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¿Qué dijo el dicasterio de doctrina sobre las personas transexuales y con orientación homoafectiva?
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Por P. Raúl Ortiz Toro
Director del Departamento de Doctrina
El 8 de noviembre pasado, en el portal del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF), fue publicado un documento de respuesta a varias preguntas enviadas por el obispo José Negri, de la diócesis de Santo Amaro en Brasil. En primer lugar, se debe tener en cuenta la catalogación del documento, es decir, se trata de una respuesta a seis preguntas particulares de carácter pastoral, concepto emitido por un Dicasterio con el aval del Papa Francisco. En este caso, la respuesta del DDF resuelve casos particulares, pero no tiene “fuerza de ley”, pues no corresponde a lo que se conoce como “interpretación auténtica” (canon 16) que es competencia del Papa o, en su defecto, del Dicasterio para los Textos Legislativos. Por otra parte, la ley canónica enseña la diferencia entre lo que “se ha de creer con fe divina y católica”, es decir, todo lo contenido en la Palabra de Dios, escrita o transmitida por tradición (este no es el caso – cf. canon 750) y las enseñanzas “acerca de la fe y de las costumbres” a las que se le debe “prestar un asentimiento religioso del entendimiento y de la voluntad, sin que llegue a ser de fe” (como en este caso – cf. canon 752).
Esto indica que, con las directrices que ha dado el DDF, las Conferencias Episcopales pueden emitir orientaciones al respecto, considerando la situación pastoral de la Iglesia en cada país. Por ejemplo, el documento responde afirmativamente a si las personas transexuales (incluso si se han sometido a tratamiento hormonal y a intervención quirúrgica de reasignación de sexo) pueden ser bautizadas, si no lo están, pero con la condición de que se sigan los procesos habituales, “con las mismas condiciones de los demás fieles”. Esta expresión debe tenerse en cuenta pues quiere decir que si “Dios no hace acepción de personas” (Hechos 10, 34”), la Iglesia tampoco las hace, pero siguiendo la praxis pre-sacramental. Esto es: que haya deseo de recibir el sacramento, que se conozcan las verdades de fe, las obligaciones cristianas y que haya arrepentimiento por los pecados cometidos.
Las anteriores son condiciones que se les pide a todos los que desean ser bautizados en la Iglesia. De modo que la respuesta del DDF considera, sobre todo, el deseo expresado por una persona de recibir la fe en Jesús a través de la Iglesia, con todo lo que ello implica; y es apenas lógico que si una persona transexual conoce la fe y reconoce las obligaciones que conlleva asumir esa fe, no tenga impedimentos para acercarse al sacramento; porque el bautismo es don y es tarea diaria por vivir las consecuencias de ese don. Así, la segunda respuesta sobre las personas transexuales deriva de este concepto: es decir, si están integradas a la comunidad de fe, pueden ser padrinos o madrinas de bautismo, excepto si ello conlleva el “peligro de escándalo, indebida legitimación o desorientación en el ámbito educativo de la comunidad eclesial”. Esta es una condición que debe tenerse muy en cuenta y que, seguramente, las Conferencias Episcopales explicarán con orientaciones específicas sobre la base de un discernimiento de acogida, pero también, de evitación de deformación de la doctrina.
Por ahora el acento está en que se debe evitar el prejuicio que históricamente se ha tenido respecto de las personas y sus condiciones, de modo que en el servicio de acogida que hace la Iglesia se pueda contemporáneamente predicar la verdad sobre Jesús y las obligaciones que esto conlleva. El mismo principio aplica para la tercera respuesta en la que se indica que “en la legislación canónica universal vigente no existe prohibición de que una persona transexual sea testigo de un matrimonio”.
