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“Uno sigue siendo el ser humano pequeño, frágil, que sufre, que se equivoca”: Mons. Rueda Aparicio
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Antes de viajar a Roma para ser creado cardenal de la Iglesia Católica Universal por el papa Francisco el próximo sábado 30 de septiembre, en una conversación tan sencilla como su esencia misma, monseñor Luis José Rueda Aparicio, compartió detalles de su historia de vida con el equipo de comunicaciones de la Conferencia Episcopal de Colombia, organismo que preside desde el año 2021.
“La cuestión es que cuando lo eligen a uno cardenal, generalmente la figura es muy superficial. Miran desde afuera, se les olvida que los miembros de la Iglesia somos seres humanos de carne y hueso, que nacimos en una familia”, inicia afirmando el prelado.
Durante la conversación, el arzobispo santandereano narró detalles que hasta hoy han sido poco conocidos públicamente. Algunos muy íntimos, otros, familiares y los demás, asociados a su camino pastoral. Todos dan cuenta de cómo ha influido su origen humilde, el ejemplo y amor de su familia, lo que ha aprendido de sus hermanos en la fe, las realidades de las tres jurisdicciones eclesiásticas que ha pastoreado y sus convicciones éticas y sociales, en quien es hoy.
“A la Iglesia le debo todo”
Con convicción y gratitud profunda monseñor Luis José, bautizado a los 15 días de nacido, como sus otros 11 hermanos, afirma que a la Iglesia le debe todo. Sin embargo, hace una precisión: “A la Iglesia pueblo de Dios, no a la Iglesia solamente “jerarquía”. Porque cuando se habla de la Iglesia unos piensan en los obispos, en el Papa, en los sacerdotes, y se les olvida que papá y mamá, que los hermanos laicos, que los casados, que los sobrinos, las sobrinas, son Iglesia”.
El primado de Colombia cuenta, por ejemplo, que gracias a Dios, a través de uno de los sacerdotes de su tierra natal, para quien su padre trabajó en la construcción de un templo, él y su familia, lograron tener casa propia.
“¿Cuál es la historia? En San Gil, hasta 1950, solamente había una parroquia. Pero en esa década ya empezó San Gil a crecer un poquito más, entonces el obispo de ese tiempo dice: “Nos toca crear otra parroquia” y un donante dice “yo”, y donó un terreno y otro donante donó otro terreno. Entonces el párroco de ese tiempo se ve en el dilema de no rechazar a los dos donantes y los dos lotes buenos para ser parroquia”, cuenta el pastor.
“Optó por uno y se la jugó por otra medida”-continúa explicando-, “dijo entonces al otro donante: “Allá en el lote que nos donó, no vamos a construir el templo, pero vamos a construir siete casas. En el templo duraron más de cinco años construyendo el templo y mi papá, que trabajaba en construcción, Luis Emilio, trabajó todos los años””.
Cuenta después que sorpresivamente y con una especie de “responsabilidad social eclesial”, el sacerdote terminó asignándoles con escritura cada una de esas casas a siete de los trabajadores que permanecieron siempre en la obra. “Por eso tenemos casa propia”, puntualiza monseñor. Casa que aún conservan como patrimonio familiar, que visita y en la que comparte con los suyos cada vez que su ministerio se lo permite.
Sobre su infancia, hay detalles muy especiales en el relato. “Los vecinos del barrio, los que me conocen en San Gil saben que no era un ángel, que era normal, tampoco era un vago porque trabajábamos mucho, pero pero éramos normales, sin pretender santidades que no existen. Pero algo sí era muy importante: todo los domingos, misa y comunión”, comenta monseñor.
Uno de los 21 nuevos cardenales que tendrá próximamente la Iglesia, el hijo de Luis Emilio y Socorro, junto a sus hermanos y como seguramente muchos otros de su época, llegaba a acuerdos con su padre para participar de la Eucaristía dominical: “Llegó la adolescencia y nosotros le negociábamos a mi papá: no vamos a la misa de diez porque nos corta la mañana, no vamos en la noche porque en la noche es mejor ir con las amigas. Entonces más bien, madrugamos a Misa y salimos de eso. Era la forma de decirle a mi papá y él decía “listo entonces, pero van a misa y comulgan. Y esa era nuestra tarea”.
