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Mi Pascua en el Darién
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Por P. Arturo Arrieta Aguas - Escrito en "Lajas Blancas", campamento en el Darién.
Un sol inclemente azota uno de los campamentos a las orillas de la selva del Darién, donde día a día llegan, de diferentes partes del mundo, cientos de migrantes. Algunos, con la alegría nerviosa de haber pasado la selva, pero con el desconcierto de no saber qué les espera; otros con el corazón desgarrado por haber dejado atrás a otros que ya no llegaran; otros sencillamente llegan...
Así fue, estuve en el Darién, en "Lajas Blancas", por el lado de la frontera con Panamá. La vida me trajo aquí nuevamente, y haber visto tantos videos y fotos no se compara con tener la realidad de frente. Siempre la misma escena: niños y más niños que ni entienden lo que pasa, hombres y mujeres casi sin poder caminar. A algunos, por hablar otra idioma, no les entendía lo que me decían, pero su gesto es suficientemente claro: una mano extendida con insistencia hacia nosotros, la otra señalando su estómago y una mirada desgarradora difícil de olvidar.
Otra imagen se me ha quedado de manera especial. La de un joven que, con su mirada perturbada, no paraba de llorar diciéndome: "hay niños que murieron ahogados en el rio". Y hoy aquí pensaba: ¿Cómo viviré mi Pascua ahora que llegue a Colombia? ¿Qué podré decir en cada celebración? ¿No sería mejor callar? Sin embargo, ahora entiendo tal vez mejor el acontecimiento de la Pascua que, en imágenes sencillas pero certeras, ha sabido recoger lo esencial del misterio de Dios y de su entrega.
Mateo nos dice que el día se tornó oscuro desde la hora sexta hasta la hora novena, desde el mediodía hasta las tres de la tarde (Mateo 27, 45). En el mundo es de noche y los hombres caminamos en tinieblas. Creemos saberlo todo y no vemos lo esencial. El relato tiene mucho de cierto. Si Dios resucita a su Hijo, siempre será para iluminar nuestra ceguera y abrir nuestros ojos al dolor del hermano que sufre.
La manera más auténtica de celebrar la pasión del Señor es reavivar nuestra compasión, sin esto se diluye nuestra fe en el “Dios crucificado” y se abre la puerta a toda clase de manipulaciones. Que nuestro beso al crucificado nos ponga siempre mirando hacia quienes cerca o lejos de nosotros viven sufriendo con sus sufrimientos espirituales y materiales, hasta que un día celebremos la pascua celestial y el señor no responderá si eres de los míos “porque tuve hambre y me diste de comer”.
La muerte de Jesús trajo frío y hace frío en el mundo actual. Falta el calor del verdadero amor. Se han helado muchos corazones, se han helado muchos países bloqueados por la superficialidad y el bienestar, muchas veces no somos capaces de sentir verdadera compasión por tantos crucificados vivos. El relato dice la verdad...Si Dios resucitó a su Hijo, será para poner en el mundo el calor del amor y la misericordia, este es el sentido de la Pascua.
Solo hay una manera de vivir como resucitados: abandonar nuestras presunciones y seguridades, dejar de engañarnos, no confiar en tantas palabras vanas que salen de nuestra boca y tener el coraje de creer más en el amor y en la compasión. Podemos ser mejores, en el mundo puede crecer la solidaridad, pero eso sí, Dios solo puede resucitar allí donde se le deja entrar, y solo se le deja entrar allí donde se deja entrar al amor. Bendiciones.
Padre Arturo Arrieta Aguas
Director de Pastoral Social de la Diócesis de Palmira
Director de la Red Clamor - Capítulo Colombia
“El divorcio exprés”: una píldora que no sana
Lun 2 Dic 2024
Una sociedad que odia a los niños
Jue 28 Nov 2024
Vie 18 Oct 2024
¡Vayan e inviten a todos al banquete!
