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Iglesia

Mié 15 Jun 2016

"Agujeros negros"

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - Hace exactamente un siglo, en 1916, el astrónomo alemán Karl Schwarzschild desarrolló el concepto de “agujero negro” para describir una región del espacio en cuyo interior existe una concentración de masa lo suficientemente elevada como para generar un campo gravitatorio tal que ninguna partícula material, ni siquiera la luz, puede escapar de ella. Nada que entre en su proximidad se libra de caer inexorablemente en el agujero. Podríamos decir, utilizando esta imagen, que también en nosotros hay “agujeros negros”. Actitudes y comportamientos que se tragan irremediablemente la paz, la alegría, la vida. Tantas veces no sabemos descubrir la presencia del mal en nosotros, porque se disfraza de protección o defensa del propio yo y, por eso, le permitimos estar en nosotros. Pero el mal es siempre ausencia de bien y nunca engendra algo provechoso. Si fuéramos lo suficientemente sagaces sabríamos desenmascarar las astucias del mal, que se presenta como nuestro aliado, pero que, más temprano que tarde, mediante unos efectos perversos se vuelve contra nosotros. Nuestros “agujeros negros”, en el fondo, son diversas expresiones del egoísmo, que una vez bien alimentado es, de un modo extraño, causa de segura autodestrucción. Podríamos enumerar muchos de estos “agujeros negros”, que nos succionan la vida. Pensemos, en primer lugar, en el desencanto. Es la pérdida de la esperanza o la ilusión; es la ausencia de ideales que nos deja sin sentido y fuerza para vivir. A veces, por la fatiga acumulada o por la experiencia de algún fracaso o por haber sido defraudados por alguien, se entra en este estado de desaliento y frialdad, en el que realmente se escapa la vida. Otro “agujero negro” es la desunión. Divididos y desarticulados se vive sin fuerza, sin integración a un conjunto, sin verdadera fecundidad. La unidad está implícita en toda la realidad; quien se aparta de ella se empobrece y de alguna forma retarda el proyecto común. Con frecuencia, se justifica bajo conceptos como autonomía, originalidad, libertad. Sin embargo, es camino rápido a la ineficacia y a la frustración. La indecisión nos lleva a pasar la vida pensando, calculando, esperando ciertas condiciones, deseando que las cosas se realicen por ellas mismas. Es una evidente pérdida de tiempo y un permitirse no realizar lo fundamental cuando es debido. Es otra forma de vivir a medias, de postergar lo que se debe hacer hoy, de dejarse robar las mejores oportunidades, de no saber ejercer la libertad y al final quedarse con las manos vacías. Podemos ver también la envidia como un “agujero negro”. Ella lleva a la tristeza por el bien del otro, a la crítica amarga y hasta la difamación y el atropello del otro. De alguna forma, es una infravaloración de sí mismo y una manifestación de la incapacidad de aprovechar gozosamente los dones de los demás. La envidia destruye la confianza, impide las relaciones armoniosas y genera bloqueos en una eficaz integración comunitaria. Del mismo modo la impaciencia nos quita la capacidad de vivir y actuar serena y provechosamente. Todo en la naturaleza tiene un ritmo y la interacción de la libertad de las personas, igualmente, demanda su tiempo. Si “la paciencia todo lo alcanza”, la impaciencia todo lo arruina. La impaciencia surge normalmente de la impotencia ante el mal, de la incapacidad de tener o construir inmediatamente lo que se quiere o necesita. Estos “agujeros negros” se tragan la fuerza y la alegría de la vida en cada persona, pero son también muy siniestros en los procesos de la comunidad y de la acción pastoral. Como responden a necesidades y pulsiones del propio yo, frente a ellos no vale la represión sino un estímulo positivo. Así, contra desencanto, entusiasmo y esperanza; contra desunión, fraternidad y comunión; contra indecisión, convicción y compromiso; contra envidia, nobleza y caridad; contra impaciencia, paz y fortaleza interior. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Lun 13 Jun 2016

