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Nueva edición del Calendario Litúrgico Propio de Colombia
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Por Pbro. Jairo de Jesús Ramírez Ramírez- La disposición de las celebraciones durante el año litúrgico es fijada por un calendario, general o particular, sea que haya sido establecido para uso de todo el Rito Romano o para el uso de una Iglesia particular o de una familia religiosa. En el calendario general se inscribe el ciclo total de las celebraciones, a saber, las fiestas del Misterio de Salvación en el Propio del tiempo, de los santos que tienen una importancia universal, y por esta razón son celebrados obligatoriamente por todos, y también de otros santos que manifiestan la universalidad y la continuidad de la santidad en el Pueblo de Dios. Los calendarios particulares contienen celebraciones especialmente propias, armonizadas de manera adecuada con el ciclo general. Así, cada Iglesia particular o familia religiosa debe honrar de manera particular a los santos que por una razón peculiar le pertenecen.
La primera legislación del Episcopado Colombiano que modificó el Calendario General se dio en el marco de la XXXIX Asamblea Plenaria, celebrada del 4 al 14 de julio de 1983, con la correspondiente aprobación de la Santa Sede (Cfr. N. Prot. 171292/I). En esa ocasión, los señores Obispos, regularon los días festivos religiosos, así: días de precepto, es decir, con la obligación para los católicos de participar en la Santa Misa y observar el descanso festivo: todos los Domingos del año; el primero de enero, solemnidad de Santa María, Madre de Dios; el 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María; y el 25 de diciembre, solemnidad de la Navidad del Señor. Trasladaron a Domingo: la Epifanía del Señor, la Ascensión del Señor, el Cuerpo y la Sangre del Señor (Corpus Christi). Dejaron de ser de precepto: el 19 de marzo, solemnidad de San José; el 29 de junio, solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo; el 15 de agosto, solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen; y el primero de noviembre, solemnidad de todos los Santos.
Cuarenta años después de esta primera legislación el Episcopado da otro paso. Esta vez, en relación con la celebración de los santos. Los señores Obispos, en la CXIV Asamblea Plenaria, celebrada del 6 al 10 de febrero de 2023, aprobaron el Propio de los santos de Colombia y, consiguientemente, fue confirmado por la Santa Sede, el 9 de noviembre de 2023 (Cfr. Prot. N. 190/23). En consecuencia, el santoral quedó como se relaciona en la siguiente tabla:
Enero
Solemnidad- Domingo comprendido entre el 2 y el 8 de enero- (EPIFANÍA DEL SEÑOR)
Fiesta-Domingo después de la Solemnidad de Epifanía- (BAUTISMO DEL SEÑOR)
Mayo
03-Fiesta- (EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ)
04-Fiesta (SANTOS FELIPE Y SANTIAGO, APÓSTOLES)
19-Memoria libre-(Santa María Bernarda Bütler, virgen)
Solemnidad- VII Domingo Pascua- (ASCENSIÓN DEL SEÑOR)
Fiesta- Jueves después de Pentecostés- (NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE)
Solemnidad- Domingo después de la Santísima Trinidad-(SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO)
Julio
09-Fiesta-(BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DEL ROSARIO DE CHIQUINQUIRÁ. PATRONA DE COLOMBIA)
10-Memoria libre- (Santos Agustín Zhao Rong, presbítero, y compañeros mártires)
Agosto
09-Memoria libre- (San Ezequiel Moreno, obispo)
Septiembre
09- Memoria obligatoria - (San Pedro Claver, presbítero)
Octubre
09-Memoria libre- San Luis Bertrán, presbítero
21-Memoria obligatoria-(Santa Laura de santa Catalina de Siena Montoya y Upegui, virgen )
Son varios los cambios que trae la segunda edición del Calendario propio. El más notable, es la anticipación de la celebración de la Fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote al jueves después de la Solemnidad de Pentecostés, como se halla actualmente en el calendario universal; antes se celebraba el jueves después de la Solemnidad del Corpus Christi. Esta fiesta fue instituida por Benedicto XVI, el año 2012, para impulsar la vida de santidad del clero y la llamada vocacional al sacramento del Orden . Los señores obispos, promovieron el cambio como signo de comunión con la Iglesia universal.
