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migrantes

Jue 22 Jul 2021

Encuentro Regional Latinoamericano de Migrantes

El contexto actual de la pandemia que afecta hoy a la humanidad, ha generado un incremento en el número de la población migrante, esto, sumado a las difíciles realidades económicas, sociales y políticas que mueven la dinámica de todos los países. Para reflexionar frente a estos aspectos, diversas organizaciones gubernamentales, civiles y eclesiales, realizarán el próximo 26 de julio el Encuentro Regional Latinoamericano de Migrantes. Según lo señalan sus convocantes, son varias las organizaciones, entes civiles y eclesiales que actualmente trabajan en la búsqueda de respuestas y atención de esta problemática humanitaria que padece la población migrante, “pero lamentablemente, las manos y los corazones no alcanzan ante la dimensión creciente de la acuciante realidad descrita misma que, además, va incorporando a tantas otras poblaciones en situación de creciente vulnerabilidad”. Se trata entonces, de brindar un espacio virtual que va de 09:00 a.m. a 13:30 hora colombiana, donde sus organizadores se proponen entre otros objetivos: visibilizar y sensibilizar sobre la problemática migrante; buscar caminos que ayuden a fortalecer el acceso a derechos de las poblaciones migrantes; Identificar oportunidades para la inclusión de estas poblaciones, así como sus recursos en cuanto a resiliencia y transformar las condiciones de violencia en la región; establecer acciones colectivas concretas orientadas a realizar cambios efectivos en la condición de vida de la población migrante; y trabajar en la conformación de una red regional para el tratamiento conjunto de derechos colectivos migrantes. El hijo conductor para el desarrollo de este evento eclesial, estará marcado por las cuatro actitudes fundamentales que propone el Papa Francisco con el fin de asegurar que los derechos humanos de los migrantes sean respetados: Acoger, Proteger, Promover e Integrar. Se tendrán tres paneles que responderán a temas como: La situación del migrante en región, el aporte cultural y económico de los movimientos migratorios y migrantes, el acceso a derechos y vulneraciones. Igualmente se ofrecerán 8 talleres en simultánea, diseñados para fomentar la participación virtual activa de cada participante, para ello deberán inscribir previamente. Los entes convocantes desde la Red Clamor son: Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP); Universidad Nacional de Córdoba (UNC); Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Red Internacional de Educación para el Trabajo (RIET); Red de Intercambio Técnico con la Economía Popular (RITEP); Ministerio Público de la Defensa (CABA); entre otras instituciones Formulario de inscripción [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon] Mayor información [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon]

Lun 22 Feb 2021

El “Jesús, Habitante de Calle” llega al cerro tutelar de Monserrate

El pasado viernes 19 de febrero en el Santuario del Señor de Monserrate, fue bendecida la escultura “Jesús, Habitante de Calle”, por monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, dijo que este monumento devela el rostro sufriente de tantos migrantes y personas habitantes de calle, a los que hay que prestar mayor atención. A la inauguración asistieron el rector del santuario de Monserrate, padre Jesús Pinzón, los obispos auxiliares Pedro Salamanca y Luis Manuel Alí; el vicario para la Dimensión Social de la Evangelización, monseñor Jaime Mancera, y el secretario de la Nunciatura Apostólica en Colombia, monseñor Giovanni Bicchierri. La jornada inició con Lectura del texto bíblico sobre la pasión de Cristo, continuó monseñor Luis José Rueda con la meditación sobre el texto bíblico (San Marcos 15,21-39). Posteriormente, siguieron las palabras de la hermana Nohemí Sánchez, Hija de la Caridad Sierva de los hermanos de la calle, Fray Gabriel Gutiérrez más conocido como “Fray Ñero”, director de la Fundación Callejeros de la Misericordia y además también de dos ex habitantes de la calle. Luego, se dio paso a la presentación de la escultura por monseñor Luis Manuel Alí y la bendición a un costado del templo de la escultura por monseñor Luis José Rueda Aparicio. La escultura La obra fue donada por un feligrés de la arquidiócesis de Los Ángeles, por intermediación de monseñor Luis Manuel Alí Herrera. Es hecha de bronce, de tamaño natural, presenta a un hombre anónimo, con su cara y manos escondidas debajo de una manta. Sin embargo, las heridas abiertas en sus pies revelan que se trata de Jesús. “Estoy muy feliz de tener al “Jesús, Habitante de Calle” en Bogotá, es un gran honor para mí. Hace muchos años cuando creé la escultura por primera vez, me encontraba en Toronto, Canadá. Vi una persona sin hogar en medio del invierno cubierta con una manta, volví al estudio y no pude olvidar a esa persona, sentí que acababa de ver a Jesús. Entonces empecé a crear una figura de Cristo como ninguna otra, donde su cuerpo se encuentra cubierto y la mayoría de su cuerpo también” indicó Tim Schmalz. El papa Francisco, bendijo el modelo pequeño de la escultura y afirmó que era una excelente y hermosa representación de Jesús. La obra ha sido puesta en varios lugares del mundo como la Catedral Nacional en Madrid (España), también en la Catedral de Nueva York y en y Cafarnaúm en Tierra Santa entre otras. “Creo que el lugar escogido en Bogotá para instalarla, es muy simbólico, porque no solo pertenece a la montaña, sino que tiene toda la vista a la ciudad y en ese sentido Jesús estará mirando todo el país, que cubrirá con su manta simbólica a toda Colombia, afirmó Schmalz. Fuente: Of. Comunicaciones de la Arquidiócesis de Bogotá Fotos y video:Of. Comunicaciones de la Arquidiócesis de Bogotá