Fe misionera, fe primera

Tomado de: Revista Vida Nueva Por: Mons. Luis Augusto Castro Quiroga - Varios acontecimientos han engalanado en estos días la vida misionera de la Iglesia Católica en Colombia. El primero es el nombramiento de dos sacerdotes como Vicariatos apostólicos: Mons. Jaime Uriel Sanabria Arias, perteneciente a la arquidiócesis de Tunja y consagrado como obispo al servicio del Vicariato Apostólico de San Andrés y Providencia; y Mons. Raúl Alfonso Carrillo, de la diócesis de Zipaquirá, para el Vicariato Apostólico de Puerto Gaitán. El segundo es el Congreso Nacional Misionero que tuvo lugar en Bucaramanga recientemente y que contó con la presencia del cardenal Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, y numerosos obispos del país, así como con delegaciones de las diferentes diócesis del país. Estos acontecimientos se encuadran en una historia misionera muy significativa de la vida de la Iglesia Católica en Colombia. Es una historia que cuenta de la entrega de muchísimos misioneros, sacerdotes, religiosos y laicos, que trabajaron en el país en las zonas más difíciles; que con su presencia y su acción pastoral salvaguardaron las fronteras de Colombia tradicionalmente descuidadas; que aseguraron la educación de tantas juventudes de regiones marginadas y que sacaron de pequeños grupos, comunidades grandes y significativas organizadas en parroquias y en diócesis. El impulso misionero de Colombia ha ido decayendo porque el entusiasmo misionero de los sacerdotes fue disminuyendo y ello debido a que en los seminarios no hay una específica formación misionera. Algunos seminarios toman iniciativas particulares con pequeños grupos, pero falta la formación a la teología de la misión que les asegura la comprensión y la dedicación por la acción misionera universal de la Iglesia. Por eso, fue necesario hablar con el Papa y con el cardenal Stella, prefecto para la Congregación del Clero, sobre la necesidad urgente de introducir en el programa oficial de los seminarios la formación misionera mediante la cátedra de Misionología. Con párrocos que conocen el compromiso misionero de la Iglesia tendremos parroquias que viven el mismo compromiso y se despertará en los jóvenes la pasión misionera para vivirla de alguna de las muchas maneras que estén a su alcance. Fe misionera, fe de primera. Colombia necesita un nuevo Pentecostés para colocar a nuestra Iglesia al servicio de la misión en salida en la cual tanto insiste el papa Francisco sobre la base del mandato de Jesús: “Vayan por todo el mundo y hagan discípulos de todos los pueblos” (Mc 16,15). DESTACADO: “Colombia necesita un nuevo Pentecostés para colocar a nuestra Iglesia al servicio de la misión en salida” + Luis Augusto Castro Quiroga Arzobispo de Tunja

Jue 9 Jun 2016

Familia escuela de misericordia

Por: Mons. Fabio Suescún Mutis – Los seres humanos no nacemos conocedores del arte de vivir. Somos llamados a realizar un proceso de crecimiento en el cual necesitamos de aprendizaje. El sabio se va haciendo de conocimientos y de la experiencia del diario acontecer. Dios, Maestro insigne, que ha hecho todo bien, regala a la criatura la familia como lugar privilegiado para el crecimiento del ser humano. En el Evangelio se nos dice que el mismo Dios cuando se hizo hombre quiso tener una familia y bajó la mirada de María y José, “iba creciendo en sabiduría en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc. 2,52). Todo en casa enseña y con el ejemplo de los miembros de la familia, se muestra cómo se debe asumir la vida. En el hogar se vive la primera realidad de convivencia. Hay que vivir con otros, hay que aceptar y dejarse enriquecer por la personalidad de los otros. En el hogar, iglesia doméstica, se aprende la convivencia cristiana que tiene su modelo en Dios. Dios que nos ama con amor misericordioso y nos invita a ser como Él, cercano a los débiles para fortalecerlos, amable con los que necesitan comprensión y cariño, bondadoso con quienes esperan ayuda. El creyente debe tener las entrañas compasivas de Dios en el trato con su hermano, en especial con aquel que no puede levantarse por sí mismo. Papá y mamá deben acercar a los niños a la realidad de los más pobres. Pueden enseñar a compartir la ropa, a no desperdiciar la comida ni el agua. Los niños son muy sensibles al dolor humano y su corazón no puede endurecerse por el bienestar y el apego a las riquezas y a los bienes materiales. Deben aprender del desapego generoso y a preocuparse por los que sufren. Un señor contaba que su padre todos los años organizaba “las onces” para los “viejitos” del ancianato de su pueblo. Los niños lo acompañaban a comprar el chocolate, el queso, los panes, los tabacos y eran ellos los que atendían a los ancianos a la mesa. ¿Pasará inadvertida esta enseñanza de misericordia a los niños que vivieron esta experiencia? Estoy seguro de que gestos como este moldearán cristianos compasivos como es compasivo el Padre celestial. + Fabio Suescún Mutis Obispo Castrense