Otra novedad es la celebración de santa Laura de santa Catalina de Siena Montoya y Upegui, primera santa colombiana, con el grado de memoria obligatoria. El Episcopado colombiano deseó el grado de fiesta para la santa, como consta por las diversas ocasiones que lo solicitó a la Sede Apostólica (Cfr. Prot. SPEC N. 16596/13; Prot. N. 15718/14; Prot. N. 17316/16; 18229/19), pero no fue aprobado, dado que este grado le corresponde únicamente al patrono principal de la nación o de la diócesis (Cfr. Calendaria Particularia, n. 8). Sin embargo, nada impide que, en una diócesis o familia religiosa, la celebración de la santa reciba mayor solemnidad de la que le corresponde en toda la nación, por especial relación con ella, en razón de origen, larga permanencia, muerte o culto inmemorial y aún vivo (Cfr. Calendaria Particularia, n.25).
No aparecen en la nueva versión del Calendario propio: santa Mariana de Jesús Paredes y Flores, virgen (26 de mayo); san Josemaría Escrivá de Balaguer, presbítero (26 de junio); santa Beatriz de Silva, virgen (17 de agosto); y santa Teresa Jornet e Ibars, virgen (26 de agosto). Son celebraciones que, por ser del Calendario universal o del Martirologio romano, pueden celebrarse en sus respectivos días, sin necesidad de estar inscritas en el Calendario propio. Al Calendario nacional, se “reserva la fiesta del patrono principal y otras celebraciones de santos o de beatos particularmente relacionados con la nación” (Calendaria Particularia, n. 8). El deseo de honrar a una familia religiosa específica por su contribución a la vida de la nación no es criterio suficiente para incluir un santo en el calendario propio. Es fácil darse cuenta de que, siguiendo este criterio, el calendario nacional perdería su carácter específico para convertirse en gran medida en una especie de colección de celebraciones propias de las familias religiosas presentes en la nación.
Además, nótese también que cada familia religiosa celebra sus santos y beatos según el calendario aprobado por el moderador supremo y confirmado por la Santa Sede. De ello se deduce que los fieles que así lo deseen pueden participar habitual y libremente en tales celebraciones en las iglesias de la familia religiosa. Así, los fieles pueden asociarse espiritualmente con la comunidad religiosa, participando en sus celebraciones litúrgicas, que se desarrollan también con sus propios textos y en el contexto específico, por ejemplo, de una peregrinación .
Tampoco aparecen en esta nueva versión del Calendario Propio: santo Toribio de Mogrovejo, obispo (23 de marzo), patrono del episcopado latinoamericano, desde el 10 de mayo de 1983, por disposición del Papa Juan Pablo II; santa Rosa de Lima, virgen (23 de agosto), patrona de América Latina; y la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe, patrona de América Latina (12 de diciembre). La razón es que son celebraciones del Calendario regional de América Latina y no exclusivamente de Colombia.
Hay quienes se preguntan por la presencia de los santos Agustín Zhao Rong, presbítero, y compañeros mártires (10 de julio), en el Calendario Propio. Se trata de santos que en el calendario General se celebran el 9 julio. Pero debido a que en esta fecha concurre la Fiesta de la Bienaventurada Virgen María del Rosario de Chiquinquirá, patrona de Colombia, la memoria de estos santos se traslada para el 10 de julio. Lo mismo sucede con los santos Felipe y Santiago, Apóstoles (4 de mayo). Esta fiesta, en el Calendario General, se celebra el 3 de mayo, pero en Colombia concurre también la celebración de la Exaltación de la Santa Cruz (3 de mayo), que prevalece sobre la de los santos Apóstoles, entonces, se traslada para el 4 de mayo.
