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migrantes

Vie 10 Dic 2021

Participa del conversatorio: ¿Quién es tu Vecino?

El próximo 14 de diciembre, de 3:00 p.m. a 4:00 p.m., el Secretariado Nacional de Pastoral Social – Caritas Colombiana (SNPS-CC) y Catholic Relief Servicies (CRS), realizarán el conversatorio: ¿Quién es tu Vecino? Se trata de una iniciativa que permitirá destacar el trabajo que estas dos instituciones vienen adelantando en materia de atención a las poblaciones de vulnerabilidad en América Latina y el Caribe, como son los migrantes. El proyecto, se ha materializado a través del programa EMPOWER, permitiendo así, apoyar desde el 2015 a los más de 2 millones de venezolanos que actualmente residen en Colombia. Participarán de este conversatorio: Ana Mercedes Arias Pimentel, coordinadora de la línea de migración del SNPS-CC; Anna Hrybyk, asesora técnica del Departamento de Respuesta Humanitaria de CRS; Nicolás Meslaoui, Asesor técnico Departamento de respuesta humanitaria de Catholic Relief Services y actuará como moderador Dan Restrepo, asesor de CRS. Sus organizadores han dicho que este evento virtual, busca “profundizar las conexiones con las partes interesadas en ayudar a nuestras hermanas y hermanos venezolanos” Los interesados en participar lo podrán hacer a través de la plataforma Zoom y deberán inscribirse en el siguiente link: [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon]

Jue 28 Oct 2021

Red Clamor - Colombia seguirá generando consciencia y sensibilización sobre dignidad de los migrantes

Del 20 al 22 de octubre, se llevó acabo en la Casa San Pedro Claver en Bogotá, el encuentro de la Red Clamor capítulo Colombia, un espacio donde se habló sobre la situación de los migrantes, desplazados, refugiados y víctimas de trata de personas en el país. Dentro de los momentos de trabajo, se expuso la particularidad del fenómeno de la migración en cada región del país, realizando un intercambio de experiencias y dando a conocer el trabajo realizado por la Red Clamor (Red eclesial Latinoamericana y Caribeña de migración, desplazamiento, refugio y trata de personas). Sumado a lo anterior, se evidenciaron los principales riesgos y necesidades que enfrenta la población migrante y personas desplazadas, brindando una oportunidad en la creación de más proyectos y respuestas para atender las necesidades de estas personas. Asimismo, se socializaron las diversas estrategias que buscan integrar a las comunidades locales con las migrantes, acciones que buscan reducir los índices de xenofobia, aporofobia y estigmatización. En el encuentro se expuso el trabajo del Servicio Jesuita de Refugiados (JSR), organización que se ubica en: Buenaventura, Cali, Valle del Cauca, Soacha, Ibagué, Norte de Santander, Cúcuta, Tibú, Nariño, Ipiales y Bogotá. En estos territorios, se ha venido interviniendo en temas de salud, alimentación y vivienda. También, se hizo referencia sobre las casas de acogida que se han abierto por parte de la Iglesia, cuyo principal objetivo es brindar atención y servicio a la población migrante. Varios de estos estos centros cuentan con el apoyo de ACNUR y OIM. Una de las grandes conclusiones del evento fue que todas las acciones de respuesta hacia las personas migrantes lideradas por la Iglesia, se basan en los mensajes del Papa Francisco: acoger, promover, proteger e integrar. "Como Iglesia tenemos la tarea de construir puentes de justicia y paz desde la fraternidad, y al mismo tiempo, de seguir generando consciencia y sensibilización sobre dignidad de los migrantes", concluyen sus organizadores. Fuente: Of. comunicaciones Secretariado Nacional de Pastoral Social (SNPS)

