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Nueva edición del Calendario Litúrgico Propio de Colombia
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Por Pbro. Jairo de Jesús Ramírez Ramírez- La disposición de las celebraciones durante el año litúrgico es fijada por un calendario, general o particular, sea que haya sido establecido para uso de todo el Rito Romano o para el uso de una Iglesia particular o de una familia religiosa. En el calendario general se inscribe el ciclo total de las celebraciones, a saber, las fiestas del Misterio de Salvación en el Propio del tiempo, de los santos que tienen una importancia universal, y por esta razón son celebrados obligatoriamente por todos, y también de otros santos que manifiestan la universalidad y la continuidad de la santidad en el Pueblo de Dios. Los calendarios particulares contienen celebraciones especialmente propias, armonizadas de manera adecuada con el ciclo general. Así, cada Iglesia particular o familia religiosa debe honrar de manera particular a los santos que por una razón peculiar le pertenecen.
La primera legislación del Episcopado Colombiano que modificó el Calendario General se dio en el marco de la XXXIX Asamblea Plenaria, celebrada del 4 al 14 de julio de 1983, con la correspondiente aprobación de la Santa Sede (Cfr. N. Prot. 171292/I). En esa ocasión, los señores Obispos, regularon los días festivos religiosos, así: días de precepto, es decir, con la obligación para los católicos de participar en la Santa Misa y observar el descanso festivo: todos los Domingos del año; el primero de enero, solemnidad de Santa María, Madre de Dios; el 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María; y el 25 de diciembre, solemnidad de la Navidad del Señor. Trasladaron a Domingo: la Epifanía del Señor, la Ascensión del Señor, el Cuerpo y la Sangre del Señor (Corpus Christi). Dejaron de ser de precepto: el 19 de marzo, solemnidad de San José; el 29 de junio, solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo; el 15 de agosto, solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen; y el primero de noviembre, solemnidad de todos los Santos.
Cuarenta años después de esta primera legislación el Episcopado da otro paso. Esta vez, en relación con la celebración de los santos. Los señores Obispos, en la CXIV Asamblea Plenaria, celebrada del 6 al 10 de febrero de 2023, aprobaron el Propio de los santos de Colombia y, consiguientemente, fue confirmado por la Santa Sede, el 9 de noviembre de 2023 (Cfr. Prot. N. 190/23). En consecuencia, el santoral quedó como se relaciona en la siguiente tabla:
Enero
Solemnidad- Domingo comprendido entre el 2 y el 8 de enero- (EPIFANÍA DEL SEÑOR)
Fiesta-Domingo después de la Solemnidad de Epifanía- (BAUTISMO DEL SEÑOR)
Mayo
03-Fiesta- (EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ)
04-Fiesta (SANTOS FELIPE Y SANTIAGO, APÓSTOLES)
19-Memoria libre-(Santa María Bernarda Bütler, virgen)
Solemnidad- VII Domingo Pascua- (ASCENSIÓN DEL SEÑOR)
Fiesta- Jueves después de Pentecostés- (NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE)
Solemnidad- Domingo después de la Santísima Trinidad-(SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO)
Julio
09-Fiesta-(BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DEL ROSARIO DE CHIQUINQUIRÁ. PATRONA DE COLOMBIA)
10-Memoria libre- (Santos Agustín Zhao Rong, presbítero, y compañeros mártires)
Agosto
09-Memoria libre- (San Ezequiel Moreno, obispo)
Septiembre
09- Memoria obligatoria - (San Pedro Claver, presbítero)
Octubre
09-Memoria libre- San Luis Bertrán, presbítero
21-Memoria obligatoria-(Santa Laura de santa Catalina de Siena Montoya y Upegui, virgen )
Son varios los cambios que trae la segunda edición del Calendario propio. El más notable, es la anticipación de la celebración de la Fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote al jueves después de la Solemnidad de Pentecostés, como se halla actualmente en el calendario universal; antes se celebraba el jueves después de la Solemnidad del Corpus Christi. Esta fiesta fue instituida por Benedicto XVI, el año 2012, para impulsar la vida de santidad del clero y la llamada vocacional al sacramento del Orden . Los señores obispos, promovieron el cambio como signo de comunión con la Iglesia universal.