De otro lado, se debe anotar que el episcopado colombiano solicitó, a la Santa Sede, incluir en el Calendario Propio, advocaciones marianas, como: Bienaventurada Virgen María, Auxilio de los cristianos (24 de mayo), Bienaventurada Virgen María del Carmen (16 de julio) y Bienaventurada Virgen María de la Merced (24 de septiembre) , pero esta solicitud fue denegada. La razón es que pueden ser celebradas haciendo uso de los formularios de la Collectio Missarum beate Mariae Virginis (Colección de Misas de la Virgen María), sin necesidad de estar inscritas en el Calendario Propio .
Concluimos con cuatro afirmaciones más. Primera, los cambios de esta nueva edición del Propio de Colombia, están inspirados en la reforma conciliar del Vaticano II que reafirmó el principio de que las celebraciones de los santos, en las que se proclaman las maravillas de Cristo en sus siervos, si bien son importantes, no deben prevalecer sobre las celebraciones de los misterios de la salvación que tienen lugar semanalmente, los domingos y durante el año litúrgico (Cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 111).
Segunda, es evidente la necesidad de confeccionar los Calendarios Propios de las Iglesias locales. Las celebraciones propias de cada diócesis son: la fiesta del patrono principal, que, con todo, por razones pastorales, puede convertirse en solemnidad. La fiesta del aniversario de la dedicación de la iglesia catedral, así: en la Catedral, Solemnidad; en la Diócesis, fiesta. La memoria del patrono secundario, si lo hay. Las celebraciones de santos y de beatos, regularmente inscritos en el Martirologio romano o en su Apéndice, y particularmente relacionados con aquella diócesis, por ejemplo, por razón de origen, larga permanencia, muerte o culto inmemorial y aún vivo (Cfr. Calendaria Particularia, n. 9). También, se incluye el aniversario de la ordenación episcopal del Ordinario del lugar, con grado de fiesta.
Tercera, la oportunidad de preparar el santoral propio en vistas de la nueva edición del Misal Romano, permitió revisar cuanto había sido aprobado hasta ahora. En estos últimos años el Dicasterio para el Culto Divino y la Diciplina de los Sacramentos ha visto una gran tendencia a sobrecargar los Calendarios propios con santos que, según la actual normativa, pueden ser celebrados sin necesidad de estar inscritos en el mismo.
Y cuarta, con esta aprobación, se despeja el camino para continuar la preparación de la esperada nueva edición del MisaConferencial Romano y, de la primera edición, para Colombia, del Leccionario de los Santos.
Referencias bibliográficas
1. Concilio Vaticano II. Constitución sobre la Sagrada Liturgia (4 de diciembre de 1963). Madrid: BAC, 1989.
2. Pablo VI. Normas Universales del Año Litúrgico y el Calendario, 14 de febrero de 1969.
3. Sagrada Congregación para el Culto Divino. Instrucción Calendaria Particularia, 24 de junio de 1970.
4. Juan Pablo II. Carta Apostólica Santo Toribio, sobre la recognitio como patrono de los obispos de América Latina, 10 de mayo de 1983.
5. Congregación del Clero. Rescripto sobre la recognitio del nuevo Calendario de días festivos religiosos en Colombia, 12 de julio de 1983. Prot. N. 171292/I.
6. XXXIX Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano (4 al 14 de julio de 1983). “Instrucción Pastoral con ocasión del nuevo Calendario de días festivos religiosos en Colombia”, 14 de julio de 1983, en: SPEC. Conferencias Episcopales de Colombia, t. III. Bogotá: Itagral, p. 1182.
7. Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Notificazione su alcuni aspetti dei calendari e dei testi liturgici propri (20 de septiembre de 1997).
8. Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos: Carta a los presidentes de las conferencias episcopales sobre la Fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, del 23 de julio de 2012. Prot. N. 452/12/L.
9. Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Decreto sobre la Confirmatio del Calendario Propio de Colombia, 9 de noviembre de 2023. Prot. N. 190/23.
P. Jairo de Jesús Ramírez Ramírez
Director del Departamento de Liturgia del SPEC
Miremos y contemplemos el Crucificado
Jue 2 Mayo 2024
Lex orandi, lex credendi, lex vivendi
Jue 2 Mayo 2024
Jue 2 Mayo 2024
Contemplando la cruz, ¡Vamos a reconciliarnos!