Mié 27 Oct 2021

Encuentro de las comisiones de la Red CLAMOR

Desde el 25 y hasta el 29 de octubre se está realizando en la ciudad de Bogotá el encuentro de las comisiones de la Red CLAMOR, un paso más dentro de un proceso que se ha venido llevando a cabo en los últimos meses a través de reuniones virtuales. Participan 31 representantes de 21 países de América Latina y el Caribe. Favorecer más la acción por los migrantes La Red CLAMOR nació en 2017, aunque venía siendo gestada desde 2015, como recuerda lo recuerda monseñor Gustavo Rodríguez Vega, arzobispo de Yucatán y presidente de la Red, el directivo señala que es “una red de todas las personas y grupos de Iglesia, sacerdotes, obispos, religiosas, laicos, que trabajan en favor de los migrantes, de los refugiados y víctimas de trata”. El arzobispo de Yucatán insiste en que “la unión hace la fuerza, y por eso nos hemos venido encontrando, comunicando, para favorecer más la acción por los migrantes”. Se pretende, “darle seguimiento al plan estratégico 2021-2031”, según el obispo mexicano, que recuerda que poco a poco se va impulsando la creación de los capítulos nacionales. Según Elvy Monzant, secretario ejecutivo de la Red, son “miembros de las comisiones de trabajo de la Red CLAMOR que nos están ayudando a hacer una construcción colectiva del Documento de Identidad, Misión y Visión de nuestra red, de los estatutos, del protocolo de protección de personas en situación de vulnerabilidad, y también de hacer el ejercicio de construcción pedagógica, del mapeo, de las rutas que están transitando los hermanos y hermanas en situación de migración forzada, tanto la migración venezolana hacia el sur del continente, como la migración de los hermanos de Centroamérica y México”. Proceso de construcción en consonancia con el CELAM Para el secretario ejecutivo de la Red CLAMOR, “este encuentro forma parte de todo el proceso que estamos viviendo este año, identificados con el proceso de renovación y reestructuración del CELAM, para poder dar un paso más en el fortalecimiento de nuestra red como el espacio de articulación de las obras de la Iglesia católica que tenemos la responsabilidad de acoger, proteger, promover e integrar a los migrante, los refugiados, los desplazados y las víctimas de trata”. A lo largo de los días se irán presentando los diferentes documentos, que serán debatidos entre los participantes, tanto en el plenario como en pequeños grupos. Así se quiere llegar a la aprobación del Documento sobre la Identidad de la Red CLAMOR, los Estatutos, el Protocolo de Protección de Menores, así como presentar el mapeo didáctico de las rutas que están transitando los Migrantes y Refugiados en América Latina, identificando de forma gráfica los modos de desplazamiento, pasos fronterizos, riesgos, amenazas y la presencia de la Iglesia en el tránsito y acogida. También será abordado el papel de la Red CLAMOR hacia la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe y el Sínodo sobre la Sinodalidad. Un documento construido por muchas manos “La Red CLAMOR es esencial, pues sigue dando vida, articulando las fuerzas a través del trabajo en red”, afirma la hermana Rose Bertoldo. La religiosa brasileña integró la comisión de estudio del Documento de Identidad, Misión y Visión, insistiendo en la importancia de este encuentro, que “tiene un significado muy profundo, pues es un documento construido por muchas manos, que representan los clamores y esperanzas de muchos migrantes, refugiados y víctimas de la trata”. La representante de la Red un Grito por la Vida, insiste en que lo debatido en el encuentro es “un signo de comunión con los sueños del papa Francisco expresados en Querida Amazonía”. Para la religiosa estamos ante “un camino tejido con muchos hilos, que entrelazan instituciones e iglesias particulares en el cuidado de la vida, construyendo caminos de solidaridad y sinodalidad”. Un proceso de lectura de la realidad Se trata de un nuevo paso de “un proceso mayor en el cual la propia red ha hecho un camino”, afirma Mauricio López, director de Acción Pastoral del CELAM. “Primero, ponernos en las manos de Dios, en clave de discernimiento espiritual, para escuchar cuál es el llamado del Cristo Vivo, Crucificado, Muerto y Resucitado, en los hermanos y hermanas refugiados, migrantes y víctimas de trata”, insiste el coordinador del Centro de Redes y Acción Pastoral del CELAM. Estamos ante algo que “nos ha permitido recorrer un proceso de lectura de la realidad, de analizar los signos de los tiempos para entender cual es el contexto en el que hoy estamos viviendo, en un mundo cambiante, en donde la situación de la pandemia ha agravado las situaciones para todos estos hermanos y hermanas que están en camino”. Se ha definido un modo de plantear procesos estructurales, según López, que recuerda que estamos en un momento de cambio profundo, que está siendo acompañado por el CELAM, que está reformulando el modo de acompañar la realidad a través de redes, sean territoriales o temáticas, “una experiencia de profundo aprendizaje que implica una profunda integración de los cuatro sueños que el Papa Francisco nos ha presentado en Querida Amazonía”. También recuerda la importancia de los cuatro nuevos centros del CELAM, “para poder dar más cuenta de esta mirada integral”. Mauricio López espera que el encuentro posibilite “establecer prioridades claras, donde podamos sumar nuestras fragilidades para responder a estos desafíos cada vez más complejos, integrando no solo a las conferencias episcopales, sino también a las conferencias de religiosos y religiosas, las pastorales sociales y a otras organizaciones afines para responder juntos a esta realidad del pueblo migrante, que es también un lugar teológico”. Fuente: Oficina de comunicaciones del CELAM