Por Pbro. Samir de Jesús García Valencia - Ha llegado la hora de celebrar en todas las 78 jurisdicciones eclesiásticas de la Iglesia en Colombia, el OCTUBRE MISIONERO 2024. Gracias al Papa Pío XI, quien dio un impulso especialísimo al ser y quehacer eclesial que es LA MISIÓN y LAS MISIONES.Desde el año 1926 la Iglesia, presente en todos los continentes, lleva a cabo este significativo acontecimiento en el décimo mes de cada año. Es una oportunidad para recordar nuestro compromiso misionero, especialmente Ad Gentes, como lo indicó el Señor Resucitado: “Vayan al mundo entero y anuncien el Evangelio” (Mc 16, 15).El 28 de febrero de 1926 el Papa Pío XI recordaba a la Iglesia universal su sentido fundamental al indicar que la Iglesia no tiene otra razón de ser sino la de hacer partícipes a todos los hombres de la redención salvadora, extendiendo por todo el mundo el reino de Cristo (Cf. Encíclica Rerum Ecclesiae, 2). Y, en este contexto, un rescripto de la Sagrada Congregación de Ritos, firmada por el Prefecto Cardenal Vicco, con fecha del 14 de abril de 1926, fue el acta de fundación del DOMUND (Domingo Mundial de las Misiones), que se convirtió en el día más importante del mes misionero para unirnos como familia universal y contribuir con nuestras oraciones, sacrificios y ofrendas para apoyar LA MISIÓN que el Señor ha confiado a toda la comunidad de bautizados.En este sentido, el Santo Padre Francisco en el mensaje para la XCVIII Jornada Mundial de las Misiones de este año 2024, inspirado en la parábola evangélica del banquete nupcial, Mt 22, 1-14, titulado “Vayan e inviten a todos al banquete” (Cf. v. 9), también nos dice:“La misión universal requiere el compromiso de todos. Por eso es necesario continuar el camino hacia una Iglesia al servicio del Evangelio completamente sinodal-misionera. La sinodalidad es de por sí misionera y, viceversa, la misión es siempre sinodal. Por tanto, una estrecha cooperación misionera resulta hoy aún más urgente y necesaria en la Iglesia universal, así como en las Iglesias particulares. Siguiendo la línea del Concilio Vaticano II y de mis predecesores, recomiendo a todas las diócesis del mundo el servicio de las Obras Misionales Pontificias, que son los medios primarios para «infundir en los católicos, desde la infancia, el sentido verdaderamente universal y misionero, y de recoger eficazmente los subsidios para bien de todas las misiones, según las necesidades de cada una» (Decr. Ad Gentes, 38). Por esta razón, las colectas de la Jornada Mundial de las Misiones, en todas las Iglesias locales, están enteramente destinadas al Fondo Universal de Solidaridad que la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe distribuye después, en nombre del Papa, para las necesidades de todas las misiones de la Iglesia. Pidamos al Señor que nos guíe y nos ayude a ser una Iglesia más sinodal y más misionera”. (Mensaje del Santo Padre Francisco para la XCVIII Jornada Mundial de las Misiones 2024).Qué bueno, entonces, que todos los bautizados presentes en la Iglesia que peregrina en Colombia, podamos aprovechar esta ocasión tan especial del Octubre Misionero para animar, fortalecer y continuar formándonos en la conciencia universal de LA MISIÓN. Nuestras oraciones, sacrificios y ofrenda económica serán un gesto concreto, afectivo y efectivo, para seguir respondiendo generosamente a la invitación de Cristo de ir al mundo entero y anunciar el Evangelio (Mc 16,15).Durante la celebración del XIII Congreso Nacional Misionero, Gran Congreso Centenario, en el pasado mes de julio, en Bogotá, todos los que estábamos allí presentes y quienes se unían a través de la virtualidad entonábamos con fuerza el lema del Congreso: En la Iglesia misionera, ¡COLOMBIA DE PRIMERA! Este lema no era solo un grito folclórico, fue el impulso del Espíritu Santo que invitaba a la Iglesia en Colombia a continuar