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Iglesia

Jue 25 Jun 2020

Directores de Pastoral Social proyectan acciones en tiempo de pandemia

De manera virtual este miércoles 24 de junio se dio inicio al Encuentro Nacional de Directores de Pastoral Social, cuyo objetivo propuesto por sus organizadores es profundizar en el compromiso de atención solidaria en las múltiples crisis actuales por la pandemia, los conflictos violentos y la migración, y así trabajar en la construcción de una sociedad moldeada por los valores del Evangelio. La apertura del evento la realizó monseñor Héctor Fabio Henao Gaviria, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social (SNPS) / Cáritas Colombiana, quien dio la bienvenida a los participantes asegurando que “este es un encuentro sinodal, gracias a todos los que hacen parte de esto. Este es un encuentro que nos invita a hablar con valentía y con libertad, en un diálogo que nos hace crecer como hermanos y hermanas, crecer en la experiencia del encuentro con el Señor”. Posteriormente, monseñor Fabio Suescún, obispo Castrense y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, hizo una presentación general de lo que trataría el evento que se extenderá hasta el viernes 26 de junio y lideró el momento de oración con los aproximadamente 175 participantes. La actividad central fue el conversatorio interactivo “Las crisis derivadas del Covid-19 que nos interpelan como sociedad”, del que hicieron parte: Carlos Alfonso Negret, defensor del pueblo; Alejandro Girón, del Servicio de Acompañamiento Salesiano Online; y Faustina Rodallega, lideresa del municipio de Morales, Cauca. Durante su intervención el Defensor del Pueblo, Carlos Negret aseguró que “desafortunadamente, las medidas de prevención que tenemos con ocasión del Covid-19 pueden afectar nuestros derechos. Actualmente tenemos una indisciplina social que no nos ha dejado tener un real aislamiento o distanciamiento social y medidas obligatorias que parecen mínima, como tener un tapabocas, no se hacen bien”. El funcionario mencionó algunos de los errores que se han cometido en este tiempo de pandemia y que, por ende, ocasionan más crisis, por ejemplo, que la comunicación entre la Defensoría del Pueblo y las comunidades no ha sido efectivas; los constantes pronunciamientos que realizaban los alcaldes o gobernadores generaron confusión en la población; y los resultados de las pruebas para Covid-19 no estaban a tiempo. También enfatizó en que urge una reforma que le permita a los médicos tener un contrato que los respalde a ellos y su labor, se deben articular EPS con autoridades municipales para lograr un trabajo coordinado y mejorar laboratorios de salud pública. La pandemia ha afectado muchos aspectos de la vida de las personas, ya sea a nivel físico, académico, laboral, económico y, sobre todo mental. El reporte de casos diarios y el aislamiento preventivo como medida de protección para mitigar el contagio del virus, ha hecho que muchos habitantes se sientan abrumados, ansiosos o que caigan en fuertes depresiones. Y aunque diversas organizaciones, entidades gubernamentales y organismos eclesiales hayan implementado líneas de ayudas para brindar apoyo o acompañamiento psicosocial a quienes lo requerían, esto no ha sido suficiente para las personas. Por su parte, Alejandro Girón, del Servicio de Acompañamiento Salesiano Online, aseguró que una de las grandes crisis que ha dejado esta pandemia es el miedo ante las circunstancias que se viven, sin embargo, este sentimiento es normal al ser una experiencia nueva por el que gran parte de la población no había pasado. “Algo que conocemos y reconocemos en nuestro contexto es que no hemos dado la importancia suficiente y necesaria al cuidado y la promoción de la salud mental y psicológica de nuestra población. Hasta hace poco en Colombia se ha empezado a hablar de eso y qué hacer al respecto”. La crisis también ha afectado a las poblaciones que desde hace tiempo se encuentran en estado de vulnerabilidad, ya sea por pobreza extrema, conflicto armado o por estar retiradas de las cabeceras municipales. En el caso de las comunidades campesinas, no han podido vender todos sus productos por la dificultad de transporte. Faustina Rodallega, lideresa del municipio de Morales en el Cauca, señala “aquí en este departamento no ha habido demasiados casos frente al tema de la pandemia porque la misma comunidad, que hizo retenes, ayudó a evitar ese contagio, pero esos retenes también nos generaron impedimentos en el desarrollo económico porque no podíamos transportar nuestros productos”. Para los pequeños agricultores esta pandemia representó un decrecimiento económico y pérdida de sus cosechas, lo que impactó en las ciudades, ya que al inicio del aislamiento preventivo hubo escasez de alimentos en plazas y supermercados. Sin embargo, para esta lideresa los esfuerzos no deben centrarse en hacer circular la economía como antes, sino en reforzar los valores de cada persona. “Resucitar a la crisis generada por el COVID-19 no es mejorar la economía; es que cada uno mejore su persona y salga de su egoísmo porque cuando eso gobierna en los corazones nos impide hacer circular la economía, por eso primero basta con que cada uno ponga en cuidados intensivos a su propio corazón y aprenda a verse y vernos como un todo que nos necesitamos y dependemos unos de otros”, comentó Faustina. La Iglesia católica y otras instituciones continúan trabajando por brindarle ayuda a la población más necesitada, aquella que se ha visto más afectada; no obstante, para Alejandro Girón, del Servicio de Acompañamiento Salesiano Online, se debe visibilizar más esta labor por los medios digitales, ya que esto generaría confianza con la comunidad y es una forma de fortalecer la conexión con quienes requieren un apoyo espiritual y sicosocial. Fuente: Oficina de comunicaciones de Pastoral Social