Mar 29 Dic 2020

Diócesis de Cúcuta cumple cuarta fase de entregas de ayudas a migrantes caminantes

La Diócesis de Cúcuta ha asistido a miles de migrantes venezolanos que cruzan a pie por esta zona de frontera, con rumbo a otras ciudades de Colombia o países de Latinoamérica. En su camino, la Iglesia les acompaña y mitiga algunas de sus necesidades básicas. Con ayudas alimentarias, de higiene personal y elementos de bioseguridad, los migrantes caminantes han sido beneficiados en las fases que ha desarrollado la Iglesia Particular de Cúcuta para atenderlos. En las primeras tres fases, la asistencia se dio gracias a la Fundación Populorum Progressio. Durante el mes de noviembre, se unió a esta obra de caridad de la Iglesia Particular de Cúcuta, la Conferencia Episcopal Alemana a través de la Acción Episcopal Adveniat, que apoya a las Iglesias en América Latina y el Caribe en los proyectos pastorales. De esta manera, se ejecuta la cuarta fase de ayudas a migrantes caminantes, con la entrega de 9.000 kits de seguridad, higiene y alimentación. En la recta de Los Vados (municipio de Los Patios, Norte de Santander), se encuentra la sede de la Casa de Paso ‘Divina Providencia’, desde donde se acompaña en el camino a los migrantes. Allí se han estado entregando estos paquetes de ayudas entre las 7:00 a.m. y 1:00 p.m. cada día. La Diócesis de Cúcuta y Adveniat obran juntos, siguiendo la invitación del Papa Francisco de ir a las “periferias existenciales” (donde predominan el dolor y la injusticia), de llegar, como Iglesia, con mayor intensidad hacia los pobres. Fuente: Centro de comunicaciones de la diócesis de Cúcuta

Dom 6 Dic 2020

Diciembre 7: ¡A encender una luz por la vida!

A través del signo de encender una vela, el episcopado colombiano invita a los católicos y personas de buena voluntad del país para que este lunes 7 de diciembre, a las 7:00 de la noche, vísperas de la solemnidad de la Inmaculada Concepción, nos unamos en una breve y sentida oración por la vida. Según lo indicó el padre Juan Carlos Liévano, director del Departamento de Promoción y Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), se trata de “una acción muy sencilla pero, a la vez, muy significativa: encender este lunes en la noche una luz, y unidos en familia o en pequeños grupos, rezar un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria; o de acuerdo a la experiencia de oración o credo religioso que se profese, acompañar esta iniciativa con una plegaria, para pedir que se respete la vida en todas las etapas de su existencia”. En esta línea, el padre Liévano expresó con vehemencia: “Todos los colombianos que amamos la vida nos debemos unir cada día más para orar y exigir que no se vulnere la dignidad del ser humano. Los bebes concebidos y aún no nacidos, por ejemplo, están expuestos a la terrible e inhumana amenaza del aborto; los ancianos y enfermos terminales pareciera que la eutanasia los acecha cada día con mayor fuerza; los migrantes que pasan por nuestro territorio son víctimas de agresiones y violaciones de sus derechos; también hay agresiones contra miembros de grupos significativos de la sociedad como niños, jóvenes, mujeres, adultos mayores, indígenas y líderes sociales, entre otros. Asimismo, la tierra sufre diferentes catástrofes y clama más cuidado y protección”. Esta realidad nacional, esbozada por el director del Departamento de Promoción y Defensa de la Vida de la CEC, es el argumento que soporta y anima la especial jornada de este lunes que, como indican los organizadores: “no exige grandes esfuerzos para participar, solo se necesita amar la vida y defenderla valientemente de todo lo que amenace con destruirla”.