comprometiéndose generosamente con la tarea misionera encomendada por Cristo Resucitado.Es preciso, entonces, que retomemos, con pasión y decisión, lo que la Iglesia Universal nos pide: estar en salida misionera con la especificidad de buscar a quienes no conocen a Cristo aquí, allí y allá. Iglesia de Colombia: ¡Este es tu momento! ¡El kairós de la misión ad gentes! Iglesia de Colombia: ¡El mundo católico espera mucho de ti! ¡Iglesia de Colombia: eres la única en el concierto Latinoamericano y del Caribe, en donde las Sandalias del Pescador de Galilea, representado en sus Vicarios, ha pisado tus suelos: ¡San Paulo VI, San Juan Pablo II y Francisco! ¡Que resuenen nuevamente entre nosotros sus mensajes de compromiso misionero! (cf. Homilía del Excmo. Mons. Mario de Jesús Álvarez Gómez, durante la Celebración del XIII Congreso Nacional Misionero, Bogotá, 6 de julio de 2024).Vivamos entonces este Octubre Misionero 2024 dejándonos impulsar por la fuerza del Espíritu Santo que renueva continuamente la Iglesia y muestra siempre los nuevos caminos de LA MISIÓN. Iglesia en Colombia tu vocación es MISIÓN.Pbro. Samir García ValenciaDirector del Centro Nacional Misionero CECDirector Nacional OMP de Colombia
Jue 17 Oct 2024
Una infamia criminal
Por P. Mario García Isaza - La Superintendencia de Salud emitió, el pasado 20 de septiembre, una Circular Externa, la 2024150000000011-5, “por la cual se imparten instrucciones generales de inspección, vigilancia y control para la garantía del derecho a la salud de personas trans en Colombia”.Se trata de un mamotreto de 23 páginas, cuyo contenido, cuyas determinaciones, impartidas con carácter de obligatoriedad, son profundamente inmorales, sencillamente aberrantes y criminales.Subyace al documento en mención, como sucede en tantos otros de nuestras Cortes y otros organismos oficiales, el fatal desconocimiento o la negación de la existencia de una Ley Natural, que, por serlo, es anterior y está por encima de toda ley positiva; desconocimiento o negación que llevan, inevitablemente, a aberraciones como son el presentar como un derecho el asesinato de los nonatos, o la eliminación por eutanasia de quien sufre o es considerado inútil, o la asimilación con el matrimonio de uniones anormales y vitandas, o la corrupción de los niños y adolescentes mediante la imposición de la ideología de género…La malhadada circular trae a cuento más de 25 resoluciones de nuestra Corte Constitucional, siempre tan deslumbrada en materia de ética y tan empeñada en zapar los cimientos cristianos de la sociedad colombiana, que supuestamente dan pie a las escabrosas normas de la Supersalud. Me refiero especialmente al apartado H de la circular, dedicado a “infancias y adolescencias trans en proceso de desarrollo” (?) Y que pretende “asegurarle a esta población un desarrollo saludable y apoyo en la afirmación y/o expresión de género”. Es un intento siniestro, sellado con veladas y tortuosas amenazas de sanción, de promover, como algo positivo, normal y hasta plausible, la perplejidad afectivo-sexual y el cambio de sexo; es decir, violentar la naturaleza, otorgarle el sello de normal a lo que no lo es, torcerle el cuello a lo establecido por el Creador del hombre y de todo cuanto existe.“A imagen de Dios los creó. Hombre y mujer los creó”, reza el Libro del Génesis.Hace la Circular de la Superintendencia, afirmaciones contraevidentes, que no se sostienen ante las leyes de la sicología, ni siquiera ante el más elemental sentido común. Resulta casi risible afirmar, como lo hace apoyándose en la Sentencia T-447 de la Corte, que “a los cinco años los niños desarrollan su identidad de género” ¿Se habrán asomado los togados de la Corte y el Superintendente Leal a un manual de sicología evolutiva? No parece. Y basándose en semejante dislate, establece la Circular que los niños, óigase bien, tienen derecho