Pasar al contenido principal

Iglesia

Mié 13 Mayo 2020

En Villavicencio: loable gestión del Banco de Alimentos

“La meta para finales del mes de mayo es llegar con alimentos a un millón y medio de personas vulnerables”, así lo ha manifestado Juan Carlos Buitrago, director de la Asociación de Banco de Alimentos – ABACO, en Colombia, quien asegura que desde que inició la pandemia el trabajo en esta organización se ha incrementado a un 100% y no han parado en esta loable labor. El funcionario de esta institución compartió cómo desde el pasado 30 de marzo, fecha en que inició la cuarentena, se ofreció inicialmente ayudas alimentarias a unas 651 personas y a la fecha del 7 de mayo esta cifra creció a 1.273.430 personas en condiciones de vulnerabilidad. Esto equivale a 11.288.913 kilos de alimentos, es decir, 11.288 toneladas de alimentos. El funcionario destacó que este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto ‘Colombia Cuida Colombia’, que reunió a 240 organizaciones de la sociedad civil y el sector privado, entre ellas ABACO. Uno de los objetivos ha sido promover programas que brinden ayuda en alimentación y salud a quienes más lo necesitan en medio de la crisis que ha generado la pandemia en el país. Una experiencia de amor y entrega en el Banco de Alimentos “Papa Francisco” Queremos resaltar la labor de uno de los 19 bancos de alimentos que existen en el país. Se trata del Banco de Alimentos “Papa Francisco” en la ciudad de Villavicencio, que a lo largo de estos días de emergencia sanitaria ha incrementado de manera sustancial sus esfuerzos para ayudar a la población más vulnerable de esta región llanera. A través de la Red de Caritas Parroquiales, que son los grupos que hacen el trabajo de campo, de visitas a las casas y de selección de familias, en un proceso articulado con la Fundación Universitaria Monserrate y con personas vinculadas al grupo Emaús, están haciendo entrega semanal de un promedio dos mil mercados donados a las parroquias urbanas y rurales, donde se encargan de su distribución. Para este fin de semana se tiene proyectado llegar con unos 500 paquetes alimentarios para las zonas veredales de Villavicencio. Según lo indicó la directora del Banco, hermana Elsa Salazar Sánchez, en esta época de pandemia la ayuda alimentaria se ha extendiendo también para la cárcel, a organizaciones de adultos mayores y a la Fundación Camino de la Esperanza. La hermana Elsa destacó también el apoyo de la Escuela de Carabineros Eduardo Cuevas, que desde el comienzo de la pandemia ha estado prestando su servicio de seguridad y apoyo para la entrega de esta ayuda humanitaria. Por otra parte, la religiosa explicó que “la articulación con ABACO ha permitido que varias empresas de orden nacional le encarguen a esta institución la organización de mercados para población de su interés. Ellos informan y cada banco organiza los mercados y los entrega según las indicaciones, esto permite prestar servicio a muchas más familias”. Resaltó la tarea responsable que en estos momentos viene adelantando ABACO por el seguimiento que hacen para que cada banco lleve el perfil higiénico sanitario adecuado. “La gestión que hacen ellos en apoyo a todos es muy importante y la solidaridad entre bancos de alimentos es una verdadera hermandad”.

Mié 13 Mayo 2020

Y Jesús pasó haciendo el bien (Hechos 10,38)