Ese adolescente también experimentó su vida afectiva. Vivió desde el inicio del bachillerato y durante seis años, una relación muy especial con Nancy, una joven a la que quiso mucho y con quien compartía, entre otros, su gusto por jugar ping pong durante largas horas. Además, es seguidor del fútbol (hincha del Atlético Bucaramanga, por cierto), aprendió de construcción gracias a su padre y de metalistería gracias a su colegio, derramó lágrimas durante su servicio militar obligatorio del que fue “rescatado” por su madre en La Guajira y más adelante, se vinculó al laboratorio de una cementera.
“Yo pasaba de la empresa la casa por un templo donde está el cementerio de San Gil y yo entraba a rezar un ratico con mi uniforme, con mi overol y yo veía al Cristo, era un Cristo crucificado, pero con los ojos abiertos. Hasta ahora entiendo que era un Cristo agonizante, no estaba muerto, no es un Cristo con los ojos abiertos. Yo decía: pero, ¿Él está muerto o está vivo? Porque tiene los ojos abiertos. Y me impresionaba mucho y eso se me fue metiendo, hasta que un día le dije a ella: yo quiero ser sacerdote”.
A monseñor Rueda le costó entender su vocación por esa “extraña” manera en que sintió el llamado a los 19 años de edad. En aquella época hasta llegó a pensar que ingresar al seminario podía ser una especie de traición a Nancy, con quien seguía compartiendo; también a su familia, pues él aportaba para el sostenimiento de su casa, ya su padre estaba enfermo, irse limitaba por completo sus posibilidades de seguirlo haciendo.
Tomar la decisión de iniciar su vida sacerdotal fue una reto, pero lograr que le creyeran y poder ingresar al Seminario Conciliar San Carlos de San Gil, significó uno mayor. Aunque su padre lo había animado a dar el primer paso para empezar ese camino, advirtiéndole que debía hacerlo bien, varias pruebas se le cruzaron en él, entre ellas, lograr que algún sacerdote le diera una especie de “carta de recomendación”.
“Yo quiero ser sacerdote. ¿Pero eso cómo es, señor obispo?”
“Yo quiero ser sacerdote. ¿Pero eso cómo es, señor obispo? ¿Entonces él se rió, me atendió, era una persona muy seria, muy respetuoso y me dijo Usted tiene novia? Yo dije Sí, le digo que sí. Me dice váyase, no sé cómo será eso. ¿Y yo le dije no, así como tal, no? Y entonces él me dijo: Es bueno que consiga una amiga, que usted experimente su afectividad, que interactúe con ella. Salí aburrido de ese diálogo, debí haberle dicho la verdad a monseñor Víctor”, cuenta, con cierta emotividad, el hoy presidente del episcopado colombiano, al referirse a su primera conversación con monseñor Victor López Forero, el arzobispo emérito de Bucaramanga, en ese tiempo…,quien precisamente el pasado 23 de septiembre partió a la casa del Señor.
Aunque finalmente consiguió esa carta con el capellán del Colegio Nacional San José de Guanentá Integrado de San Gil, uno de los cinco por los que pasó porque, coincidencialmente, los cerraban o se trasladaba. Él mismo cuenta que no fue realmente activo a nivel de vida parroquial. Aunque la Misa de los domingos y el rezo del Santo Rosario en su hogar, eran sagrados, no fue de participar activamente en comunidades ni grupos. De hecho, recuerda que en esa exploración, una de las primeras cosas que hizo fue ir a una convivencia vocacional y no le gustó.
“Uno aprende a ser cura con la gente”
Finalmente monseñor Luis José ingresó al seminario, disfrutó de su proceso y tras terminarlo, a los 27 años de edad, fue enviado por monseñor Leonardo Gómez Serna, a una parroquia rural en una localidad llamada Albania que en ese tiempo pertenecía a la Diócesis de Socorro y San Gil y estaba ubicada a siete horas de San Gil.