a pedir, y los médicos obligación de atenderlos, que se les practique una intervención quirúrgica o se les suministre una medicación para cambiar de sexo, y que no solamente no es necesario, sino que constituye una intromisión indebida, pedir o esperar la autorización o aprobación de los padres. Y se despacha con afirmaciones insensatas, como ésta: “la protección o reconocimiento de esa identidad (sexual) por medio de procedimientos médicos no están sujetos a cumplir determinada edad, ni existe ninguna evidencia científica que así lo sustente”; para establecer consecuentemente que “en los casos de intersexualidad (?) el consentimiento sustituto para la definición de sexo es válido…solamente cuando se emite antes de ese umbral” (los cinco años) Y más patochadas: “Los menores de edad son los únicos que pueden decidir sobre su vida y libertad, las cuales incluyen el sexo como elemento relevante de su identidad” ¡Por Dios! ¿Se percatarán de la barbaridad en que incurren? Porque, según eso, los adultos no gozan de esa autonomía y libertad.Habría campo para muchas otras consideraciones sobre esta Circular de la Superintendencia, que es una verdadera infamia. Habría, por ejemplo, que hacer énfasis en que con esas determinaciones se violan y pisotean de forma imperdonable el derecho y la autoridad de los padres de familia. Ya, en virtud de decisiones como las de esta circular, se ha llegado al colmo de que una niña de nueve años que llega con sus padres a un consultorio médico, sea recibida por el profesional de la salud con interrogantes como éste: ¿Cómo te percibes: niña o niño? Y, atérrense ustedes: el Presidente ha tratado de delincuentes a unos padres de familia que han protestado contra este adefesio moral de la superintendencia, y ha amenazado con denunciarlos penalmente.Ante esta actuación abusiva y grotesca de la Superintendencia, deberían darse una protesta y rechazo multitudinarios de la sociedad colombiana.Se ha convocado una marcha de protesta para el próximo 19 de octubre, con el objetivo de pedir la revocatoria inmediata de la nefasta circular. Vale la pena apoyar esta convocatoria, y dejar oír nuestra voz de rechazo ante estos atentados protervos contra la inocencia de nuestros niños.P. Mario García Isaza c.m.
Mié 16 Oct 2024
Canonización del beato José Allamano
Por P. Carlos Alberto Zuluaga Benjumea, IMC - El próximo 20 de octubre de 2024 tendrá lugar en la Plaza de San Pedro en Roma, en el marco de la Jornada Mundial de Las Misiones (DOMUND), un acontecimiento extraordinario para la Iglesia Católica, especialmente para los Misioneros y las Misioneras de la Consolata. También porque entre varios beatos que serán proclamados santos por el Papa Francisco se encuentra uno que sin haber estado nunca en misiones, es más misionero que muchos, pues es el Padre Fundador de los Misioneros y Misioneras de la Consolata.Giuseppe Allamano nació en Castel Nuovo D’Asti el 21 de enero de 1851. Desde niño, gracias a la piedad de sus padres Giuseppe Allamano y María Cafasso y a los lazos de parentesco con un tío que será santo, José Cafasso, mostró inclinación hacia la vida sacerdotal y entendiendo, ya desde temprana edad, lo que dirá luego a sus aspirantes que: “El Señor me llama hoy y no sé si me llamará mañana”, ingresó al Colegio de Don Bosco, que era también su paisano. Sin embargo, también por designio divino, no se quedó allí, sino que pasó al seminario diocesano donde fue ordenado sacerdote a la edad de 22 años, después de pasar todas las etapas de formación.Un personaje que lo marcó profundamente fue el Cardenal Guglielmo Massaia con la narración de sus experiencias misioneras en Etiopía. Esa especie de fijación que se creó en él, lo llevó a pensar en la necesidad de compartir la exagerada abundancia de clero de la Diócesis de Turín con las gentes del África, tan necesitadas del anuncio del mensaje