Otra novedad es la celebración de santa Laura de santa Catalina de Siena Montoya y Upegui, primera santa colombiana, con el grado de memoria obligatoria. El Episcopado colombiano deseó el grado de fiesta para la santa, como consta por las diversas ocasiones que lo solicitó a la Sede Apostólica (Cfr. Prot. SPEC N. 16596/13; Prot. N. 15718/14; Prot. N. 17316/16; 18229/19), pero no fue aprobado, dado que este grado le corresponde únicamente al patrono principal de la nación o de la diócesis (Cfr. Calendaria Particularia, n. 8). Sin embargo, nada impide que, en una diócesis o familia religiosa, la celebración de la santa reciba mayor solemnidad de la que le corresponde en toda la nación, por especial relación con ella, en razón de origen, larga permanencia, muerte o culto inmemorial y aún vivo (Cfr. Calendaria Particularia, n.25).
No aparecen en la nueva versión del Calendario propio: santa Mariana de Jesús Paredes y Flores, virgen (26 de mayo); san Josemaría Escrivá de Balaguer, presbítero (26 de junio); santa Beatriz de Silva, virgen (17 de agosto); y santa Teresa Jornet e Ibars, virgen (26 de agosto). Son celebraciones que, por ser del Calendario universal o del Martirologio romano, pueden celebrarse en sus respectivos días, sin necesidad de estar inscritas en el Calendario propio. Al Calendario nacional, se “reserva la fiesta del patrono principal y otras celebraciones de santos o de beatos particularmente relacionados con la nación” (Calendaria Particularia, n. 8). El deseo de honrar a una familia religiosa específica por su contribución a la vida de la nación no es criterio suficiente para incluir un santo en el calendario propio. Es fácil darse cuenta de que, siguiendo este criterio, el calendario nacional perdería su carácter específico para convertirse en gran medida en una especie de colección de celebraciones propias de las familias religiosas presentes en la nación.
Además, nótese también que cada familia religiosa celebra sus santos y beatos según el calendario aprobado por el moderador supremo y confirmado por la Santa Sede. De ello se deduce que los fieles que así lo deseen pueden participar habitual y libremente en tales celebraciones en las iglesias de la familia religiosa. Así, los fieles pueden asociarse espiritualmente con la comunidad religiosa, participando en sus celebraciones litúrgicas, que se desarrollan también con sus propios textos y en el contexto específico, por ejemplo, de una peregrinación .
Tampoco aparecen en esta nueva versión del Calendario Propio: santo Toribio de Mogrovejo, obispo (23 de marzo), patrono del episcopado latinoamericano, desde el 10 de mayo de 1983, por disposición del Papa Juan Pablo II; santa Rosa de Lima, virgen (23 de agosto), patrona de América Latina; y la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe, patrona de América Latina (12 de diciembre). La razón es que son celebraciones del Calendario regional de América Latina y no exclusivamente de Colombia.
Hay quienes se preguntan por la presencia de los santos Agustín Zhao Rong, presbítero, y compañeros mártires (10 de julio), en el Calendario Propio. Se trata de santos que en el calendario General se celebran el 9 julio. Pero debido a que en esta fecha concurre la Fiesta de la Bienaventurada Virgen María del Rosario de Chiquinquirá, patrona de Colombia, la memoria de estos santos se traslada para el 10 de julio. Lo mismo sucede con los santos Felipe y Santiago, Apóstoles (4 de mayo). Esta fiesta, en el Calendario General, se celebra el 3 de mayo, pero en Colombia concurre también la celebración de la Exaltación de la Santa Cruz (3 de mayo), que prevalece sobre la de los santos Apóstoles, entonces, se traslada para el 4 de mayo.