El segundo bloque, también con tres respuestas, trata específicamente algunos casos de la práctica pastoral diaria en las parroquias respecto de las personas con orientación homoafectiva. La respuesta cuatro no pone reparos a que un niño sea bautizado, pues este no es responsable del comportamiento de sus padres o el método mediante el cual fue gestado, como, por ejemplo, a través de un vientre subrogado (es decir, de alquiler). El principio es muy válido y desde hace años se sigue en la Iglesia: los niños no tienen culpa respecto de estos temas; son criaturas de Dios y el bautismo no puede negarse aludiendo a condiciones de carácter moral que no le atañen al menor. El DDF ha respondido simplemente que “Para bautizar a un niño, se requiere que haya esperanza fundada de que el niño va a ser educado en la religión católica”, sin más explicaciones.
Un poco más elaborada es la respuesta a la pregunta cinco, respecto de si “una persona homoafectiva y que convive con otra puede ser padrino o madrina de un bautizando”. El DDF aclara que, con base en la ley canónica (cf. canon 874), para ser padrino o madrina en un bautismo, basta con que la persona “tenga capacidad para esta misión” y “lleve, al mismo tiempo, una vida congruente con la fe y con la misión que va a asumir”. Estas dos condiciones superan la clasificación de orientación sexual y se aplican a todos los padrinos y madrinas en general. El problema radica en si la comunidad eclesial tiene conocimiento de que los futuros padrinos de orientación homoafectiva sostienen convivencia estable, es decir, unión marital civil. En este caso el DDF invita a practicar “prudencia pastoral” que exige “que cada caso sea sabiamente ponderado, para salvaguardar el sacramento del bautismo y sobre todo su recepción, que es un bien precioso que se debe tutelar”.
Incluso el documento permite considerar la conveniencia o no de la presencia de padrinos en el bautismo, ya que cada comunidad eclesial asigna diversos valores a este servicio, y la ley canónica no los exige como condición sine qua non sino, “en la medida de lo posible” (canon 872). No se ha de olvidar que, en Italia, este año y durante tres más, algunas diócesis han decidido suspender la exigencia de padrinos para el bautismo mientras se estudia su pertinencia y viabilidad, sobre todo en contextos culturales en los que se ha desnaturalizado esta misión y ha derivado en muestras de compromiso y conveniencia económica. El documento del DDF invita a los padres de familia para que los padrinos sean escogidos, preferiblemente, del círculo familiar y garanticen la formación en la fe de sus ahijados. Además, que consideren que hay otros modos de participar durante el rito de bautismo, por ejemplo, como testigos.
Finalmente, como se advirtió respecto de las personas transexuales, el documento del DDF responde que tampoco existen actualmente impedimentos en la ley canónica para que las personas de orientación homoafectiva puedan ser testigos de un matrimonio.



El Samaritano se acercó y curó las heridas
Mar 21 Nov 2023

“Para ser libres, Cristo nos ha liberado” (Gálatas 5, 1)
Vie 17 Nov 2023


Lun 30 Oct 2023
No todo muerto va para el cielo
Por Pbro. Jorge Enrique Bustamante Mora - Con frecuencia, cuando se conoce la noticia de la muerte de una persona, se suele escuchar frases que tienden a brindar consuelo, como “se fue para el cielo”. Es una respuesta que no es del todo cierta y disminuye peligrosamente la responsabilidad de la vida cristiana.El dicho popular dice que “no hay muerto malo”, pero la verdad es que no todo muerto va para el cielo. El cielo es el don ganado por Jesús, que se ofrece como posibilidad de realización para aquellos que han creído, pero quienes desaprovecharon su paso por este mundo y descuidaron su salvación, ¡No van para el cielo!Cada uno recibe de Dios Misericordioso lo que le corresponda según la vida que haya llevado en su paso por este mundo; “Porque Dios «pagará