Mié 24 Jun 2020

La economía solidaria como opción de superación en la post pandemia

Por: Mons. César Balbín - Ante la situación inédita que estamos viviendo a raíz del Convid-19, pandemia que ha afectado al mundo entero, es necesario plantearse un escenario post pandemia, que nos lleve a pensar en categorías diferentes a aquellas que han prevalecido hasta ahora. Vivimos un tiempo de verdadera prueba. Es claro que nos enfrentamos a una de las más profundas crisis que haya sufrido la humanidad en muchos aspectos en los últimos siglos. Y es por esto por lo que debemos empeñarnos en recuperar lo que es esencial, especialmente tres elementos: la dignidad humana, el bien común y la solidaridad. El papa Francisco, en muy frecuentes intervenciones, nos ha dejado claro que la pandemia deberá ser una oportunidad para un cambio de mentalidad y de paradigma, donde conceptos preconcebidos, en muchas ocasiones egoístas, queden atrás y se propugne por una manera de ser y de estar en el mundo, totalmente nuevas. Es por ello por lo que es válido hacerse la siguiente pregunta: ¿Será pertinente que en América latina y en el mundo entero, se propugne por una economía solidaria, que es más inclusiva, después de la pandemia? Bien sabemos, también, que en este escenario de pandemia hay una disyuntiva entre la salud y la economía, en el sentido de que es necesario cuidarse y resguardarse, y por ello la cuarentena; pero que también es oportuno que los medios de producción sigan funcionando, de tal manera que se puedan seguir produciendo y adquiriendo los bienes y servicios necesarios para la subsistencia, tales como la alimentación, la salud, la vivienda, educación, y demás. Esta pandemia nos ha hecho ver nuestros egoísmos y también nuestras profundas limitaciones, lo mismo que lo endeble de los sistemas económicos, donde los beneficios no logran llegar a todos.Aquí bien vale la pena traer a colación las palabras del Señor al rico que pretendía construir aquellos grandes silos para almacenar el abundante grano de la cosecha: «¡Necio! esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?» (Lc 12, 20). Es esto se hace necesaria una reflexión sobre la importancia de propender por una economía solidaria que permee todas las capas de la sociedad y todos los pueblos, especialmente los más pobres, que en no pocas ocasiones quedan a merced de una economía capitalista y salvaje.Una economía solidaria que permita volver, de una manera novedosa y creativa, a mover la economía, especialmente la familiar, pero también la de los países, lo que redundaría en beneficio de todos. Las experiencias de economía solidarias que en nuestro continente se han dado deben ser «abonadas», de tal manera que germinen, florezcan y fructifiquen nuevas iniciativas, que la solidaridad nunca será estéril ni infecunda. Solo contemplar la Trinidad de Dios, y nos daremos cuenta de la fuerza de la solidaridad en favor de la humanidad entera. Reconociendo que la mayoría de nuestras cooperativas de ahorro y crédito, al menos en Colombia, surgieron bajo el cobijo y amparo de las parroquias y de los sacerdotes y así se fueron fortaleciendo, es necesario volver a tomar la iniciativa y prestar ese servicio a nuestros pueblos latinoamericanos, con la esperanza de un mundo mejor y más humano, siempre con colaboración de un laicado fuertemente comprometido. Retomemos las recomendaciones de Aparecida: La Iglesia Católica en América Latina y El Caribe, a pesar de las deficiencias y ambigüedades de algunos de sus miembros, ha dado testimonio de Cristo, anunciado su Evangelio y brindado su servicio de caridad particularmente a los más pobres, en el esfuerzo por promover su dignidad, y también en el empeño de promoción humana en los campos de la salud, economía solidaria, educación, trabajo, acceso a la tierra, cultura, vivienda y asistencia, entre otros. (DA 98). + Cesar Alcides Balbín Tamayo Obispo de Caldas - Antioquia