De otro lado, se debe anotar que el episcopado colombiano solicitó, a la Santa Sede, incluir en el Calendario Propio, advocaciones marianas, como: Bienaventurada Virgen María, Auxilio de los cristianos (24 de mayo), Bienaventurada Virgen María del Carmen (16 de julio) y Bienaventurada Virgen María de la Merced (24 de septiembre) , pero esta solicitud fue denegada. La razón es que pueden ser celebradas haciendo uso de los formularios de la Collectio Missarum beate Mariae Virginis (Colección de Misas de la Virgen María), sin necesidad de estar inscritas en el Calendario Propio .
Concluimos con cuatro afirmaciones más. Primera, los cambios de esta nueva edición del Propio de Colombia, están inspirados en la reforma conciliar del Vaticano II que reafirmó el principio de que las celebraciones de los santos, en las que se proclaman las maravillas de Cristo en sus siervos, si bien son importantes, no deben prevalecer sobre las celebraciones de los misterios de la salvación que tienen lugar semanalmente, los domingos y durante el año litúrgico (Cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 111).
Segunda, es evidente la necesidad de confeccionar los Calendarios Propios de las Iglesias locales. Las celebraciones propias de cada diócesis son: la fiesta del patrono principal, que, con todo, por razones pastorales, puede convertirse en solemnidad. La fiesta del aniversario de la dedicación de la iglesia catedral, así: en la Catedral, Solemnidad; en la Diócesis, fiesta. La memoria del patrono secundario, si lo hay. Las celebraciones de santos y de beatos, regularmente inscritos en el Martirologio romano o en su Apéndice, y particularmente relacionados con aquella diócesis, por ejemplo, por razón de origen, larga permanencia, muerte o culto inmemorial y aún vivo (Cfr. Calendaria Particularia, n. 9). También, se incluye el aniversario de la ordenación episcopal del Ordinario del lugar, con grado de fiesta.
Tercera, la oportunidad de preparar el santoral propio en vistas de la nueva edición del Misal Romano, permitió revisar cuanto había sido aprobado hasta ahora. En estos últimos años el Dicasterio para el Culto Divino y la Diciplina de los Sacramentos ha visto una gran tendencia a sobrecargar los Calendarios propios con santos que, según la actual normativa, pueden ser celebrados sin necesidad de estar inscritos en el mismo.
Y cuarta, con esta aprobación, se despeja el camino para continuar la preparación de la esperada nueva edición del MisaConferencial Romano y, de la primera edición, para Colombia, del Leccionario de los Santos.
Referencias bibliográficas
1. Concilio Vaticano II. Constitución sobre la Sagrada Liturgia (4 de diciembre de 1963). Madrid: BAC, 1989.
2. Pablo VI. Normas Universales del Año Litúrgico y el Calendario, 14 de febrero de 1969.
3. Sagrada Congregación para el Culto Divino. Instrucción Calendaria Particularia, 24 de junio de 1970.
4. Juan Pablo II. Carta Apostólica Santo Toribio, sobre la recognitio como patrono de los obispos de América Latina, 10 de mayo de 1983.
5. Congregación del Clero. Rescripto sobre la recognitio del nuevo Calendario de días festivos religiosos en Colombia, 12 de julio de 1983. Prot. N. 171292/I.
6. XXXIX Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano (4 al 14 de julio de 1983). “Instrucción Pastoral con ocasión del nuevo Calendario de días festivos religiosos en Colombia”, 14 de julio de 1983, en: SPEC. Conferencias Episcopales de Colombia, t. III. Bogotá: Itagral, p. 1182.
7. Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Notificazione su alcuni aspetti dei calendari e dei testi liturgici propri (20 de septiembre de 1997).
8. Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos: Carta a los presidentes de las conferencias episcopales sobre la Fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, del 23 de julio de 2012. Prot. N. 452/12/L.
9. Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Decreto sobre la Confirmatio del Calendario Propio de Colombia, 9 de noviembre de 2023. Prot. N. 190/23.