Mar 5 Oct 2021

La caridad, ruta de navegación del nuevo obispo de Cúcuta

El obispo electo de la Diócesis de Cúcuta José Libardo Garcés Monsalve, ha dicho que dentro de su plan pastoral a seguir está el acompañar y trabajar por los pobres, los más necesitados, los migrantes y todos aquellos que viven en las periferias. “El papa Francisco nos ha convocado a todos en su magisterio, llegar a todos y, precisamente la salida misionera es uno de los propósitos que tengo para que junto al presbiterio y todos los agentes de pastoral, hagamos camino sinodal, caminemos juntos anunciando a nuestro Señor Jesucristo”. En una entrevista concedida al centro de comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta, el prelado resaltó también, que, continuará acompañando al presbiterio diocesano, religioso, seminaristas y a todo el pueblo de Dios en la tarea del anuncio gozoso del Evangelio. “Me pongo en las manos de Dios y convoco a todo el presbiterio y a los fieles a hacer camino sinodal, a caminar juntos para que la fe, la esperanza y la caridad puedan crecer en esta porción del pueblo de Dios que se me ha confiado”. La caridad ocupa un lugar importante dentro del plan pastoral Cabe resaltar que, monseñor Garcés Monsalve, venía desempeñándose desde hacía 8 meses como administrador diocesano de esta Iglesia particular, por lo que al ser interrogado sobre la impresión del trabajo que allí se adelanta, destacó entre algunos aspectos: la fe viva de los creyentes, un presbiterio trabajador, el trabajo social y la caridad que se vive por los más necesitados. “La caridad ocupa un lugar importante dentro del plan pastoral y creo que lo han venido haciendo con mucho fervor y celo pastoral, quisiera que entre todos reforzáramos esa vivencia de la caridad como fruto maduro de la vida cristiana”. Gratitud a la Diócesis de Málaga De la Diócesis de Málaga-Soatá, ubicada en el Departamento de Santander, donde estuvo por 5 años, el prelado recordó con alegría y entusiasmo sus visitas pastorales por las veredas visitando a los campesinos y compartiendo con ellos el mensaje del Evangelio. Igualmente, expresó su agradecimiento y gratitud al clero y, a todos aquellos que le acompañaron durante su paso por esta Jurisdicción. Finalmente, colocó en manos de Dios este nuevo camino pastoral y pidió de todos sus oraciones, así como también, asumió el compromiso de orar a diario ante el Santísimo Sacramento por la labor que se ha de realizar en esta porción del pueblo de Dios que se le ha confiado. Posesión Canónica Mons. Garcés Monsalve tomará posesión Canónica de la sede, el próximo 20 de noviembre a las 9:00 a.m. en la Catedral San José de la ciudad de Cúcuta.