Mar 23 Jun 2020

Chocó: alarma por precariedad del sistema de salud e indisciplina social tiempo de pandemia

En el marco de la fiesta patronal del Inmaculado Corazón de María, patrona de la diócesis de Quibdó, el obispo monseñor Juan Carlos Barreto Barreto, hizo una dura reflexión frente al precario sistema de salud y la indisciplina social que se vive en el departamento del Chocó en tiempo de pandemia. El pronunciamiento se dio durante la eucaristía celebrada, el sábado 20 de junio, por la salud del departamento, momento de oración que también se vivió en las diócesis de Istimina-Tadó y Apartadó. Al respecto el obispo de Quibdó dijo “Nos unimos para implorar al Inmaculado Corazón de María nos ayude en este momento difícil por el que atraviesa el Chocó a causa de la pandemia del Covid-19, estamos cerca de los 1000 casos de personas contagiadas en el departamento ya han fallecido 35 personas por esta causa; hemos llegado al colapso en el sistema de salud, desafortunadamente la debilidad institucional para la prevención y detención no ha sido eficiente y la indisciplina social agravan la situación”. Tomando las lecturas de este día del evangelista san Lucas, el prelado hizo una reflexión que dividió en cuatro momentos: el cuidado personal, el sistema de salud, la salud mental y la salud espiritual. El cuidado personal En este momento en que nadie puede escapar o minimizar la posibilidad de contagio, el prelado recordó a los habitantes de Quibdó algunas normas básicas para el cuidado personal e indicó que “no es tiempo para desórdenes, es tiempo para sabernos divertir sanamente y cuidar nuestra vida, la de nuestros seres queridos y la de nuestra comunidad”. Pidió evitar las mentiras y mitos que sobre el tema de la no existencia del covid-19 se escuchan “este sí existe y con dolor lo estamos viviendo cada día más en el mundo, en Colombia y en el Chocó, un 5% de la población va a enfermar gravemente o va a morir y podemos estar en este porcentaje, el 15 % de la población sufrirá malestares fuertes”. A la vez que expresó que no es cierto que los médicos estén matando a la gente, por lo que invitó a que se respete, proteja y se cuide la vida del personal de la salud y sus familias. El sistema de salud Al referirse a este tema el obispo de Quibdó denunció el abandono en que el Estado tiene en materia de salud no solo al Chocó, sino toda la Costa Pacífica, con puestos de salud abandonados o sin existencia para la atención a las comunidades indígenas, afrodescendientes y mestizas, poco personal médico y de enfermería, todo esto, adujo, por cuenta de la corrupciónque siempre ha estado presente en estos territorios. “La corrupción ha hecho que estemos sin hospitales o con un mínimo de atención, el San Francisco de Asís y el Jordán quebrados, la plata envolatada de los hospitales de la zona norte y de las 1500 viviendas, no hay camas hospitalarias ni para cuidados intensivos, las EPS demoran en hacer las pruebas y no remiten con rapidez a centros hospitalarios, muchas personas no son atendidas ni orientadas para tal fin”, observó. “La salud ha estado al servicio de los negociantes y de los corruptos, la salud debe ser un servicio social en Colombia y tenemos que esforzarnos todos para que esto sea una realidad”, advirtió. En esta línea, hizo un llamado vehemente a la Procuraduría para que obligue al Gobierno a asumir con “seriedad” lo que está pasando en el Chocó, donde se exija un plan de contingencia serio, oportuno y conocido por la comunidad, garantizando así la atención médica de las comunidades. La salud mental Notó que el problema de la salud mental en estos momentos de pandemia puede ser preocupante para muchos, trayendo consigonerviosismo y causando de esta forma depresión, violencia al interior de las familias, ansiedad, insomnio, agresividad y desesperación. Por ello recomendó recurrir a herramientas que ayuden a mejorar la salud mental, como son: el deporte, la organización de la vida personal, estudiantily laboral, las buenas lecturas, el diálogo con la familia y amigos, la sana diversión en casa y en casos extremos animó a acudir a la ayuda profesionales a través de la psicología. La salud espiritual Este aspecto lo destacó como un elemento esencial para la salud mental de toda persona, exhortando para que en estos momentos difíciles se ponga la confianza en el Señor, sin fanatismos como “los que dicen, que no se cuidan porque Dios los protege”. Manifestó que al estar cerrados los templos en estos momentos se tienen alternativas para la oración a través de espacios virtuales, “no debe ser una obsesión de reunirse en grupos de oración, ni en los templos, lo haremos en la medida en que estén dadas las condiciones, nuestra salud espiritual dependen de nuestra unión con Dios”. La indisciplina social es un delito en este momento Finalmente, hizo un llamado para que crezca entre los habitantes una pedagogía del auto cuidado responsable y una articulación entre las instituciones que permitan frenar la avalancha fuerte de contagios que se están dando en estos territorios. “La indisciplina social es un delito en este momento, tal vez sin quererlo nos podemos convertir en enemigos de nuestra familia y de la sociedad, el Señor nos prometió acompañarnos en nuestro caminar y nos da la fuerza necesaria para seguir en medio de estas dificultades, para soportar los sufrimientos, las tristezas y las angustias por las que estamos pasando, encomendamos al Inmaculado Corazón de María el pueblo chocoano para que podamos responder de manera adecuada ante el contexto en el cual nos encontramos”, puntualizó.