Vie 20 Nov 2020

La diócesis de Cúcuta acompaña a los damnificados del invierno

La diócesis de Cúcuta, atendiendo el compromiso cristiano de encontrarse con el necesitado, a través de diversas iniciativas ha ejercido la caridad de Cristo, acompañando espiritual y materialmente a los más vulnerables, ya sea en situación de pobreza; a las personas que sufren las consecuencias del fenómeno migratorio; el innvierno, víctimas del conflicto; y quienes soportan carencias por la pandemia; entre otros. Durante esta semana ha estado ayudando a cientos de personas damnificadas por la ola invernal. Los días 18 y 19 de noviembre, la Iglesia católica ha acudido a los conjuntos residenciales Los Arrayanes y Rincón del Rodeo, y al barrio 23 de enero, lugares en donde el invierno ha ocasionado múltiples desastres. La Iglesia Particular de Cúcuta, a través del Banco Diocesano de Alimentos (BDA) y la Casa de Paso ‘Divina Providencia’, ha brindado hasta el momento unos 1.600 almuerzos; 1.000 refrigerios; 30 colchonetas; cobijas; y pañales. Beneficiando aproximadamente a 180 familias. El BDA está adelantando un censo para continuar llegando a estas comunidades en los próximos días y apoyar a los afectados. En Norte de Santander, las autoridades civiles junto a organizaciones públicas, privadas, y la Iglesia católica, se han unido para ejecutar acciones que mitiguen las necesidades por las que están pasando las personas que perdieron sus pertenencias. Por lo que, están invitando a la ciudadanía a donar alimentos no perecederos, útiles de aseo, colchonetas y ropa en buen estado. Fuente: Centro de comunicaciones de la diócesis de Cúcuta

