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pandemia

Jue 3 Sep 2020

Diócesis de Palmira apoya a comunidades con acciones y palabras de esperanza

Ante la crisis sanitaria que vive el país por cuenta del Covid-19, diferentes jurisdicciones eclesiásticas se han dado a la tarea de brindarle seguridad alimentaria y apoyo psicosocial a las comunidades más vulnerables de su región. De este modo, la Pastoral Social de la Diócesis de Palmira, a lo largo de los últimos seis meses, ha aunado esfuerzos en pro de acompañar a las comunidades más necesitadas que les rodean. De acuerdo con el Padre Arturo Arrieta, director de la Pastoral Social de esta Jurisdicción ha dicho que “se han generado diferentes acciones en torno a la ayuda durante esta pandemia para las poblaciones más vulnerables. Lo primero es la seguridad alimentaria, se han distribuido un poco más de 50.000 raciones de comida a la fecha. También hemos distribuido mercados, kit de aseo, kits de higiene. Todo esto gestionado con empresas locales, pero sobre todo con instituciones internacionales”. Dichos kits de aseo y elementos de bioseguridad han sido entregados a los reclusos de la cárcel de Palmira y a migrantes venezolanos, con el objetivo de evitar contagios de Covid-19. Asimismo, se han focalizado en la población migrante y en quienes históricamente han estado en situación de vulnerabilidad, agravada ahora por las dinámicas de la emergencia sanitaria. El apoyo brindado por la Diócesis no se limita a las ayudas materiales, pues se disponen de dos líneas telefónicas para el apoyo espiritual y psicológico de la comunidad. El Hogar de Paso Papa Francisco, está a disposición “para las personas que se queden sin casa en estos momentos de pandemia, para los migrantes que no tengan para arriendo, poder hospedarlos”, comenta el Padre Arrieta. Allí pueden encontrar un refugio temporal que les ofrece también la alimentación. Además, se destaca la ardua labor en la gestión y entrega, casa por casa, de donaciones de alimentos a las personas más necesitadas. La Iglesia católica ha procurado enviar a la comunidad mensajes de fe y esperanza en estos tiempos difíciles que se viven actualmente. Para el sacerdote Arturo Arrieta, “sólo si estamos unidos, aunque no juntos, haciéndonos cargo de los unos de los otros podemos superar los desafíos. Lo peor que puede pasar en esta pandemia sería desaprovecharla, por eso no desaproveches ese momento tan valioso, no desaproveches este tiempo de aprendizaje. Este signo de los tiempos porque si nos llevamos acompañados uno de otros y obviamente con el señor iluminando cada situación de nuestra vida, vamos a ver salir el arcoíris como en el diluvio”. Fuente: Oficina de comunicaciones Secretariado Nacional de Pastoral Social - Caritas