Mar 23 Jun 2020

La hospitalidad del cristiano hace que Jesús esté presente en la vida de nuestras familias y de nuestras comunidades

Predicación Orante de la Palabra DÉCIMOTERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Primera lectura: 2 R 4,8,-11.14-16a Salmo: 89(88),2-3.16-17.18-19 Segunda lectura: Rm 6,3-4.8-11 Evangelio: Mt 10,37-42 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • La hospitalidad del cristiano hace que Jesús esté presente en la vida de nuestras familias y de nuestras comunidades. • La vida cristiana es exigente, implica la radicalidad del seguimiento de Cristo, cargar la cruz y seguirlo a Él. • El bautismo nos incorpora a la muerte y resurrección de Cristo. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La liturgia de la Palabra de este domingo nos presenta el valor de la hospitalidad y la recompensa para quienes con amor acogen a los hermanos y en ellos al mismo Señor Jesús. La primera lectura de este domingo (2 Reyes 4,8-11.14-16), nos ofrece la imagen bondadosa y hospitalaria de una familia que ve en el profeta Eliseo un santo. La familia, que siempre lo recibía en su casa para comer, aprecia al profeta y quiere tener un detalle con él, le prepara una habitación en su casa para que pueda descansar. El profeta le anuncia a la familia que lo acoge que, dentro de un año por esta época, estarán abrazando un hijo. La recompensa a esta mujer por su hospitalidad, fue concederle la bendición de Dios, dándole un hijo, pues era una desgracia no tenerlo. El Salmo 89, es un canto de alabanza que sugiere la alegría y la gratitud de aquella mujer y de su marido, “Cantaré eternamente las misericordias del Señor”; el salmista quiere que cantemos eternamente la misericordia de Dios, que anunciemos su fidelidad, porque Él es nuestro escudo. San Pablo dirigiéndose a los Romanos (Rm. 6,3-4.8-11), nos recuerda que todos por el bautismo somos incorporados a Cristo y a la vez, incorporados a su muerte. Pablo acude a esta imagen para insistir, en primer lugar, en la importancia del bautismo que nos configura con Cristo, y también, nos hace participar de su muerte y de su resurrección. Por el bautismo somos sepultados con Cristo y resucitados a una vida nueva. El cristiano desde el bautismo ha de morir al pecado, para hacer de su vida una total entrega a Dios, este modo de ser en el mundo produce la certeza de no morir jamás. El evangelista Mateo (Mt. 10,37-42), expone hoy en su Evangelio el segundo discurso de Jesús, conocido como el sermón de la misión. “El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí” (Mt. 10, 38). “El que os recibe a vosotros, me recibe a mí” (Mt, 10, 40). Tenemos dos pasajes diferentes: en el primero el Señor Jesús afirma que seguirlo a Él exige una gran radicalidad, un amor superior al que se le puede tener a la familia, más aún, un amor que nos exige la propia vida, el que quiera seguir a Jesús debe tomar su cruz, cargarla y seguirle. En segundo lugar, el Señor Jesús promete una recompensa de parte de Dios, para los que acojan a sus enviados y misioneros. Quien se hace hospitalario con un discípulo de Jesús, recibirá en su propia casa al mismo Señor, “El que os recibe a vosotros me recibe a mí”. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La liturgia de la Palabra de este domingo, tiene un especial énfasis en la hospitalidad, virtud que nace de un corazón capaz de comprender que, si acoge a un enviado de Dios, (misionero, sacerdote, al que sufre, al pobre, etc.), Dios lo recompensará, más aún, vendrá a morar con él. • La lectura del segundo libro de los reyes, exalta la hospitalidad de aquella familia de Suman para con Eliseo, hombre santo y agradecido. Este precioso relato nos abre a la comprensión del mensaje del Evangelio, el que acoge a un enviado del Señor tiene una valiosa recompensa, así como la familia de Suman, que era estéril, pudo abrazar a un hijo, nosotros podemos abrazar al Hijo de Dios, que viene a estar en nosotros, fruto de la generosidad y la hospitalidad para con sus enviados. • Saber acoger a los enviados de Dios, a los profetas de hoy, a los pobres del Señor, a los que sufren, a los que se arrepienten, a los desposeídos, tiene una gran recompensa, experimentar el gozo de la presencia de Dios en su propia vida. Él habita en el que con hospitalidad cristiana recibe al mensajero del Evangelio. • En este horizonte de ideas, podemos también deducir que el camino de la hospitalidad no es fácil, exige creer, tener fe, saber escuchar, tener capacidad para el encuentro, es una tarea que exige el reconocimiento y la aceptación de nuestro propio bautismo, de sus implicaciones, morir