“Quiero advertirle que de allí se han retirado cuatro sacerdotes por distintos motivos. Uno por el alcoholismo, otro porque se enredó con una dama, pero yo confío en usted y está listo”, le dijo monseñor Gómez Serna al Luis José Rueda de aquella época, aún inexperto, que jamás llegó si quiera a sospechar la misión que el Santo Padre le encomendaría hoy. “Y me di cuenta de una cosa que uno en el seminario aprende la teoría, pero que uno aprende a ser cura con la gente”, agregó con firmeza el cardenal electo.
Hoy, 33 años después de ordenado, recuerda con cariño pero también con cierta sorpresa su camino episcopal. Tres jurisdicciones pastoreadas en regiones muy distintas, un periodo en la presidencia del episcopado que terminará en julio del 2024 junto a sus hermanos monseñor Omar Alberto Sánchez Cubillos y Luis Manuel Alí Herrera, vicepresidente y secretario general de la Conferencia, respectivamente. Ademas, una gran cantidad y diversidad de lugares y personas que ha podido conocer, desde los más humildes y necesitados, hasta las personalidades más destacadas de la vida social y política del país.
“Yo pensé que los obispos eran de familias ricas”
Aunque significó una alegría muy grande para sus coterráneos, la noticia de que el papa Benedicto XVI lo había nombrado obispo de la Diócesis de Montelíbano fue toda una sorpresa, no solo para él sino también para su familia.
“El día que avisaron que iba a ser obispo yo ya sabía, pero toca guardarlo en secreto. Y uno está ahí, como con “el entre pecho y espalda”, con ese secreto. Cuando ya se supo, hubo mucha alegría en la familia y en San Gil. Solo en la tarde pude ir a comer con mi madre y le dije, Y ella dijo: “Yo pensé que los obispos eran de familias ricas”. Fue la expresión que nunca se me olvida”, narró monseñor.
El prelado partió hacia esta Iglesia particular en Córdoba, región que no conocía, en la que tuvo que acompañar durante seis años a las comunidades en medio de complejos retos del contexto social por cuenta de situaciones asociadas al conflicto armado, pero a la que quiso mucho.
“Yo aprendí a ser obispo con los sacerdotes”
“Estando allá, cambia la ruta porque renuncia Benedicto y nombran a Francisco, y Francisco me pasó a Popayán y yo llegué a ser Arzobispo de Popayán. Eso es una cosa muy grande, pero uno sigue siendo el ser humano pequeño, el ser humano frágil, el ser humano que sufre, que se equivoca”, afirma monseñor.
Al conocer y celebrar la Eucaristía en todas sus parroquias, monseñor Luis José se enamoró del Cauca, de su gente, su cultura y su geografía. Sin embargo, no había cumplido los dos años aún y es notificado en mayo de 2018, a través de monseñor Luis Mariano Montemayor, nuncio apostólico en Colombia durante esta época, que el Santo Padre lo había nombrado arzobispo de Bogotá.
“¡No puede ser! ¿Suceder a monseñor Rubén Salazar Gómez? ¡Esas son palabras con mayúscula sostenida!”
La capital, tan grande y diversa, recibió en junio de 2020 a monseñor Luis José, en plena época de confinamiento obligatorio por la pandemia del COVID-19. Los retos de esa época y la responsabilidad tan enorme que sentía en ese nuevo encargo eran inmensos.
Su misión en Bogotá y, al tiempo, la tarea de presidir el episcopado colombiano, le han permitido al arzobispo hacer llegar un mensaje más directo a diferentes actores y sectores frente a sus preocupaciones por las realidades que vive hoy el país. Su insistencia en la defensa de la vida y en la necesidad de construir la reconciliación y la paz, desde la justicia, el amor y el respeto por los derechos humanos, han sido permanentes.
“Y aprendí a conocer Bogotá y a amarla, y a darme cuenta de que Bogotá no es lo que otros piensan desde fuera. Algunos dicen Bogotá tiene dos partes el sur y el norte, falso, Bogotá tiene una multiplicidad. En el norte hay periferias existenciales, en el sur hay belleza, riquezas, hay de todo”, afirma monseñor Rueda, al tiempo que recuerda su gusto por haberse podido acercar e involucrar con la realidad de los habitantes de calle.
“Como dice el Papa, yo he cometido muchos pecados, pero yo he sido misericordiado por el Señor”.
