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Iglesia reflexiona claves pastorales para continuar la tarea evangelizadora
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Este lunes 06 de julio se ha dado inicio a la 110 Asamblea Plenaria de Episcopado Colombiano que, en esta ocasión y de manera inusual, se realizará virtualmente.
Cada uno de los arzobispos, obispos y vicarios apostólicos, se encuentran en sus respectivos territorios desde donde, gracias a la tecnología, se conectan con la sede del episcopado en Bogotá, donde está el secretario general de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, junto con varios directores de departamento de la institución.
En su discurso de apertura, monseñor Óscar Urbina Ortega, presidente de la CEC, se refirió a la crisis sanitaria que afecta al país y al mundo entero, tema central que marcará la reflexión de los obispos. Al respecto, dijo que la transformación que la Iglesia colombiana requiere ahora, comienza por la toma de conciencia del momento complejo que se atraviesa por cuenta de la pandemia.
“Desde una perspectiva de fe, la trágica y dolorosa crisis sanitaria nos introduce, sin embargo, en un nuevo tiempo de gracia, en un Kairós con múltiples desafíos que es preciso discernir y a los cuales es necesario responder, pero que en últimas, nos confronta con la permanente novedad del Evangelio que es el llamado a la conversión”, afirmó.
La agenda de trabajo, que se extenderá hasta el miércoles 8 de julio, permitirá que los obispos del país se encuentren a través de una plataforma virtual y reflexionen sobre un objetivo planteado para esta ocasión: el “discernir, a la luz del Evangelio, la hora presente de la Iglesia y el mundo, marcada por la pandemia del Covid-19, que nos pide pensar y replantear las realidades fundamentales de la convivencia social, religiosa, política, económica, cultural y ecológica, para situar la misión de la Conferencia Episcopal en este contexto y establecer sinodalmente las claves y directrices pastorales para continuar la tarea evangelizadora”.
El también arzobispo de Villavicencio mencionó en su alocución que esta Asamblea cierra las dos primeras décadas del tercer milenio y plantea un nuevo horizonte para el camino de la Iglesia. “Estas dos décadas se cierran con un fenómeno de pandemia que ha paralizado al mundo y que pone en cuestión el camino, la metodología, las opciones y hasta las finanzas de la Iglesia. Se abre un horizonte que parece brumoso, incierto y hasta tenebroso”.
Así mismo recordó la misión por la que fueron llamados al servicio episcopal, la de guiar y estar al servicio de los demás, dijo que para realizar esta misión se requiere de creatividad y liderazgo enraizado en la persona de Jesús. “Esto implica cambiar los paradigmas y ser dóciles para dejarnos guiar por el Espíritu Santo, que nos llena de valor, imaginación y creatividad para favorecer nuevos ministerios y servicios e ir como Jesús hacia las periferias, y para salir como los Apóstoles de los cenáculos que encierran y no confrontan”.
Pidió no ver este momento de la pandemia como una fatalidad irreversible, sino más bien como una posibilidad de conversión y cambio en el ser humano y agregó que “el corazón humano, centro de nuestro trabajo evangelizador, desempeña un papel relevante para ayudar a gestar un mundo nuevo, en medio y después del drama que estamos viviendo (…) El tiempo que vivimos es el terreno donde acontece la obra buena de Dios en nosotros. Señala horizontes y empieza a hablarnos de Dios. Él, interviene y revela comienzos completamente nuevos”.
Estamos iniciando una nueva forma de ser Iglesia en salida
Acentuó que en este momento de la historia humana la Iglesia debe estar en la capacidad de evangelizar como Jesús y estar atenta a realizar un discernimiento sobre el qué hacer, cómo y a quién servir. “El discernimiento nos convoca a la comprensión espiritual y a la acción que nos exige una profunda formación espiritual, que cobije toda la persona”. Lo anterior añadió “nos pide mirar la cultura expresada en estos momentos de cuarentena, no para juzgarla, menos acusarla, sino para una toma de conciencia”.
Por otra parte, observó que la pandemia ha llevado a crear una cultura del uso de la tecnología, es decir, a una globalización desenfrenada; “esto expresa una fe insaciable de respuestas que sin duda están indicando la necesidad de un encuentro de la cultura con el misterio, para una experiencia profunda de Dios”, por lo que pidió hacer una lectura cuidadosa sobre el comportamiento de las personas en estos momentos de crisis, sus necesidades, líneas de pensamiento, modelos de vida que hayan podido ser afectados, pero no solo de los creyentes, sino de los diferentes actores presentes en este contexto.