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Desde el inicio la Iglesia consideró importante y necesario no descuidar a los pobres, a los necesitados, “a las viudas”, por lo que instituyó el grupo de los siete, los diáconos (cf. Hechos 6,1-7). Desde entonces, a través de las colectas promovidas por Pablo, principalmente, la Iglesia se hizo a favor de aquellos que lo habían perdido todo. Con el pasar del tiempo, motivados por la tragedia y el dolor, por las guerras y las pestes que asolaron los pueblos e inspirados por el Espíritu Santo, algunos creyentes vieron la necesidad de unirse para que el servicio de la caridad fuera más eficaz. Nacen pues muchas comunidades religiosas, masculinas y femeninas. Pensemos solo en dos que son emblemáticas, a mi manera de ver, para el contexto de lo que hoy estamos viviendo: la Orden de los Ministros de los enfermos o Padres Camilianos, fundados por San Camilo de Lelis en 1582, para el cuidado de los enfermos y las Misioneras de la Caridad, fundadas por la Madre Teresa de Calcuta en 1950, con aprobación en 1965. Ambos santos en la Iglesia. Hoy, la Iglesia movida por el espíritu de la caridad y del servicio vivido y ofrecido, a ejemplo de Cristo, que se preocupaba porque tenían hambre quienes lo seguían después de estar todo el día con él, simplemente escucha el mandato del Señor “denles ustedes de comer” (Mateo 14,16), y se esfuerza por cumplirlo. Lo ha hecho siempre y con ocasión del COVID - 19, sí que lo ha hecho. Cierto que las circunstancias han cambiado y las intervenciones de los organismos de salud establecen normas particulares que impiden en muchas ocasiones el acercamiento personal de los clérigos, religiosos y religiosas a los enfermos, o como es hoy, incluso a los fieles en general, puesto que puede haber personas asintomáticas pero portadoras del virus. El cierre de las Iglesias para la celebración de los sacramentos, en especial de la Eucaristía, se aceptó con dolor, no por gusto, pero con la conciencia de saber que era necesario el cuidado de todos. Las características del contagio así lo exigen. Sin embargo, esta realidad no ha impedido que la Iglesia, samaritana y servidora, sea creativa para ayudar a los más necesitados; la inmensa mayoría de los párrocos no se contentó con estar lejos de sus feligreses sino que a través de las redes sociales y del contacto telefónico han hecho lo posible por estar cerca de ellos, transmitiendo las celebraciones eucarísticas y los momentos de oración que han animado a sus feligreses a no decaer en el ánimo y mantener la esperanza viva pidiendo por el fin de la pandemia. No cabría en este espacio la enumeración de las múltiples iniciativas de caridad que la Iglesia católica ha realizado, y lleva a cabo en todo el mundo, como fruto de acciones y esfuerzos propios, con el concurso y participación de los fieles y benefactores, o mediante la articulación con los entes e instituciones gubernamentales que, hay que decirlo, confían ampliamente en la acción y transparencia con las cuales la Iglesia realiza su labor. Si bien es cierto que el Señor Jesus dijo, “cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha” (Mateo 6, 3-4)), sí es oportuno que los fieles en general, también los que no hacen parte de la Iglesia, estén al tanto de lo mucho que se hace en favor de los pobres. Sin duda que es sólo una muestra, pues es mucho más “lo que se hace en secreto”, como lo dice el Evangelio. Sería muy bueno que los curiosos de las redes informáticas dedicaran algo del tiempo de la cuarentena para investigar, por ejemplo: ¿cuántas son las clínicas y hospitales en el mundo acompañadas por la Iglesia; cuántos, los asilos de ancianos, cuántos los centros de recuperación de adictos; cuántas las instituciones de educación básica y superior regentadas por la Iglesia; cuántos los empleos que la Iglesia ofrece a los ciudadanos en todo el mundo, como aporte a la paz y la dignidad de las personas; cuántas son los movimientos y las comunidades religiosas masculinas y femeninas dedicadas al cuidado de los pobres, de los enfermos, de los prisioneros, de los orfanatos, de las madres solteras, etc., etc.? La