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Dios nos quiere santos
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Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - Tenemos la gracia de prepararnos para la próxima solemnidad de Todos los Santos, que pone ante nosotros la llamada a la santidad mediante el ejemplo de los que han sido signos de la presencia de Dios, con la próxima Beatificación, en la Catedral de Medellín, de la Sierva de Dios María Berenice Duque, tan vinculada a nuestra vida eclesial y pastoral. Además, en este mes, hemos celebrado la memoria de Santa Laura Montoya y del Beato Jesús Emilio Jaramillo, dos grandes modelos de la nueva vida en Cristo, con los que, igualmente, tenemos profundos lazos de amor y de comunión.
De esta manera, se nos está recordando de un modo fuerte y cercano lo que ha destacado con autoridad el Concilio Vaticano II: “Todos los fieles cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre” (LG,11). Dios no quiere que sus hijos seamos mediocres, que malogremos la existencia, que nos conformemos con pasar frívolamente por la vida sin gozar la elección a ser “irreprochables ante él por el amor” (Ef 1,4).
El Papa Francisco ha querido hacer resonar este llamado, encarnándolo en el contexto actual y dirigiéndolo de modo personal a cada uno de nosotros: “Deja que la gracia de tu Bautismo fructifique en un camino de santidad. Deja que todo esté abierto a Dios y para ello opta por él, elige a Dios una y otra vez. No te desalientes, porque tienes la fuerza del Espíritu Santo para que sea posible… En la Iglesia santa y compuesta de pecadores, encontrarás todo lo que necesitas para crecer en santidad. El Señor la ha llenado de dones con la Palabra, los sacramentos, la vida de las comunidades, el testimonio de sus santos y una múltiple belleza que procede de su amor” (G.E. 15).
Cuando San Juan Pablo II nos introdujo en este segundo milenio de la era cristiana, invitándonos a mirar hacia adelante y a “remar mar adentro”, nos señaló, extraña y audazmente, la santidad como la primera prioridad pastoral. Y explicó que poner la programación pastoral bajo el signo de la santidad significa vivir la convicción de que, si el Bautismo es una verdadera entrada en la santidad de Dios por medio de la inserción en Cristo y la inhabitación de su Espíritu, es un contrasentido una vida mediocre y una religiosidad superficial. La vida entera de la comunidad eclesial, decía, debe ir en la dirección de este “alto grado” de la vida ordinaria (cf NMI, 31).
Quisiera que todos entendiéramos que son múltiples los motivos que hoy nos urgen a comprometernos seriamente en un camino de santidad. Ante todo, la experiencia del amor de Dios, que constatamos en las numerosas gracias que hemos recibido, nos pide no darle largas a una verdadera relación filial con él. Luego, la necesidad de llegar a nuestros hermanos con una evangelización auténtica y con una acción pastoral efectiva reclama que vivamos a fondo el Evangelio, porque no podríamos dar lo que no tenemos. No vale la pena ser una campana que resuena, pero finalmente, por falta del testimonio que exige la evangelización, no lograr nada. En la medida en que se santifica, cada cristiano se vuelve realmente fecundo para el mundo.
El momento de cambio y transformación que vive nuestra sociedad y que tiene a tantas personas en la incertidumbre, en la angustia y aun en graves dificultades, nos está pidiendo ser luz, ser sal, ser levadura. Esto resulta imposible si no permitimos que el Espíritu Santo nos configure con Cristo para tener la autenticidad, el entusiasmo, la libertad apostólica, la esperanza y el amor que requiere hoy anunciar el proyecto de Dios. Sin un empeño cotidiano y perseverante por ser santos, no tendremos los recursos para enfrentar el combate contra el mal y contra el maligno que debemos librar cada día, ni lograremos estar despiertos y con las lámparas encendidas para acompañar pastoralmente a nuestros hermanos, en medio de los grandes desafíos del momento actual.