Vie 3 Jun 2016

Entre desencantos y alegrías

Por Monseñor Libardo Ramírez Gómez - Han trascurrido 10 años desde que la Corte Constitucional de Colombia, que se ha convertido en “Omnipotente Constituyente”, que va reformando el sentido, y, a veces, la letra de nuestra Constitución, despenalizó el delito del aborto en tres circunstancias. La determinación de esa Corte trajo secreto desencanto entre los abanderados de implantar el aborto porque no fue una “legalización” sino solo “despenalización”, lo cual a quienes rechazamos ese delito nos trajo algo de paz e íntima alegría. Los resultados mismos de los esfuerzos de entidades pagadas por poderosos empeñados en que se le abra paso libre no les han sido satisfactorias, causándoles desencanto, pero alegría de quienes vemos que, a pesar de esos esfuerzos, por la conciencia recta de los colombianos se ha salvado la vida de muchos niños de ese herodiano propósito. Como “un derecho que aún no es fácil ejercer en Colombia”, se ha presentado, esos resultados no satisfactorios a los abortistas, lo cual nos alegra a quienes estimulamos a valientes organizaciones pro vida que han llevado a la reflexión a muchas madres a no mancharse con acabar con el hijo de sus entrañas, y han ofrecido la oportunidad de gozar con sus hijos o hijas, salvadas de las aguas de esa letal corriente. Se sigue insistiendo en el lenguaje de quienes propician el aborto en la desfiguración de la verdad al presentar lo decidido por la Corte como “derecho a abortar”, cuando solo habla de “despenalización” en unos casos. Igualmente, y desde el mismo Ministerio se dio una reglamentación para impulsar esta práctica como si fuera un derecho, y se invirtieron millonadas en propaganda a esto y se quiso violentar la conciencia de los médicos con amenaza de despido si no lo practicaban. Paladina fue la argumentación jurídica contra esa reglamentación por abogados como Luis Rueda, que hizo que se la declarara legalmente insubsistente, algo que nos alegró a los opositores, pero, por influencias de los propiciadores, se la ha seguido manteniendo abusivamente con apoyo del Gobierno, con satisfacción de éstos. Sigue, en el fondo, la discusión sobre la licitud o no de quitar la vida a un niño por nacer, así esté científicamente comprobado que es persona con plenos derechos desde el instante de su concepción, con llamado por esta realidad a que cuando hay conflicto entre su supervivencia y la vida de la madre, para obrar correctamente, se debe buscar salvarlos a los dos y no sacrificar al más débil e indefenso. Es de tener en cuenta que al alegar los tres casos en los que omnipotente Corte declaró despenalizado el aborto se pueden presentar estas grandes objeciones: que se reclame por “violación” cuando no haya sido cierta sino con voluntario consentimiento, y hasta con provocación de la mujer; que en el caso de amenaza a la salud o vida de la mujer haya exageraciones de esa situación, pues en todo embarazo hay algún riesgo; que ante un feto con deformidad, se dé muerte a la creatura habiendo medios médicos para corregirla y salvar al niño, con sentido humanitario, y no con despiadado método hittleriano . Siguen los esfuerzos de partidarios y adversos al aborto, con desproporcionados medios económicos y publicitarios los primeros, pero con fuerza espiritual y conciencia limpia que dan fortaleza a los segundos. Algo de satisfacción por sus logros tendrán los abortistas, pero seguirán teniendo desencantos porque los empeñados en difundir la gran alegría de detener esa matanza de niños por nacer seguiremos luchando por salvar esas vidas, y a las madres librándolas de la inevitable congoja de ser asesinas de hijos inocentes. Está de por medio la vida y salud de ellas, pero hay que lograrlo sin esa horrenda determinación de matar al hijo colocado por permisión divina en sus entrañas, y que les ha dado el grande honor y alegría de ser madres. Por Monseñor Libardo Ramírez Gómez *Obispo Emérito de Garzón Email: [email protected]