a cada uno según lo que merezcan sus obras». Él dará vida eterna a los que, perseverando en las buenas obras, buscan gloria, honor e inmortalidad. Pero a los egoístas, a los que rechazan la verdad y se entregan a la injusticia, un castigo implacable ” (Rm 2, 6-8). No en vano dice Jesús, “No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de Dios, sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial” (Mt 7,21). Así que no todo muerto va para el cielo. La muerte nos coloca de frente a las realidades del más allá; aquellas que conocemos gracias a la revelación. Acaecida la muerte, la persona se enfrenta al juicio particular, donde se define si va al Cielo, al Infierno o al Purgatorio. Estas son las únicas opciones para la eternidad, que se le definirán según su vida, sus obras, su fe. Así que no se puede creer tranquilamente que todo muerto va para el cielo; no hay que bajar la guardia de vivir una vida bien vivida, conociendo la verdad del Evangelio y buscando en todo hacer la voluntad de Dios, “entrarán en el Reino de Dios los que hacen la voluntad del Padre celestial” (Mt 7,21). Dios nos brinda en este mundo su misericordia, la posibilidad de conocerlo, amarlo, servirlo, pero quien no lo haya hecho de manera clara y decidida, no piense que con haber vivido a góticas el Evangelio entrará en la eternidad del Cielo, ya nos advirtió que no todo el que diga “Señor, Señor, entrará en el Reino de Dios”.La consoladora frase, “se fue para el cielo” solo tendrá sentido si se puede decir de una persona que vivió su vida haciendo la voluntad de Dios, practicando la justicia, ejerciendo el mandato del amor, cuya existencia fue caldeada y alimentada con la gracia sacramental, que con frecuencia buscó la penitencia (reconciliación), la Eucaristía y las otras fuentes de salvación. Pues el Cielo es para aquellos que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados. Que nuestra vida sea la búsqueda de la salvación, de gozar de la llamada Visión Beatífica, es decir, de ver a Dios mismo cara a cara (Cf. 1 Cor 13,12).El Cielo no es la única opción de eternidad. “Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra infierno” (Catecismo de la Iglesia 1033). Muchos hoy excluyen de su aceptación la existencia del Infierno pero no por esto deja de existir. La Sagrada Escritura se refiere a este estado con términos de “fuego eterno”. “horno ardiente” (cf. Mt 5, 22.29; 13,42.50), lugar de “llanto y el crujir de dientes” (Lc 13,28), lugar donde el “gusano no muere y el fuego no se apaga” (Mc 9,48). Todo apunta a describir los terribles tormentos eternos de la privación definitiva de Dios y en compañía del mal en persona, como se explicita en el Apocalipsis: “El diablo, que los engañaba, fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Ap 20,10). Aunque parezca duro, quien en vida rechazó la posibilidad de convertirse, hacerse amigo de Jesucristo y aceptar la salvación, no tendrá otro destino que la condenación. Para estos, por más que se diga que “se fueron para el cielo” allí no llegarán.Otra realidad de la eternidad, es el Purgatorio, el destino de los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero no plenamente purificados. Necesitan una mayor purificación, intensificarse en el amor a Dios a fin de obtener la santidad necesaria para poder entrar en la alegría del Reino de Dios. A quienes van allí, que seguramente son la mayoría, los podemos ayudar con nuestra oración; pero la consoladora frase “se fue para el cielo” nos hace olvidar peligrosamente esta responsabilidad de ofrecer sacrificios, oraciones y obras de caridad pidiendo a Dios, que su amor les conceda la gracia necesaria, para que pronto les permita disfrutar de las alegrías del Cielo.Que la consoladora frase “se fue para el cielo” no nos quite ni el compromiso de vivir la vida cristiana como quiere Dios, ni tampoco la oportunidad de orar y pedir por quienes se nos han adelantado en el paso de la muerte; que por ellos ofrezcamos con frecuencia rosarios, eucaristías y obras de caridad para que el amor de Dios los colme en su totalidad. Ninguna oración en las manos de Dios se perderá, Él, el Dios todopoderoso sabrá bien disponer de estos ofrecimientos, pues si nuestro ser querido no los llegare a necesitar a otros familiares o difuntos los aplicará, ya que el bautismo a todos nos hizo hermanos de verdad.