Dispongámonos a vivir la Beatificación de la Madre Berenice como un llamado personal y comunitario de Dios a la santidad. Escuchemos que a través del Papa Francisco nos dice: “No tengas miedo de la santidad. No te quitará fuerzas, vida o alegría. Todo lo contrario, porque llegarás a ser lo que el Padre pensó cuando te creó y serás fiel a tu propio ser. Depender de él nos libera de las esclavitudes y nos lleva a reconocer nuestra propia dignidad… No tengas miedo de apuntar más alto, de dejarte amar y liberar por Dios. No tengas miedo de dejarte guiar por el Espíritu Santo. La santidad no te hace menos humano, porque es el encuentro de tu debilidad con la fuerza de la gracia” (GE, 32-34).
+ Ricardo Tobón Restrepo
Arzobispo de Medellín


Iglesia en Pasto da inicio a su Sínodo Pastoral Diocesano
Vie 17 Mar 2023

Caminemos juntos en la acción catequética
Sáb 11 Mar 2023

Cambios urgentes y necesarios
Jue 9 Mar 2023

Mié 8 Mar 2023
Mujeres rurales, sembradoras de esperanza
Por: Mons. Fernando Chica Arellano - Cuando el mundo entero conmemora el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer, conviene detenerse un momento a considerar la situación en la que vive la mitad de la humanidad y analizar qué retos se derivan de ello para nuestro actuar cotidiano. Sin duda, hay muchos enfoques posibles. En estos párrafos vamos a poner el foco en las mujeres rurales, desde una perspectiva creyente. De entrada, recuperamos algunos párrafos de la carta pastoral “La Iglesia en Aragón al servicio del mundo rural”, publicada en 2019 con el sugerente e interpelador subtítulo de “Nazaret era un pueblo pequeño”. En el número 32 se menciona explícitamente a las mujeres rurales, con estas palabras: “Como Pastores hemos constatado también el aspecto positivo que supone que el mundo rural tenga rostro femenino. Sabemos que la presencia y el dinamismo de nuestras mujeres del mundo rural ha obrado grandes maravillas. Han garantizado la vida de nuestros pueblos. Además de dirigir sus hogares y colaborar en las tareas agrícolas y ganaderas, las aragonesas de nuestros pueblos han impulsado iniciativas culturales, asociativas, de creación de empleo, han cuidado a los mayores y han sido pilares de la educación y de la transmisión de la fe y sus valores”. En este contexto, los obispos subrayan que “María es la mujer rural por antonomasia” (n. 37) y que las mujeres rurales “son reflejo de María de Nazaret, la mujer capaz de lanzarse a la aventura de forma inmediata al saber que otra mujer necesita su ayuda y su presencia. No duda en emprender un largo viaje con el fin de servir desde lo que hoy se denomina frecuentemente la sororidad o ayuda mutua entre las mujeres, para transformar un mundo que mueven con su generosidad, a pesar de que todavía no sean valoradas adecuadamente” (n. 35). Aluden aquí al lema de la Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Lisboa en este verano de 2023, tomado del evangelio de Lucas, en concreto de la escena de la Visitación: “María se levantó y partió sin demora” (Lc 1, 39). Como ya había advertido el Santo Padre en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, María “es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura” (n. 286). “Es el amor que se hace cercano y concreto. Es un movimiento que procede del corazón y llega a los ojos, a los oídos, a las manos. […] La ternura es el camino que han recorrido los hombres y las mujeres más valientes y fuertes” (Fratelli Tutti, n. 194). Entre esas mujeres audaces están, claramente, las que viven en las zonas rurales, en zonas remotas y vulnerables, con frecuencia desdeñadas por los centros en donde se toman las decisiones que cambian la vida y la hacen progresar. Son mujeres que no se rinden, que trabajan sin desfallecer por encima de propagandas o intereses sesgados. Mujeres que se crecen ante la adversidad. Como decía Francisco hace unos meses: “Las mujeres rurales tienen mucho que enseñarnos sobre cómo el esfuerzo y el sacrificio nos permiten construir redes que garanticen el acceso a los alimentos, la distribución equitativa de los bienes y la posibilidad de que cada ser humano cumpla con sus