Mié 29 Sep 2021

“Yo soy cura de pueblo”: Mons. Luis José Rueda, arzobispo de Bogotá

El portal católico ALETEIA, con corresponsalía en Colombia, le extendió una invitación a monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, para dialogar y conocer sobre la vida pastoral que Dios y la Iglesia Católica le ha encomendado. » Lea AQUÍ la entrevista completa Se siente el más pequeño de los obispos, aunque tiene la responsabilidad más grande como pastor de la Iglesia católica de Colombia. El mismo día de su ordenación como presbítero, a los 27 años, fue nombrado párroco y, poco a poco, le fueron llegando nuevas tareas de servicio. Él es Luis José Rueda Aparicio, nacido en San Gil, departamento de Santander, en el oriente del país. Pero, ¿cómo un párroco de provincia llegó a ser arzobispo de una jurisdicción con más de ocho millones de habitantes y presidente de la Conferencia Episcopal? “Por la misericordia de Dios, que nos da la misión y nos da la gracia para cumplirla”, admite con la humildad que lo caracteriza. Monseñor Rueda Aparicio habla con naturalidad en su despacho del Palacio Arzobispal, su casa en el centro histórico bogotano, un lugar que ocupa desde hace más de un año, después de una posesión atípica, en plena pandemia y con tan solo quince personas en la Catedral Primada. En medio de esas circunstancias difíciles empezó su labor pastoral a través de los canales de comunicación católicos. Bajó al Señor Caído del Cerro de Monserrate y recorrió con la imagen las parroquias, para pedir por el fin de la pandemia, que ha cobrado la vida de 35 sacerdotes de la ciudad. Apenas pudo, organizó reuniones presenciales con presbíteros, religiosas, laicos y, especialmente, con las comunidades que más le duelen: los habitantes de calle, los migrantes, las prostitutas y los privados de la libertad. Sus respuestas siempre los muestran como un pastor sencillo y cercano a sus interlocutores. La «G» por la «T» –¿Por qué usted dice que cambió la «G» de Geología por la «T», de Teología? Nací en un hogar católico en el que soy el décimo de doce hermanos. Desde niño la Eucaristía fue muy importante y así lo viví por el testimonio de mis padres. Cursé bachillerato técnico y me gradué como soldador de metales. A los 18 años presté el servicio militar y después entré a trabajar con mi padre, en construcción. Luego, trabajé en una fábrica de cemento, tenía un buen noviazgo y había ganado una beca para estudiar Geología. ¡Pero el Señor me cambió la «G» por la «T», de Teología! Entré al seminario, a los 27 años fui ordenado presbítero y ese mismo día fui nombrado párroco de Albania, una pequeña población donde serví y aprendí por dos años. Aunque en el seminario se enseñan la parte doctrinal y muchos elementos éticos y espirituales, uno aprende a ser sacerdote con los campesinos, los líderes, el alcalde, los médicos, los docentes, los catequistas y los laicos. De allí pasé a la parroquia de otro pequeño pueblo llamado Curití y después estudié Teología Moral en Roma. A mi regreso seguí ejerciendo en otros pueblos de mi región, entre ellos, San Gil, Pinchote, Mogotes y Barichara. –¿En algún momento pensó en ser obispo? Hasta ese momento había desarrollado la labor pastoral en mi propia tierra. Sin embargo, Dios me tenía destinado para un encargo mayor, el de obispo en Montelíbano, en el norte del país. Fue una gran sorpresa. Yo pensé que mi vida iba a transcurrir en la felicidad de ser párroco. Le había pedido al obispo que me mandara a una zona rural. Esa era mi ilusión, pero el plan de Dios era otro. Montelíbano es una diócesis muy bella, donde encontré un clero muy sacrificado, en medio de difíciles situaciones de orden público. Allí aprendí a navegar por los ríos y a andar muchas horas a lomo de mula para llegar a los más apartados caseríos. Fueron seis años, de 2012 a 2018, en los que fui muy feliz, en medio de limitaciones económicas, pero de inmensas riquezas espirituales. En 2018 el papa Francisco me nombró arzobispo de Popayán. El mismo pontífice me entregó el palio en el Vaticano, pude hablarle y expresarle mis temores. Pero también recibí de él palabras de ánimo y de aliento. En Popayán compartí de cerca con los