P. Jairo de Jesús Ramírez Ramírez
Director del Departamento de Liturgia del SPEC
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Francisco en Trieste: ¡Una fe encarnada y profética!
Por Pbro. Rafael Castillo Torres - El pasado 7 de julio, el Papa Francisco visitó la ciudad italiana de Trieste, en el marco de la 50 Semana Social. Iniciativa que nació en el año 1907, y que, desde entonces, la Conferencia Episcopal de esta nación celebra, inspirada en el legado de un laico, el sociólogo y Economista, el Beato Giuseppe Toniolo. Estas semanas sociales son un foro abierto para la participación y deliberación de amplios sectores sobre las problemáticas que interpelan la acción pastoral de la Iglesia en su desafío por rescatar la democracia, procurar la participación de todos en el cuerpo social y poner de presente un compromiso colectivo, con la ética del bien común.Tanto su visita, como el contenido de su mensaje, dirigido al corazón de la democracia, han abierto un foro más allá de Trieste. Los temas tratados por el Papa Francisco hablan a la Iglesia, a los gobiernos de las naciones, a los partidos, a los empresarios, a la sociedad civil, a los académicos y a toda la humanidad. Francisco, como ya nos acostumbró en su visita a Colombia en el año 2017, volvió nuevamente a condenar las prácticas corruptas, la marginalidad, el descarte y el despilfarro, e hizo a todos, un llamado a tener un compromiso activo en la vida pública, por ser lo que es de todos y a tener una fe encarnada y profética. Subrayó, igualmente, la importancia de pasar de la mera asistencia a las urnas a una participación más auténtica, alimentada por la creatividad y la solidaridad, para construir una sociedad más justa y fraterna, porque de lo que se trata es de organizar la esperanza en estas horas no fáciles. Nuestra fe, afirmó el Papa Francisco, debe entrar en la historia y curar las heridas de la sociedad, convirtiéndose así en fermento de esperanza y de justicia.Su voz profética ha realizado un llamado a restaurar el corazón de la democracia, mediante la creatividad y la solidaridad: “mientras nuestro sistema económico y social siga produciendo una sola víctima y haya un solo descartado, no podrá celebrarse la fraternidad universal”. Es como si nos dijera que vivir el Evangelio, es participar conscientemente en la política. La pregunta que viene bien formularnos, en el contexto de la realidad de Colombia es: ¿Qué implicaciones tiene para nosotros el mensaje de Trieste? 1.Debemos tomar conciencia, en el orden de la participación, que no pocas veces, por falta de formación y buen criterio, nos hemos sentido impotentes y utilizados. No se nos toma en serio y otros deciden por nosotros, quedando sin capacidad de reacción. Se nos impide pensar, porque pensar resulta ser muy peligroso. Se nos aparta sutilmente cuando buscamos hacer control democrático para que nos rindan cuentas públicamente; como si no supiéramos que cuando le roban al Estado nos roban a cada uno.2.Estamos llamados a enfrentar el acostumbramiento que nos ha llevado a vivir, en este tipo de relacionamientos, determinados por el avispamiento y el aprovechamiento de los sin escrúpulos que hacen de la democracia la promiscuidad mercantil de la política. Son las mafias enquistadas en los juegos de poder. Aquí es donde constatamos que el bien es sumamente frágil. Y lo es mucho más si se trata del bien común de la nación. Pero la tarea es vencer el mal a fuerza de bien ante el cerco tendido por las ambiciones clientelistas. Es un sacrificio tan legítimo como agónico, dado que las voces que pretenden el rescatar la democracia profunda y deliberativa, como lo ha pedido el Papa Francisco, son un referente residual.3.Debemos poner las cosas en el oren que nos pide el Papa en su mensaje de esta Semana Social, reconociendo que, en las campañas electorales, tanto en lo nacional como en lo regional y lo municipal, es vergonzosa la escasez de contenidos y la multiplicación de las ofensas. A todo lo anterior se le suma el flaco servicio a la democracia de algunos medios de comunicación. Ni informan ni forman la opinión pública; hábilmente se distancian de la obediencia debida a la verdad y poco les importa la utilidad social de la información. 