Jue 2 Jun 2016

Obispos piden celeridad de diálogos en paro agrario

Luego del paro agrario que inició el pasado lunes con movilizaciones de campesinos, indígenas y agricultores en varios puntos del país, el arzobispo de Popayán, monseñor Iván Marín López, pidió cordura y sensatez tanto a los manifestantes como a la fuerza pública para que a través del diálogo se solvente una pronta solución. “Es urgente que ayuden a las comunidades en las justas reclamaciones y que estas a su vez también conscientemente den los plazos necesarios para que el gobierno cumpla lo que les pueda prometer y ayudar”, aseveró el arzobispo. Monseñor Marín López indicó que la perturbación de la vida ordinaria de las comunidades se ve afectada por esta problemática. “Yo auguro que esto sea rápido porque toda la perturbación de la circulación hace daño para todos y este departamento del Cauca es uno de los más pobres, necesitado de inversión, trabajo y desarrollo”. Por último el arzobispo invitó a la comunidad a unirse en oración para pedir que haya sensatez, claridad y buen ánimo de parte de todos los involucrados. Entrevista: Mons. Iván Marín De otro ladoel obispo de Apartadó, monseñor Hugo Alberto Torres Marín, dio un parte de tranquilidad en esta zona del país, invitando a los manifestantes para que estas movilizaciones que llevan consigo reclamos justos, se hagan sin poner en peligro la vida de nadie. El prelado señaló que la iglesia está en la mayor disposición de ser veedora entre las entidades gubernamentales y los diferentes grupos de campesinos e indígenas, para que estos diálogos lleguen a feliz término. Entrevista: Mons. Hugo Torres Foto: AFP

Mié 1 Jun 2016

El cristo de espaldas

Escrito por: P. Raúl Ortiz Toro - Hace pocos días la Corte Constitucional de Colombia ha respondido negativamente a un derecho de petición de un funcionario de la vicepresidencia de la misma Corte que solicitaba quitar el crucifijo de la sala de deliberaciones ubicada en el Palacio de Justicia. Seis votos contra tres dieron como resultado el rechazo de la Corte a quitar el crucifijo del lugar donde hoy está ubicado. En nombre de la laicidad del Estado el peticionario justificó que el Cristo expuesto atentaba contra los derechos fundamentales de los funcionarios que profesan una fe distinta a la católica; en la respuesta, la Corte argumentó pálidamente aludiendo al valor histórico y artístico de la talla, obra de un artista de la Candelaria, y se refirió al hecho de que se trata de un recinto privado aun cuando se deliberen asuntos públicos. Como la Corte Constitucional dejó abierto el debate sobre si en el futuro pueden ubicarse en la Sala otros “símbolos” de distintas religiones entonces un abogado ha presentado un segundo derecho de petición para que – ya que no quitaron el Cristo aludiendo a la libertad religiosa de tenerlo expuesto, respuesta muy constitucional – ahora también se fijen otros símbolos que representen a las diferentes religiones de los colombianos “incluidos los símbolos de la Logia Masónica” por ser “corriente de pensamiento”, para salvaguardar el derecho a la igualdad. Ya van descontando los quince días que tiene la Corte para dar respuesta. La Corte Constitucional de Colombia, con Cristo y todo en su Sala, sin embargo ha dado muestras de que no siempre ha sido cristiana en sus decisiones. Eutanasia, aborto, matrimonio entre personas del mismo sexo, adopción homoparental y otros temas han pasado por la Corte y han salido mal librados desde la óptica cristiana. Que hayan dejado el Cristo allí colgado, como testigo de algunos de sus desafueros, no me parece una victoria de la fe católica sino una evidencia de cómo las convicciones religiosas se han ido trasmutando en ideologías culturales. ¿De qué nos puede servir un Cristo fijado en la pared si sus enseñanzas no están fijadas en el obrar consecuente? Lo necesario es que las dos realidades estén vinculadas: manifestar externamente una convicción interna. Y en el mismo sentido aprovecho para señalar lo siguiente: En días pasados la Corte Constitucional comenzó a hacer jurisprudencia cuando declaró inconstitucional un artículo de la ley que declara la Semana Santa de Pamplona como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación. El artículo se refiere a la destinación de recursos públicos para esta actividad religiosa; ya hemos escuchado la voz del Señor Arzobispo de esta ciudad quien ha dejado en claro que la Iglesia no recibe dineros públicos del Estado y que por lo tanto la celebración de la Semana Santa no está en riesgo ya que en realidad son fundaciones, juntas o asociaciones laicales las que reciben estos dineros. Lo que no tiene presentación es que por evitar perder un aporte de dineros públicos estas entidades quieran aparecer como tan independientes de la Iglesia Católica que presenten la Semana Santa como un acto cultural y tradicional sin raigambre religiosa, lo que vendría a ser un contrasentido. Y así se confirma lo que acabo de expresar: No basta con tener un crucifijo en una sala de la Corte o con sacarlo en procesión; tendremos un Cristo de espaldas si el Hijo de Dios pasa a ser mero símbolo cultural. P. Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor San José de Popayán [email protected]