de Jesucristo.Poco a poco fue contagiando con su entusiasmo, acompañado de mucha oración a los pies de La Consolata, patrona de Turín, en cuyo Santuario pasó muchos años como Rector, a compañeros del Clero diocesano hasta llegar a dar origen a una comunidad de Misioneros en 1901 y de Misioneras en 1910, destinados a la evangelización en África.La propuesta del carisma por él sentido y vivido, a pesar de que siguió siendo sacerdote diocesano, tuvo una gran acogida y pronto crecieron las dos familias y expandieron su acción misionera a muchos países con presencia en la actualidad en 24 de ellos en cuatro continentes.Inicialmente el carisma fue exclusivamente “Ad gentes”, es decir para los no cristianos; sin embargo, las circunstancias geográficas e históricas junto con las reflexiones de los Capítulos Generales han hecho que la acción evangelizadora de los Misioneros y Misioneras de la Consolata se ejerza también en otras realidades de la vida moderna aparentemente ya evangelizadas: las periferias urbanas, la juventud, las minorías étnicas, la justicia y la paz, el cuidado de la creación, el perdón y la reconciliación, etc.Entre los muchos contenidos de la doctrina del Santo Fundador José Allamano que quiere a sus Misioneros eucarísticos, marianos y papalinos hay dos fundamentales expresados así: “Los quiero primero santos y después misioneros” y la otra refiriéndose a la acción misionera y su efecto en los evangelizados: “Amarán una religión que además de hacerlos más felices en esta vida les prometa la vida eterna”. Eso es lo que tratan de vivir y hacer actualmente los Misioneros y Misioneras de la Consolata presentes en Colombia desde el 12 de diciembre de 1947.*Artículo de autoría conjunta / Misioneros y Misioneras de la Consolata
Mar 1 Oct 2024
El grito de los Migrantes y Refugiados
Por Pbro. Rafael Castillo Torres - Este domingo, 29 de septiembre, la Iglesia universal celebra la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado bajo el lema “Dios camina con su pueblo”, precisamente porque, como nos ha dicho el Papa Francisco en su mensaje para esta jornada, “muchos emigrantes experimentan a Dios como compañero de viaje, guía y ancla de salvación. Se encomiendan a él antes de partir y a él acuden en situaciones de necesidad. En él buscan consuelo en los momentos de desesperación”.Como Pastoral Social/ Cáritas colombiana vemos, en esta jornada, una gran oportunidad para agradecer a Dios e ir consolidando todas las acciones que nuestras parroquias, comunidades, instituciones, servicios diocesanos y ‘Comunidad de Protección’, han venido realizando por nuestros hermanos migrantes y comunidades de acogida, a partir de las cuatro acciones que nos ha sugerido el Papa Francisco: Acoger, Proteger, Promover e Integrar.Acciones que evidenciamos en los muchos espacios de convivencia, formación, incidencia y reflexión que se tienen con ellos; en los encuentros con distintos actores que, igualmente, sirven y acompañan tanto de la institucionalidad como de la cooperación; en la riqueza de los intercambios comunitarios y buenas prácticas de organizaciones de migrantes, así como en los momentos de oración y celebración con ellos, en los cuales hemos aprendido que, con el aporte de todos, que es pobreza compartida, acontece en su pueblo, un Dios salvador que multiplica y hace crecer los dones que sostienen la esperanza.Las experiencias de caridad en la frontera, expresadas en los encuentros y contacto directo de los señores obispos de Colombia, Venezuela, Ecuador, Panamá y Centro América y, más recientemente, el encuentro de obispos de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe, así como las visitas y acciones conjuntas a las rutas migratorias del Tapón de Darién, tanto en Necoclí como en el Vicarito Apostólico del Darién en Panamá, en Riohacha, Cúcuta e Ipiales; el acompañamiento cercano