aspiraciones” (tuit del 15 de octubre de 2021, Día de la Mujer Rural). En efecto, en numerosas regiones del mundo, el genio femenino encara diariamente la penuria. Una penuria que se manifiesta con formas diversas y lacerantes. Ellas la combaten aportando ese suplemento de fuerza, de resiliencia y de creatividad que se requiere para hacer frente a lances cada vez más acuciantes e intrincados. A estos desafíos se refirió Su Santidad en el primer Encuentro con los Movimientos Populares, que tuvo lugar en Roma en el año 2014: “Veo que aquí hay decenas de campesinos y campesinas, y quiero felicitarlos por custodiar la tierra, por cultivarla y por hacerlo en comunidad. Me preocupa la erradicación de tantos hermanos campesinos que sufren el desarraigo, y no por guerras o desastres naturales. El acaparamiento de tierras, la desforestación, la apropiación del agua, los agrotóxicos inadecuados, son algunos de los males que arrancan al hombre de su tierra natal. Esta dolorosa separación, no es sólo física, sino existencial y espiritual, porque hay una relación con la tierra que está poniendo a la comunidad rural y su peculiar modo de vida en notoria decadencia y hasta en riesgo de extinción. (…) Por favor, sigan con la lucha por la dignidad de la familia rural, por el agua, por la vida y para que todos puedan beneficiarse de los frutos de la tierra”. Al año siguiente, en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), el Papa se hizo presente, igualmente, en el II Encuentro con Movimientos Populares, en donde pronunció estas animosas palabras: “De esas semillas de esperanza sembradas pacientemente en las periferias olvidadas del planeta, de esos brotes de ternura que luchan por subsistir en la oscuridad de la exclusión, crecerán árboles grandes, surgirán bosques tupidos de esperanza para oxigenar este mundo”. En definitiva, sabemos que “la organización de las sociedades en todo el mundo todavía está lejos de reflejar con claridad que las mujeres tienen exactamente la misma dignidad e idénticos derechos que los varones. Se afirma algo con las palabras, pero las decisiones y la realidad gritan otro mensaje. Es un hecho que doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos” (Fratelli Tutti, n.23). Pero también sabemos que las mujeres rurales son fuente de entusiasmo e innovación para revertir esta situación y que nuestro compromiso creyente nos impulsa a apoyarlas en este camino, un camino de humanidad común y de fraternidad universal. Fernando Chica Arellano Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, el FIDA y el PMA

Lun 6 Mar 2023
La Cuaresma del encuentro
Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Este año, la Cuaresma comprende este mes marzo y la primera semana de abril. En medio encontramos dos importantes solemnidades: la de San José, el 19 y la Anunciación del Señor, el 25. ¿Cómo vivir este tiempo de gracia? Desde tiempo muy antiguo, la cuaresma ha ocupado un lugar preponderante en la vida de la Iglesia. En estos momentos en que se exalta la libertad, resulta que nos vemos atrapados por formas sutiles de esclavitud: estilos de vida, tradiciones, costumbres, dependencias, vicios… cuarentenas, toques de queda, confinamientos… Por eso es necesario volver a mirar e imitar a quien quien pudo afirmar que “la verdad los hará libres” (Jn. 8,31). En estos momentos en que nos quieren dominar el miedo, la incertidumbre, la enfermedad, las amenazas de guerra…Anhelamos recuperar la paz interior y la fortaleza de ánimo. La cuaresma es “es un tiempo de verdadero cambio y renovación, tiempo para volver a respirar a pleno pulmón, tiempo para poner en orden tantas confusiones, para entablar relaciones auténticas, para establecer diálogos rotos… todo para llegar a la salvación” (Lectio Divina, Ed. Verbo Divino. Vol. 3, pg. 6). Por eso durante la cuaresma y su liturgia, Dios se hace el encontradizo. Cada uno de los ciclos cuaresmales nos proponen un tema central y didáctico. Veamos el ciclo A que corresponde a este año 2023, que tiene como eje central, el anuncio del itinerario bautismal. Este es un tiempo especial para poner la mirada en las profundidades