“Todo esto desvela ante nuestros ojos la necesidad que el servicio del Evangelio vaya al corazón de la cultura colombiana, profundamente mestiza y a la vez hija de nuestro tiempo; se requiere conocer sus profundas raíces que impactan en las toma de decisiones de las personas y en la que sutil o explícita aparece la presencia divina; no podemos cerrar los ojos, ante una identidad cada vez más frágil, que no permite enfrentar el pluralismo, ante una mentalidad materialista y superficial, ante las violencias que se extienden a lo largo y ancho del país, y ante la deshumanización que impide dejar salir las bondades que se esconden en el propio corazón para reconocer y vivir la fraternidad”, aseveró.
Nuestra tarea es hacer posible nuevos comienzos de la fe
Monseñor Urbina advirtió que en estos momentos en que la Iglesia no ha podido acompañar de cerca a sus fieles, ni recibirlos en los templos, es cuando más se requiere de creatividad pastoral, así como lo ha venido haciendo, valiéndose de las redes de la información y de los medios de comunicación.
“Necesitamos generar proyectos y objetivos claros, dinamizadores que pongan en movimiento las comunidades locales (…) Nuestra tarea es hacer posible nuevos comienzos de la fe, favorecerlos, acompañarlos en un clima de humildad y espíritu de servicio. Estamos iniciando una nueva forma de ser Iglesia en salida”.
Apuntó que solo se logrará llegar a un nuevo amanecer, a la superación de la pobreza, la reconciliación, la fraternidad y la fe de los pueblos, si se trabaja de manera sinodal comunicando la esperanza como “pueblo Santo de Dios que peregrina en Colombia”, es decir, siendo misioneros de esperanza y sirviendo a los más necesitados..
“Nuestra espiritualidad misionera debe vivir la experiencia del servicio a los hermanos que sufren, como el mejor lugar de encuentro con Jesucristo. Él es la Piedra Angular de la esperanza para Colombia. Él nos hace ver con realismo nuestras posibilidades de un nuevo futuro, nos acompaña y previene contra el pesimismo reinante que atemoriza, y no nos deja caer en la tentación de euforia, que ciega ante los obstáculos en el camino de un futuro nuevo”.
Finalmente, al referirse a las diferentes realidades y preocupaciones que aquejan a cada uno de los obispos en sus regiones, el prelado evocó las palabras que el Papa Francisco pronunciara en su visita a Colombia: “Siento el deber de transmitirles mis ganas de darles ánimo. Los animo, pues, a no cansarse de hacer de sus Iglesias un vientre de luz, capaz de generar, aun sufriendo pobreza, las nuevas creaturas que esta tierra necesita. Hospédense en la humildad de su gente para darse cuenta de sus secretos, recursos humanos y de fe, escuchen cuánto su despojada humanidad brama por la dignidad que solamente el Resucitado puede conferir. No tengan miedo de migrar de sus aparentes certezas en búsqueda de la verdadera gloria de Dios, que es el hombre viviente. ¡ánimo! Los animo en este camino”.