¿A los que han muerto a dónde los queremos enviar? Que con nuestra constante oración, a todos los difuntos les ayudemos al cielo llegar, y que las consoladoras frases no nos roben la alegría de por ellos siempre a Dios rogar y de cristianamente en este mundo caminar.Pbro. Jorge Enrique Bustamante MoraSecretario Adjunto de la Conferencia Episcopal de Colombia

Lun 30 Oct 2023
Algunos conceptos doctrinales en el contexto del 31 de octubre
Por Pbro. Raul Ortiz Toro - 1. Suele ser cada día más difundida entre nosotros la celebración, de origen foráneo, del 31 de octubre como un “día de las brujas” o “día de los niños”. Un cristiano católico no debería participar en esta celebración porque su origen y esencia es pagana y esotérica.2. Esto no quiere decir, consecuentemente, que deba darse el calificativo de “diabólico” a este día o que quien participe en estas celebraciones incurra en un pecado mortal irreparable por, presuntamente, “consagrar su alma al demonio”.3. No solo el 31 de octubre, sino todos los días, el cristiano lucha por no caer en las fauces del enemigo que “ronda como un león rugiente buscando a quien devorar” (1 P 5, 8); esta es una batalla diaria contra la “acción ordinaria del demonio” que actúa, principalmente, a través de la tentación. Por ello, una persona que aparenta bondad, pero que su corazón esté lejos de Dios, compromete más su salvación eterna que una persona que, sin pretender ofender a Dios, participa con un disfraz el día 31 de octubre.4. Lamentablemente, el 31 de octubre - no se puede negar-, ha sido elegido por algunas personas alejadas de Dios, como un día para realizar prácticas ocultistas, espiritistas y satánicas. Además de la “acción ordinaria del demonio” (la tentación), existe una “acción extraordinaria” del demonio que, como lo llamó el papa San Pablo VI es “pervertido y pervertidor”. La “sujeción diabólica” es una de esas acciones extraordinarias (es decir, poco comunes) mediante la cual la persona se siente sujeta al enemigo (aun cuando quede salva la voluntad y libertad para liberarse). Es el caso de los médiums, ocultistas, espiritistas, satánicos; pero, también, de todos aquellos que sistemáticamente su sujeción al demonio, en ámbitos distintos a los tradicionalmente reconocidos como esotéricos y demoniacos, los hace obrar constantemente contra Dios. Como la acción ordinaria, también la acción extraordinaria del demonio puede vencerse. Ninguna persona está indefectiblemente condenada. Por ello, el 31 de octubre y el 1 de noviembre, la Iglesia ora por todos aquellos que obran contra el plan de Dios para que encuentren personas y circunstancias que los acerquen al Creador Bondadoso y se detenga la espiral de maldad, sobre todo en contra de los niños inocentes.5. Debemos tener claro que la inocencia infantil nunca busca ofender a Dios. Para que haya pecado mortal se necesita: pleno consentimiento de ofender a Dios, plena conciencia de que se está trasgrediendo su ley de amor, y que la materia del pecado sea grave. Los padres de familia, docentes y adultos en general, deben enseñar a los niños a “no seguir la corriente de este mundo en que vivimos” (Rom 12, 2). Cuando un niño recibe explicación de por qué estas celebraciones no son cristianas, puesto que no pocas veces exaltan antivalores que contradicen el Evangelio de la Luz de Cristo y el amor del prójimo, el niño entiende que debe alejarse de estos contextos.6. Para ello, la Iglesia ofrece la celebración correcta del 31 de octubre: La víspera de la Solemnidad de Todos los Santos, ocasión propicia