Por P. Rafael Castillo Torres - El próximo 3 de mayo, día en que el mundo católico celebra la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz; nosotros, en Colombia, acogiendo el llamado del Papa Francisco en Villavicencio, en su visita apostólica de hace siete años, así como la exhortación de nuestros pastores, celebraremos esta jornada de oración, reflexiones y compromisos con el propósito de abrir caminos nuevos de reconciliación y de esperanza en la búsqueda constante de la unidad y de la paz que hoy reclama la nación colombiana. Búsqueda en la que la Iglesia está firmemente empeñada y comprometida.Una pregunta que nos hicieron recientemente fue la siguiente: ¿Por qué la Iglesia ha escogido esta fiesta para celebrar el día nacional de la reconciliación?En primer lugar, porque nuestra Nación, así quieran sacar la imagen del Crucificado de los espacios públicos, se sigue santiguando, signando y persignando. Y lo hace porque estamos llenos de personas que sufren. Personas también ellas crucificadas por la desgracia, las injusticias y el olvido; porque hay muchos hermanos hundidos en el hambre y la miseria; y también porque, entre nosotros, se conserva aún la piedad sincera.En segundo lugar, porque es difícil imaginar un símbolo más cargado de esperanza que la cruz que nuestro pueblo planta por los caminos en subida: esas cruces son memoria conmovedora de un Dios crucificado y recuerdo permanente de su identificación con todos los inocentes que sufren de manera injusta.En tercer lugar, porque la cruz, como el Cristo roto de Bojayá, levantada entre nuestras cruces, nos recuerda que Dios sufre con nosotros. A Dios le duele el hambre de los niños y llora con las mujeres maltratadas día a día en su hogar y sufre también con todas las víctimas. No sabemos explicamos la raíz última de tanto mal. Y, aunque lo supiéramos, no nos serviría de mucho. Sólo sabemos que Dios sufre con nosotros y esto lo cambia todo.La Iglesia quiere en esta celebración, que como nación colombiana podamos redescubrir el verdadero contenido de la cruz. ¿Qué significa la imagen del Crucificado, tan presente entre nosotros, si no sabemos ver marcados en su rostro el sufrimiento, la soledad, el dolor, la tortura y desolación de tantos hijos de Dios? ¿Qué sentido tiene llevar una cruz sobre nuestro pecho, si no sabemos cargar con la más pequeña cruz de tantas personas que sufren junto a nosotros? ¿Qué significan nuestros besos al Crucificado, si no despiertan en nosotros el cariño, la acogida y el acercamiento a quienes viven crucificados? ¿Qué sentido tienen venerar la cruz del Señor si no somos conscientes que en el altar de la cruz se ha dado el mayor gesto de amor que reconcilia a toda a la humanidad?Es justamente en el altar de la cruz donde quedan al descubierto nuestras cobardías. Desde el silencio de la cruz, Nuestro Señor nos invita a revisarnos. Para adorar el misterio de un «Dios crucificado», es necesario acercamos un poco más a los crucificados y de eso se trata en esta jornada. Ante el altar de la cruz vamos a estar en silencio, aquietando el espíritu y recuperando la paz interior. Este, en definitiva, es el buen comienzo de la reconciliación. Llevar la cruz no es buscar «cruces», sino aceptar la «crucifixión» que nos viene de la fidelidad al Evangelio.Nuestra esperanza como Iglesia es que esta celebración nos pueda llevar a seis tareas concretas en el ámbito de la reconciliación: • A reconocer que la verdad sin justicia es mentira y que la justicia sin verdad es engaño; establecida la verdad, restaurada la justicia, se inaugura el tiempo de la misericordia frente al arrepentimiento y el diálogo.• A comprender que una auténtica reconciliación implica cambios reales para crear una nueva situación. Esto se realiza en el reconocimiento de la verdad (la rehabilitación del ofendido) y la búsqueda de la justicia (la rehabilitación del ofensor).