Jue 3 Sep 2020

Un réquiem

Por: Mons. Ovidio Giraldo Velásquez - En esta pandemia y en el tiempo de confinamiento ha habido una frecuente y dolorosa experiencia de la muerte. Algún amigo, vecino, compañero de trabajo, conocido o, más doloroso aún, alguien de la familia ha partido. En la reapertura de las actividades ya no los encontraremos. En esta luctuosa lista hay personas de todas las edades, de todas las profesiones y condiciones. No importa tanto saber su número o establecer una clasificación. Nos debemos resistir a olvidarlos o a pasar desapercibida su partida. Son más que registro de estadísticas. En cada uno de ellos hay una historia de vida, un drama familiar, un reclamo, lágrimas, esperanzas y desesperanzas. Han partido, ya no están, queda su ausencia y tal vez profundo dolor. Hagamos un pare para pensar en ellos y en sus familias, para pensar que, como dice Ernest Hemingway, “la muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntas por quién doblan las campanas: doblan por ti”. Sin duda alguna la pandemia nos ha arrebatado un significativo número de compañeros de viaje y nos ha desprovisto de su presencia y competencia, enrostrándonos nuestra esencial fragilidad, la natural precariedad de los recursos y cálculos humanos y el límite de nuestras posibilidades. Pero, en nuestra esperanza y para nuestro consuelo debemos pensar, con el apóstol San Pablo, que en la muerte se siembra una semilla y ésta fructificará en un cuerpo celestial; y que la muerte también es una ganancia, es una puerta de vida “porque este ser corruptible tiene que vestirse de incorrupción, y este ser mortal tiene que vestirse de inmortalidad” (1Corintios 15,53). Oremos por todos los que han partido, muchos de ellos en angustia y soledad; oremos por sus familias y sus allegados; también por quienes en vida de ellos supieron servirles, supieron ayudarlos, supieron quererlos. Dios pagará. Finalmente, pensemos en Dios, en su dolor, en el luto de su corazón por toda esta suspensión afanosa de la vida de muchos. Todos somos sus hijos. El corazón de Dios está sangrando con más intensidad en estos días. Pensemos también en la creación, que gime por nuestras locuras, que sufre nuestros horrores, que se estremece por nuestros abusos. Para nuestra oración de sufragio podemos apoyarnos en los salmos 40, 42, 51, 70, 86, 121, 130, 145. Para oración de reconciliación con la creación nos pueden servir los salmos 8, 104, 148. Para nuestro reencuentro con Dios en estas circunstancias dolorosas nos pueden ayudar los salmos 9, 11, 25, 31, 38, 39, 40, 41, 46, 89, 90, 102, 123, 127, 139, 143, 146, 150. Himno de la Liturgia de las Horas Amargo es el recuerdo de la muerte en que el hombre mortal se aflige y gime en la vida presente, cuya suerte es morir cada día que se vive. Es verdad que la luz del pleno día oculta el resplandor de las estrellas, y la noche en silencio es armonía de la paz y descanso en las tareas. Pero el hombre, Señor, la vida quiere; toda muerte es en él noche y tiniebla, toda vida es amor que le sugiere la esperanza feliz de vida eterna. No se oiga ya más el triste llanto; cuando llega la muerte poco muere; la vida, hija de Dios, abre su encanto :“La niña no está muerta, sólo duerme”. Señor, da el descanso merecido a tus siervos dormidos en la muerte; si el ser hijos de Dios fue don vivido, sea luz que ilumine eternamente. Amén. + Ovidio Giraldo Velásquez Obispo de Barrancabermeja

Mar 1 Sep 2020

Subsidios para la reapertura de templos católicos en Colombia

Ante la nueva fase en la estrategia de Colombia para afrontar el Covid-19, denominada ‘aislamiento selectivo de distanciamiento y responsabilidad individual’, la presidencia de la Conferencia Episcopal de Colombia tras la publicación de orientaciones para la reapertura de templos católicos en el país, presenta una serie de insumos audiovisuales y gráficos, dirigidos a feligreses y sacerdotes, sobre las celebraciones litúrgicas y otras actividades pastorales de la Iglesia Católica en el país, en el marco del cumplimiento de los protocolos de bioseguridad para la prevención del virus. El material está compuesto por dos series de videos, una para presbíteros y otra para los fieles, con orientaciones para el antes, durante y después de las celebraciones litúrgicas. Además, se han elaborado infografías, spots radiales y documentos con orientaciones para la reapertura. Los insumosl se encuentran disponible en el micrositio iglesiaantecoronavirus.cec.org.co, botón Subsidio reapertura de templos. También se encuentran en nuestro canal de YouTube e ivoox (episcopadocol).