Iglesia colombiana no se ha quedado atrás. Múltiples, incontables por decir lo menos, son las acciones que se están realizando, en todos los ámbitos: en lo social, en lo humanitario y en lo pastoral. A manera de ejemplo, comparto algo de lo que, en la Arquidiócesis de Cali, bajo el liderazgo del Arzobispo, Mons. Darío de Jesús. Monsalve Mejía, estamos realizando. Sabía usted que: Se estableció una red colaborativa entre la Arquidiócesis de Cali y la Vicaría Episcopal para el servicio del desarrollo humano integral, la Gobernación del Valle del Cauca y las Alcaldías de Cali, Jamundí, Dagua, Yumbo y La Cumbre para articular las ayudas, especialmente los mercados y la atención funeraria en los sectores más vulnerables de estos municipios. Fruto de esta red se definió “la hora de todos”, en la que se invita a la comunidad en general a hacer un momento de reflexión y expresión solidaria, todos los días a las 12m. Se ha participado en eventos públicos para expresar solidaridad con el personal de salud que ha fallecido, como también reclamando el respeto y cuidado de sus personas. Además, un grupo de 9 capellanes acompaña espiritualmente a servidores médicos y enfermos, bajo la coordinación de la delegación episcopal para la pastoral de la salud. Se conformaron grupos de acompañamiento a la Alcaldía de Cali, con más de 40 sacerdotes, que desde las 3:00am. han salido en repetidas ocasiones a distribuir los mercados. Se ha conformado un equipo interdisciplinar con sacerdotes y sicólogos, para acompañar a las familias en el duelo, desde Camposanto Metropolitano y su programa UNAME y el Instituto para la familia Benedicto XVI. La Arquidiócesis ha dispuesto un lugar en Cali para la atención de personas contagiadas por el COVID que no tenían donde pasar la cuarentena exigida por las autoridades y un lugar para que tengan su residencia temporal los médicos y personal de salud del Hospital Piloto de Jamundí. El Banco de Alimentos de Cali, ha distribuido hasta la fecha 1.359 toneladas de alimentos y mercados, para una cobertura de 152.603 personas y 80 instituciones. Desde la Pastoral social, se ha ayudado a 55.000 personas con alimentos, a través de los comedores comunitarios, en unión con la Alcaldía de Cali. Desde la Delegación episcopal para migrantes se han atendido 835 familias y 586 hermanos venezolanos durante este tiempo de pandemia, con mercados y las ayudas para su permanencia. Las 181 parroquias han distribuido aproximadamente más de 30.000 mercados a las familias más pobres, que cada párroco ha identificado tanto en la zona urbana como en la zona rural, y que no han recibido las ayudas del Estado. En las instituciones dedicadas al cuidado de los habitantes de calle, Samaritanos de la Calle, Sergente y Ángeles de la Calle, por mencionar algunas, se habilitaron dos hogares para la atención exclusiva de adultos mayores que habitan la calle, además se han distribuido 3.000 raciones diarias, durante 52 días de cuarentena, es decir, una cantidad aproximada de 156.000 raciones alimenticias en articulación con la Alcaldía de Cali. Se acompaña a 75 familias y 350 personas privadas de la libertad en cárceles de Cali y Jamundí, desde la pastoral carcelaria. Hasta la fecha se han logrado preservar los empleos de más de 2.000 colaboradores tanto de la Curia como de las parroquias y demás instituciones arquidiocesanas. Sea esta la oportunidad para agradecer la enorme generosidad de los benefactores; gracias a los fieles católicos que se han desprendido de lo suyo para ayudar a los demás y el sacrificio que también algunas familias pobres han hecho para compartir su pan. Gracias a los sacerdotes y colaboradores que, movidos por la fe, están sirviendo con entrega silenciosa, pues ven en los pobres y hambrientos el rostro sufriente pero salvador de Cristo. Y “Jesús pasó haciendo el bien”, dice el apóstol Pedro. En Cali, y en todo el mundo, Jesús sigue pasando por las calle y pueblos, por cada familia, haciendo el bien, curando y atendiendo a quienes más necesitan de su consuelo. ¡Todavía hay mucho por hacer! + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Mar 12 Mayo 2020