de nuestro bautismo. El 1er domingo es el del encuentro de Jesús con Satanás en el desierto. Nos tenemos que preparar para la lucha que debemos tener ante las tentaciones, presentadas hoy de manera hábil como lo bueno y hace plenamente feliz. Cristo vence las tentaciones. Él nos enseña a vencerlas. El 2º domingo es el encuentro de Jesús con el Padre en la transfiguración, donde el Padre proclama a Jesús como Hijo amado; donde se revela el misterio de la cruz; El Padre cumple su pacto de amor enviando a su Hijo amado. Con esta revelación en el monte Tabor, Jesús pretende arrebatar a los discípulos el escándalo de la cruz y darles fuerza para los momentos de prueba y dolor. El 3er domingo es el del encuentro de Jesús con la mujer Samaritana. Aquí Jesús se presenta como la figura del nuevo templo; a él se le debe adorar en espíritu y en verdad. Se introduce directamente en el misterio del agua que calma la sed definitiva: el agua que da vida. El agua bautismal. El 4º domingo es el del encuentro de Jesús con el ciego de nacimiento. En este sacramento admirable, puerta a la vida sacramental de la Iglesia, el bautizado es liberado de las tinieblas y es llamado a vivir como hijo de la luz. El 5º domingo es el del encuentro con Marta y María y la resurrección de su hermano Lázaro. Es el preludio de la resurrección de Jesucristo, que en relación con el bautismo, es la muestra de cómo este sacramento nos hace pasar de la muerte a la vida. La cuaresma 2023 sea, pues, un momento especial para tener la experiencia del encuentro con Jesús, y dejando que su palabra, sus signos, su llamado a la conversión, logren permear realmente la vida de cada de uno de quienes deseamos prepararnos de la mejor manera para la gran fiesta de la Pascua. Hemos de ser solidarios, a través del encuentro con el pobre y necesitado. La Campaña de Comunicación Cristiana de bienes, así como los actos de penitencia, ayuno, oración y limosna, broten de un corazón que sabe que a través de ello se purifican los corazones y hacemos extensivo el encuentro de Jesús con los más pobres y desvalidos de la tierra. Si salimos al encuentro de Jesús, y la vez nos dejamos encontrar por Él, nuestra vida de bautizados resplandecerá. Tenemos que dejar de ser ser bautizados de título, para serlo de vida, en Cristo. +Luis Fernando Rodríguez Velásquez Arzobispo de Cali

Jue 2 Mar 2023
Itinerario espiritual de Cuaresma y Semana Santa
Por: P. Jairo de Jesús Ramírez Ramírez - La Oración Colecta del primer Domingo de Cuaresma subraya el objetivo del Ciclo Pascual: “Avanzar en la inteligencia del Misterio de Cristo, para vivirlo en su plenitud” . Para lograrlo, la Iglesia nos da en abundancia la Palabra de Dios, las celebraciones litúrgicas y los ejercicios de piedad, sugeridos para la Cuaresma, el Sacro Triduo y la Pascual. En este escrito quiero esbozar la riqueza celebrativa de la Cuaresma y la Semana Santa, a partir de los textos litúrgicos y algunos documentos del Magisterio. Puede ser una guía útil para la catequesis y para la vivencia espiritual de aquellos fieles que deseen profundizar en este itinerario hacia la Pascua. I. LA CUARESMA En primer lugar, la Cuaresma que, “con su doble carácter, prepara a los catecúmenos como a los fieles en orden a la celebración del Misterio Pascual” . En este sentido, el leccionario ha sido confeccionado. El ciclo A, subraya “el camino bautismal de la iglesia”; el ciclo B, “la glorificación de Cristo”; y el ciclo C, “llamada a la conversión y al perdón”. Enseguida les propongo las Etapas de la Iniciación Cristiana de Adultos, según el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (RICA): 1. Precatecumenado, es el periodo del primer anuncio, en el que la persona se siente atraída por la persona de Cristo, gracias al testimonio del discípulo misionero. • Entrada en el catecumenado (RICA 73-97), es el rito celebrativo que marca el inicio de la etapa catequética de quien ha optado por ser cristiano. La celebración se estructura en los siguientes ritos: dialogo entre el ministro y el candidato, signación en la frente, introducción en el templo, celebración de la Palabra, entrega de los evangelios, súplicas por los catecúmenos, despedida. 