del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral de la Santa Sede y de las Nunciaturas Apostólicas de nuestros países; los mensajes recibidos de manera directa de parte del Papa Francisco y el acompañamiento que hemos realizado a esa otra frontera de mar territorial del Vicarito Apostólico de San Andrés y Providencia en límites con Nicaragua y cercanos a Costa Rica, ruta de migración riesgosa en la que igualmente han desaparecido embarcaciones y personas, nos ha mostrado, no solo la magnitud del fenómeno sino también su complejidad.Un consenso práctico de estos esfuerzos sinodales de frontera ha sido el compromiso de abordar este desafío global, tanto en lo social como en lo eclesial, desde los criterios pastorales que nos ha dado el Papa Francisco: el tiempo es superior al espacio; la unidad prevalece sobre el conflicto; la realidad es más importante que la idea; el todo es superior a la parte, sencillamente porque todo está conectado.Igualmente, estos encuentros, dadas las experiencias encontradas y las escuchas realizadas nos han colocado ante la urgencia de remontarnos al origen de nuestra solicitud pastoral por nuestros hermanos migrantes y refugiados. Solicitud que tiene su origen cuando se da a luz la vida humana, en un grito. Un grito que escuchamos en el Tapón del Darién y en las aguas del Caribe; en Rumichaca y en Arauca; en Riohacha y en Cúcuta y que todos sentimos en carne propia. Es una solicitud pastoral que no nace ni de una teoría ni de una doctrina en particular, sino de esa larga y compleja madeja de gritos y de “ayes” de hermanos migrantes y refugiados que van clamando, mientras caminan desde el sur hacia el norte.Como Iglesia hemos tomado la decisión de responder a esos gritos. Queremos incidir en una legislación justa en nuestros Estados; en la codificación de normas si hacen falta; en la concreción de pactos y protocolos, porque creemos que todas ellas son posteriores a esa instancia primordial del “escuchar” y “sentir” el grito de quien se ha convertido en víctima, de quien ha sido despojado de su dignidad o de sus derechos. Es un gran aprendizaje que nos ha dejado el acompañamiento cercano del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.Nuestra pastoral de la movilidad humana, y en particular nuestro acompañamiento a las familias migrantes y refugiadas, ha de partir siempre, no de una declaración o un instrumento jurídico, sino de una experiencia, de un dolor ajeno sentido como propio. Si tenemos que buscar una expresión que sea anterior y que permita trascender toda posición religiosa, “neutral” o ideológica, una expresión que permita que la exterioridad irrumpa en nuestro mundo íntimo y nos movilice hacia una opción por la justicia y los derechos humanos con este pueblo en marcha, nos tenemos que remitir a la protopalabra, la exclamación o interjección de dolor, consecuencia inmediata del traumatismo sentido.El ¡AY! de dolor producido en las familias migrantes y refugiadas por la realidad de sus países, por la trata de personas, así como por las estructuras mafiosas que han hecho de su tragedia un negocio, nos están indicando de manera inmediata no algo sino alguien. El que escucha el grito de dolor queda sobrecogido, porque el signo irrumpe en su mundo cotidiano e integrado, el sonido, el ruido casi, que permite vislumbrar la presencia ausente de alguien en el dolor. “He escuchado el clamor que le arranca su opresión (al pueblo)” (Ex 3,8); “... y lanzando un gran grito, expiró” (Mc 15,37). El grito, antes que la palabra, es quizá el signo más lejano de lo ideológico. Es el límite de la revelación humana y divina, que situándose fuera del sistema lo pone en cuestión. Es un grito que nos ha puesto en camino en la certeza de que Dios camina al ritmo de su Pueblo.Pbro. Rafael Castillo TorresDirector del Secretariado Nacional de Pastoral Social / Cáritas Colombiana