Enterarse de la noticia de su designación como Cardenal el pasado 9 de julio, fue más inesperada aún. La semana previa había finalizado la asamblea plenaria del episcopado y justamente, un día antes, la Iglesia colombiana iniciaba su luto por la partida de monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, obispo de Santa Rosa de Osos.
Esa noticia, que llegó para el país como un bálsamo de esperanza, pareciera aún increíble para monseñor Rueda Aparicio. “El Papa me mandó una carta muy bonita, una carta privada personal donde me anima, donde me dice: “Ahora entra al Colegio Cardenalicio” y lo que eso significa en clave de servicio, en clave de unidad con el Papa, con el sucesor de Pedro y de martirio. Y por eso debe estar dispuesto”, expresa con actitud de obediencia el arzobispo de Bogotá.
Luis José Rueda Aparicio, no solo el del nuevo título que recibirá en la Santa Sede, sino el ser humano, el hijo, el hermano, el tío, el primo, el amigo, narra que mirar hacia atrás, le da la oportunidad de darse cuenta cómo su vida se la ha ido transformando el Señor. Termina su relato afirmando que más allá de las pruebas, ama a Dios, a la Iglesia y al país y está dispuesto a entregar su vida.
Vea la entrevista completa aquí:
“El divorcio exprés”: una píldora que no sana
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Para ser peregrinos de la esperanza cristiana: la intención de oración que propone el papa Francisco en diciembre, de cara al Jubileo 2025
Se conoció la intención de oración elegida por Francisco para este mes de diciembre. El Santo Padre pide a toda la Iglesia orar para que el Jubileo de la Esperanza, que él abrirá oficialmente el próximo 24 de diciembre, "nos fortalezca en la fe, nos ayude a reconocer a Cristo resucitado en medio de nuestras vidas, y nos transforme en peregrinos de la esperanza cristiana” en un mundo donde predominan la desesperación y la desconfianza.“La esperanza cristiana es un regalo de Dios que llena de alegría nuestra vida. Y hoy la necesitamos tanto..¡El mundo la necesita tanto!”, señala en su videomensaje difundido a través de la Red Mundial de Oración del Papa y producido, en esta ocasión, en colaboración con la Fondazione Pro Rete Mondiale di Preghiera del Papa y el Dicasterio para la Evangelización.Vea a continuación el Video del Papa:
Lun 2 Dic 2024
Obispos colombianos lamentan el fallecimiento de Mons. Héctor Gutiérrez Pabón, un pastor destacado por su trabajo en la pastoral de las comunicaciones
Tras confirmar el fallecimiento de monseñor Héctor Luis Gutiérrez Pabón, obispo emérito de Engativá, este lunes 2 de diciembre en la ciudad de Bogotá, a través de un comunicado, los obispos colombianos agradecieron y destacaron su importante misión y legado a la Iglesia y al país desde la pastoral de las comunicaciones. Además, su trabajo por la reconciliación y la paz, especialmente durante su ministerio episcopal como obispo de Chiquinquirá.“Deseamos que su legado en el trabajo por la reconciliación y la paz del país, junto con su pasión por comunicar la Buena Nueva de Jesucristo, sea conservado y vivido por la Iglesia colombiana. Encomendamos a su familia y a las Iglesias Particulares donde ejerció su ministerio, al amparo de Nuestra Señora de Chiquinquirá, patrona de Colombia”.Desde su experiencia como director del programa televisivo “La Voz del Papa” emitido a través de IRAVISIÓN, hasta su presidencia en la Comisión de Comunicaciones Sociales para América Latina, el Caribe y las Antillas del CELAM y en la Comisión de la Pastoral de Comunicaciones de la Conferencia Episcopal de Colombia, llevaron a que monseñor Gutierrez Pabón fuera llamado por el Vaticano a prestar este servicio en la Iglesia Universal. En 1992 fue designado como jefe de prensa de la visita de Su Santidad Juan Pablo II a Santo Domingo. Posteriormente, fue nombrado miembro del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales por parte del papa Benedicto XVI.A lo largo de su ministerio, monseñor Gutiérrez Pabón se destacó también como un líder cercano a la realidad social de los colombianos, con gran interés por la justicia social, el bienestar de las comunidades más vulnerables del país y el