2. El catecumenado. Es el periodo de la catequesis. Dura el tiempo que sea necesario. En este periodo los catecúmenos son acompañados por la Iglesia mediante celebraciones de la Palabra de Dios (n, 100), exorcismos (n. 101), bendiciones (n. 102), unción con el óleo de los catecúmenos (n.130). • Elección o inscripción del nombre (RICA 133), se celebra el Primer Domingo de cuaresma, con los siguientes ritos: presentación de los candidatos (n. 143), admisión o elección (n. 147), súplicas por los elegidos (n. 148), despedida. 3. Purificación o iluminación, es un periodo de formación inmediata para la celebración de los Sacramentos de Iniciación cristiana que tiene ligar entre III y V Domingo de Cuaresma. En este periodo tiene lugar los siguientes ritos: los escrutinios, que son tres: tercer domingo, cuarto domingo y quinto domingo de Cuaresma; las entregas (símbolo y oración dominical); rito del Effetá. El leccionario del Ciclo A ha sido pensado para este proceso de formación. Este periodo es, prácticamente, el retiro espiritual para recibir estos sacramentos. • Celebración de los Sacramentos de la Iniciación Cristina, se reciben en la Vigilia Pascual. Son tres sacramentos que el elegido recibe esta solemnísima noche: Bautismo, confirmación, Eucaristía. 4. El Tiempo de la Mistagogía, recibidos los sacramentos de la Iniciación cristina, prosigue la etapa de la mistagogía, en la octava de pascual y en el Tiempo pascual. Es la introducción a los misterios de la salvación. Se trata de un tiempo en el que los recién bautizados reciben la catequesis sobre el sentido de los signos que han estado presentes en la celebración los sacramentos. Miércoles de Ceniza Es un día penitencial obligatorio para toda la Iglesia y que comporta la abstinencia y el ayuno . La imposición de la ceniza (sacramental) significa la condición del hombre que confiesa externamente su culpa ante el Señor y expresa su voluntad interior de conversión, confiando en que el Señor se muestre compasivo con él, el signo debe culminar con la celebración del sacramento de la reconciliación. Domingos de Cuaresma Leccionario Ciclo A: el camino bautismal de la iglesia Primer domingo: Ayuno y tentación del Señor (Mt 4, 1-11) Segundo Domingo: La glorificación del señor (Mt 17, 1-9) Tercer Domingo: La Samaritana (Jn 4, 5-42). Cuarto Domingo: El ciego de Nacimiento (9, 1-41). Quinto Domingo: La Resurrección de Lázaro (Jn 11, 1-45). Ciclo B: la glorificación de Cristo Primer domingo: Ayuno y tentación del Señor (1, 12-25). Segundo Domingo: La glorificación del señor (Mc 9, 1-9). Tercer Domingo: Purificación del templo (Jn 2, 13-25). Cuarto Domingo: Dios mando a su hijo para salvar al mundo (Jn 3, 14.21). Quinto Domingo: El grano de trigo… (Jn 12, 20-33). Ciclo C: llamada a la conversión y al perdón Primer domingo: Ayuno y tentación del Señor (Lc 4, 1-13). Segundo Domingo: La glorificación del señor (Lc 9, 28b-36). Tercer Domingo: Llamad a la conversión (Mc 13, 1-9). Cuarto Domingo: El Hijo pródigo (Lc 15, 1-3.11-32). Quinto Domingo: La adúltera perdonada (Jn 8, 1-11). Celebraciones litúrgicas para este tiempo: Las ferias privilegiadas, desplazan cualquier memoria o fiesta, excepto, San José (19 de marzo); la Anunciación (25 de marzo). • La Eucaristía y la Liturgia de las Horas. • Lectura de la Pasión del Señor • Lectio Divina. • Celebraciones penitenciales. • Viacrucis : palabra, silencio, canto, movimiento procesional y parada meditativa. • Veneración al Cristo Crucificado. Espiritualidad cuaresmal: acercarse a las fuentes que poseemos a mano: los leccionarios (los títulos de las lecturas y del evangelio, los salmos y sus respuestas; el Misal (oraciones, anáfora, las antífonas), la liturgia de la Horas (antífonas, salmos, cántico evangélico, preces, títulos, sentencias, colectas sálmicas , etc.,), las prácticas penitenciales sugeridas por la Iglesia (ayuno, oración y limosna); la Lectio Divina. II. LA SEMANA SANTA “La cuaresma continúa hasta el jueves. A partir de la misa vespertina, “en la Cena del Señor”, comienza el Triduo pascual, que continúa durante el Viernes de la