indígenas, los afrocolombianos, los sacerdotes y las religiosas que acompañan a los pueblos que han sufrido por tanta violencia. Allí hay problemas de narcotráfico, cultivos ilícitos y abandono del Estado, pero nunca abandono de la Iglesia. Aprendí a luchar por estas comunidades y caminar con ellas. – ¿En qué condiciones viven las comunidades de esas regiones tan apartadas en las que usted vivió? Están muy abandonadas, porque el Estado colombiano es muy centralista. Hay tierras buenas y el campesino colombiano es trabajador, pero no hay carreteras para sacar los productos. Salen a la labranza, pero están desestimulados, no tienen energía eléctrica, no tienen internet. Hay zonas donde un médico llega cada cinco años y las mujeres tienen que andar varias horas a lomo de mula antes de un parto. Aquí es donde aprovechan las fuerzas negativas, como el narcotráfico, y les pagan a los campesinos para que cultiven coca. Por eso, ellos terminan siendo las primeras víctimas de un eslabón que termina en la nariz de habitantes de Nueva York o París que consumen la cocaína. La segunda víctima es la tierra, porque estos cultivos la sacrifican. La última víctima es el consumidor, pero de por medio están la economía y las instituciones del país. Red de fe, esperanza y amor –¿Cuál ha sido el papel de la Iglesia colombiana? La iglesia está haciendo lo que debe hacer con los recursos que posee, pero no tiene todas las respuestas a los problemas económicos y políticos de Colombia y como Iglesia estamos trabajando permanentemente. ¿Se imagina usted qué pasaría si sacamos las cinco mil parroquias que tiene Colombia? Sin duda, perderíamos una red de fe, esperanza, amor y de servicio concreto. –¿Luego de su experiencia lejos de la capital, cómo recibió su designación como primado de Colombia? Todavía no lo entiendo. Fue muy duro porque yo soy de provincia, he sido párroco y soy cura de pueblo, servir es mi ilusión y mi anhelo, pero es Dios quien da la misión y la gracia para cumplirla. Además, para esta tarea cuento con el trabajo de mis tres obispos auxiliares, más de mil sacerdotes, cientos de religiosas y millares de laicos. Meses después, mientras recorría las parroquias de Bogotá, muere por covid el obispo de Soacha, población cercana, y el Papa me nombra administrador apostólico de esa diócesis. Ha sido una riqueza conocer la zona y ampliar mi corazón, frágil y pequeño, para que quepa el amor de Dios. Mucho rostros –¿Por qué decidió compartir el palio con los habitantes de calle? El palio es la ovejita herida, descarriada y sufriente que es atraída por el amor de Dios Padre, simboliza el pueblo y yo estoy dispuesto a tomar sus heridas. Lo hice porque en la ciudad encontramos miles de rostros heridos y sufrientes, entre ellos los habitantes de calle que en Bogotá son más de 15.000. ¿Usted se imagina ese número? Esa es una parroquia callejera, de personas que viven debajo los puentes, en los caños, algunos de ellos profesionales, hombres y mujeres que son despreciados, pero son seres humanos con alma. También hay otros rostros sufrientes: los migrantes. Ellos son los nuevos pobres del mundo y me conmueven hasta las entrañas. Por otra parte, están los presos de las cuatro cárceles de Bogotá, muchos han pasado diez, veinte navidades, veinte Semanas Santas allí, con historia difíciles de dolor y de enfermedad. A ellos hay que sumar a las trabajadoras sexuales, que seguramente fueron empujadas a ese camino. Ante todos estos rostros no puedo evitar quebrantarme emocional y espiritualmente. –A todas esas tareas de servicio que le llegaron de manera inesperada, se sumó su elección como presidente de la Conferencia Episcopal… Yo decía: «Señor, yo soy de una de las diócesis más pequeñas de Colombia, soy el más pequeño de mi familia, soy el más pequeño de los obispos de Colombia… ¡Yo no sé por qué el Señor me pone esta tarea! Pero veo ahí la voluntad de Dios y lo entiendo como un servicio. Jamás he vivido el ministerio como un privilegio, ni como una autoridad, yo me siento hermano y servidor de todos y el Señor, que me ha llamado a todas estas labores pastorales, verá cuándo me llama a la eternidad. Fuente: Portal AleteiaTwitter: @AleteiaES