al pecado, al egoísmo, al creernos más que los demás y caminar hacia la vida eterna, seguros que por el bautismo hemos sido incorporados en Cristo muerto y resucitado. • Ser discípulo misionero de Jesús tiene sus exigencias. El Señor pide hoy que lo prefieran a Él, por encima del amor a la propia familia, por encima de la propia vida. “El que encuentre su vida la perderá, y el que pierde su vida por mí, la encontrará” (Mt, 10, 39). Encontrar la vida será pues, el desafío del cristiano del siglo XXI, en medio de tantas ofertas de felicidad. El Evangelio nos interpela a todos a comprender, que la vida tiene una cuota de sacrificio y que abajarnos con humildad y verdadera conversión, es lo que nos hace agradables a los ojos de Dios y verdaderamente felices hasta la eternidad. • Acoger a los discípulos del Señor, caminar con ellos, ser uno de ellos, implica la aceptación de las limitaciones personales, de las equivocaciones, de los prejuicios, de la falta de amor a Dios y al prójimo, todo esto nos impide ver a Jesús en la otra persona; tomar la cruz y seguir a Jesús, es ser capaz de comprender que la propia vida tiene sentido, cuando nos asociamos con los hermanos a la pasión, muerte y resurrección del Señor. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Suplicamos al Espíritu Santo, nos enseñe a acoger a los demás como al mismo Jesús. Esta es la súplica que debe brotar del corazón del bautizado que se ha configurado con Cristo muerto y resucitado. Hoy pedimos que la hospitalidad no sea fingida, que no se haga por interés, sino que sea la actitud de todo bautizado que sabe acoger en el hermano al mismo Señor, y sabe servirle al profeta, al discípulo y misionero, al peregrino, al desplazado, al migrante, al mendigo, al que sufre. Esta hospitalidad solidaria hace que el corazón del creyente encuentre el camino de la redención, cargando con su cruz, muriendo en ella, sirviendo a los hermanos y resucitando en ella a la vida de los bienaventurados. Acoger al prójimo como si fuera el mismo Jesús, será más adelante el motivo de nuestra propia salvación, porque: “cuando lo hicieron con uno de los más pequeños, de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí” (Mt, 25, 40). Démonos la oportunidad de abrir bien nuestros ojos para contemplar a Cristo y servirle en cada uno de nuestros hermanos. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Querido hermanos, Hoy hemos sido invitados a escuchar la Palabra de Dios y a participar en la fracción del Pan. En esta Eucaristía el Señor nos invita a la hospitalidad, a recibir con gozo a los hermanos, sabiendo que en ellos recibimos al mismo Jesús. Ofrezcamos esta Eucaristía con sentimientos de bondad y gratitud, porque Dios ha sido generoso con nosotros. Participemos con fe y alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra que se nos ofrece hoy, nos alienta a dejar salir de cada uno de nosotros los mejores valores cristianos que poseemos, dejémonos iluminar y guiar por ella. Que la palabra de Dios sea lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro sendero. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Reunidos, para recordar los beneficios de nuestro Dios, pidámosle que inspire nuestras plegarias para que merezcan ser atendidas, supliquémosle diciendo: R. Salva, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre 1. Por la Iglesia y sus ministros, para que utilicen todos los recursos y medios de comunicación para dar a conocer la buena nueva del evangelio, Roguemos al Señor. 2. Por los gobernantes de las naciones, para que depongan sus planes personales, piensen en los más necesitados y los ayuden a mejorar su calidad de vida, Roguemos al Señor. 3. Por los enfermos y marginados para que el Señor nos permita ver en ellos a nuestro prójimo y le extendamos una mano amiga, Roguemos al Señor. 4. Por las familias que sufren la perdida de sus seres queridos a causa de la pandemia, para que el Señor las consuele y las llene de fortaleza. Roguemos al Señor. 5. Por cada uno de los que participamos de esta celebración, para que el Señor toque nuestro corazón y nos permita recibirlo a Él, con la hospitalidad practicada a nuestros hermanos, especialmente a los más necesitados. Roguemos al Señor. Oración conclusiva Que te sean gratos, Señor, los deseos de tu Iglesia suplicante, y concede lo que no podemos esperar por nuestros méritos. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén *(1) Elaborado por el Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC) y Coordinado por el Dpto. de Liturgia. (2020). Predicación Orante de la Palabra, II. Santísima Trinidad a Cristo Rey, Ciclo A.