para exaltar los valores del Evangelio; la imitación de las virtudes de los Santos, la alegría de estar llamados a un mismo destino final en unión con Cristo en la eternidad. En este sentido, muchas parroquias católicas incentivan hoy en día la participación de los niños el 1 de noviembre a la Eucaristía o a encuentros específicos, más que disfrazados, “revestidos de Cristo”, imitando perfiles de Santidad. Si la comunidad eclesial invita a los niños y niñas a vestirse como un arcángel, el Papa, una religiosa, una Santa o Santo en particular, propondrá a los pequeños una ocasión celebrativa y gozosa alternativa. Es cuestión de planeación pastoral.7. En algunas parroquias, la noche del 31 de octubre, se incentiva a las familias para que, en el caso de llegar a su puerta algún niño pidiendo dulces, se le regale una estampa de un santo o una oración o una cita bíblica (por ejemplo, Efesios 6, 1-3: “Hijo, honra a tu padre y a tu madre, tendrás larga vida y te irá bien”) junto con un dulce. O también se les puede invitar a rezar una oración a la Virgen María o a San José, patronos de las familias. Son alternativas que no “satanizan” sino que acogen y cuestionan según la pedagogía de Jesús.P. Raúl Ortiz ToroDirector de los Departamentos de Doctrina y PUD

Mar 17 Oct 2023
El DOMUND y la misión entre los pueblos originarios
Por Pbro. Omer Giraldo R., MXYÁrea de ETNIAS - Centro Nacional Misionero de la CECInstituto Misionero de Antropología (IMA)El DOMUND es la expresión de la dimensión misionera de la Iglesia que para este año 2023 tiene como lema: “Corazones ardientes, pies en camino”. Vivimos esta jornada misionera durante todo el mes de octubre, y con especial énfasis el domingo 22, como un medio de concientización de todo el pueblo cristiano sobre la misión de la Iglesia de llevar el mensaje de salvación del Evangelio de Jesucristo a todos los pueblos y culturas de la tierra.La Iglesia colombiana desde el Centro Nacional Misionero y su área de ETNIAS, a través de diversos programas y proyectos, anima esta tarea misionera en las distintas jurisdicciones eclesiásticas del país, en comunión con las OMP (Obras Misionales Pontificias). De una manera particular, el área de ETNIAS con el Instituto Misionero de Antropología (IMA), coordina el proyecto de educación de líderes y agentes de pastoral de comunidades indígenas y afrodescendientes de diversas regiones periféricas de Colombia, tales como: la Amazonía colombiana y la región de los Llanos orientales, que abarca un tercio de nuestro territorio; la región del sur occidente del país; la región del Pacífico, desde Tumaco hasta el norte del Chocó, incluyendo el Urabá antioqueño; y la Costa Atlántica, especialmente los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, la Serranía del Perijá, en el Cesar y el departamento de La Guajira.Durante 50 años, desde 1973, la Iglesia ha desarrollado este proyecto de paz y construcción de país brindando educación universitaria a centenares de líderes, educadores y agentes de pastoral, a través del convenio con la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB). El IMA, al celebrar este año sus Bodas de Oro, expresa su alegría por la presencia de más de 4.000 graduados de 48 etnias, en diversas áreas educativas: Licenciaturas en Etnoeducación, Trabajo Social, economía; maestría en Administración Pública y Especialización en Gestión Humana. Desde su fundación en Mitú, Vaupés, con los Misioneros Javerianos de Yarumal, MXY, los misioneros Padre Oscar Osorio J, Padre Fabio Zuluaga y Padre Marco Antonio Zambrano, y luego el Padre Constantino Gutiérrez, el IMA tiene como orientación fundamental buscar que los estudiantes indígenas, afrodescendientes y mestizos de regiones marginadas del país adquieran una formación profesional con el objetivo de permanecer en su tierra, en sus valores culturales, en su lengua materna, y se conviertan en agentes de la educación de su propio pueblo, de sus niños