Lun 27 Sep 2021

Diálogo social para la construcción de la paz

El 21 y 22 de septiembre se realizó la II Feria de Metodologías para la Construcción de la Paz, un espacio virtual que generó un encuentro en torno a las experiencias de paz en América Latina y el Caribe. El evento fue organizado por Caminando hacia la Paz, una red de organizaciones de la Iglesia Católica y contó con el apoyo del Secretariado Nacional de Pastoral Social- Cáritas Colombiana (SNPS-CC), Cáritas América Latina y Caribe, Cáritas El Salvador, Cáritas de Honduras, Jesuitas por la paz, Catholic Relief Services y Pastoral de Derechos Humanos del Arzobispado de Santiago de Guatemala. Durante este espacio, Rosa Inés Floriano, animadora del área de desarrollo institucional del SNPS-CC, estuvo exponiendo la experiencia que desde la Pastoral Social se ha tenido con el trabajo, garantía y acompañamiento a procesos de diálogo social en Colombia. Inicialmente, hizo referencia al contexto de lo vivido en el 2020. Uno de los elementos más grandes que produjo el estallido social desde el 28 de abril del presente año, fue la crisis por la pandemia del Covid-19, un fenómeno que dejó en evidencia nuestra fractura en temas de salud, economía, política, seguridad y crisis migratoria. “El Gobierno Nacional y los Gobiernos locales tuvieron que enfrentar este desafío para proteger a la población. El aislamiento se prolongó por un largo tiempo, se agravó la seguridad alimentaria, las pequeñas y medianas empresas fueron afectadas. Y sumado a esta situación, la reforma tributaría llegó para afectar la economía de las familias de clase social baja. Esta reforma fue lo que, en definitiva, detonó el estallido social”, señaló Rosa Inés Floriano. Estas variables produjeron que millones de personas se movilizaran para expresar su inconformidad con el Gobierno Nacional y se dejara en evidencia una serie de demandas y necesidades de las agrupaciones que conformaron el Paro Nacional. A partir de esta realidad, durante la exposición también se resaltaron los aspectos potenciados en esta coyuntura, entre ellos, el cambio de mentalidad en tanto que existe una mayor conciencia colectiva de la interdependencia del ser humano con los otros y, sobre todo, en los procesos de creación. Adicionalmente, el mundo digital fue la respuesta que ha encontrado la sociedad para movilizarse en medio de restricciones y aislamientos por la pandemia del Covid-19. Y, se destacó la construcción de diversas iniciativas y espacios​ de diálogo para la reflexión en torno al bienestar colectivo​ y a la búsqueda de condiciones de equidad e igualdad​ en el ejercicio de derechos. “Desde el SNPS-CC hemos propiciado espacios de diálogo para la amistad social a la luz de Fratelli Tutti, uno de los objetivos en esta línea es promover la práctica del diálogo y la amistad social como alternativa positiva para abordar conflictos desde un punto de vista conciliador que remedie la polarización estéril. Como Iglesia hemos estado acompañando, mediando y garantizando varios esfuerzos juveniles y colectividades manifestadas en el estallido social. Hemos comprendido el diálogo como un proceso de largo aliento, que consta de distintas fases entre las cuales se encuentran: análisis, gestos de buena voluntad, trabajo colectivo y seguimiento”, manifestó Rosa Ines Floriano. Como conclusión, el espacio cerró con una breve exposición de, ¡A movilizar la palabra!, consulta y diálogo desde las asambleas, una iniciativa gestionada por el SNPS-CC que ha servido como un elemento de organización para los grupos movilizados y a su vez, ha funcionado como herramienta de sistematización para consolidar las demandas y propuestas de dichas colectividades. Fuente: Of. de comunicaciones del SNPS-CC