Vie 28 Ago 2020

Iglesia en Bogotá pide apertura de templos

Los obispos de las diócesis urbanas de Bogotá, el obispo castrense y el exarca Maronita, han emitido un comunicado dirigido al Gobierno Nacional, al Gobierno Distrital y a la opinión pública, en el que “como voceros del común sentir del pueblo católico”, proponen iniciar el 1 de septiembre de 2020 la reapertura de los templos, “con el firme compromiso de implementar rigurosamente los protocolos de bioseguridad, aprobados por el Gobierno Nacional para el sector religioso, mediante la Resolución No. 1120 del 3 de julio de 2020”. La propuesta se sustenta en seis puntos en los que se destaca, entre diversos aspectos, “la importancia de la celebración comunitaria de la fe para la salud integral (física, psíquica y espiritual)”, así como “el llamado a la responsabilidad personal, al autocuidado y al cuidado mutuo”, la esperanza con la que se acoge esta nueva etapa de manejo de la pandemia y la oración permanente por el pueblo colombiano. [icon class='fa fa-download fa-2x']Lea comunicado aquí[/icon]

Mié 26 Ago 2020

En tiempos de pandemia obispos de A.L. hacen llamado a Jefes de Estado

Frente a los devastadores efectos que está dejando la pandemia a su paso, las directivas del Consejo Episcopal Latinamericano (CELAM), han emitido una carta dirigida a todos los líderes y gobernantes de América Latina y el Caribe, donde les hacen un llamado a la integración y la cooperación regional, en búsqueda de soluciones a esta crisis sanitaria y socioeconómica que se vive. "Nos preocupa el efecto de la pandemia en las vidas humanas y en la salud de los ciudadanos, en especial de los más pobres. Entre ellos, migrantes, pueblos originarios, campesinos, afrodescendientes, mujeres, personas mayores y niños. También nos duele el aumento de la pobreza y de la indigencia, así como el grave deterioro de la salud mental, que se expresa en la violencia y el miedo que atenta contra la libertad, fundamento de la democracia. Todo ello está menoscabando gravemente el alma de los pueblos de nuestra ‘Patria Grande’", expresan. Vacuna, ética y justicia social Frente a este tema, agradecen los esfuerzos de quienes están haciendo posible para que pronto se tenga la vacuna que ayude en la evacuación del virus, así como a los voluntarios que se ofrecen para probarlas, pero advierten que esta tarea debe ser hecha de forma ética, demostrando que estas vacunas realmente sean seguras. Así mismo, exponen su preocupación en la comercialización de las mismas para que no realicen con excesos, ni se monopolice la producción. "Esa realidad, nos lleva a clamar que se adopten oportunamente las medidas para asegurar que las vacunas estén disponibles para todos, priorizando a los más pobres, quienes han sido los más afectados por la pandemia en nuestro continente y en la humanidad entera. Que no sea el criterio económico el que, una vez más, margine de la salud a los más golpeados por esta crisis sanitaria: los pobres". Una ‘Patria Grande’ fraterna y solidaria Animan a los mandatarios de estos países para que de forma creativa y con la ayuda de los pueblos y la comunidad científica, busquen soluciones que apoyen en la difícil situación sanitaria y socio-económica que afronta esta región, sugiriéndoles que esta actitud positiva sea asumida no solo durante la pandemia sino hacia futuro. "Así podríamos enfrentar también las llamadas enfermedades invisibles, fruto de condiciones socio económicas deficitarias e injustas, que causan más muertes que el Covid-19 y para las cuales la industria farmacéutica no ofrece alternativas o no están en sus políticas de producción, al no ser rentables”. Curar las estructuras sociales enfermas En su mensaje se refieren también a la pandemia socioeconómica, que está afectando a los pueblos de estas regiones, un virus según lo aseguran, que se acentúa de manera circunstancial durante este tiempo de crisis sanitaria. Donde la concentración de la riqueza sigue creciendo en unos pocos y el aumento de los pobres es cada vez mayor. "La pobreza, la injusta distribución de la riqueza, la carencia de adecuada educación, trabajo, vivienda, salud y el deterioro del medio ambiente nos obligan a demandar, más que crecimiento, desarrollo, y un desarrollo humano integral". "La injusticia estructural que afecta a América Latina y El Caribe no es una maldición ni un castigo divino, sino el resultado del “pecado estructural” y del “pecado ecológico”8 que afectan a nuestra región y que debemos superar todos juntos. Urgimos que en las políticas públicas siempre se tenga presente, en primer lugar, a los hombres y mujeres de nuestra tierra y en especial a los más pobres". Comprometidos con la reconstrucción del tejido social Finalmente, manifiestan su compromiso como Iglesia latinoamericana y caribeña en seguir trabajando en la reconstrucción del tejido social, en la protección y defensa de la vida de manera especial por los más vulnerables y excluidos. Este mensaje ha sido suscrito por las directivas del Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM), Mons. Miguel Cabrejos Vidarte, Presidente; Card. Obidio Pedro Scherer, primer Vicepresidente; Card. Leopoldo José Brenes Solórzano, segundo Vicepresidente; Mons. Rogelio Cabrera López, Presidente Consejo de Asuntos Económicos; y Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro, Secretario General. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Vie 21 Ago 2020