El Papa invita a jornada de oración este jueves

Los obispos de Colombia acogiendo la invitación hecha por el Papa Francisco para este jueves 14 de mayo, invitan a todos los fieles y creyentes a participar de una jornada de oración por la grave crisis mundial creada por la pandemia del Covid-19. Así lo ha dado a conocer el secretario general de la Conferencia Episcopal, monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, quien anima para que en los diferentes momentos del día se realicen acciones de oración, ayuno, sacrificios y caridad que lleven al fin de esta pandemia. Cabe recordar que esta es una iniciativa del Alto Comité para la Fraternidad Humana y que fuera acogida por el Santo Padre el pasado domingo 3 de mayo, a la hora del rezo del Regina Coeli: “Y como la oración es un valor universal, he aceptado la propuesta del Alto Comité para la Fraternidad Humana de que el próximo 14 de mayo, los creyentes de todas las religiones se unan espiritualmente en un día de oración, ayuno y obras de caridad, para implorar a Dios que ayude a la humanidad a superar la pandemia del coronavirus”. Foto: Tomada de internet

Mar 12 Mayo 2020

Arzobispo electo de Bogotá rechaza asesinato de menor en el Cauca

El arzobispo electo de Bogotá, monseñor Luis José Rueda Aparicio, lamentó la muerte de la menor de 5 años, víctima de un atentando dirigido contra su familia en el corregimiento La Toma, del municipio de Suárez - Cauca. También rechazó el fallecimiento de varios niños que en los últimos días han sido asesinados por grupos al margen de la ley. "No podemos callar el dolor que sentios ante esta cruel realidad. Cuando en la degradación del conflicto, los ancianos no son respetados y los niños son destrozados, el crimen está matando la memoria de los pueblos, en la noche funesta de la violencia sin dolientes" [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Lun 11 Mayo 2020