Vie 3 Sep 2021

La paz es un bien irrenunciable

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - No quiero ocultarles que escribo este mensaje editorial con el corazón palpitante de angustia y con un inevitable sentimiento de impotencia humana, ante la cruel realidad por la que pasamos y ante el horizonte incierto del inmediato futuro en el que nos adentramos. “Verdad que podemos” es el lema que nos han propuesto a nivel nacional para esta 34ª Semana por la Paz 2021. Es un llamado a valorar este bien irrenunciable de la paz y a rehacer el protagonismo ciudadano, personal y colectivo, en su construcción. Es también un llamado a la conciencia que interioriza el valor de la paz como meta, camino y método, basados en la verdad y el respeto por el diverso y por el adversario. La paz transita por el ejercicio de la palabra entre personas, en todo espacio y territorio, entre etnias y pueblos, entre sociedades e instituciones, entre Estado y pueblo, entre nacionalidades y naciones. Es el bien que nos permite forjar una consciencia de humanidad planetaria, de ciudadanos de la tierra y buenos ancestros de las generaciones futuras. Las realidades actuales de la migración que rompe las más lejanas y disímiles fronteras, para nosotros, un país del que muchos emigran por sus graves desajustes y carencia de garantías para la vida, pero que no recibía, hasta hace poco, una inmigración significativa, es una necesidad inmediata. La llegada de poblaciones migratorias es algo que estamos improvisando y que hemos de leer como “providencial” para que salgamos de nuestros muchos egos violentos y acaparadores, hacia un nosotros de gentes solidarias y fraternas. Siempre el forastero fue una imagen bíblica de la visita de Dios a pueblos “cerrados”. Siempre las inmigraciones fueron constructoras de naciones abiertas y prósperas. Venezolanos, haitianos, asiáticos, africanos, quizás afganos, más las corrientes turísticas y de inversionistas mundiales, nos deberían “sacar” de estas mentalidades bandoleras y bravuconas, hegemónicas y tramposas, que han dominado y sepultado gran parte de nuestra historia doméstica colombiana. Junto a ello, necesitamos un país al que retornen los compatriotas exiliados, que no son pocos, los talentos forjados en niveles de vida superiores al nuestro. Esta triste historia de Colombia necesita ya un punto final, un punto de inflexión, liberándola del yugo opresor que se reproduce sobre las mismas carencias y necesidades que produce, mantiene y explota, con demagogia, mentira y fraude. Septiembre es el mes de los derechos humanos y de la “Semana de la Paz”, en torno a la magnífica e insuperable figura de San Pedro Claver, el “esclavo de los esclavos negros”, el defensor de la igual dignidad humana y de los derechos humanos. Para Colombia y para nuestras poblaciones y etnias negras, para la criminal trata de personas como “herramientas de trabajo” y de explotación sexual o como “mercancía humana”, que, dolorosamente aún persisten, quedó sembrada su semilla de inconformidad, de denuncia y protesta cristiana, evangélica, pacífica pero interpelante y solidaria con las víctimas, contra todo tipo de abusos y de esclavitudes. Pero, más que defensor de estas causas, recordadas alrededor de su fiesta litúrgica del 9 de septiembre, San Pedro Claver plantó en el puerto negrero de Cartagena de Indias, como los grandes evangelizadores de la historia de la Iglesia y de la humanidad, el deber creyente de escuchar siempre, en todo tiempo, en todo lugar y modelo social, el clamor de las víctimas, de los indefensos, de los más débiles y de los más necesitados. Hoy en día tendríamos que añadir el clamor del inmigrante y el clamor mismo del planeta tierra. Desde que Dios se hizo hombre, toda persona es más que mera imagen de Dios y todo prójimo hace parte de la fe como deber de amor, respeto y justicia. “Apenas llegaban los barcos con los esclavos, reza un testimonio, miraba por la ventanita pequeña de su cuarto y decía: 'Es Cristo que viene a mi ‘. Y, entonces, iba con sus traductores y ayudantes a llevarles alimento, medicinas y los primeros auxilios, a ayudar al bien morir a los que llegaban moribundos y a mostrarles algo de misericordia”. Las Jornadas de Derechos Humanos y de la Paz Colombiana (del 5 al 12), el Día Internacional de la Paz (el día 21), el mes de la Biblia, dedicado este año a San José de Nazaret, y la 107ª Jornada Mundial de los Migrantes (26 de septiembre), con el mensaje pontificio “hacia un nosotros cada vez más grande”, sean ocasiones para que nuestras comunidades e instituciones eclesiales demos testimonio de nuestro sentido social, arraigado en la Persona de Cristo y en la fe de todo verdadero cristiano. Los días venideros serán nuevamente una prueba a nuestra capacidad de construir paz con justicia social. La pobre y muchas veces dura y virulenta respuesta a los desafíos de la protesta social y del paro nacional, de las “primeras líneas”, buscando culpables sin reconocer responsabilidades de cambio, ni redoblar garantías de derechos y democracia, presagian nuevas movilizaciones y más fuertes reclamos sociales. Ante la jornada electoral del 2022 y su antecedente campaña política, necesitamos preparar la consciencia ciudadana y hacer el compromiso moral de exigir garantías y de votar con absoluta libertad y, quizás, con la responsabilidad más grande de toda nuestra historia. ¡No nos podemos equivocar! No podemos legitimar un estado de cosas como el que indican los asesinatos y las masacres, la corrupción y la represión a los clamores sociales. Oramos unidos y nos unimos a la lucha pacífica y al compromiso comunitario por el logro de una Colombia con pan, educación, convivencia, democracia y seguridad para todos. Nos unimos para promover e impulsar un Estado con garantías para la institución familiar y una economía que incluya a todos y cuide el medio ambiente, que preserve los recursos y el futuro. + Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Vie 30 Jul 2021