“Les traigo la paz” (Juan 20, 19.21.26)
Vie 5 Abr 2024
Vie 19 Abr 2024
Obispos eméritos de Colombia se reunieron para generar aportes al trabajo de la Iglesia colombiana y universal con énfasis sinodal
Este 15 y 16 de abril, en la sede de la Conferencia Episcopal de Colombia, se reunieron veinte obispos eméritos del país para desarrollar su encuentro anual. En esta oportunidad, bajo el propósito central de abordar aspectos relacionados con la realidad eclesial y sociopolítica del país, así como para estudiar el documento síntesis de la primera etapa de la asamblea general del sínodo de los obispos, desarrollada en octubre de 2023.Los prelados fueron convocados y acompañados permanentemente por el cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente del episcopado, quien los escuchó y tomó en cuenta sus recomendaciones para el trabajo de la Iglesia colombiana y para hacer eco de ellas en la siguiente fase de la asamblea sinodal. Esto, reconociendo su amplia experiencia y la importancia de los aportes que aún pueden realizar, pese a estar retirados del gobierno pastoral por su edad.El cardenal Jorge Enrique Jiménez Carvajal, arzobispo emérito de Cartagena, quien lideró el espacio, destacó esta oportunidad: “Es bonito sentir las manos extendidas, pero además de la fraternidad, sentir que algo podemos aportar nosotros al caminar de Iglesia colombiana y eso se le debe al señor cardenal Rueda, quien es el presidente de la Conferencia Episcopal y que valora este encuentro y lo manifiesta especialmente, nos anima y está con nosotros todo el tiempo”.A propósito del discernimiento que realizaron sobre la situación actual del país, el cardenal Jiménez remarcó que pese a tantos desafíos y preocupaciones que se viven, la Iglesia está llamada a sembrar esperanza: “la esperanza de que lo que se acerca no es un precipicio, sino que podemos construir verdaderamente una Colombia digna de todos los colombianos, de todos los jóvenes y especialmente de los que están más necesitados”.A continuación, conozca los detalles, narrados por el cardenal Jorge Enrique Jiménez:
Mié 17 Abr 2024
“La historia contará el legado de sus obras”: Cardenal Rueda sobre el Cardenal Pedro Rubiano Sáenz durante su Misa Exequial
Cientos de personas, entre familiares, amigos, obispos, sacerdotes, consagrados, autoridades civiles y militares, así como fieles laicos, participaron en las honras fúnebres del cardenal Pedro Rubiano Sáenz, arzobispo emérito de Bogotá, quien durante tres periodos fungió como presidente del episcopado colombiano. El papa Francisco también se unió a esta despedida a través de una carta que envió al cardenal Luis José Rueda Aparicio, en la que encomendó al purpurado, que ya vive su Pascua, a la Virgen de Rosario de Chiquinquirá y lo reconoció como un pastor que "con su dedicación y trabajo ofreció su vida por el bien de la Iglesia".El primer momento de oración por su Eterno Descanso, se produjo este martes 16 de abril en la capilla del Seminario Conciliar de Bogotá donde los restos mortales del cardenal permanecieron en cámara ardiente. Posteriormente, en la mañana del miércoles, su cuerpo fue trasladado a la Catedral Primada de Colombia. Allí se llevó a cabo la Santa Misa Exequial, que fue presidida por el cardenal Rueda Aparicio y contó con una masiva asistencia.Durante su homilía, el primado de Colombia destacó varios de los roles que ejerció el cardenal Rubiano. Además, se refirió a las ordenaciones de los nueve obispos que celebró durante su episcopado: Alfonso Cabezas Aristizábal, Fernando Sabogal Viana, Octavio Ruiz Arenas, Oscar Urbina Ortega, Daniel Caro Borda, José Roberto Ospina Leongomez, Héctor Epalza Quintero, Francisco Antonio Nieto Súa y José Daniel Falla Robles.“La historia contará, de manera completa, el legado de sus obras. Su misión apostólica será motivo de gratitud del Pueblo fiel de Dios, y su esperanza lo llevará a la casa de Dios nuestro Padre, donde se colmarán todos los anhelos de su vida, que fueron muchas veces expresados en su salmodia: “Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida, espera en el Señor, querido hermano Pedro Rubiano Sáenz, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. (Salmo 26)”, así concluyó su reflexión el cardenal Luis José Rueda Aparicio.A continuación, vea la homilía completa, compartida por la Oficina de Comunicaciones de la Arquidiócesis de Bogotá:
Lun 15 Abr 2024
La oración: protagonista en la celebración de la Semana Vocacional 2024 en la Iglesia colombiana