• A tener muy claro que una actitud de silencio resulta ser una falsa reconciliación, porque hiere aún más al ofendido y justifica al ofensor en su maldad. Necesitamos que los ofensores reconozcan el daño causado, se arrepientan y emprendan un nuevo camino.• A trabajar pedagógicamente estas tres instancias, la verdad, la justicia y la misericordia, que se requieren mutuamente, para ir consolidando la reconciliación como una experiencia de autenticidad que nos encamina hacia la paz.• A procurar ayudar a armar lo que está desbaratado. Ha de ser una tarea, permanente y continua, por restituir dignidad a las víctimas; contribuir a la humanización de los victimarios; y animar la recomposición de un tejido social y comunitario donde la vida ha de ser lo primero y lo más importante. • A orar insistentemente para que crezca en cada uno de nosotros la grandeza human del perdón como la paz del corazón y la reconciliación como la paz en nuestras relaciones.P. Rafael Castillo TorresDirector del Secretariado Nacional de Pastoral Social – Cáritas colombiana
Vie 12 Abr 2024
La psicología pastoral: una luz para la Iglesia del siglo XXI
Por Cristian David Ortiz - “Y al desembarcar, vio tanta gente que sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas” (Mc 6,34). Antes de ser un predicador, Jesús vivía su ministerio como un auténtico pastor que daba la vida por sus ovejas, especialmente por las frágiles y necesitadas, ya que conocía profundamente la misión que le dio su Padre: “no necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal" (Mt 9,12). Las cualidades de David, pastor y rey de Israel, alcanzan su plenitud en Jesucristo que, a diferencia de los escribas y doctores de la Ley, conocía verdaderamente lo que estaba en el interior del hombre (cf. Jn 2,24), y se tomaba el tiempo de escuchar las necesidades de aquellos que acudían a Él. Como bien sabemos, Jesucristo es el Hijo de Dios y nuestro Redentor, pero me atrevo a afirmar que era, es y seguirá siendo un psicólogo pastoral que escucha a sus ovejas y les concede una vida nueva. Seguramente es la primera vez que escuchas este término, ¿Acaso podemos relacionar a Jesús con la psicología? Dilucidemos esta expresión.En primer lugar, tomando el término psicología por lo que se refiere a su etimología, se define como el tratado del estudio del alma; es decir, esta ciencia se encarga de ahondar de manera integral en la persona, teniendo en cuenta sus conductas externas que expresa por medio de su cuerpo, así como sus conductas internas: pensamientos, sentimientos, emociones, entre otros (Morris & Maisto, 2005). La psicología como ciencia inició con la figura de Wilhelm Wundt, médico alemán que fundó el primer laboratorio de psicología experimental en el año 1879; sin embargo, otros investigadores previos a esta fecha empezaron a dar pinceladas del panorama que abarca actualmente el tratado del alma. Algunos señalan que la psicología conlleva una postura atea o contraria a la fe, pero esta generalización es un error garrafal; algunos psicólogos como Abraham Maslow, Carl Rogers, Viktor Frankl, entre otros, han sido los pilares de una auténtica comprensión de la antropología cristiana, a saber, una persona que es bio-psico-socio-espiritual, y encamina sus acciones hacia la trascendencia. En la actualidad, la psicología tiene un amplio campo de acción y una riqueza de estrategias a nivel terapéutico para que cualquier persona se conozca a sí misma y desarrolle su salud mental.En cuanto a la etimología del término pastoral, viene del latín pascere que significa apacentar, por lo que la acción pastoral se presenta como un rasgo constitutivo de la Iglesia al servicio del Reino de los Cielos, que busca la salvación del género humano