Sáb 20 Jun 2020

"Volver los ojos al Corazón de Jesús", pidió a los colombianos Arzobispo de Bogotá

En la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, fiesta que celebró la Iglesia católica este 19 de junio, el arzobispo de Bogotá, monseñor Luis José Rueda Aparicio, en un acto eucarístico que se realizó en el templo del Voto Nacional, pidió a los colombianos orar por la paz y la reconciliación de nuestra Nación. Durante su homilía hizo memoria del significado que este templo ha tenido desde sus inicios en el Siglo XX para la historia del país como símbolo de paz y reconciliación. Expresó que este lugar seguirá siendo un signo de esperanza donde los colombianos se reúnan para pedir por una verdadera unidad, “aunque a veces el pesimismo de la paz y la reconciliación agobie a las regiones y a los líderes de nuestro país, sin embargo, el Señor está haciendo su obra en medio de nosotros”, por lo que agradeció a la comunidad de los padres Claretianos, cuidadores de este templo, considerado patrimonio histórico, haberle permitido renovar “la consagración como personas, como familias y como país, al Corazón de Jesús”. El prelado continúo su reflexión tomando la lectura del Salmo 102 sobre el que resaltó tres aspectos: Él perdona todas tus culpas, Él cura todas tus enfermedades, y Él te colma de gracia y de ternura. Él perdona todas tus culpas Describió cómo el ser humano hoy reconoce sus pecados personales, familiares o sociales: “Esas clases de pecado que acompañan la vida de nuestras ciudades, de nuestros campos, de nuestras familias, de nuestras regiones”, pero advirtió como estos pecados se han ido convertido en algo que hace ver la guerra como algo normal, es decir, “nos hace ver el narcotráfico como una realidad económica que hace parte de nuestra vida, nos hace ver la corrupción como una realidad que no tiene solución”. “Reconocemos que hay pecado en todos los corazones de nosotros y, por eso, renovar la consagración al Corazón de Jesús y al amor de la Virgen María es reconocernos pecadores y solamente el que se reconoce verdaderamente pecador puede recibir el perdón de sus culpas”, afirmó. Él cura todas tus enfermedades Expuso cómo la humanidad se está reconociendo frágil en estos momentos, no solo por cuenta de la pandemia del coronavirus, sino por tantas enfermedades sociales que le oprimen. De manera particular se refirió a la carencia de un servicio médico efectivo y un sistema hospitalario colapsado, a lo que invitó a respetar la vida y a asumir con responsabilidad los protocolos de bioseguridad sugeridos por los entes de la salud. “Hoy le pedimos al Señor, en su Corazón Sacratísimo, que Él cure todas nuestras enfermedades físicas, enfermedades morales, enfermedades familiares, enfermedades sociales, que no nos dejan vivir en la plenitud de la vida que el Señor Jesús nos ha traído”, puntualizó. Él te colma de gracia y de ternura Hizo notar cómo cada vez el ser humano se va volviendo vacío en el camino de la vida, “perdiendo la gracia y caminando hacia la desgracia”, es decir, observó, “vamos perdiendo la capacidad de recibir la ternura y de transmitir la ternura, nos vamos volviendo agresivos”. “Es normal que muchas mujeres sean atacadas en nuestro país y se nos olvida que ellas son fuente de ternura; se nos vuelve normal que muchos niños por la violencia o por la injusticia mueran en nuestro barrios, en nuestras ciudades, aun sabiendo que los niños son expresión de ternura; y se nos va olvidando que la ternura de Dios se hizo presente con rostro de niño en el vientre de la Virgen María”. Por último, animó a todos los colombianos volver sus ojos al Corazón Sacratísimo de Jesús, para que en Él se encuentre la puerta de ingreso a la fraternidad y a la construcción de un mejor país “dónde nos comprometamos a cuidarnos entre nosotros, a tratarnos con ternura, a ser instrumentos de sanación y de reconciliación dentro de nuestras casas, con las demás personas, con la casa común y con Dios mismo”.