El próximo 21 de abril, durante el cuarto domingo de Pascua, la Iglesia Católica Universal celebrará la LXI Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones bajo el lema “Llamados a sembrar la esperanza y a construir la paz”. Esto, en el contexto de la fiesta litúrgica de ‘Jesús, el Buen Pastor’, que trae a la memoria la vida y ministerio de cada uno de los obispos y presbíteros, quienes, mediante la consagración sacramental, se han configurado con Jesucristo, en cuanto cabeza y pastor de la Iglesia, y reciben como don una potestad espiritual, que es participación de la autoridad con la cual Jesucristo, guía la Iglesia.Bajo el propósito de profundizar en la importancia de esta celebración, la Conferencia Episcopal de Colombia anima la celebración de la Semana Vocacional 2024 entre el 14 y el 21 de abril. Para ello, la Comisión Episcopal de Ministerios Ordenados y el Equipo de Apoyo de la Pastoral Vocacional, han desarrollado un documento guía que propone una metodología especial y momentos espirituales concretos a vivir. En esta ocasión, en línea con lo referido por el papa Francisco en su mensaje y con miras al Año Jubilar 2025, dicho insumo tiene como tema transversal la oración."Esta Jornada está dedicada a la oración para invocar del Padre, en particular, el don de vocaciones santas para la edificación de su Reino: «Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha» (Lc 10,2). Y la oración —lo sabemos— se hace más con la escucha que con palabras dirigidas a Dios. El Señor habla a nuestro corazón y quiere encontrarlo disponible, sincero y generoso. Su Palabra se ha hecho carne en Jesucristo, que nos revela y nos comunica plenamente la voluntad del Padre", afirma el pontífice en dicho mensaje.Por su parte, el padre Manuel Hernando Vega León, director de los Departamentos de Ministerios Ordenados y Vida Consagrada del Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano, refiere en el documento que la oración es una acción inherente a la tarea y discernimiento vocacional. “No es que la oración tenga ese fin, ni mucho menos que en ella recibamos respuestas inmediatas a nuestros interrogantes; al contrario, toda experiencia de oración si es vivida en silencio interior y exterior, en la profundidad de un encuentro personal con el Señor, conlleva un ejercicio de discernimiento, porque pone la realidad de la propia vida en contacto con el querer de Dios”, explica.De acuerdo con el padre Vega, la oración que acompaña este discernimiento vocacional tiene algunos rasgos particulares que enriquecen la respuesta vocacional. Entre ellos destaca:⎯ “La oración siempre ha de estar centrada en la Palabra de Dios, puesto que la oración nos exige la escucha de la Palabra del Señor, en ella descubrimos la voluntad de Dios y los grandes valores y criterios del Evangelio que nutren la vida cristiana y sin duda la vocación de especial consagración.⎯ La oración se realiza desde la propia realidad, en ella ponemos la verdad de nuestra vida, sin apariencias, ni ocultamientos, con el deseo de dejarnos trasformar por la verdad del Evangelio, en la aceptación de nuestras propias limitaciones y el trabajo decidido para hacer que, en el silencio de la oración surjan los signos de madurez que se requieren en el servicio a Dios y a su Iglesia.⎯ La oración no es egoísta, ni aislada, tiene un profundo sentido comunitario, eclesial, en la oración nos ponemos en el mundo y al servicio de él, en la oración nos hacemos puentes entre Dios y las realidades de los hombres, es en este rasgo que surgen las motivaciones de servicio y entrega a los demás.⎯ La oración ayuda a definir las capacidades y la generosidad, exigidas para optar por el seguimiento de Cristo, casto, pobre y obediente y configurar el corazón con Él, en el ministerio ordenado o la vida consagrada en los diversos carismas que el Espíritu da a la Iglesia”.
Lun 15 Abr 2024
Falleció el Cardenal Pedro Rubiano Sáenz