La Iglesia se pronuncia ante situación migratoria en Necoclí - Antioquia

Frente a la grave situación humanitaria que se presenta en Necoclí, Urabá antioqueño, donde más de 10.000 migrantes se agolparon en el municipio buscando una salida hacia Panamá, la Diócesis de Apartadó, a través de su obispo, Hugo Alberto Torres Marín, ha extendido una invitación a la comunidad a ser buenos samaritanos con aquellos extranjeros en condición migratoria. “En estos momentos en que nuestro territorio es visitado por tantos extranjeros en situación de migración, seamos todos, buenos samaritanos con estos hermanos que van en busca de mejores condiciones de vida o que por múltiples motivos han tenido que dejar sus hogares de origen”, asintió el obispo. A través de un comunicado, el prelado llamó la atención de las instituciones municipales, departamentales y nacionales para que cumplan con la debida atención que requiere esta situación. Exhortó a la comunicad urabaense para que conserven una conducta ética coherente con los principios cristianos que caracteriza a los habitantes de este municipio en el territorio de Urabá, recordándoles la invitación hecha por el Papa Francisco para “acoger, proteger, promover e integrar al migrante”. Monseñor Torres Marín pidió a las organizaciones que trabajan en la atención a migrantes, hacerse presentes y ser solidarios con estas personas que atraviesan esta dura realidad. A los comerciantes, les pidió no incrementar los costos de los productos para que esta población tenga la oportunidad de acceder a la compra de sus principales necesidades básicas. Si bien el tema del transito de la población migrante que cruza por Necoclí viene de hace años, lo que está sucediendo por estos días ha sido calificado como un hecho sin precedentes. Según las cifras que manejan la alcaldía local y Migración, este año han transitado unas 33 mil personas provenientes de Haití, Cuba, Chile, Senegal y Ghana.