Leguízamo: Tiempos de COVID en tierras del olvido

Por: Mons. Joaquín Humberto Pinzón Gûiza - Iniciando la propagación del COVID 19 en Colombia, recibí una llamada de una persona que me dijo: “creo que en esas lejanías donde tu vives ni el COVID llegara”. Una afirmación cruda, que golpea fuerte el oído, pero en parte con mucha razón. Digo en parte con mucha razón, pues desafortunadamente la Pandemia si llegó a estas lejanías, lo que no ha llegado es la asistencia que debía garantizar un estado de derecho como se autodenomina el nuestro. Durante los primeros meses de pandemia como en todo el país vivimos la cuarentena con relativa responsabilidad. Lo que talvez no supimos fue aprovechar ese tiempo para prepararnos con miras a una eventualidad como la que estamos viviendo en este momento. Sin duda las autoridades locales y todas las personas en general estábamos pensando que en estas lejanías sería difícil que llegara la pandemia tal como lo afirmaba la persona que me llamó. Leguizamo es un municipio región, en donde encuentran un punto de convergencia las comunidades el sur del Putumayo, del sur del Caquetá y del norte del Amazonas, de igual manera algunas de las comunidades que habitan la frontera del Perú y del Ecuador. Por esta razón, los servicios de salud se brindan en esta cabecera para muchas personas. No obstante, dicha realidad, contamos con un hospital de primer nivel con pocas posibilidades de ofrecer un servicio adecuado, aun sabiendo que los otros centros con mejores posibilidades se encuentran muy distantes. Cualquier situación que requiera de una atención con mayor complejidad necesariamente se debe remitir, casi siempre a Puerto Asís en una lancha ambulancia a donde se llega después de poco más de 6 horas de recorrido fluvial. En algunos casos, cuando la situación es de mayor gravedad y el sistema sanitario lo permite, se hace la evacuación a través de la avioneta ambulancia, hacia Neiva u otro lugar con mayores posibilidades. Este panorama asustaba y hacía pensar lo peor en caso de tener que afrontar una crisis sanitaria. Algunas personas manifestaban: “¿Qué será de nosotros cuando nos llegue este flagelo? Desde la administración municipal se afirma que se han hecho algunas solicitudes a las autoridades tanto departamentales como nacionales. El pasado 8 de mayo, los obispos de la frontera, de los vicariatos de San José del Amazonas (Perú) y de Puerto Leguizamo Solano (Colombia), escribimos una carta a través de las respectivas nunciaturas apostólicas a las dos cancillerías solicitando la adecuación de los hospitales de la frontera, con el fin de poder ofrecer la atención que requieran las personas que habitan en este territorio amazónico y fronterizo. Desafortunadamente no han tenido eco las diferentes solicitudes. Seguimos constatando la triste realidad de vivir en un territorio estratégico, pero sin ningún interés para las autoridades tanto departamentales como del orden nacional. Al iniciar el mes de julio, la situación cambio para este llamado “jardín exótico del universo”. La pandemia, paso de ser una realidad que veíamos por televisión, a una realidad muy cercana, con rostros propios y nombres concretos. El miedo nos hace temer lo peor. Hoy 27 de julio, según el Instituto Nacional de Salud tenemos en Leguizamo 79 contagios y tres fallecidos. Esto es lo que dicen los datos oficiales ya que en estas lejanías tampoco todos caben en los datos oficiales. En lo que va corrido del mes han muerto más de 30 personas, en su gran mayoría adultos mayores. Se nos están muriendo los ancianos, tal vez no todos por el COVID -19, pero que coincidencia, justo en estos tiempos de pandemia como nunca mueren muchas personas. Los datos serán más dramáticos cuando lleguemos a saber a ciencia cierta la magnitud de la tragedia, o tal vez nunca lo sabremos pues en esta tierra del olvido las cosas se viven así. Hace dos semanas vimos al Señor alcalde Rubén Velázquez, lanzando un S.O.S. a través de la televisión. Después lo oímos por la emisora y la situación no podía ser menos alentadora, el hospital María Angelines está colapsado, de los ocho médicos presentes, cuatro estaban en cuarentena y los otros cuatro extenuados por todo el trabajo, pero sobre todo por la precariedad con la que deben prestar su servicio. Ante tal panorama, la decisión de las personas es no acudir a los servicios sanitarios sino resistir desde sus casas con medicinas tradicionales y caseras. Ayer una persona que estuvo de paso por aquí, me decía: “cuídese y si se enferma no vaya al hospital, pues allí las condiciones son difíciles, es mejor que se ponga a tomar los remedios caseros, por lo menos si muere, está acompañado”. Son palabras desgarradoras, y no se trata solo de la expresión de una persona, es la mentalidad que está manejando nuestra gente ante tanta dificultad, pues en este momento a estas lejanías no solo llego el COVID-19, sino que tenemos una fuerte virosis, un brote de dengue sin precedentes y a esto sumado el hambre que genera la inactividad de la gran mayoría de familias que viven del rebusque. Ante esta dura realidad, es motivo de fortaleza, la confianza en Dios que manifiestan las personas y la resiliencia para afrontar con audacia y creatividad la enfermedad con medios precarios. Por otra parte, preocupa la filosofía con la que la gente toma la situación queriendo vivir como si nada estuviese sucediendo. No obstante, nos acogemos a la sabiduría de nuestra gente reconociendo que lo único que nos queda es ponernos en las manos de Dios y resistir haciéndole frente a esta problemática con lo poco que se cuenta en estas tierras del olvido. Una vez más hacemos un llamado a quienes tienen la responsabilidad de garantizar el derecho de la salud, no sean indiferentes, no nos dejen solos contemplando la muerte de nuestra gente. + Joaquín Humberto Pinzón Gûiza, imc Vicario Apostólico Puerto Leguizamo Solano

