerta de la fe, acojamos su Palabra con alegría. Ella nos garantiza que, con Cristo resucitado, nos espera una vida renovada y nos invita a practicar la caridad a ejemplo de Jesús que nos amó hasta el extremo de dar la vida por nosotros.Oración Universal o de los FielesPresidente: Habiendo escuchado la Palabra que Dios nos comunica, y como un acto de amor para con nuestros hermanos, oremos al Padre por medio de Cristo, vencedor de la muerte, suplicando por toda la familia humana. Digamos juntos:R. Tú que eres la vida y la resurrección, escúchanos.1. Por la Iglesia universal. Que la vida de todos los ministros ordenados, religiosos y laicos sea señal de que el amor según Cristo es el único camino hacia la plenitud de cada persona humana. Oremos.2. Por una espiritualidad del caminar juntos. Que nos formemos como discípulos de Cristo, como familias, como comunidades y como seres humanos, a través de nuestra experiencia de este camino Sinodal. Oremos.3. Por los gobernantes. Que, movidos por una caridad sincera y desinteresada, puedan realizar obras que realmente contribuyan al progreso íntegro de todos los pueblos y de cada ser humano. Oremos.4. Por nosotros que, celebrando esta liturgia pascual, hemos escuchado el mandato nuevo del amor. Que esta caridad, que se fundamenta en Cristo, nos ayude a reconocer, valorar y amar a cada persona. Oremos.Oración conclusivaPadre de amor,que con la resurrección de tu Unigénitonos infundes vida en abundancia.Escucha estas plegarias que te presentamos.Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.

Vie 9 Mayo 2025
Yo doy la vida eterna a mis ovejas
CUARTO DOMINGO DE PASCUAMayo 11 de 2025Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 13, 14.43-52Salmo: 100(99), 1-2.3.5 (R. 3c)Segunda lectura: Apocalipsis 7, 9.14b-17Evangelio: Juan 10, 27-30I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónLos primeros domingos de Pascua la Iglesia presenta en la liturgia las apariciones del Resucitado a sus discípulos, pero el cuarto domingo de Pascua ofrece una figura especial, la de Cristo Pastor de las ovejas; es claro para nosotros que Él es el único Buen Pastor para sus fieles, pero el pueblo ha reconocido a través de los siglos en el papa, los obispos y los presbíteros un ministerio a favor de aquel del Único Pastor que reúne bajo su cuidado a gentes muy diversas, como sucedía ya desde las primeras comunidades cristianas compuestas de fieles provenientes de los judíos y de los gentiles (cf. Directorio Homilético, apéndice I, ciclo c, Cuarto domingo de Pascua).1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?La lectura de los Hechos de los Apóstoles se inserta en un apartado sobre la evangelización de Chipre y Asia menor, pero más específicamente nos presenta a Pablo y a Bernabé en Antioquia de Pisidia mientras ofrecen a los gentiles el mensaje de salvación ya que muchos judíos, sus primeros destinatarios, lo habían rechazado; así, quienes aceptaban el mensaje se alegraban y daban alabanza a la Palabra proclamada y quienes lo rechazaban experimentaban envidia e ira contra los discípulos al ver que muchos acudían a la escucha de la Palabra. El Salmo noventa y nueve es un llamado a la alabanza por el gozo del reconocimiento de la misericordia fiel del Señor con su pueblo, es también por esto acción de gracias, pero además confesión de la fe en Dios creador y guía del pueblo –expresado como las «ovejas de su rebano»–, es evidente así, que el Salmo pone también en tono de oración el contenido de la lectura de los Hechos. Además, como segunda lectura se continua el libro del Apocalipsis que la Iglesia hace terminar en los versículos que declaran que el Cordero (Cristo) será el pastor que conducirá hacia fuentes de aguas vivas a los que han sido atribulados y pasados por la sangre del Cordero para secar sus lágrimas: una consoladora imagen profética y apocalíptica de la comunión de los mártires de todos los tiempos.La dirección de toda esta riqueza de la Escritura la señala el Evangelio, que propone un breve, pero muy diciente pasaje del evangelista Juan en que Jesús, después de que un grupo de judíos le pidiera que les dijera expresamente si era o no el Mesías –porque la incertidumbre les turbaba el alma–, les responde que se los ha dicho, pero no se lo creen porque no son ovejas suyas, en cambio sus ovejas, las que el Padre le dio, escuchan su voz y lo siguen.