4.Estamos llamados a reconocer que, en el quehacer de la política, solemos valorar mucho más la posibilidad de poder expulsar un mal gobierno, que la perentoriedad de elegir uno bueno; nos ponemos de acuerdo sobre lo que no queremos antes de realizar propuestas y conseguir objetivos; se determina el mal -en el extremo hipotético de consentir desvelarlo-, pero se sospecha de quien intenta ofrecer el bien y caminar hacia él. Ni se aspira a él, ni se procura el ideal.El Papa Francisco lo ha repetido de muchas formas y en diferentes contextos: “La sensatez tiene como idea matriz unir la ética y la política”. Lamentablemente esto es, por lo general, despreciado por la voluntad de poder. El deber ser de la moral no juega contra el gobernante. Abandonar la moral es ir a la ruina. Ya hemos aprendido, por tantos dolores en nuestra historia, que no es ingenuo guiarnos por el bien y la defensa de la vida. Recordemos las palabras del Papa Benedicto XVI quien, refiriéndose a estos temas tocados por el Papa Francisco, también nos dijo: “Hagan la síntesis entre realismo político e idealismo moral”.Pbro. Rafael Castillo TorresDirector del Secretariado Nacional de Pastoral Social / Cáritas Colombiana
Jue 11 Jul 2024
Hacia un diálogo maduro, capaz de gestar consensos
Por Pbro. Rafael Castillo Torres - La Semana por la Paz de este año 2024 tiene como lema “Uniendo voces construimos país”. Es un lema, creado colectivamente, en consenso con muchos, y que nos coloca sobre el horizonte de la palabra como el puente más civilizado para celebrar, entre nosotros, la cultura del encuentro. Será la oportunidad que nos daremos, como nación que anhela la paz integral, para examinarnos a fondo y preguntarnos: ¿Hasta cuándo las relaciones de los colombianos y colombianas han de seguir marcadas por una confrontación de intereses? ¿Hasta cuándo la vida de la nación estará condenada a la fragmentación y signada por los enfrentamientos? ¿Seremos capaces, como pueblo, de fundamentar nuestros vínculos en un diálogo sincero y constructivo? ¿Cuáles son las razones que nos han llevado a olvidar nuestra historia?Esta Semana por la Paz, que pone en el centro nuestra capacidad de dialogar, deberá hacer crecer nuestra conciencia en algo muy concreto: la ausencia de un diálogo sincero y fundamentado en la buena voluntad, nos menoscaba y nos aísla del entorno regional y mundial. En definitiva perjudica, especialmente, a los excluidos, marginados y empobrecidos de nuestra nación.Las jornadas, encuentros culturales, acciones pedagógicas, momentos de oración y celebraciones que tendremos durante todo el mes de septiembre, nos han de ayudar, también, en el reconocimiento de aquellas falencias profundas que tenemos los colombianos. La obstinación de algunos y la persistencia en confrontaciones de intereses sin saber cómo resolverlos, han sido un signo de nuestra debilidad para concertar y conciliar, lo cual refleja no solo la precariedad de nuestras instituciones, sino también la fragilidad de una cultura del encuentro que posibilite un gran acuerdo de nación. Todo ello es un reflejo del escaso aprecio que, como sociedad, otorgamos a la importancia y la dignidad que tiene la acción política como ese ámbito propio para la superación de las diferencias y el afianzamiento de nuestros grandes ideales. Colombia hoy, como nunca antes, está urgida de gestos de grandeza que generen confianza y credibilidad. Queremos que esta Semana por la Paz nos permita descubrir, en cada uno de sus momentos celebrativos, no solo el valor de los conflictos que hemos de transformar creativamente, sino también, el sentirnos abocados a la búsqueda de sus soluciones, como responsables todos, de la paz, de la convivencia y de la reconciliación nacional.Estamos necesitados de generosidad y cooperación, pero también de diálogo