Jue 20 Ago 2020

Iglesia en Bolívar vivirá vigilia de oración por el fin de la pandemia

Inspirados por la letra de la canción "En tus manos Señor", este sábado 22 de agosto la diócesis de Magangué, ubicada en el departamento de Bolívar, estará adelantando una jornada de oración para pedir el fin de la pandemia. El obispo de esta Jurisdicción, monseñor Ariel Lascarro Tapia, ha dicho que será una vigilia para pedir del Señor la salud de todos los enfermos de coronavirus y suplicar la fortaleza y templanza de médicos, enfermeras e internistas de los hospitales que atienden esta emergencia sanitaria. "Ese día nos uniremos en la gran vigilia de oración ofreciéndole al Señor nuestras vidas, todas las parroquias del sur de Bolívar estarán unidas para implorar de Dios su misericordia", afirmó. La jornada que será virtual iniciará a las 10:00 a.m. con una conferencia ofrecida por el padre José Mario Bacci, Superior de los Eudistas, con el tema "El discipulado en los Evangelios sinópticos" y luego a partir de las 6:00 p.m. se continuará con momentos de oración y alabanza, pidiendo a Dios el don de la vida y la salud de toda la comunidad. Este momento de alabanza estará también animado por el padre José Manuel Beltrán, paciente recuperado del covid-19, quien aprovechará este momento para reiterar su agradecimiento a Dios y a cuantos oraron por él durante su convalecencia. La jornada se transmitirá a través del portal web de la diócesis www.diocesismagangue.org también podrá ser seguido por las redes sociales de la Jurisdicción: Facebook, Instagram y el canal de YouTube.