Vie 27 Mayo 2016

Las creencias

Por: Monseñor Froilan Casas: Las creencias son parte medular de una cultura. No cabe duda que a lo largo de la historia ha habido evolución progresiva en esta materia. De expresiones culturales menos humanas a expresiones culturales más humanas. De ofrecer, por ejemplo, sacrificios humanos a los dioses, a establecer la sacralidad de la vida humana. Ningún pueblo del planeta carece en su código de comportamiento de un soporte religioso en su actuar. El padre del positivismo, Auguste Comte y, tantos otros, como los “maestros de la sospecha” (Marx, Nietzsche y Freud), han pretendido sacar la fe religiosa de la conciencia de los pueblos. Nuestro amigo Comte, presenta la ley de los tres estados: teológico (creer en Dios), metafísico (darle fuerza a la razón) y, el estado positivo en donde el hombre supera todas las alienaciones religiosas y llega a la “libertad de pensamiento”, un hombre centrado en lo comprobable en laboratorio; es la razón aplicada. Sin embargo, el hombre postmoderno, centrado en el sentir y superando el pensar, se ha vuelto a expresiones religiosas propias del paganismo que parecía ya superado. Aquí el hombre no ha evolucionado, ha involucionado. La diosa razón ha sido superada por el ´deux ex machina´; en donde el hombre ha llegado a ser acrítico, forzado por la lúdica y el sentimiento. La pretendida negación de Dios ha quedado en la mente de unos pocos agnósticos y pretenciosos. Colombia es un país creyente. Cuando los gobernantes quieren implantar un pensamiento agnóstico y librepensador, están en contra de un pueblo que los eligió. Es un irrespeto al pueblo quererle suprimir sus creencias. Hay gobernantes iconoclastas que pretenden borrar de los espacios públicos toda expresión de símbolos religiosos. Se ha atrevido a proponer que en el escudo de la Policía Nacional se quite el nombre de Dios, porque según ellos (una ínfima minoría), irrespeta a quienes no creen en Dios. Yo les pregunto a ellos: ¿Por qué ustedes no nos respetan a nosotros que somos la mayoría de los colombianos? ¡Ah! La ley del embudo: lo ancho para ustedes y lo estrecho para nosotros. ¿A qué jugamos? De modo que hemos llegado a que una minoría imponga sus criterios sobre la mayoría. Lo más grave es el silencio de nosotros. En una verdadera democracia, gobiernan las mayorías respetando a las minorías y dejándoles su libre ejercicio. Todo dentro de unas normas rectoras de derechos y deberes ciudadanos. Se llega al colmo de ridiculizar nuestras creencias y no pasa nada; vayan a los Estados islámicos a ver si pueden criticar El Corán o las creencias que de él se derivan; a ver qué les pasa. Basta conocer el caso del escritor británico de ascendencia india, Salman Rushdie, quien al escribir “Versos satánicos”, sufre toda clase de persecución. Otro caso del universo del problema: los invito a conocer el salvaje asesinato de unos periodistas del semanario parisino Charlie Hebdo el siete de enero de 2015 o los viles asesinatos en la sala de concierto Bataclan-París, el 13 de noviembre de 2015. En nombre de Alá se puede hacer todo. Se llega incluso a caricaturizar la figura de Cristo para traducirla en símbolos pornográficos. ¡Qué blasfemia! + Froilán Casas Obispo de Neiva.