Pasión y el Sábado Santo, y tiene su centro en la Vigilia pascual y acaba con las Vísperas del Domingo de Resurrección”. EL DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR (ABC) Comprende a la vez el presagio del triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión. Se hace procesión con ramos desde un lugar adecuado; esta procesión goza de una especial solemnidad; se proclama el Relato de la Pasión del Señor completa (no se saluda al pueblo como de costumbre, no se signa el evangelio, no se llevan cirios, ni con incienso); se hace homilía. EL TRIDUO PASCUAL Es sagrado el ayuno de los dos primeros días del Triduo, en los cuales, según una antigua tradición, la Iglesia ayuna “porque su esposo ha sido arrebatado” (Tertuliano). El viernes santo de la Pasión del Señor hay que observar en todas partes el ayuno y la abstinencia, y se recomienda que observe también durante el Sábado Santo, a fin de que la Iglesia pueda llegar con espíritu ligero y abierto a la alegría del Domingo. Se encarece vivamente la celebración en común del Oficio y Laudes de la Mañana del Viernes de la Pasión del Señor y también del Sábado. Jueves Santo En la mañana está la Misa Crismal. Pero toda la atención se debe centrarse en los misterios que se recuerdan en la misa: es decir, la Institución de la Eucaristía, la Institución del Orden Sagrado, y el mandamiento del amor sobre la caridad fraterna. Son estos los puntos que conviene recordar en esta celebración. En esta misa debe participar toda la comunidad, no se permite la celebración sin pueblo, el sagrario debe estar vacío al iniciarse la celebración; se prepara con anticipación una capilla convenientemente adornada, que invite a la oración y a la meditación; las campanas se tocan durante el Himno del Gloria y no volverán a sonar hasta la Vigilia pascual; el lavatorio de los pies. Terminada la oración después de la comunión, comienza la procesión, precedida por la Cruz en medio de cirios e incienso, en la que se lleva el santísimo Sacramento por la Iglesia hasta el lugar de la reserva, mientras tanto se cantan cantos adecuados. El Santísimo Sacramento debe ser reservado en un sagrario o en una urna. No ha de hacerse nunca una exposición con la custodia u ostensorio. El sagrario o la urna no han de tener la forma de un sepulcro: la capilla no se prepara para representar la sepultura del Señor sino para conservar el pan eucarístico destinado a la comunión del viernes de la Pasión del Señor. Invítese a los fieles a una adoración prolongada durante la noche del Santísimo Sacramento en la reserva solemne después de la misa. Pasada la media noche, la adoración debe hacerse sin solemnidad, dado que ha comenzado ya el día de la Pasión del Señor. 1. Vienes Santo de la Pasión del Señor En este día, en que ha sido inmolada nuestra víctima pascual, la Iglesia, meditando sobre la Pasión de su Señor y esposo y adorando la Cruz, conmemora su nacimiento del costado de Cristo dormido en la Cruz e intercede por la salvación de todo el mundo. No se celebra la Eucaristía, se distribuye la Eucaristía únicamente durante la acción litúrgica de la Pasión del Señor. La acción litúrgica consta de liturgia de la palabra, oración universal, adoración de la Cruz y sagrada comunión). El sacerdote y los ministros se dirigen en silencio al altar, sin canto alguno. Hecha la debida reverencia al altar, se postran rostro en tierra; esta postración, que es un rito propio de este día, se ha de conservar diligentemente por cuanto significa . Los fieles, durante el ingreso de los ministros, están de pie, y después se arrodillan y oran en silencio. Estructura: 1. Pasión proclamada: Liturgia de la Palabra. 2. Pasión invocada: Oración universal 3. Pasión venerada: adoración de la Cruz. 4. Pasión comunicada: comunión eucarística. 