Mar 18 Ago 2020

Reflexiones éticas sobre la enfermedad (I)

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - En estos días donde continuamente hacemos referencia a la enfermedad y al dolor, por la pandemia que nos afecta, desearía dedicar una pequeña reflexión a la condición del hombre, a su realidad corporal, a la dimensión espiritual y también a algunos elementos morales y éticos que esta situación nos presenta. “Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente” (Génesis 2, 7). Este texto de la Sagrada Escritura nos relata la creación del hombre, que salió de las manos de Dios, que le dio “forma” del polvo de la tierra y le dio el “soplo de la vida”, y por tanto se constituyó en un ser viviente. Esta bella figura, pone a Dios como un alfarero, que, con el polvo de la tierra, con una bellísima forma del lenguaje, explica la creación del hombre y su ser mismo. Los dedos del Creador moldearon al hombre y le dieron su ser, pero especialmente, le entregó su “Espíritu”, su alma que da vida y lo constituye en imagen de Dios. El Supremo Creador, “le insufló” vida, (Gen 2, 7). El alma está unida al cuerpo, haciendo al hombre “imagen de Dios”. Esta forma de comprensión del hombre, que con un nombre técnico en la filosofía cristiana es llamado el “hilemorfismo” es fundamental para entender qué es el hombre, cuál es su misión, su futuro, la razón de su ser. El hombre, en el bello relato del Génesis, se separa de la voluntad de Dios por el pecado, ello lo llevó a vivir las limitaciones propias del cuerpo, de su condición humana y corporal (Cf. Gen 3, 1-24). Si bien el hombre es parte de la creación, recibió un particular interés y condición, que le hace diverso a las demás realidades creadas (materiales y animales). Fue Dios mismo quien le dio su forma y su ser, y unió inexorablemente el alma y el cuerpo. Si queremos comprender al hombre, tenemos que entenderlo como una creatura de Dios y que tiene en Dios su fin, que Él, como Creador le dio una misión particular en el jardín del Edén, en la Tierra. Son muchos los tipos y formas de comprender la vida humana, muchas las lecturas que desde las ciencias humanas se hacen del hombre. Son distintos los acentos, las formas de subrayar, una u otra dimensión. Hay muchas formas para entender al hombre, pero hoy especialmente tenemos muchas antropologías (estudio sobre el hombre) que dejan de lado su dimensión espiritual, lo leen sin hacer referencia al alma. El hombre, como creatura de Dios, posee unas capacidades intelectuales, de comportamiento, de lenguaje, de relación y de interacción con otros seres como él; pero también tiene las limitaciones biológicas propias del cuerpo que ha recibido. En él hay una unidad fundamental, establecida de forma particular por Dios (de este tema da una explicación hermosísima Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica en la Primera parte, cuestión 42 y siguientes. S. Th. I, q.42, q. 44). Hoy tenemos en nuestra cultura, en pleno siglo XXI, grandes tentaciones para leer al hombre desde la sola dimensión de su cuerpo, como realidad biológica, reduciéndolo a la mera expresión de sus sentidos o de su corporalidad. Es claro que en nuestro tiempo hay también grandes retos, pues se quiere separar al hombre de su condición espiritual y trascendente, en la comprensión de la vida del hombre. Aquello que aparece delante de nuestros ojos, es la sola corporalidad, las sensaciones y la expresión sensorial de los sentidos. Esta dimensión ha sido resaltada por el fortalecimiento de una lectura meramente “erótica” y de bienestar del hombre, que nuestra sociedad defiende al realizar casi un “culto al cuerpo y a su belleza”. Son muchas las formas de expresar el bien del hombre, pero muchos lo limitan a las condiciones meramente corporales. En las antropologías de nuestro tiempo, en las formas de comprender al hombre, se ha marcado y subrayado la condición corporal, muchos otros han marcado también la condición