y la conversión; de igual manera, la acción pastoral actualiza la praxis de Jesucristo, buen pastor que da la vida por sus ovejas (cf. Jn 10,11), a través de la Palabra de Dios, los sacramentos y las obras de caridad (Floristán, 2002). Aunque el título de pastor se suele atribuir a los ministros consagrados, todos los bautizados estamos llamados a vivir esta vocación que adquirimos desde el día de nuestro bautismo, y apacentar el rebaño (grande o pequeño) que el Señor nos ha encomendado. Esta misión tiene un carácter sinodal, ya que el agente de pastoral debe comprender que solo alcanza la salvación acompañando este rebaño, pero no debe olvidar que cada oveja es totalmente diferente a la otra. Existen corderitos que tienen heridas desde su infancia, otras ovejas que crecieron de la mano de Dios, y otro grupo que prefiere los falsos pastores y se desvía de Aquél que conduce hacia fuentes tranquilas y repara sus fuerzas (cf. Sal 23,3).Después de reflexionar en cada término, es menester enmarcar el concepto de psicología pastoral. En un sentido estricto, Szentmártoni (2003) lo define como “una rama de la psicología que estudia los procesos psicológicos inherentes a las situaciones pastorales” (p.9). El término de psicología pastoral ha sido utilizado de forma ecuménica desde mediados del siglo XX, y empieza a tomar relevancia por las alusiones que el magisterio ordinario y extraordinario de la Iglesia realiza sobre la importancia de una psicología cristiana, especialmente en el Concilio Vaticano II (cf. Declaración Gravissimum educationis,1). Esta disciplina se fundamenta en Jesús que estaba dispuesto a escuchar y sanar a sus contemporáneos, sean judíos o paganos, a nivel físico, psicológico y espiritual, y tiene como objetivo la trascendencia de la persona hacia su Creador. Cristo ha inmortalizado esta obra en la Iglesia, familia que sana y libera a los más necesitados, incluso a los no creyentes; por ello, no solo es importante una formación doctrinal para el acompañamiento de grupos y comunidades parroquiales, sino el estudio de la psicología pastoral para llevar a la práctica las cualidades que caracterizaron a la persona de Jesús que sabe decir al abatido una palabra de aliento (cf. Is 50,4).Teniendo en cuenta esta definición, ¿Por qué es importante hablar de psicología pastoral? En primer lugar, esta disciplina nos brinda herramientas para formular, diseñar e implementar estrategias que complementan la vida espiritual, esto con el fin de prevenir conductas de riesgo en nuestras comunidades parroquiales, y promover líneas de acción para que los niños y jóvenes tengan un desarrollo ideal a nivel físico, psicológico y espiritual. En segundo lugar, una de las 18 conclusiones a las que llegó el Sínodo en Colombia es la necesidad de espacios para la escucha, por lo que los ministros y agentes de pastoral deben cultivar estas habilidades para acoger, a ejemplo de Cristo, a los que se sienten cansados y agobiados (cf. Mt 11,28); para ello, no debemos olvidar que cada persona, sin importar su condición, es creación de Dios y es un lugar santo que debemos abordar con respeto y amor (cf. Ex 3,5). En tercer lugar, la psicología pastoral es una luz que permite comprender la realidad tan convulsionada del hombre de hoy, y un buen ejercicio de la misma lleva a que cada persona, a través de la escucha espiritual, sienta la misericordia de Dios y desee volver arrepentida a la casa del Padre.¿Y tú, te animas a ser un promotor de la psicología pastoral?Cristian David OrtizPsicólogo y seminarista de la Diócesis de Zipaquirá.ReferenciasFloristán, C. (2002). Nuevo diccionario de pastoral. Editorial San Pablo.Morris, C. & Maisto, A. (2005). Introducción a la Psicología. Pearson Educación.Szentmártoni, M. (2003). Manual de Psicología Pastoral. Ediciones Sígueme.