Vie 25 Sep 2020

El SNPS / Cáritas Colombiana acoge con amor a migrantes y refugiados

La Iglesia católica a través del Secretariado Nacional Pastoral Social (SNPS) / Cáritas Colombiana, brinda apoyo y acogida a las personas migrantes. El 27 de septiembre de 2020 se conmemora la 106 Jornada del Migrante y el Refugiado, iniciativa que resalta la labor de organizaciones en pro de la población caminante. Uno de los proyectos que viene ejecutando esta Institución desde abril de 2020 y que irá hasta marzo de 2021 es ‘Respuesta Multisectorial a la Crisis Humanitaria de los Migrantes de Venezuela en Colombia 2020-2021’ que tiene por objetivo aliviar el sufrimiento y preservar la dignidad humana de los migrantes venezolanos vulnerables en Colombia. “Este proyecto consiste en brindar atención a migrantes de paso en albergue, protección, salud y transporte nacional, esto con el fin de aliviar un poco su tránsito a su lugar de destino”, explica Luisa Fernanda López Campos, especialista del proyecto. Se implementa además, en Arauca, Cali e Ipiales, ciudades en las que se brinda a los migrantes albergues, asesorías socio-jurídicas, acompañamiento psicosocial, referenciación y apoyo en transporte interno en salud, y apoyo en transporte nacional. “Las principales dificultades que se identifican para los migrantes es el desconocimiento de sus derechos como personas y como migrantes, situación que los ha llevado a que les vulnere su humanidad, sumado a esto está el desconocimiento y temor a regularizarse en Colombia, realizar este proceso les ayudaría a tener acceso a salud subsidiada que brinda el Estado, así como la posibilidad de acceder a un trabajo digno”, enfatiza la especialista. Hasta el momento se han atendido a 663 personas en los albergues de paso, se les ha brindado acompañamiento psicosocial a 284 y se han realizado 563 remisiones en salud. Muchos de estos beneficiados llegan al proyecto referidos por los párrocos de los barrios en los que habitan. “Las personas más vulnerables en este caso, los migrantes, buscan lugares que, por sus mismas creencias sienten que pueden ayudarlos, entonces se comunican con el párroco del barrio quien hace el enlace con la Pastoral Social para brindar respuesta a la población migrante, población que obtiene pocas respuestas de los entes territoriales. La Iglesia católica siempre ha buscado ayudar al más necesitado”, asegura. La especialista explica que, el fenómeno migratorio venezolano después de cinco años, no es algo transitorio, por lo que los desafíos se centran en responder a la estabilización socioeconómica de los migrantes, quienes manifiestan que no desean depender de organizaciones para sobrellevar su situación, lo que quieren es hacerse cargo ellos mismo de sus ingresos económicos para cubrir sus propias necesidades. Otro de los principales retos es trabajar para que la xenofobia disminuya, porque los rechazos y señalamientos siguen en aumento. “Este tipo de proyectos de emergencia en tiempos de pandemia son recibidos con agradecimiento, su vulnerabilidad se agudiza y brindarles respuestas rápidas alivian sus necesidades físicas y emocional”, puntualizó la especialista. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Leer mensaje de la Jornada[/icon] [icon class='fa fa-download fa-2x'] Insumos para animar esta jornada[/icon] Fuente: Oficina de comunicaciones del SNPS

Jue 9 Jul 2020

Ayudas de la Diócesis de Cúcuta a través de sus instituciones en tiempos de pandemia

La Diócesis de Cúcuta frente a la pandemia de la COVID-19, ha permanecido cerca a los fieles dando aliento tanto espiritual como material. Siempre viviendo la caridad de Cristo, se están mitigando las necesidades básicas de los más pobres. Con alimentación y elementos de aseo, la Iglesia católica cuida de la población más vulnerable de la ciudad, área metropolitana y zona rural. Cada ayuda llega a la población previamente identificada y caracterizada por los laicos, sacerdotes, religiosos y voluntarios de cada una de las comunidades parroquiales. Asimismo, desde los proyectos que ejecuta la Corporación de Servicio Pastoral Social (COSPAS) de la diócesis de Cúcuta y que abarcan desde madres cabeza de hogar, hasta migrantes, que habitan en las periferias de la ciudad y que requerían de censo, también sirvieron de caracterización para la entrega de ayudas. Han sido varios meses, donde la diócesis con sus limitados recursos no ha abandonado a sus hermanos, ha contribuido a sostener la fe de los creyentes valiéndose de su estructura de comunicaciones, ofreciendo diariamente la Santa Misa, el rezo del Santo Rosario, variedad de contenido en formación cristiana, tanto en la Emisora Vox Dei, como en el periódico La Verdad, que se difundía en formato digital. Acompañando esta difícil situación, la Iglesia particular de Cúcuta ha brindado desde el inicio del Aislamiento a la fecha, más de 90.689 mercados completos y 13.185 paquetes con elementos de aseo, y 92 toneladas de alimento a instituciones de caridad. Una obra que ha sido posible gracias a tantos benefactores que han recibido en su interior el mensaje de vivir la caridad de Cristo. Fuente: Of. de comunicaciones diócesis de Cúcuta