y comunicación libre. En una expresión, de aquellos valores que construyen la felicidad social. Nuestro balance será siempre bastante deficitario sino logramos superar la paradoja de una sociedad corrupta que busca elegir gobernantes honestos. Entre nosotros no puede seguir primando la competencia sobre la cooperación, ni el bien individual sobre el bien común, tampoco el “Estado mínimo” sobre el “Estado de bienestar social”.Colombia es una nación en permanente movilización y reclamos de justicia, lo sabemos. Por ello es bueno precisar desde el diálogo, que es el puente más civilizado que acerca todas las orillas que son posibles, que no es en las calles donde solucionaremos nuestros problemas sino a través de un diálogo transparente y constructivo que revisa permanentemente las estrategias de reclamo. Ni la moderación en las demandas, ni la magnanimidad en el ejercicio del poder, son signos de debilidad.A los colombianos, en la búsqueda de la paz, muchos hechos nos han dejado perplejos, pero no estamos desesperados ni desesperanzados. Por ello, siempre será necesario precisar que la firma de un acuerdo para poner fin a un conflicto armado siempre será una condición necesaria, más no suficiente. Ante las mesas de diálogo para la paz con distintos actores, se deben abrir muchas otras mesas locales, municipales y regionales, para hacer las paces territoriales, resolviendo creativamente los conflictos.Vamos a tener presente, en esta Semana por la Paz, que Colombia, en esta hora, no va a crecer por los buenos negocios de su economía, sino por la madurez que tenga su capacidad para dialogar y su habilidad para gestar consensos que se traduzcan en políticas que orienten un proyecto común nación.Nosotros sabemos que Dios es fiel y no abandona a sus hijos. La esperanza en la que creemos los colombianos es aquella que se funda en el amor gratuito de Dios. Justo, desde aquí, creemos que el diálogo, que celebra la cultura del encuentro, es nuestra gran oportunidad.Pbro. Rafael Castillo TorresDirector del Secretariado Nacional de Pastoral Social / Cáritas Colombiana
Jue 16 Mayo 2024
Defensa de los líderes sociales en Colombia: un compromiso ecuménico e interreligioso
Por Carlos Daniel Franco Ramírez - Históricamente, religiones e iglesias han debatido sobre doctrinas y dogmas, creando divisiones y diferencias que las separan. Sin embargo, el momento actual requiere dejar de lado esas diferencias y unir fuerzas en la defensa de la vida y la justicia social. Como actores y promotores de la vida en la construcción del tejido social en el país, en el contexto del diálogo ecuménico e interreligioso, la defensa de los líderes sociales en Colombia se convierte en un punto de encuentro y una oportunidad para favorecer la unidad.Líderes sociales en ColombiaNumerosos líderes sociales de diversas comunidades, tanto hombres como mujeres, enfrentan amenazas, silenciamiento y, en última instancia, se convierten en víctimas de asesinato. Estos líderes asumen compromisos concretos en sus comunidades y territorios, trabajando en pro de la justicia, la paz, el medio ambiente y la defensa de los derechos colectivos. El Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ) ha actualizado su registro de víctimas de líderes sociales, el cual asciende a 1729 personas - aunque se presume que la cifra real es mayor -, entre el 24 de noviembre de 2016 hasta el informe del 14 de mayo del presente año.Es importante recordar que el asesinato de líderes sociales se ha intensificado en Colombia desde la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno y las extintas Farc en 2016. Las cifras son elocuentes: 21 casos en 2016, 207 en 2017, 298 en 2018, 279 en 2019, 310 en 2020, 171 en 2021, 189 en 2022, 188 en 2023 y 66 hasta la fecha. Se observa, entonces, que aunque los homicidios han disminuido, lamentablemente aún persisten; muchos de estos casos quedan impunes y, tristemente, en la indiferencia de la mayoría de la población. En vista de estas cifras alarmantes y esta cruel realidad, desde