Sáb 20 Jun 2020

La Solemnidad del Corpus

Por: Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid - Estos días, celebramos la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y la Preciosa Sangre de Cristo. Es la fiesta que conocemos habitualmente como el CORPUS. Una celebración que nos hace poner de frente al gran misterio de la Eucaristía. Don precioso que Dios nos ha regalado el Jueves Santo, en la última cena. En la Santa Misa revivimos y hacemos memoria de este mandato del Señor. Es un encuentro personal, directo y real con el Señor Jesús que nos salva y redime. El Señor ha deseado quedarse con nosotros en la Eucaristía para ser alimento, para ser bebida, pero de vida eterna, con sus mismas palabras (ver Juan 6, 51-58). En esta celebración rendimos culto público a Cristo, presente en la Eucaristía. Solemnemente proclamamos la presencia de Cristo en las especies eucarísticas y lo ponemos en el centro de nuestra comunidad, lo llevamos por las calles de nuestra ciudad simbólicamente. Poniendo a Cristo y reconociéndole como Señor. Este año tiene una connotación particular, pues no podemos hacerlo masivamente, no podemos salir en peregrinación, como tradicionalmente lo hemos hecho. Antes de la procesión, en la celebración de la Santa Misa celebramos el misterio de la muerte de Cristo, un sacrificio único por el cual Cristo “muriendo, destruyó nuestra muerte y resucitando restauró la vida” (Prefacio de Pascua I). Es una ofrenda, un sacrificio, que se ofrece en la Santa Misa. Podemos decir que esta fiesta tiene dos momentos, nos marca dos profundos horizontes y que nos permiten crecer espiritualmente. Nos hace entrar profundamente en el misterio de la presencia real de Cristo en la Eucaristía y nos hace valorar este sacramento de vida en el que participamos. Nos entra en la celebración en sí misma. En segundo momento, nos hace llevar a Cristo Eucaristía por el camino del mundo, desde que comenzó en Lieja, en Holanda, en 1264 esta tradición. Es como el camino del pueblo de Dios en el Desierto. La prueba y el hambre que es saciada por Dios con el maná, el nuevo alimento del cielo que es vida para los hombres. Dios está en el recuerdo de la historia de los hombres. La Eucaristía, nos hace participar de estas bendiciones de Dios, por la presencia misma de Cristo. En este día piadosamente ponemos la presencia de Cristo entre nosotros, lo llevamos como un tesoro precioso en el camino de la historia humana. Repetiremos con fe: Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. Llevamos un Pan, no un pan cualquiera, el PAN DE VIDA; VIDA PARA EL MUNDO. Un pan que alimenta y da valor a los hombres para la lucha en el camino de la vida de fe. En el origen de esta fiesta, estaba la adoración: muchos no podían comulgar y adoraban, comprendían el misterio de la vida que se escondía en el PAN DE CRISTO, el Cuerpo de Cristo nos alimenta y nos sacia, nos da la vida eterna. Ha servido también para compartir, para vivir profundamente la caridad entre los hermanos. Se ponen bienes de alimentos, para que muchos puedan alimentarse gracias a la caridad. Cristo se hace PAN Y VINO para nosotros. En el marco de la celebración de la Pascua Judía, siguiendo un particular rito que comporta el uso del Pan Ázimo y del Vino, como signos particulares de la gracia y de la bondad de Dios para con su Pueblo, quiere quedarse con nosotros el Señor. En el Pan, se nos confía un “banquete de amor”, el “sacrificio nuevo de la alianza eterna”, miramos también y adoramos a Cristo presente en el vino, en su Sangre preciosa, que nos redime y nos salva. Es la sangre del cordero, inmaculado, limpio y puro que se ofrece por todos nosotros en el sacrificio de la cruz y que renovamos siempre en cada una de nuestras celebraciones. Esta fiesta está unida también a la fiesta de la Sangre del Señor, Sangre que nos redime y nos limpia, nos salva y nos pone nuevamente de frente al plan de Dios. La Iglesia como en un lienzo blanco y primoroso, recoge el Cuerpo de Cristo y su Sangre, para custodiarlos y repartirlos a todos como don de vida eterna. En estos dos alimentos, humanos y universales por excelencia, experimentamos el amor de Dios y su constante misericordia. En un poco de pan y en un poco de vino, recibimos el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de Cristo que nos nutren en el camino de fe y esperanza, viviendo nuestra vida cristiana, para acompañarnos hasta el cielo. Hermanos que aprendamos a ADORAR, a contemplar el misterio de Cristo presente en la Eucaristía. Que todos reconozcamos la Victima santa y única que se ofrece sobre el altar. Que todos aprendamos a experimentar la presencia vivificante de Cristo en la Eucaristía, a recibirla piadosamente y anhelar poder celebrar prontamente, con las puertas de nuestros Templos abiertas para todos, protegidos por Dios en la precariedad de la vida. Adoremos devotamente la presencia de Cristo en las especies Eucarísticas. Bendito, alabado y adorado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo de Cúcuta