social del hombre, el aspecto social de relaciones y de interacción entre los hombres (antropología social y cultural). Algunos marcan las relaciones o conciencia del hombre sobre sí mismo, reduciendo la antropología al estudio de la realidad de su mente, de su sicología. Precisamente, las situaciones que nos trae la historia de la humanidad en estos días, con la enfermedad causada por el COVID-19, nos ha mostrado en toda su fuerza la condición frágil de la persona humana, pero, sobre todo, la lectura limitada que se hace de su condición y de su realidad, donde los pacientes son contados como números: contagiados, fallecidos, recuperados. Las graves consecuencias de la enfermedad que ataca la raza humana, ha recordado a los hombres todos de mundo, sin distinción de sexo, raza, edad, condición social, religión, lengua, procedencia, las limitaciones de la corporalidad del hombre. Es la clara afirmación de nuestra limitación corporal. Esto fue notorio en otras épocas de la humanidad, pero a historia reciente, los avances de la ciencia nos habían dado mucha seguridad y confianza en las capacidades científicas y tecnológicas de las cuales disponíamos. Los antiguos, en la escuela griega de COS, donde enseñó Hipócrates, aleccionaban que la naturaleza del cuerpo es el inicio de su ser. Al afrontar el dolor, la enfermedad, el sufrimiento, la muerte de personas queridas, tenemos que enfrentar con mucha claridad las tentaciones que podemos tener, al reducir al hombre a esta mera lectura de tipo corporal. El hombre no es sólo parámetros biológicos, olvidándonos de su dimensión espiritual y de la integralidad de su ser. Somos seres espirituales, trascendentes, tenemos que mirar a Dios y fortalecer elementos espirituales en nosotros. Tenemos sed del Dios vivo (cf. Salmo 42, 2). De esta manera el hombre trasciende la mera dimensión humana y busca a su Creador, a través de valores y metas espirituales. Nuestra condición corporal, nuestros sentidos y realidad biológica son la puerta para entrar en relación con el mundo (Gabriel Marcel, Homo viator, 1944), pero no podemos olvidar la dimensión espiritual. Cuando en estos momentos trágicos de la humanidad, tenemos más de 600 mil muertos, 16 millones de contagiados y muchos enfermos graves, todos queremos conservar la salud. No podemos reducir la vida a la condición óptima del cuerpo. No es sólo el bienestar físico del hombre, es también su bienestar espiritual, también mental y social. Tampoco podemos pensar que el único elemento de lectura de esta realidad es el económico, donde se hace primar el bien de la economía y de los negocios, al bien del hombre, de la comunidad humana. Esta triste realidad tiene que traer una nueva y responsable lectura de la vida del hombre. Estos son momentos para una profunda vida espiritual, dando un gran valor y respeto a la vida humana, al valor infinito que posee. A cualquier costo, incluso económico, debe sostenerse la vida de todos y cada uno de los enfermos y no puede ahorrarse en este campo. Son muchos los esfuerzos que se hacen en este momento, pero no podemos dejar a nadie sin asistencia y ayuda. Son fundamentales los valores morales y religiosos en nuestra realidad. Para comprender los retos de esta enfermedad, tenemos que mirar los altos valores espirituales del hombre. Tenemos que agradecer a quienes están entregando su vida en esta emergencia, los que han muerto por acompañar y cuidar a los enfermos (me refiero al personal médico y sanitario, a los que responsables de esta crisis, en primera persona han pagado con su vida). Acompañemos espiritualmente a los enfermos con nuestra oración y vida espiritual. Ojalá Dios nos conceda rápidamente poder volver a tener al pueblo de Dios en las celebraciones de la Eucaristía. Oremos a la Santa Madre de Dios, Salud de los enfermos, por todos los que padecen enfermedad y por los que sufren. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo de la Diócesis de Cúcuta