el diálogo ecuménico e interreligioso surge de manera imperante la necesidad de ofrecer una reflexión sobre el asesinato de los líderes sociales en Colombia, con el propósito contribuir a la construcción del bien común y a la defensa de sus vidas.Compromiso ecuménico e interreligiosoEl ecumenismo es una invitación a todos los cristianos para construir el reino de Dios, y exige la participación comprometida de cada uno para colaborar en orden al bien común. Desde este contexto del diálogo ecuménico, todos los cristianos podemos interpretar la muerte de los líderes sociales desde la recuperación de la memoria del Jesús histórico y las causas de su muerte, derivadas de su compromiso social y su ministerio profético.Esta perspectiva demanda que todos los cristianos tomen conciencia de la vida y obra de Jesús, asuman los desafíos del compromiso evangélico y encarnen su mensaje en la realidad histórica actual; en otras palabras, quien hoy no se compromete, dista del cristianismo de Jesús. La fe en Cristo debe trascender los límites personales y abarcar dimensiones más amplias para contribuir al bienestar de todos.Desde esta óptica, el compromiso social y el diálogo ecuménico se convierte en un pilar fundamental del cristianismo, intrínseco en la vivencia y manifestación de la fe. “En nombre de Cristo se adopta conjuntamente posiciones de solidaridad al servicio de la humanidad; así se enfrentan problemas de justicia, libertad, paz, y se atiende mejor a los pobres, marginados y a los indefensos.”Sin embargo, este esfuerzo no se limita al diálogo entre cristianos, sino que involucra a todas las personas, independientemente de sus convicciones religiosas, incluso aquellas que no son cristianas. Todos debemos responder al llamado de enfrentar el asesinato de los líderes sociales mediante la promoción de un diálogo interreligioso que también inspire un compromiso social para abordar esta realidad y contribuir colectivamente a la construcción de una mejor sociedad. Este llamado trasciende barreras religiosas, se convierte en un terreno compartido y es claro para todos: un mayor compromiso social, así como el apoyo y defensa de aquellos que sí se comprometen socialmente.Por tanto, el diálogo interreligioso, como bien lo asegura el papa Francisco, “antes incluso de ser una discusión sobre los grandes temas de la fe, es una conversación sobre la vida humana.” Este diálogo se presenta como el espacio propicio para asumir responsabilidades comunes frente a la problemática de nuestro país, la cual nos apremia y nos interpela profundamente.ConclusiónEn definitiva, los seres humanos, independientemente de la religión que profesen, cuentan con elementos suficientes para ejercer un liderazgo fundamentado en los valores de la fraternidad/sororidad universal, desde su vocación, profesión y ocupación, en su ámbito laboral, académico, sociocultural, parroquial, en diversos movimientos y asociaciones en los cuales participa.Para que esta aspiración no quede reducida a una mera utopía, es fundamental que todos reconozcan la importancia de los líderes sociales y apoyen su lucha. No se puede ser indiferente ante el esfuerzo y el sufrimiento de estos compatriotas que luchan por la reconstrucción del bienestar social en sus respectivos territorios; de esta manera, cada persona está llamada a contribuir de alguna manera a la labor de estos líderes que desempeñan un papel crucial en el país.Resulta crucial visibilizar esta realidad, respaldarlos y acompañarlos en su encomienda. Es de vital importancia emplear esfuerzos para que se sigan denunciando los ataques contra ellos, fomentar la educación en la creación de una conciencia colectiva, y la sensibilización desde estos ambientes religiosos en torno a la importancia del liderazgo social y su impacto en la construcción de sociedades más equitativas y justas. Esto implica promover formación y enseñanzas que reconozcan la labor y el valor de quienes se alzan como voces de cambio y justicia en nuestra sociedad.En resumen, la fuerza transformadora de los líderes sociales es un llamado a la acción para cada individuo, independientemente de sus creencias o afiliaciones. Contribuir al respaldo y protección de estos líderes es un paso significativo hacia la realización de sociedades más fraternas, más justas, más presencia del reino de Dios anunciado por Jesús en el aquí y ahora de nuestra historia.Carlos Daniel Franco Ramírez, C.Ss.R.Seminarista Redentorista