Mié 25 Mayo 2016

¡…Llegó la hora misionera…!

Por: Mons. Ismael Rueda Sierra - El momento esperado para la realización del XII Congreso Nacional Misionero, del 26 al 29 de mayo ha llegado. Por eso la Iglesia de Bucaramanga se llena de alegría para recibir a todos los Delegados que se reúnen para tan importante discernimiento misionero. Este singular acontecimiento forma parte ya de un largo camino de la Iglesia en Colombia, que busca fijar en el corazón de todo el Pueblo de Dios, el compromiso afirmado y recordado por el Concilio Vaticano II y el posterior Magisterio eclesial, de la imperiosa necesidad de llevar la Buena Nueva de Jesús más allá de las propias fronteras. En esta línea, se ha acordado el tema central del Congreso, tanto más esperanzador y ajustado a los desafíos de una Iglesia que busca “descentrarse”: “La misión ad intra y ad extra en los planes pastorales de las Iglesias Particulares”. Por ello, resulta providencial para nuestra Arquidiócesis, y una gracia especial del Señor, poder discernir sobre la Iglesia que Dios quiere, como esencialmente misionera y avivar la conciencia de trabajar todos los miembros del Pueblo de Dios, las estructuras, los programas y las actividades, en “clave misionera” con la disposición de ir también a otras latitudes y realidades a llevar el Evangelio del Señor. Conjuntamente para las diversas Diócesis y Vicariatos apostólicos del país que estaremos representados en el Congreso misionero, será una gran oportunidad de orar y profundizar sobre una renovada conciencia de esta urgencia misionera. Pasados ya 50 años del Concilio Vaticano II y en el ambiente social y cultural, que hoy es cada vez más globalizado, se hace también más patente la naturaleza misma de la Iglesia como “sacramento universal de salvación” (L.G.) con una tarea, en consecuencia, de ser signo y además, instrumento de unidad en medio de todos los pueblos de la tierra, según la voluntad del mismo Jesús. Este empeño incluye nuevos y variados escenarios, como lo recordara, en su momento, el papa Benedicto XVI, en discurso a Obras Misionales Pontificias: “El campo de la misión ad gentes se ha ampliado notablemente y no se puede definir sólo basándose en consideraciones geográficas o jurídicas. En efecto, los verdaderos destinatarios de la actividad misionera del pueblo de Dios no son sólo los pueblos no cristianos y las tierras lejanas sino también los ámbitos socioculturales y, sobre todo, los corazones” (5 de mayo de 2007). Por otra parte, se está convirtiendo en un modo de hablar, la expresión de “estar en salida”, propuesta por el papa Francisco para invitarnos a tener un alma misionera, con disponibilidad y mucha alegría unida al necesario sacrificio para partir desde nuestras propias comodidades y apegos, egoísmos y conveniencias que, transformados por el impulso del Espíritu nos lleven a proclamar a Jesucristo donde quiera que estemos y vayamos. El término “callejear” el evangelio es otra expresión empleada por el sucesor de Pedro, dirigiéndose a los jóvenes en Río de Janeiro e invitándolos a comprometerse a ser discípulos misioneros para los demás jóvenes, en la Iglesia y en el mundo nuevo que hay que construir. De tal manera que nuestra Arquidiócesis, con el corazón y los brazos abiertos, se dispone a recibir a tantos misioneros y misioneras, para compartir la urgencia de llevar las semillas del Reino, como siembra de esperanza y renovación del pueblo de Dios, al servicio de toda la familia humana. Con mi fraterno saludo. + Ismael Rueda Sierra Arzobispo de Bucaramanga