y jóvenes. El apoyo a la educación en todos sus frentes ha sido una práctica pastoral de la Iglesia desde sus orígenes en nuestro país, convencidos de que solo a partir del empoderamiento de las comunidades locales se logra una paz duradera, libre de ideologizaciones que solo conducen a la división, a la discordia y a la violencia.Para el próximo encuentro presencial del IMA en su convenio con la UPB, durante el mes de diciembre de 2023, tendremos un grupo de 700 estudiantes de Etnoeducación en las tres sedes: Puerto Asís (Putumayo), Toribío (Cauca) y Medellín, en el campus de la UPB. Con una metodología sui generis el convenio IMA-UPB realiza un encuentro de presencialidad intensiva durante 20 días cada semestre, que se prolonga con el trabajo a distancia, desde la región donde vive cada estudiante, en el estudio e investigación de trabajos de campo para cada asignatura. Una vez completado el plan curricular de 11 semestres la UPB les confiere su respectivo grado en Etnoeducación. En la sede Medellín tenemos, además, la Especialización en Gestión Humana con 110 estudiantes en 4 cohortes.Finalmente, me parece interesante resaltar que la Iglesia colombiana vivió un especial impulso en su tarea evangelizadora a partir del primer Congreso Nacional Misionero realizado en el mes de agosto del año 1924, impulsado por la Madre Laura Montoya, hoy santa de la Iglesia quien, por ese entonces, había fundado su Congregación conocida como “Misioneras Lauritas”. Antes de este congreso misionero fue consagrado obispo Monseñor Miguel Ángel Builes, que ha sido llamado “el obispo misionero de Colombia”, por su impulso decidido a la misión de la Iglesia a través de la fundación de varias congregaciones como los Misioneros Javerianos de Yarumal, las Misioneras de Santa Teresita, las Hijas de Nuestra Señora de las Misericordia y las Teresitas Contemplativas del Santísimo. Este impulso misionero de la Iglesia Colombia de principios del siglo XX condujo a la creación de las Prefecturas Apostólicas de regiones marginadas de la época, que ahora son diócesis o vicariatos apostólicos. Un siglo después, en el contexto del Sínodo sobre la Sinodalidad, nuestra Iglesia colombiana se prepara para el XIII CONGRESO NACIONAL MISIONERO –centenario- a realizarse del 4 al 7 de julio de 2024, con el lema: “En la Iglesia misionera, Colombia de primera”. Que la celebración del DOMUND este 22 de octubre nos lleve a todos los fieles de la Iglesia en Colombia a crecer en “celo ardiente hasta el sacrificio”, como pedía Mons. Builes y con nuestro papa Francisco, en la Iglesia Sinodal, sigamos con “los pies en camino”: “Corazones ardientes, pies en camino”.

Sáb 7 Oct 2023
¡En la Iglesia misionera, Colombia de primera!
Por: Pbro. Samir García Valencia.Director (E) OMP de Colombia y Director del Centro Nacional Misionero de la CEC. Al inicio del siglo XX la Iglesia universal fijó especial atención e interés a la más sublime obra que marca su propia identidad: La misión y las misiones. La comunidad de creyentes en Cristo tuvo su origen en el envío misionero. La Iglesia nace de la misión y para la misión. El mandato misionero es explícito y directo: “vayan al mundo entero y anuncien el Evangelio” (Cf. Mt 28,16-20; Mc 16, 12-20; Lc 24, 44-48; Hch 1, 8; Jn 20, 19-22). De ahí que, en los inicios del siglo anterior, dos pontífices dieran un paso importante para llamar de nuevo la atención sobre el ser y quehacer eclesial. El primero fue Benedicto XV quien en 1919, a través de la Carta Apostólica “La grande y santísima Misión” (Maximum Illud), alentó a la comunidad eclesial a descubrir en ella la obra máxima, la más grande, e identificó a las Obras Misionales Pontificias como aquel canal prioritario que tanto bien hace a la misión universal de la Iglesia (Cf. Maximum Illud, nn. 96-102). Seguidamente Pio XI, llamado “el Papa de las Misiones”, a través de la Encíclica “En la historia de la Iglesia” (Rerum Ecclesiae), retomando las