2. Sábado Santo El del sábado es la kénosis mayor del año; ni siquiera el cuerpo encuentra cómo expresarlo, permanece en silencio y ayuno. Es el día más neonatológico de todo el año. En este día los fieles viven de la oración con la Liturgia de las Horas (cf. Lectura patrística del Oficio). Se recomienda vivamente, la Veneración de la Cruz y de la imagen de la virgen de los dolores, más que las agrandes aglomeraciones, prefiérase la oración silenciosa. Vigilia Pascual Esta es una noche de vela en honor de Señor; ha de considerarse como la madre de todas las vigilias. Toda la celebración de la Vigilia pascual debe hacerse durante la noche. Por ello, no debe escogerse ni una hora tan temprana que la vigilia empiece antes del inicio de la noche, ni tan tardía que concluya después del alba del domingo . Estructura: 1. Lucernario: Pascua cósmica. El Cirio es bendecido y adornado porque es símbolo de Cristo luz. La procesión de las tinieblas a la luz, la peregrinación de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, guiada por la columna de fuego, iluminación bautismal que cada uno recibe de Cristo para ser siempre hijo de la luz. El pregón. La proclamación del anuncio pascual es momento solemne y antiguo, lírico y cargado de teología que debe realizarse en una atmósfera de fe y de gozosa escucha, con plena participación. Momentos sobresalientes del Pregón : 1. Invitación al gozo Pascual a la asamblea del cielo, a la tierra, a la Iglesia entera, a la asamblea reunida; 2. la gran oración de bendición y de exaltación de la Pascua del Señor, la noche dichosa, síntesis de las noches salvíficas de Dios en la Historia de la salvación; 3. el canto de la teología de la redención pascual: ¡Oh feliz culpa que mereció tal redentor! Es la noche verdaderamente dichosa que reconcilia la tierra, al cielo y al hombre a su Creador. Se canta la victoria de Cristo, victoria de los cristianos; 4. el ofrecimiento de la alabanza de la Iglesia y del signo luminoso del Cirio pascual 2. Liturgia de la palabra: Pascua de la Historia: 7 del A.T; epístola, Evangelio. 3. Ritos bautismales: Pascua de los neófitos: liturgia bautismal, invocación de los santos, bendición de la pila bautismal y los demás ritos del bautismo y de la confirmación (si hay adultos); si no hay bautismos se bendice el agua y se hace la renovación de las promesas bautismales; termina con la oración de los fieles. 4. Liturgia eucarística: Pascua de los fieles. (Continuación de la litúrgica eucarística). 3. Domingo de Resurrección Teniendo a la Celebración solemnísima de la Sagrada Eucaristía como su centro, en la celebración litúrgica de este día, merecen un relieve especial las Vísperas bautismales, como celebración vespertina de la presencia del Cristo en la Iglesia y de la gloria del Resucitado, Luz gozosa de la santa gloria del Padre, ojalá precedidas por el lucernario, con la presencia de los neófitos. ________________________________________ DESCARGUE EL TEXTO EN PDFAQUÍ ________________________________________

Jue 2 Mar 2023
Caminemos juntos en la acción misionera
Por: Monseñor José Libardo Garcés Monsalve - En nuestra Diócesis de Cúcuta, siguiendo el llamado del Papa Francisco, estamos en salida misionera y para ello, nos proponemos evangelizar desde el Proceso Evangelizador que la Iglesia nos ha enseñado desde siempre, sintetizando este proceso en tres etapas o momentos esenciales que son: Acción misionera, acción catequética y acción pastoral, reconociendo que estos momentos no son etapas cerradas, sino que tratan de dar el alimento del Evangelio más adecuado para el crecimiento espiritual de cada persona y de cada comunidad parroquial (cfr. Directorio General para la Catequesis #49). En este escrito vamos a dar algunos elementos para comprender la acción misionera en el proceso evangelizador de la Iglesia. Evangelizar significa para la Iglesia, llevar la Buena Nueva de la salvación a todos los ambientes de la humanidad, a los que están cerca y a los que están lejos. El Papa Francisco nos recuerda que la evangelización se debe realizar en tres ámbitos: “En primer lugar, el ámbito de la pastoral ordinaria, animada por el fuego del Espíritu, para encender los corazones de los fieles que regularmente frecuentan la comunidad y que se reúnen en el día del Señor para nutrirse de su Palabra y del Pan de vida eterna. En segundo lugar, el ámbito de las personas bautizadas que no viven las exigencias del bautismo, no tienen una pertenencia cordial a la Iglesia y ya