diálogo como camino de pacificación. En este sentido, es recordado, especialmente, por su trabajo en favor de la reconciliación y la paz en el departamento de Boyacá, mientras ejerció como obispo de la Diócesis de Chiquinquirá (1998-2003).De sus 87 años de vida, monseñor Gutiérrez Pabón tuvo 62 de ministerio sacerdotal y 37 de servicio episcopal, primero como Obispo Auxiliar de Cali y, tiempo después, como Obispo Diocesano de Chiquinquirá y primer Obispo de Engativá.Monseñor Germán Medina Acosta, actual obispo de Engativá y secretario general de la Conferencia Episcopal de Colombia, invitó a los fieles a apropiarse de su legado de las comunicaciones al servicio de la evangelización y de la convivencia social:“Quisiéramos invitarlos a apropiarnos de su legado. La comunicación es fundamental hoy, y quisiera subrayar sobre la comunicación humana, es algo propio del ser humano. Ojalá podamos abrir siempre caminos y vehículos de comunicación para superar nuestras dificultades, nuestros problemas y también buscar la reconciliación y la paz. Le pedimos el Señor al Señor que le dé el descanso eterno. Y a todos nosotros la firme esperanza de la plenitud de la vida en él”.Las exeqiuas de monseñor Héctor Gutiérrez Pabón se llevarán a cabo este miércoles 4 de diciembre, a las 10:00 a.m., en la Parroquia Catedral San Juan Bautista de la Estrada de la Diócesis de Engativá. BiografíaMonseñor Héctor Luis Gutiérrez Pabón nació en el municipio de Cáqueza (Cundinamarca) el 17 de mayo de 1937.Cursó sus estudios secundarios en el Seminario Menor de Bogotá y el ciclo de Filosofía y Teología en el Seminario Mayor de Bogotá.Estudió la licenciatura en Medios de Comunicación Social en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y obtuvo el “Master” en la misma disciplina en la Layola Marymount University, 1974). Posteriormente se Licenció en Teología Moral en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma (1980-1982).Fue ordenado sacerdote, en Bogotá, el 22 de septiembre de 1962.En el ejercicio del ministerio sacerdotal desempeñó los siguientes roles:- Superior del Preseminario (1963-1972).- Párroco de “Los Ángeles Custodios” de Bogotá (1975-1980).- Director de la Oficina Arquidiocesana para los Medios de Comunicación Social (1975-1978).- Director del Departamento de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal de Colombia (1975-1978).- Profesor de Ética de la Comunicación Social en la Universidad de San Buenaventura de Bogotá.- Capellán del Colegio Andino de Bogotá.- Director del Programa televisivo “La Voz del Papa”.- Profesor y Ecónomo del Seminario Mayor de San José de Bogotá (1982-1987).El 17 de febrero de 1987 el Santo Padre Juan Pablo II lo nombró Obispo titular de Segia y Obispo Auxiliar de Cali.Recibió la ordenación episcopal en la Catedral Primada de Bogotá, el 25 de marzo de 1987.En 1992 fue nombrado Jefe de Prensa de la Visita de Su Santidad Juan Pablo II a Santo Domingo con ocasión de la IV Conferencia del Consejo Episcopal Latinoamericano – CELAM.El 2 de febrero de 1998 Su Santidad Juan Pablo II lo trasladó a la Diócesis de Chiquinquirá. En el seno de la Conferencia Episcopal de Colombia formó parte del Comité Permanente.En la XXIX Asamblea General del CELAM, celebrada entre el 13-16 de mayo de 2003 en Ituparal (Paraguay) fue designado Director del Centro de Producciones de Radio y Televisión para América Latina y Jefe de Publicaciones del CELAM.Por su gran desempeño en los medios de comunicación social fue presidente de la Comisión de Comunicaciones Sociales para América Latina, el Caribe y las Antillas del CELAM durante el periodo 2010-2011. Fue presidente de la Comisión de la Pastoral de Comunicaciones de la Conferencia Episcopal de Colombia y miembro del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales desde el nombramiento que el papa Benedicto XVI le hizo el 05 de enero de 2010.El 6 de agosto de 2003 el Santo Padre Juan Pablo II lo nombró Obispo de la Diócesis de Engativá.Al cumplir los 75 años de edad, monseñor Héctor Gutiérrez presentó su renuncia a la Santa Sede como Obispo de su Diócesis. El día 26 de junio de 2015, fue aceptada la renuncia al gobierno de la Diócesis de Engativá.