Bajo tu amparo, Santa Madre de Dios

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid -Con gran esperanza y fe, escribo estas palabras para el periódico diocesano LA VERDAD, que en esta ocasión llega a ustedes por medio de los modernos medios de comunicación social, en forma virtual. Para todos es bien conocida la situación en la cual nos encontramos por un gran riesgo sanitario, ocasiona­do por un agente biológico, el virus CORONAVI­RUS, que ha ocasionado más de 240.000 contagios, superando las 10.000 personas fallecidas en más de 170 países del mundo, en cantidades diversas pero que ya es una PANDEMIA declarada. Con nuestros ojos y con nuestra particular forma de comprender las cosas vamos viendo ya los signos de esta gran preocupación para toda nuestra comunidad. También en Colombia, al momento de escribir estas palabras los infectados positivos al virus, son 145 personas y esta cifra está en crecimiento. Es una triste realidad, que por las condiciones de glo­balización y de posibilidad de movimiento y viajes que tienen las personas hoy, ha permitido el avance y contagio de este virus, que amenaza la vida humana. Seguramente hay otros virus y enfermedades que glo­balmente, ocasionan más muertes entre nosotros, pero la difusión que han hecho los medios de comunica­ción social y la virulencia y agresividad de este agente biológico, hacen temer un gran número de muertes en nuestro medio, especialmente las personas ancianas, con dificultades y problemas en sus defensas o que tienen otros problemas graves de salud los amenazan grandemente. Esta situación nos ha tocado también en la fe, en la vivencia de nuestra vida cristiana, privándonos de la celebración de la Eucaristía y de los sacramentos, decisión dolorosa pero necesaria para no arriesgar la vida de muchos hermanos o la vida personal de quien se expone al virus, que es de muy fácil propagación. Debemos como comunidad de fe, reflexionar también en esta situación y en las enseñanzas que podemos adquirir todos en medio de esta prueba. Para muchos de nosotros la renuncia a la celebración de la Eucaristía, los sacerdotes la siguen celebrando en privado, nos hace reconocer la centralidad e im­portancia de este encuentro personal con Jesucris­to, donde le recibimos real y personalmente presente en el Pan y el Vino, que son su Cuerpo y su Sangre. También sentimos la ausencia de la comunidad de fe, de los hermanos que juntos se encuentran y viven comunitariamente su fe en la vivencia de los sacra­mentos, en la formación y catequesis que acompañan la vida cristiana. También tenemos que entender el sacrificio, la cari­dad, el dolor de muchos en este momento que están privados de lo necesario por la ausencia de trabajo o de bienes, por la dedicación inmensa que tienen que hacer de su vida y de sus acciones al servicio de los hermanos que viven la prueba. Esta gran emergencia tiene que hacernos pensar en muchos de los criterios que aplica la economía y el mercado imperante, los salarios de los jugadores son exorbitantes, como las ganancias de los artistas, que seguramente corresponden a su esfuerzo, pero se nos muestra que la compensación de los agentes sanita­rios (médicos, especialistas, investigadores, perso­nal de los hospitales, enfermeros) no corresponde a su trabajo generoso y riesgos asumidos en el servicio de los otros. La situación que enfrentamos, que ape­nas comienza, tiene que hacernos pen­sar en valores superiores, el cuidado y la dedicación a los ancianos que te­nemos que proteger y acompañar, la dolorosa realidad de los pobres y nece­sitados, la difícil situación de los que viven en condiciones precarias por la falta de trabajo, de justas oportuni­dades y remuneración. Muchos dedicarán su tiempo, su es­fuerzo, su tarea con un gran riesgo para atender la emergencia, en pri­mer lugar los Gobernantes, a nivel mundial y a nivel nacional, en nuestra región, de ellos esperamos gran decisión, claridad y precisión en sus decisiones. Para ellos pedimos a Dios las luces del Espíritu Santo. En sus decisiones está el futuro y el rumbo que tomen los volúmenes de contagio de esta enfermedad, que no perdonará a muchos. En momentos de la historia humana, donde el hom­bre consideraba que estaba a salvo y se consideraba el amo y señor de la naturaleza y del ambiente, un pequeño virus, ha tomado al descubierto a las nacio­nes más importantes de la tierra, poniéndolas de rodi­llas. Esta enfermedad nos recuerda la fragilidad de la vida humana, de su naturaleza superior por la inteligencia y capacidades decisionales, propias de su alma, pero también la fragilidad de la condición biológica de la persona humana. Un pequeño virus tiene en vilo a la humanidad entera. Se unen en el hombre su gran naturaleza y valor, pero también su gran fragilidad. De frente a esta gran pandemia, tenemos que entender que el hombre hace parte también de una realidad bio­lógica muy compleja, que no conocemos totalmente y que muestra la debilidad del hombre. Tenemos que aprender que el hombre es limitado, y no tiene las respuestas a todos los retos de la vida y existencia humana. La fragilidad y la debilidad de estos momentos nos tienen que llevar a respetar y a defender la vida humana en todas sus dimensiones, desde la concepción, desde el pri­mer instante, hasta el término na­tural de la existencia, esta es una de las grandes enseñanzas. El hombre y su inteligencia ha hecho adelantos inmensos en los últimos decenios, especialmente en la medicina, pero en esta situa­ción concreta se encuentra débil y con las manos vacías. En estas circunstancias aprende­mos muchas cosas, una de ellas la necesidad de la caridad y el servi­cio que debemos todos vivir, para ayudar a los enfermos, a los ne­cesitados, para propiciar la ayuda a quien esté en dificultades. En primer lugar los médicos, las autoridades, las fuerzas del orden -Ejercito y Policía Nacional- que están des­plegando su ingente tarea y acción. Es de valorar el esfuerzo de nuestros hospitales, clínicas, lugares de atención médica, a ellos tenemos que ayudar y prote­ger, de ellos depende nuestra vida. Gratitud para quienes nos siguen brindando la po­sibilidad del alimento, la provisión de lo necesario para la vida. Tenemos que ayudarnos y cuidarnos todos, mutuamente, en familia, permaneciendo en nuestros hogares y espacios seguros, para evi­tar ser transmisores de la enfermedad. Gran res­ponsabilidad en el aprovisionamiento de alimentos y bienes de primera necesidad, caridad hacia los pobres y necesitados, donde podamos ayudar y completar lo necesario a niños y ancianos. Saludo afectuosamente a los sacerdotes, quienes viven un particular momento de prueba en estos momentos por la ausencia de sus comunidades. Los invito a cui­dar a los enfermos, a los pobres, a los necesitados en estos momentos de prueba. A los religiosos y religio­sas, también un saludo para que continúen viviendo la caridad de Cristo en sus carismas y llamadas recibidas de Dios. A los seminaristas los exhorto a continuar su proceso formativo con gran responsabilidad, con la oración y el estudio. En esta grave crisis, como Obispo diocesano de Cú­cuta, he repetido la consagración que esta ciudad hizo al Sagrado Corazón de Jesús en ocasión del gran terremoto y que se cumplió en la construc­ción del Monumento de Cristo Rey que preside la ciudad. A Él, con fe cierta, pedimos la protección de la ciudad y de sus hijos, de Norte de Santander y de Colombia entera, también del hermano pueblo de Venezuela en momentos bien difíciles de su histo­ria. He querido llevar con devoción y solemnidad el Santísimo Sacramento por las calles de nuestra ciudad y bendecir cada uno de sus espacios, implorando la protección del Señor sobre nosotros. Los invito a que no cesemos en la oración, en la pe­tición a la protección de Dios sobre nosotros y sobre todo el mundo. Con devoción pidamos también a la Santa Madre de Dios que salvó a Roma de la peste negra en el año 590 que nos proteja. Oremos todos con devoción y fe: Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, de todo peligro líbranos oh Virgen Gloriosa y Bendita. Amén.San José, nuestro celeste Patrono nos proteja como protegió a su Santa Familia, Jesús y María Santísima. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo de la Diócesis de Cúcuta

Lun 11 Mayo 2020

“Cuidemos a quienes nos cuidan”: Arzobispo de Nueva Pamplona

Ante la situación de emergencia sanitaria que sufre el país por cuenta del Covid-19, el arzobispo de Nueva Pamplona, monseñor Jorge Alberto Ossa Soto, resaltó la presencia y la labor de los médicos, enfermeros y del resto del personal sanitario que atiende esta pandemia y pidió cuidarlos, quererlos, respetarlos y no discriminarlos. “Los médicos, el personal sanitario y todos quienes colaboran en los centros de salud, se están jugando su vida por el bien de la comunidad, debemos ser coherentes, cuidarlos, quererlos y respetarlos. No está bien que los aplaudamos y después los discriminemos, vemos que hay rechazos y maltratos de voz o por redes sociales y aún físicos hacia el personal médico y sanitario”. Recordó que si bien ellos se pueden exponer, también nosotros los podemos estar poniendo en riesgo al no guardar las medidas de distanciamiento y protección que los organismos de la salud recomiendan. Pidió ser humanos y coherentes con el personal de la salud, que la única misión que están cumpliendo es salvar vidas, por lo que expresó su disgusto por el maltrato y rechazo que muchas personas están haciendo contra ellos al sacarlos de sus unidades residenciales o golpearlos. Finalmente, pidió orar por todo el personal médico y los trabajadores de la salud para que Dios los proteja al igual que a sus familias.

Vie 8 Mayo 2020

La voz del Pastor | 10 de mayo de 2020

Reflexión del Cardenal Rubén Salazar Gómez - quinto domingo de Pascua Lectura del Santo Evangelio segúnSan Juan 14,1-12

Vie 8 Mayo 2020

Religiosa vicentina parte a la Casa del Padre

Tras conocerse el sensible fallecimiento de la religiosa vicentina sor Mery Niño Díaz, las directivas de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) expresan sus sentimientos de condolencia a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul y a los familiares de esta querida hermana, recordada por su abnegado servicio tanto en la pastoral misionera como vocacional del país. Por más de 20 años, sor Mery hizo parte del equipo de apoyo del Departamento de Ministerios Ordenados y Vida Consagrada de la CEC, aportando con sabiduría, entusiasmo y sencillez al desarrollo de la tarea evangelizadora de esta pastoral. En un mensaje del director del Departamento de Ministerios Ordenados y Vida Consagrada de la CEC, padre Manuel Hernando Vega León, expresa su gratitud por el aporte y compromiso que esta religiosa misionera hizo a la Iglesia colombiana en materia de vocaciones. “Quienes tuvimos la oportunidad de conocerla y trabajar con ella, hemos de reconocer con esperanza el ejemplo luminoso de su servicio humilde y lleno de caridad a favor de la Iglesia, especialmente de los que, por amor del Señor fuimos llamados a su servicio”, expresó el sacerdote. Afectada durante varios meses por un cáncer, sor Mery asumió esta realidad con fe y absoluta confianza en la Voluntad de Dios. Sor Mery NIÑO DÍAZ Nació en Paipa (Boyacá) el 8 de enero de 1941. Inició su vocación religiosa el 27 de noviembre de 1959, realizando sus votos por primera vez el 27 de noviembre de 1964. Acción misionera En sus 61 años de vida religiosa se destacó en las siguientes misiones pastorales: Bogotá – Colegio Marillac (En varias ocasiones) Arauca – Normal María Inmaculada (En varias ocasiones) Barranquilla – Colegio Bogotá – Barrio Olaya Neiva – Obra Social San Vicente Bogotá – Fundación Valenzuela Londres – Misiones Ad Gentes. Allí permaneció por 4 años trabajando con latinos detenidos a causa de tráfico de drogas. (¿Este servicio pertenecía a una Provincia de España?) Bogotá – Casa Provincial (en donde también estuvo en varias ocasiones) y desde el 2006 estuvo aquí siendo su última casa. Durante 20 años fue integrante del equipo de apoyo del Departamento de Ministerios Ordenados y Vida Consagrada en la Conferencia Episcopal de Colombia.