iniciativas de su predecesor, recomendó promover las Obras Misionales Pontificias en las iniciativas misioneras y en el compromiso de toda la Iglesia para apoyar a las misiones (nn. 43-61). Y, dos meses después de promulgarse esta encíclica, el 14 de abril de 1926, el mismo papa Pio XI, a través de un rescripto de la Sagrada Congregación de Ritos, firmado por el Prefecto Cardenal Antonio Vico, instituyó oficialmente el DOMUND (Domingo Mundial de las Misiones).Así, entonces, con el impulso de estos pontífices de inicio del siglo XX y, por supuesto, con todo el ímpetu, además, de los pontífices posteriores y las grandes iniciativas misioneras que comenzaron a surgir en la Iglesia, se ha ido constituyendo y fortaleciendo no solo el Domingo Mundial de las Misiones sino, ahora también, todo el mes de octubre como tiempo privilegiado en la Iglesia para dedicarlo a este compromiso que hace parte de la identidad misma de toda la comunidad de bautizados, en nuestra Iglesia Católica.El Espíritu Santo, protagonista de la misión, inspira y abre caminos en la Iglesia para continuar, sin desfallecer, cumpliendo con la invitación de Jesús Resucitado de ir al mundo entero y anunciar el Evangelio.La Iglesia que camina en Colombia ha tenido un especial cuidado y atención en el cumplimiento de este deber. En 1924, leyendo e interpretando los signos de los tiempos, preparándose para la Exposición Misional con ocasión del Año Santo 1925 en Roma, la Iglesia en Colombia celebró el Primer Congreso Nacional Misionero y Exposición Nacional de Misiones. Fue un acontecimiento renovador para la Iglesia peregrina en Colombia y proyectó un camino realmente significativo del que han surgido no solo grandes figuras de santos y mártires misioneros sino también grandes proyectos, comunidades e institutos con un decidido compromiso por la misión, con especial interés por la misión Ad Gentes; como es, por ejemplo, el instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal, las Misioneras Teresitas y las Hijas de la Misericordia. Y, por supuesto, el congreso le dio un nuevo impulso a la Congregación Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, conocidas como hermanas Lauritas, que ya habían sido fundadas diez años antes, el 14 de mayo de 1914. ¡Qué importancia y enorme significado tuvo entonces la celebración y proyección de este Primer Congreso Nacional Misionero y Exposición Nacional de Misiones en nuestro país!.Frente a este panorama misionero, retomando los grandes momentos de la historia y proyectando renovados caminos, nos preparamos para celebrar del 5 al 7 de julio de 2024 el CONGRESO MISIONERO – CENTENARIO para conmemorar dicho evento eclesial. Será, con toda seguridad, un Kayros, un acontecimiento del Espíritu Santo que unirá todas las fuerzas misioneras presentes en nuestro país para responder con eficacia y determinación a la tarea que Jesús ha puesto en nuestras manos de “ir y anunciar el evangelio hasta los confines del mundo”. Toda la Iglesia Colombiana, experimentando la urgencia y necesidad de este compromiso misionero, dirá al unísono que ¡En la Iglesia Misionera, Colombia de primera!¡Vamos, pues, adelante! El Señor Resucitado nos llama y nos envía. Aprovechemos este mes de octubre para orar, ofrecer nuestros sacrificios y contribuir generosamente con nuestra ofrenda económica por la misión y las misiones. La Iglesia es una sola y todos estamos invitados a participar de la misión que Jesús le confía. La Iglesia no solo hace la misión, sobre todo la Iglesia es misión. Las Obras Misionales Pontificias de Colombia preparan cada año el material de Octubre Misionero, que sin duda alguna marca una ruta especial para vivir nuestra identidad propia como es SER MISIÓN. Todo el material ha sido construido con el fiel y noble propósito de invitar a toda la Iglesia que camina en Colombia a reavivar, fortalecer y renovar el compromiso con la MISIÓN UNIVERSAL. Todas las Iglesias para todo el mundo.