Vie 29 Nov 2024
Adviento 2024 en Colombia: obispos piden a los fieles fortalecer la oración y reavivar la esperanza en las comunidades
Los obispos colombianos invitan a todos los fieles católicos para que durante el tiempo de Adviento, que este año se vivirá desde el domingo 1 hasta el martes 24 de diciembre, incentiven la oración, fortalezcan los vínculos de unidad y fraternidad, propaguen gestos de bondad y cultiven anhelos de paz y de justicia en el país.Además de ser un tiempo de especial preparación para la Navidad, los prelados resaltan que, en esta ocasión, al ser el preámbulo del Jubileo Ordinario del 2025 convocado el papa Francisco bajo el lema “Peregrinos de esperanza”, todos están llamados a transmitir esperanza, entendida en sí misma como una virtud cristiana.“En la Bula de Convocación al Jubileo, el Santo Padre nos ha insistido en “no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia” y nos invita a redescubrir aquellas señales de esperanza que contienen el anhelo del corazón humano tan necesitado de la presencia salvífica de Dios. Precisamente, el Adviento nos pone en estrecha relación con la virtud cristiana de la esperanza, que debemos reavivar, de modo que sobreabunde en medio de nuestras comunidades y pueblos y, con ella, la vida”, expresan los pastores en el mensaje.Finalmente, los obispos se manifiestan confiados a la intercesión de la Virgen María y animan a “seguir caminando juntos como Iglesia colombiana que peregrina en la esperanza”.Vea a continuación la lectura del mensaje por parte del Secretario General de la Conferencia Episcopal de Colombia:
Mié 27 Nov 2024
Reflexiones sobre los hijos, el matrimonio y la familia a la luz de la doctrina de la Iglesia Católica: Mons. Miguel Fernando González Mariño
En estos tiempos, en los que abunda la información y las narrativas polarizadas o ideologizadas, que, a menudo, desorientan, asustan o generan incertidumbre entre los católicos colombianos, en un espacio digital denominado “Verdad con Caridad”, monseñor Miguel Fernando González Mariño, obispo de la Diócesis de El Espinal y presidente de la Comisión Episcopal de Matrimonio y Familia, comparte importantes reflexiones sobre temas de interés personal, familiar o asociados a coyunturas sociales del país, desde la doctrina de la Iglesia Católica.Con el Catecismo en la mano, de manera concreta y usando un lenguaje muy sencillo, a través del canal de YouTube de la Diócesis de El Espinal, monseñor Miguel Fernando se ha referido allí, entre otros, a aspectos asociados a la vocación y la familia, la formación de los hijos, la educación en la fe, la dignidad de los niños, los deberes de los padres en cuanto a la fecundidad, la Eucaristía y, a propósito de temas de interés general como la recién desarrollada COP16, habló de las diferencias entre ecologismo ideológico y ecología humana a partir del magisterio de San Juan Pablo II, Benedicto XVI y del papa Francisco.El interés especial de monseñor Miguel Fernando por ofrecer esta catequesis está asociado a la importancia de los temas que trabajan los obispos de la Comisión Episcopal que preside, pero también a su formación. El prelado, quien, también es Administrador Apostólico de la Diócesis de Garzón, estudió Teología Dogmática de la Pontificia Universitá della Santa Croce, por lo que, su pedagogía se basa en la exposición específica de la doctrina y se centra en la importancia de la verdad propuesta, por encima de las experiencias o percepciones.Aunque muchos creyentes creen que el Catecismo solo es una herramienta usada en la preparación de niños y jóvenes para recibir los sacramentos o para su educación religiosa, espacios como este que tiene monseñor Miguel Fernando, dejan claro que también es absolutamente necesario para fortalecer la vida espiritual de los adultos y para proporcionar mayor claridad sobre la forma en que se deben asumir o vivir ciertas situaciones a nivel familiar y social desde los principios de la fe cristiana y la doctrina de la Iglesia Católica.Vea algunos de esos episodios a continuación: