Vie 17 Abr 2020
La confianza en el Señor resucitado disipa las tinieblas del aislamiento y la duda
Primera Lectura: Hch 2,42-47
Salmo: Sal 118(117),2-4.13-15ab.22-24 (R. cf. 1)
Segunda Lectura: 1P 1,3-9
Evangelio: Jn 20,19-31
Introducción
Al celebrar el domingo de la misericordia, evocamos la memoria de san Juan Pablo II que, con su testimonio de fe le enseñó a la Iglesia a mantener los ojos fijos en la misericordia de Jesús resucitado. Mirarnos en la misericordia de Dios es aprender a ser misericordiosos como el Padre “la humanidad no encontrará ni tranquilidad ni paz hasta que se vuelva con plena confianza a mi Misericordia...” (Jesús a Santa María Faustina, vidente y apóstol de la Divina Misericordia).
Iluminados por la Palabra fijamos nuestra atención en tres ideas
• La paz es un regalo que nos da Cristo resucitado.
• La confianza en el Señor resucitado disipa las tinieblas del aislamiento y la duda. La confianza es la esperanza firme que se tiene en una persona, la capacidad para soportar las dudas. La confianza sólo puede depositarse en la relación interpersonal, no puede confiarse en el azar.
• La misericordia es tema privilegiado del magisterio del Papa Francisco que nos enseña: “La misericordia de Dios es tan grande, tan grande. Recordemos la historia de la pobre viuda que fue a confesarse con el cura de Ars (su marido se había suicidado; había saltado del puente al río. Y lloraba. Y dijo: “Yo soy una pecadora, pobrecilla. ¡Pero, pobre mi marido! ¡Está en el infierno! Se suicidó y el suicidio es un pecado mortal. Está en el infierno”. Y el cura de Ars dijo: “Deténgase, señora, porque entre el puente y el río está la misericordia de Dios”. Hasta el final, hasta el final, está la misericordia de Dios” (Homilía 18.03.2019).
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
El evangelista narra que la presencia del Señor Resucitado les trajo la paz y una paz que tiene el valor del sacrificio que, lo evidencia al mostrarles las llagas y el costado (Cfr. 20,19-20). Esta acción de Jesús permitió que los presentes tuvieran la certeza de la presencia real del resucitado y se alejaran llenos de confianza de la posibilidad de pensar que, la resurrección era una invención humana, les mostró sus llagas. Así, ellos se dieron cuenta que no era una visión, era Él, el Señor, y se llenaron de alegría.
El Papa Francisco reflexionando este enseña “Ocho días después, Jesús entró de nuevo en el Cenáculo y mostró las llagas a Tomás, para que las tocase como él quería, para que creyese y se convirtiese en testigo de la Resurrección. También a nosotros, hoy, en este domingo que san Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, el Señor nos muestra, por medio del Evangelio, sus llagas. Son llagas de misericordia. Es verdad: las llagas de Jesús son llagas de misericordia”.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
Jesús nos invita a contemplar sus llagas, a estar cerca de ellas, es el Señor que desea, en medio de nuestra sociedad ensombrecida, sanar nuestras llagas de injusticia, de guerra, indiferencia, odio, venganza, polarización. Para lograrlo hay que encontrarse con el resucitado, experimentar gozo y alegría, sentirnos misericordiados; en otras palabras: sin reconciliación es muy difícil ser misericordiosos
El Papa Francisco citando a San Bernardo, en su comentario al Cantar de los Cantares (Disc. 61,3-5; Opera omnia 2,150-151), sostiene que el santo se detiene justamente en el misterio de las llagas del Señor, usando expresiones fuertes, atrevidas, que nos hace bien recordar hoy. Dice él que «las heridas que su cuerpo recibió nos dejan ver los secretos de su corazón; nos dejan ver el gran misterio de piedad, nos dejan ver la entrañable misericordia de nuestro Dios».
Lo cruento de la tarde del calvario se transformó por gracia de Dios en paz, confianza, misericordia. Este es el camino que debemos transitar para superar los momentos de extremismos que nos agobian, sumergirnos en la misericordia de Dios dejarnos transformar en signos creíbles de su Cruz y Resurrección.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi- so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Debemos pedirle al Señor que nos dé un corazón misericordioso como el suyo. Capaz de perdonar, incansable en la búsqueda de la reconciliación. La síntesis de la liturgia de este domingo de la misericordia es que “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, «rico de misericordia» (Ef 2,4), después de haber revelado su nombre a Moisés como «Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad» (Ex34,6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia su naturaleza divina. En la «plenitud del tiempo» (Gal 4,4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr. Jn 14,9). “Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios” (MV 1).
RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:
1. Se sugiere llevar en alto el Evangeliario y Leccionario, en la procesión de entrada, como la Palabra Escrita que testifica la Acción del Espíritu Santo y de los Apóstoles que pusieron por escrito la experiencia de la Resurrección.
2. Conviene hacer un momento de sagrado silencio en el acto penitencial y después de la invitación a orar: “Oremos” (Cfr. OGMR 45).
3. Sería oportuno hacer hoy el Rito para la bendición y la aspersión del agua en memoria del Bautismo, que ocuparía el lugar del acto penitencial, al comienzo de la Misa, siguiendo lo indicado en el Apéndice I, propio para la cincuentena pascual, Misal, p. 1058.
4. Tener presente que el Prefacio es el de Pascua I: «El Misterio Pascual», con la parte propia: «en este día». Convendría seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, con las partes propias que contiene.
5. Para la bendición final de la Misa se puede usar la fórmula solemne de la Vigilia Pascual, Misal, p. 219. Para despedir al pueblo se agrega el doble Aleluya.
6. Con las segundas Vísperas de este domingo termina la Octava de pascua.
7. Por ser un día en el que se privilegia la Misericordia, en la tarde de este día, se podría invitar a la comunidad a una hora santa y rezar la coronilla de la misericordia.
8. Promover con antelación una acción caritativa
9. Invitar a los niños y jóvenes a visitar los hogares del adulto mayor.
10. Recordar que esta semana, el sábado 25 de abril, es la fiesta de San Marcos Evangelista.