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?Quienes acuden a la escucha de la Palabra de Dios, son reunidos de los más diversos pueblos y reciben hoy, como en muchas épocas, la alegría que brota de ella y la alaban, como sucedía con los gentiles que acogían la Buena Noticia por parte de los Apóstoles, en el mensaje de la primera lectura. En efecto, el mensaje del Señor llega como la luz a todos los extremos de la tierra para iluminar a los que viven en las tinieblas y para congregarlos como su pueblo y ovejas de su rebano; esta es la respuesta que se ofrece para que la comunidad ratifique cada una de las estrofas del salmo de alabanza que acompaña la lectura. La segunda lectura continúa motivándonos a una alegre fe y a una firme esperanza, esta vez recordando que el Cordero de Dios será quien como un pastor conduzca los mártires, a quienes han pasado por la sangre del Cordero, hacia la vida, hacia las aguas vivas y quien dé recompensa a los sufrimientos que asumieron por seguir fielmente a su pastor. El verso preparatorio al Evangelio recuerda el conocimiento mutuo que caracteriza al Pastor y a las ovejas, esa conexión supera por mucho el oficio del pastor de este mundo de Cristo Pastor, porque él nos da vida, no es aquel que usufructúa la vida de las ovejas.3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?En la oración colecta, que da el tono de la celebración de la Misa, pedimos al Señor que, a pesar de las debilidades del rebano del Señor, este pueda llegar a la gloria que nos alcanzó la fortaleza de Cristo, nuestro único pastor, es decir que por el ejemplo de Jesucristo, logremos perseverar en Él para alcanzar los gozos celestiales; reflejamos el encuentro con esta Palabra en nuestra vida cotidiana de diversas formas, entre las cuales se encuentra el recordar que ante las dificultades por subsistir en este mundo, contamos con la providencia del Señor, que no solo nos prodiga lo necesario para subsistir sino también el alimento de la Palabra que nos llena de alegría en el Espíritu Santo y de la Eucaristía, que es fuente inagotable de alegría y precio de nuestra salvación (cf. Misal Romano, III Domingo de Pascua, oración sobre las ofrendas y después de la comunión)____________Recomendaciones prácticas:•Día del Buen Pastor.•Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones Sacerdotales.•Día de la Madre.•12 – 14 de mayo. Jubileo de las Iglesias Orientales•16 – 18 de mayo. Jubileo de las Cofradías•15 de mayo. Día del EducadorII.Moniciones y Oración Universal o de los FielesMonición introductoria de la MisaSomos congregados por el amor de Cristo muerto y resucitado por nuestra salvación, por su amor que nos ha limpiado de la turbidez del pecado; escucharemos la Palabra del Señor y comulgaremos su pan y bebida de salvación y de esta forma somos participes de la vida eterna que solo Él puede otorgar. ¡Qué alegría, en este domingo hemos sido congregados por el Señor, nuestro único Pastor, como ovejas de su rebano!Monición a la Liturgia de la PalabraLa voz del Pastor conduce a sus ovejas hacia él; nosotros, que acudimos a escuchar la Palabra de Dios, somos conducidos por ella hacia la fuente de nuestro consuelo, al Señor, que nos da la vida eterna y nos llena de la alegría y del Espíritu Santo, el mismo que inspiró cuanto ahora se nos proclamará. ¡Escuchemos!Oración Universal o de los FielesPresidente: Hermanos, confiados en Dios, nuestro Padre, que por amor nos ha enviado a su Hijo, Buen Pastor, dirijámosle nuestras súplicas por las necesidades propias y las del mundo entero. Oremos diciendo:R. Escúchanos, Señor.1.Por la Iglesia, extendida por toda la tierra, especialmente por la Iglesia Oriental, para que el testimonio de muchos sirva de ejemplo a otros, y así ellos te sigan y te alaben llenos del Espíritu Santo. Oremos.2.Por la santificación de los sacerdotes para que tú, Pastor y Guardián de las almas, concedas fruto abundante a su ministerio y a su grey docilidad. Oremos.3.Por las madres de familia, para que su ejemplo de fe, de amor y de servicio sea un testimonio de vida cristiana para los hijos. Oremos.4.Por los que sufren, para que conducidos por Ti hacía a las buenas aguas del consuelo, sean fortalecidos en su cuerpo y espíritu. Oremos.5.Por los educadores, para que su enseñanza sea un espacio donde quienes está a su cargo, logren abrir su mente y corazón la obra de Dios. Oremos.6.Por todas las Cofradías, para que en el marco de la celebración de su Jubileo crezcan siempre en la alegría de ser instrumento al servicio de Dios y de los hombres. Oremos.Oración conclusivaPadre bueno,escucha estás súplicasque te hemos dirigido con fe y esperanza,con la confianza de que serán escuchadas.Por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.