Mar 19 Mayo 2020

Una gran crisis dentro de la crisis

Por: Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid - Todos en nuestra querida Colom­bia, hemos visto la tragedia de los hermanos venezolanos, a todas las ciudades y pueblos más remotos de nuestro territorio han llegado para bus­car su futuro y tratar de aliviar sus difíci­les situaciones humanas. Un drama que todos hemos contemplado con nuestros ojos. Los hombres y mujeres de esta querida nación y, también los colombianos retor­nados, que no podemos olvidar, quienes emigraron por las particulares situacio­nes que vivió nuestra patria, en otras dé­cadas, han cambiado las ciudades capita­les, los hemos visto con sus requintos y con su música, con su trabajo e inventiva para encontrar sus medios de subsisten­cia y poder ayudar a sus familias en la hermana nación. Son casi dos millones de venezolanos en Colombia y unos cin­co millones que han dejado a Venezuela. Desde la tarde del 17 de agosto del año 2015, en la frontera colombiana de Cú­cuta, se comenzó a vivir una gran trage­dia, la deportación de más de 22 mil co­lombianos, y el retorno de muchos otros, este fue el inicio de un gran drama, que se ha ido desarrollando en los días. Primero vimos llegar deportados en au­tobuses, en forma oficial, con toda la for­malidad institucional, luego vimos llegar familias, hombres y mujeres con niños e infantes con sus pobres pertenencias pa­sando por las trochas de la frontera. La Iglesia Católica, mirando a Jesucristo, exiliado en Egipto -con sus Padres San José y Santa María- , deseó ser testigo de caridad para estos hermanos, atendien­do sus necesidades y sus dolores. Desde este momento las Diócesis de la frontera, tanto en Venezuela como en Colombia, comenzamos a servir a los deportados y a los primeros emigrantes que por diver­sas razones deseaban salir de su tierra, buscando horizontes de esperanza y de bienestar. Todos, sacerdotes, diáconos, religiosas, laicos, los obispos, nos pusimos desde ese momento al servicio de la caridad, pensando en cuanto nos había enseñado el Apóstol San Pablo en la segunda carta a los Corintios, “La caridad de Cristo nos urge” (2 Cor 5,14). La tragedia de una nación con grandes dificultades materiales nos trajo a Norte de Santander y al nororiente de Colom­bia el gran drama de las urgencias en la salud y el bienestar huma­no de muchos venezola­nos que en sus espacios no encontraban los recursos y los cuidados para sus en­fermedades. Comenzamos a ver enfermos de cáncer y otras dolencias graves que necesitaban atención. También escuchamos el llanto alegre de los niños que nacían en los distin­tos hospitales, pues sus madres buscaban un parto seguro. Con nuestros ojos vimos a muchos pobres y nece­sitados buscando medici­nas y drogas que no era posible encontrar en sus lugares de origen. Desde pequeñas y simples pre­paraciones, hasta los re­cursos más avanzados de la medicina, a los cuales estaban acostumbrados por un buen servicio médico que tuvieron en otros decenios. Con paciencia y con un gran esfuerzo, muchos llegaron desde lugares remotos de Venezuela, para buscar repuestos, aprovisionamiento de bienes básicos de subsistencia en alimentos o en las cosas necesarias para la vida. Nuestra ciudad tuvo la presencia de has­ta 80 mil personas, muchas de las cua­les comenzaron su camino, para llegar a otras ciudades de Colombia o para llegar a Ecuador, Perú, Chile, Argentina. Miles de kilómetros, hechos por los caminan­tes. Muchos de ellos llegaron a nuestras ciudades, a Bogotá Capital, a Medellín, a Cali, a Barranquilla, a Bucaramanga, o también a pequeñas poblaciones y allí se asentaron para buscar oportunidades. En este gran drama y tragedia, la Igle­sia no ha querido quedarse inmóvil y ha sacado lo mejor de sí para atender y cuidar a estos hermanos necesitados de ayuda y de protección. Con la previsión y el cui­dado de un gran pastor, hoy anciano en sus años, el Cardenal Pedro Rubia­no Saénz, el Centro de Migraciones de la Dióce­sis de Cúcuta regentado por los Padres Escala­brinianos dio refugio y apoyo material a muchas familias, a enfermos, a refugiados que buscaban caminos de esperanza. También, con la ayuda de un gran sacerdote, con la presencia de otros miem­bros del clero, diáconos, religiosas y casi 800 lai­cos, se abrió la Casa de Paso ‘Divina Providencia’, que entregó desde el 7 de junio 2017, tres millones y medio de almuerzos calientes