Mié 15 Mayo 2024
El Espíritu Santo: un faro de esperanza para nuestros pueblos
Por Pbro. Gerardo Andrés Guayacán Cruz - En Pentecostés celebramos la venida del Espíritu Santo dado a los apóstoles y luego a toda la Iglesia, cincuenta días después de la Resurrección del Señor. Con este acontecimiento Dios infunde valor, sabiduría y fortaleza para proclamar el Evangelio por todo el mundo.El Espíritu Santo nunca abandona su obra, Él está presente en la creación, para que el hombre busque la renovación interior a través de la oración, la adoración y la intimidad con Dios. El mundo en que vivimos no existe por sí mismo; es obra del Espíritu creador, que pone orden y armonía al mundo.En el contexto de la acción pastoral de la Iglesia en Colombia, Pentecostés tiene un significado personal, profundo y práctico. Significa renovación espiritual, fortaleza para enfrentar desafíos y sabiduría para guiar a los fieles en un entorno diverso y a menudo desafiante. Es el Espíritu Santo quien revitaliza y fortalece las comunidades cristianas, para abordar las necesidades sociales, económicas y espirituales de nuestros pueblos.En un país como el nuestro, la Iglesia desempeña un papel importante en la vida de las personas, inspirándoles a permanecer fieles al amor de Dios, aun en las pruebas difíciles, sin perder nunca la esperanza.Pentecostés impulsa a la Iglesia a trabajar por la justicia social, la paz y la reconciliación en una nación que ha experimentado conflictos prolongados. Enfrentar los problemas sociales en nuestros territorios puede ser desafiante y agotador. El Santo Espíritu de Dios puede proporcionar fortaleza espiritual y perseverancia a los que trabajan por la justicia, permitiéndoles seguir adelante incluso en la adversidad.Muchas personas se ven afectadas por los problemas sociales de manera directa o indirecta, lo que puede generar sufrimiento y desesperanza. En este panorama, solo el Señor puede consolar y lo hace a través de su Espíritu, recordándonos el amor infinito incluso en los momentos más oscuros. Es la esperanza en el amor de Dios que nos recuerda el Papa Francisco: “La esperanza efectivamente nace del amor y se funda en el amor que brota del Corazón de Jesús traspasado en la cruz”. [Bula de Convocación del Jubileo Ordinario del Año 2025. n°3].La acción del Espíritu Santo es fundamental para la vida y la misión de la Iglesia. A través de su influencia y poder, Él capacita a los líderes y fieles para enfrentar los desafíos sociales y llevar el amor de Dios a quienes más lo necesitan.En un contexto marcado por la pobreza, la violencia, la desigualdad y otros problemas que aquejan a nuestras familias, la presencia del Espíritu Santo es fuente de Luz. Es Él, quien inspira a la Iglesia a ser una fuerza transformadora en la sociedad, trabajando incansablemente por el bien común y el Reino de Dios. En última instancia, la presencia soberana del Espíritu Santo en Colombia es un recordatorio del amor incondicional de Dios y su deseo de restaurar y renovar todas las cosas en sí mismo.Es la Iglesia quien responde a la llamada del Espíritu Santo y se convierte en un faro de esperanza y transformación en medio de la oscuridad, llevando la luz del Evangelio a los más pobres y construyendo un camino hacia un futuro más justo y pacífico para todos.A medida que la Iglesia abraza plenamente el camino de Pentecostés, se convierte en un testimonio vivo del amor de Dios en el mundo, manifestando la unidad y proclamando la buena nueva de Jesús Resucitado a toda la creación.Pbro. Gerardo Andrés Guayacán CruzSacerdote de la Diócesis de Duitama-Sogamoso