Vie 19 Jun 2020

Celam anima a sacerdotes para que sean signo de la presencia de Dios

En la fiesta de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, que la Iglesia católica celebra hoy 19 de junio y en la que el Papa Francisco propuso llamar a una Jornada Mundial por la Santificación de todos los Sacerdotes, el presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano CELAM, Mons. Miguel Cabrejos envió una carta a todos los sacerdotes del continente Latinaomericano. “En estos tiempos de pandemia. Los fieles necesitan de Dios, necesitan a sus sacerdotes, necesitan que les celebren la Eucaristía, que los confiesen, que les hablen de Dios. Oran por ustedes, especialmente hoy, en la Jornada Mundial de Oración por los Santificación de los Sacerdotes. Quieren que sus sacerdotes sean santos, que “tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Flp 2,5)”, señaló el prelado. En su mensaje el presidente de esta Institución agradece a todos los sacerdotes por llevar la “Palabra de Dios a los fieles”, más en este tiempo de pandemia, usando las nuevas formas de comunicación, buscando la manera de estar cerca de su pueblo. Incluso, muchos sacerdotes están ayudando a los más necesitados “ofreciendo no sólo su trabajo, sino incluso sus propios bienes”. Al agradecer por el testimonio de estar cerca de los que sufren, dijo “¡Cuánto bien hacen, mostrando el rostro de una Iglesia Samaritana, comprometida con el que sufre, con el necesitado, con el enfermo! Gracias por este hermoso testimonio”, pero también les pidió que cuiden su salud, atendiendo las normas sanitarias, sin exponerse “innecesariamente al contagio. Velen por sus familiares y asístanlos si están enfermos o ancianos”, observó. El también presidente de la Conferencia Episcopal dijo a los sacerdotes que desea “vivamente que el fuego del amor que irradia del Corazón abierto del Crucificado siga encendiendo la pasión que un día los llevó a dejar todo y a entregar su juventud, sus sueños y todo su ser a Aquel por quien se sintieron atraídos y elegidos para una vocación y una forma de vida sublime y fascinante: el sacerdocio”. Finalmente, les pidió fortalecer la fraternidad sacerdotal, orar unos por otros y mantener una comunicación permanente, de manera especial con aquellos que han sido contagiados por el coronavirus o que pasan algún tipo de dificultad. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Vie 19 Jun 2020

La voz del Pastor | 21 de junio de 2020

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 10,26-33