Mié 10 Abr 2024
Una Iglesia Samaritana...Es la que se parece a Jesús
Por Pbro. Rafael Castillo Torres - Al dirigirme a ustedes, apreciados directores y directoras, en la apertura de nuestro encuentro nacional, quiero hacerlo a partir de la pregunta del letrado a Jesús: «Y ¿Quién es mi prójimo?». Pregunta que la Iglesia colombiana acoge y a la cual responde desde su tercera opción pastoral reafirmando que quiere ser una Iglesia Misericordiosa y solidaria como Dios Padre amoroso que sabe “contemplar, conmoverse, detenerse” y ayudar al otro, cuantas veces sea necesario.El relato del “buen samaritano” que inspira nuestro encuentro, no es una parábola más, sino la parábola que expresa, según Jesús, lo que es un verdadero ser humano. El samaritano es una persona que ve en su camino a quién está herido, se acerca, reacciona con misericordia y le ayuda en todo lo que puede. Ésta es la única manera de ser humano: reaccionar con misericordia. Por el contrario, “dar un rodeo” ante quien sufre – postura del sacerdote y el levita – es quedar deshumanizado.Las Pastoral Social Nacional, Cáritas colombiana, quiere construir juntamente con las pastorales sociales de cada jurisdicción eclesiástica el rostro de una Iglesia misericordiosa, samaritana y cordial. Por ello estamos convencidos que, este encuentro es una gran oportunidad para hacerlo. Queremos ser reflejo en nuestras acciones de una Iglesia acogedora que sale al encuentro de quien sufre acompañando integralmente a las víctimas de la injusticia, la violencia y las pandemias y de todo tipo de abusos en todas las etapas e instancias de la vida; queremos ser una Iglesia valiente, de parresía y mordedura profética cuando haga falta y sea necesario; una Iglesia que, como nos enseña la oración por la vida de San Juan Pablo II, promueva y cuide la vida querida, la vida plena y abundante; una Iglesia que defienda la dignidad humana y el cuidado de la Casa Común, así como la cultura del cuidado integral. Y ello sencillamente porque como Iglesia y dada nuestra misión, no podemos aspirar a menos. Queremos ser una Iglesia que a pesar de todo lo que sucede no ha hipotecado la esperanza de sus hijos ni la esperanza de la nación colombiana. Queremos consolidar y mantener todos nuestros esfuerzos pastorales, y hacerlo con el evangelio en nuestras manos, manteniendo la terca utopía y corriendo los riesgos que sean necesarios desde una pastoral audaz y temeraria, por seguir construyendo esa sociedad reconciliada y en paz de una humanidad fraterna. ¿Qué esperamos de este encuentro nacional de directores y directoras de la Pastoral social en Colombia?Que tengamos como referente a Jesús en su ministerio en Galilea quien siempre pensó y vivió aliviando los sufrimientos de la gente que encontraba por el camino, rompiendo si hacía falta la ley del sábado o las normas de pureza y todo legalismo que ignoraba el amor al necesitado. No son pocos quienes hoy son abatidos por la violencia, la enfermedad, la desgracia o la desesperanza. La pastoral de la consolación es para nosotros un imperativo irrenunciable.Reconocer que cuando nuestra experiencia pastoral no está centrada en un Dios, Amigo de la vida y Padre de los que sufren, nuestras demás acciones tomarán distancia de la vida profana, no tendrán ningún contacto directo con el sufrimiento de las personas y seremos insensibles y perdiendo toda capacidad de reacción frente a los que han quedado en las cunetas de la vida. Necesitamos hacerlo todo con espiritualidad, que es como decir que en la acción caritativa de la Iglesia hacemos la Experiencia de Dios para que sea Historia de Salvación. Conmovernos, como nos lo pide la Iglesia en Colombia, haciendo todo lo que podamos y esté a nuestro alcance por aquellos que se encuentran en una peor situación. ¿A quién imitaremos al encontrarnos en nuestro camino con las víctimas más golpeadas de la violencia, con los migrantes que “huyen hacia adelante” buscando una esperanza; con quienes sobreviven en la informalidad y con todas las afectaciones que sufre nuestros ecosistemas naturales y ambientales? Necesitamos, siguiendo el ejemplo de Jesús, pasar de las actitudes