y un mi­llón quinientos mil desayunos a los que venían de paso a la ciudad de San José de Cúcuta. A esta tarea se unieron ocho parroquias, con entusiastas hijos de la Iglesia, llenos de caridad. Un testimo­nio de caridad viva y operante, una tarea que nos formó en el servicio y exigió a todos una gran generosidad y esfuer­zo. Muchas Iglesias diocesanas siguen sirviendo la caridad, para atender estos hermanos. Muchos católicos colombia­nos, hombres y mujeres generosos nos apoyaron y siguen haciéndolo. Es necesario destacar siempre la genero­sidad del Papa FRANCISCO, que siem­pre estuvo atento a estas necesidades y realidades sociales complejas de esta gran emigración. Su atención estuvo y está siempre presente con el cuidado de dos Nuncios Apostólicos que nos han visitado y animado, S. E. Mons. Ettore Balestrero y S. E. Mons. Luis Mariano Montemayor, trayéndonos la bendición del Papa. El Santo Padre FRANCISCO también, con gestos concretos y precisos ha enviado su ayuda para atender a los necesitados. La caridad en esta gran tragedia la hemos vivido también en la atención médica y sanitaria de emergencia para muchos, con la entrega de medicinas y de peque­ños elementos para los niños y niñas (pa­ñales, complementos vitamínicos, ele­mentos de aseo). Se ha reverdecido una de las instituciones más antiguas de Cú­cuta, la Fundación Asilo Andresen, que cuida de niños y niñas en dificultades. A esta gran tragedia, y a una gran emi­gración que ha llenado las periferias de nuestras ciudades y de San José de Cú­cuta, se une ahora la difusión de esta Pandemia, originada por el virus CO­VID-19. El virus que se ha difundido por todo el mundo, creando una situación ex­cepcional en tiempos de nuestra historia, tocando lo más profundo de nuestra fe y limitando también la expresión de esta con el culto y la celebración de los sa­cramentos ha llegado a los lugares donde todos estos hermanos vivían, mostrando sus limitaciones y necesidades, ocasio­nando la decisión de estos hermanos de retornar a su país, al menos para tener la seguridad de un techo propio. Esta profunda crisis que nos ha tocado vivir, en la cual los medios de comunica­ción han tenido una gran tarea informati­va, nos ha puesto la atención de nuestras comunidades en esta nueva situación. El gobierno colombiano reconoce ya más de 50 mil venezolanos que han retornado a su tierra, en forma oficial. Se abre ante nuestros ojos una nueva crisis, dentro de una gran crisis. Como Iglesia, como creyentes, tenemos que continuar viviendo la caridad, el servicio de los hermanos que sufren. Estos días nos han llevado a todas las Iglesias que peregrinamos en Colombia y en el mundo entero a ponernos al servi­cio de los pobres y necesitados, de aque­llos que no tienen el alimento necesario y los medios de subsistencia. La Caridad de la Iglesia se ha puesto al servicio de los enfermos y de los que sufren en esta pandemia – entre nosotros todavía en ci­fras graves pero contenidas de frente a las de otras naciones- confortando con los sacramentos y la gracia de Dios a los que sufren. Gracias a todos los respon­sables de los bancos de alimentos y de los grupos de caridad que en estos días han atendido a los pobres, también a los donantes generosos y a los voluntarios. Gracias al trabajo de muchos sacerdotes y laicos, con la caridad de muchos he­mos entregado más de 42.000 mercados. Muchos sacerdotes y laicos han vivido la tarea de escuchar y consolar a los que sufren por la pérdida de sus seres queri­dos o que se enfrentan a situaciones muy complejas fruto de la soledad o falta de elementos necesarios para la vida. Gra­cias a las religiosas se han atendido mu­chas obras y servicios caritativos en sus obras educativas y sociales, empeñadas en primera línea en el servicio de los po­bres. Esta grave situación, en la que tenemos que actuar con gran responsabilidad y serenidad para evitar la difusión de la en­fermedad, nos tiene que llevar a vivir la caridad de Cristo, en nuestros hogares en primer momento, con nuestros vecinos, en cada una de nuestras comunidades pa­rroquiales y de vida religiosa. Tenemos que mirar el futuro con los ojos puestos en Jesucristo y en sus palabras que nos invitan a amarnos y a servirnos, inspirados en su Evangelio. Que la Santa Madre de Dios nos proteja y regale la sa­lud en este tiempo de enfermedad. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo de la Diócesis de Cúcuta