En la mañana de este lunes, 15 de abril, a sus 91 años de edad, falleció en la ciudad de Bogotá, el cardenal Pedro Rubiano Sáenz, arzobispo emérito de Bogotá. El purpurado fungió como presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) durante tres periodos (1990 – 1993; 1993-1996; 2002-2005) y sirvió a la Iglesia durante casi 68 años de vida sacerdotal. Fue creado Cardenal Diácono de la Iglesia Católica Universal en el Consistorio del 21 de febrero de 2001 en el pontificado del papa Juan Pablo II.Entre sus múltiples roles destacados, el cardenal fue vicepresidente de la Comisión Católica Internacional de Migraciones y Refugiados en Ginebra desde 1983 hasta 1989.De manera especial, el 4 de agosto de 1995, el cardenal Rubiano Sáenz fundó la Comisión de Conciliación Nacional bajo el propósito de poner al servicio del país, una instancia social y políticamente diversa que ayudara a buscar soluciones políticas al conflicto armado colombiano, acompañar los esfuerzos de paz y establecer escenarios de confianza para el encuentro con diversos actores.Los restos mortales del señor cardenal Pedro Rubiano Sáenz estarán en cámara ardiente, a partir del martes 16 de abril, de 9 de la mañana a 5 de la tarde, en el Seminario Mayor de San José de la Arquidiócesis de Bogotá ubicado en la carrera 7 No. 93A – 50. Las exequias se llevarán a cabo el día miércoles, 17 de abril, a las 10 de la mañana, en la Catedral Primada de Bogotá.A través de un comunicado, la presidencia de la CEC, ha invitado al pueblo colombiano a unirse en oración por su Pascua.Además, a través de un videomensaje y en nombre de los demás obispos del país, el cardenal Lui José Rueda ha destacado la obra y misión del cardenal Pedro Rubiano:BiografíaEl Eminentísimo Señor Cardenal Pedro Rubiano Sáenz, nació el 13 de septiembre de 1932 en Cartago (Valle del Cauca).Realizó sus estudios de primaria en el Colegio de María Auxiliadora - Madres Franciscanas de Cartago y en el Colegio Ramírez, dirigido por Miguel A. Ramírez Cartago.El primer año de Bachillerato lo realizó en el Colegio Diocesano de Santa Teresita, Bitaco, dirigido por el Padre Alejandro Cardona Fontal. Los demás años de Bachillerato los cursó en el Seminario Menor de Cali y el Seminario Menor de Popayán.Inició los estudios de filosofía en el Seminario Mayor de Popayán y los de teología en la Universidad de Laval en Quebec (Canadá). En esta misma Universidad obtuvo la licenciatura en Sagrada Teología, posteriormente efectuó estudios de Ciencias Sociales y Doctrina Social de la Iglesia en el Instituto de Estudios Sociales de Santiago de Chile (ILADES).Recibió la ordenación Sacerdotal de manos del Excelentísimo Monseñor Julio Caicedo y Téllez, el 8 de julio de 1956 en la Capilla del Seminario de San Pedro en Cali.En el ejercicio del ministerio sacerdotal ha desempeñado los siguientes oficios:-Vicario Cooperador de la Parroquia de San Fernando Rey.- Capellán de la Escuela de Aviación Militar Marco Fidel Suárez.- Fundador de la Parroquia de San Pedro Claver, en el barrio la Independencia en Cali.- Fundador y Párroco de la Parroquia de Nuestra Señora de la Providencia, en Cali.- Tesorero y Vicario de Pastoral de la Arquidiócesis de Cali.- Profesor y capellán en el Colegio de Santa Librada.- Asistente espiritual en el Colegio Luis Camacho Perea en Cali.- Miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social. Fue Presidente de la misma Comisión del 17 de septiembre de 1975 al 1° de junio de 1981.-Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Colombia en el período de 1987 a 1990.-Vicepresidente de la Comisión Católica Internacional de Migraciones y Refugiados en Ginebra de 1983 a 1989.- Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, primer período de 1990 a 1993 y reelegido para el período de 1993 a 1996.- Fue elegido nuevamente en julio de 2002, Presidente de la Conferencia Episcopal para el período 2002 – 2005.- Presidente de la Comisión de Conciliación Nacional.Fue preconizado Obispo de Cúcuta el 3 de junio de 1971, por el Papa Pablo VI. Recibió la ordenación Episcopal en la Catedral de Cali el 11 de junio de 1971, de Su Excelencia Angelo Palmas, Nuncio Apostólico en Colombia. Fue Obispo de Cúcuta hasta el 26 de marzo de 1983.Nombrado Arzobispo Coadjutor de Cali con derecho a sucesión por el Papa Juan Pablo II el 26 de marzo de 1983.Arzobispo Metropolitano de Cali desde el 7 de febrero de 1985, por sucesión, por renuncia de Monseñor Alberto Uribe Urdaneta. Recibió el Palio Arzobispal, de manos del Excelentísimo Señor Angelo Acerbi, Nuncio Apostólico en Colombia, el 26 de enero de 1986 en la Catedral de Cali.Fue Administrador Apostólico de Popayán del 22 de abril de 1990 hasta el 25 de enero de 1991.Trasladado a la Arquidiócesis de Bogotá el 27 de diciembre de 1994 y tomó posesión de la Sede Primada de Colombia el 11 de febrero de 1995.En el Consistorio del 21 de febrero de 2001 fue creado Cardenal Diácono de la Santa Iglesia Católica.El Santo Padre le aceptó la renuncia al gobierno pastoral de la Arquidiócesis de Bogotá, el día 8 de julio de 2010.