no experimentan el consuelo de la fe. Finalmente, el ámbito de quienes no conocen a Jesucristo o siempre lo han rechazado” (Evangelii Gaudium #14). Estos tres ámbitos deben ser objeto de la entrega pastoral de cada sacerdote y de todos los evangelizadores en la Iglesia. En nuestra Diócesis de Cúcuta, reconocemos que estamos en un contexto misionero y por eso, se hace necesario revitalizar el comienzo del proceso evangelizador que la Iglesia nos enseña, mediante la acción misionera que consiste en el primer anuncio de los misterios del amor y la misericordia del Padre y todo lo realizado en el misterio pascual de Nuestro Señor Jesucristo, que se vive en el corazón del evangelizador, quien a la vez se convierte en testigo de las maravillas que Dios va realizando en la vida personal, con una experiencia de fe comunitaria que asegure el testimonio de la comunión en aquello que anuncia. Para dar pasos seguros en esta primera etapa es necesario tener claras las metas de la acción misionera que concretamente “tiene que suscitar en las personas la fe inicial y el inicio de la conversión. Estas son sus metas y se trata de experiencias personales nítidas, sencillas y constatables” (Muéstranos al Padre I, pág. 36). La fe inicial permite la acogida del misterio que se anuncia: amor del Padre y su misericordia y la persona de Nuestro Señor Jesucristo, que en su misterio pascual nos ha mostrado el camino para salvarnos. Con el acto de fe, está en el mismo nivel el inicio de la conversión que involucra a la persona con una respuesta en donde reconoce que el anuncio lo está transformando desde dentro. La acción misionera tiene su propia pedagogía que parte de la experiencia que se tiene del amor de Dios, reconociendo que en ese amor están todos los tesoros que una persona puede aspirar a tener en su vida y quiere comunicarlo a otros mediante el testimonio personal y comunitario, que se va transmitiendo como algo que brota del corazón y se va manifestando en la caridad y la alegría que experimenta la persona que empieza a creer en Dios. El Papa Francisco expresa esta realidad cuando afirma: “Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien” (EG 2). De tal manera que, el amor de Dios testimoniado por un creyente, mediante la acción misionera, lleva a que del corazón brote el fruto maduro de la caridad y experimente la alegría de los hijos de Dios. Pero hay que dar un paso más en esta experiencia de fe, porque el testimonio del creyente no se agota en su forma de vivir, en la caridad que realiza o en la alegría que manifiesta con el Evangelio recibido, sino que del corazón brota el fervor misionero, esto significa que quien está verdaderamente evangelizado percibe la urgencia por anunciar lo que ha visto, oído y experimentado que es el amor de Dios en su vida. El Documento de Aparecida expresa esta verdad cuando afirma: “El reto fundamental es mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discípulos misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo. No tenemos otro tesoro que este. Este es el mejor servicio que la Iglesia tiene que ofrecer a personas y naciones” (DA #14). Todo esto reclama de cada uno de nosotros un celo misionero que siempre nos tenga en salida misionera para transmitir la fe a otros, sin perder el celo por el anuncio de Jesucristo. Al respecto el Papa Francisco afirma: “A veces perdemos el entusiasmo por la misión al olvidar que el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas, porque todos hemos sido creados para lo que el Evangelio nos propone: la amistad con Jesús y el amor fraterno. Cuando se logra expresar adecuadamente y con belleza el contenido esencial del Evangelio, seguramente ese mensaje hablará a las búsquedas más hondas de los corazones" (EG #265). El comienzo de la Cuaresma tendrá que ser una oportunidad para que la acción misionera con los gestos de la ceniza, del ayuno y la penitencia, nos ayude a experimentar el amor de Dios y su misericordia infinitas. Caminemos juntos en la acción misionera. En unión de oraciones, caminemos juntos, renovando nuestra fe. + José Libardo Garcés Monsalve Obispo de la Diócesis de Cúcuta