compasivas a las realizaciones constructivas que nos pide la construcción de la paz y la reconciliación; el cuidado de la Casa común y la protección a nuestros hermanos víctimas de todo tipo de abusos que desprecian la vida y la dignidad de la persona humana.La Iglesia en Colombia, desde sus pastorales sociales, ha decidido asumir una nueva postura que delimite hasta dónde llegan sus obligaciones a partir de las actitudes y comportamientos de sus hijos, preguntándose no sólo ¿Quién es mi prójimo? Sino también: ¿Quién está necesitado de que yo me acerque y me convierta en su prójimo?P. Rafael Castillo TorresDirector del Secretariado Nacional de Pastoral Social – Cáritas colombiana
Mié 3 Abr 2024
Mi Pascua en el Darién
Por P. Arturo Arrieta Aguas - Escrito en "Lajas Blancas", campamento en el Darién.Un sol inclemente azota uno de los campamentos a las orillas de la selva del Darién, donde día a día llegan, de diferentes partes del mundo, cientos de migrantes. Algunos, con la alegría nerviosa de haber pasado la selva, pero con el desconcierto de no saber qué les espera; otros con el corazón desgarrado por haber dejado atrás a otros que ya no llegaran; otros sencillamente llegan...Así fue, estuve en el Darién, en "Lajas Blancas", por el lado de la frontera con Panamá. La vida me trajo aquí nuevamente, y haber visto tantos videos y fotos no se compara con tener la realidad de frente. Siempre la misma escena: niños y más niños que ni entienden lo que pasa, hombres y mujeres casi sin poder caminar. A algunos, por hablar otra idioma, no les entendía lo que me decían, pero su gesto es suficientemente claro: una mano extendida con insistencia hacia nosotros, la otra señalando su estómago y una mirada desgarradora difícil de olvidar.Otra imagen se me ha quedado de manera especial. La de un joven que, con su mirada perturbada, no paraba de llorar diciéndome: "hay niños que murieron ahogados en el rio". Y hoy aquí pensaba: ¿Cómo viviré mi Pascua ahora que llegue a Colombia? ¿Qué podré decir en cada celebración? ¿No sería mejor callar? Sin embargo, ahora entiendo tal vez mejor el acontecimiento de la Pascua que, en imágenes sencillas pero certeras, ha sabido recoger lo esencial del misterio de Dios y de su entrega.Mateo nos dice que el día se tornó oscuro desde la hora sexta hasta la hora novena, desde el mediodía hasta las tres de la tarde (Mateo 27, 45). En el mundo es de noche y los hombres caminamos en tinieblas. Creemos saberlo todo y no vemos lo esencial. El relato tiene mucho de cierto. Si Dios resucita a su Hijo, siempre será para iluminar nuestra ceguera y abrir nuestros ojos al dolor del hermano que sufre.La manera más auténtica de celebrar la pasión del Señor es reavivar nuestra compasión, sin esto se diluye nuestra fe en el “Dios crucificado” y se abre la puerta a toda clase de manipulaciones. Que nuestro beso al crucificado nos ponga siempre mirando hacia quienes cerca o lejos de nosotros viven sufriendo con sus sufrimientos espirituales y materiales, hasta que un día celebremos la pascua celestial y el señor no responderá si eres de los míos “porque tuve hambre y me diste de comer”.La muerte de Jesús trajo frío y hace frío en el mundo actual. Falta el calor del verdadero amor. Se han helado muchos corazones, se han helado muchos países bloqueados por la superficialidad y el bienestar, muchas veces no somos capaces de sentir verdadera compasión por tantos crucificados vivos. El relato dice la verdad...Si Dios resucitó a su Hijo, será para poner en el mundo el calor del amor y la misericordia, este es el sentido de la Pascua.Solo hay una manera de vivir como resucitados: abandonar nuestras presunciones y seguridades, dejar de engañarnos, no confiar en tantas palabras vanas que salen de nuestra boca y tener el coraje de creer más en el amor y en la compasión. Podemos ser mejores, en el mundo puede crecer la solidaridad, pero eso sí, Dios solo puede resucitar allí donde se le deja entrar, y solo se le deja entrar allí donde se deja entrar al amor. Bendiciones.Padre Arturo Arrieta AguasDirector de Pastoral Social de la Diócesis de PalmiraDirector de la Red Clamor - Capítulo Colombia