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Iglesia

Dom 12 Abr 2020

Papa Francisco: Que el resucitado sane las heridas de la humanidad desolada

Este domingo 12 de abril, el Papa Francisco ha celebrado en la Basílica de San Pedro la misa del Domingo de Resurrección. Acto seguido oró por el mundo entero e impartió la bendición Urbi et Orbi a la humanidad y a toda la creación. Contagiar la esperanza que viene de la resurrección “Es el contagio de la esperanza: «¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!». No se trata de una fórmula mágica que hace desaparecer los problemas. No, no es eso la resurrección de Cristo, sino la victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no “pasa por encima” del sufrimiento y la muerte, sino que los traspasa, abriendo un camino en el abismo, transformando el mal en bien, signo distintivo del poder de Dios”, afirmó el Papa Francisco profundizando sobre el sentido de la esperanza. Mirar al resucitado El Papa invita a mirar al resucitado, “que no es otro que el crucificado”, para “que sane las heridas de la humanidad desolada”. En este contexto, el Papa tiene presente a los enfermos, a los que han fallecido y a las familias que lloran la muerte de sus seres queridos: “Hoy pienso sobre todo en los que han sido afectados directamente por el coronavirus” y pide para ellos “que el Señor de la vida acoja consigo en su reino a los difuntos, y dé consuelo y esperanza a quienes aún están atravesando la prueba, especialmente a los ancianos y a las personas que están solas. Que conceda su consolación”. De igual manera recordó al personal sanitario, a las autoridades y a todos los que trabajan en los servicios esenciales. Dificultades generadas por la pandemia Francisco hizo un recuento de las dificultades que los seres humanos pasan en estos momentos de pandemia: lutos, sufrimientos físicos y problemas económicos. Seguidamente subrayó: “Esta enfermedad no sólo nos está privando de los afectos, sino también de la posibilidad de recurrir en persona al consuelo que brota de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía y la Reconciliación”. En este ambiente, nos invita a recordar la antífona de ingreso de la Misa del día de Pascua del Misal Romano: No temas, «he resucitado y aún estoy contigo». Un período de cambios repentinos El Papa se presenta cercano a aquellos que están enfrentando un futuro incierto, pues temen perder el trabajo y las consecuencias que este hecho comporta; también está cercano a quienes toman decisiones políticas y les invita a que encarnen la búsqueda del bien común de todos los ciudadanos “para permitir que todos puedan tener una vida digna y favorecer, cuando las circunstancias lo permitan, la reanudación de las habituales actividades cotidianas”. Este no es tiempo para la indiferencia ni para el egoísmo Francisco hace un llamado a los fieles para que actúen en favor de los más débiles: “Este no es el tiempo de la indiferencia, porque el mundo entero está sufriendo y tiene que estar unido para afrontar la pandemia. Que Jesús resucitado conceda esperanza a todos los pobres, a quienes viven en las periferias, a los prófugos y a los que no tienen un hogar. Que estos hermanos y hermanas más débiles, que habitan en las ciudades y periferias de cada rincón del mundo, no se sientan solos”. Llamamientos a la humanidad El Obispo de Roma procedió a hacer una serie de peticiones a la humanidad y en particular a los cristianos católicos para que actuemos y así construyamos una nueva humanidad, fruto de la resurrección de Jesús entre nosotros: Pidió no dejar solos a los pobres, a los presos y a los que no tienen hogar. “Procuremos que no les falten los bienes de primera necesidad, más difíciles de conseguir ahora cuando muchos negocios están cerrados, como tampoco los medicamentos”. En el caso de los países con sanciones internacionales pidió que “se relajen además las sanciones internacionales de los países afectados, que les impiden ofrecer a los propios ciudadanos una ayuda adecuada”. A los países que cargan enormes deudas externas, pidió reducir o incluso condonar, “la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres”. Para Europa, el Papa pidió que enfrente los desafíos actuales con unidad, rechazando los egoísmos: “Que no pierda la ocasión para demostrar, una vez más, la solidaridad, incluso recurriendo a soluciones innovadoras. Es la única alternativa al egoísmo de los intereses particulares”. El Papa renovó su llamado a finalizar de inmediato todas las guerras y a poner por encima de los conflictos la vida de todos los seres humanos, así como a poner fin al comercio de armas: “No es este el momento para seguir fabricando y vendiendo armas, gastando elevadas sumas de dinero que podrían usarse para cuidar personas y salvar vidas. A continuación, el Papa hizo memoria de algunos lugares castigados por conflictos bélicos y en los que la población sufre la fuerza de la violencia desde hace muchos años: “Que sea en cambio el tiempo para poner fin a la larga guerra que ha ensangrentado a Siria, al conflicto en Yemen y a las tensiones en Irak, como también en el Líbano. Que este sea el tiempo en el que los israelíes y los palestinos reanuden el diálogo, y que encuentren una solución estable y duradera que les permita a ambos vivir en paz. Que acaben los sufrimientos de la población que vive en las regiones orientales de Ucrania. Que se terminen los ataques terroristas perpetrados contra tantas personas inocentes en varios países de África”. Seguidamente el Papa recordó a las poblaciones donde se producen crisis humanitarias, en Asia y África, como en la Región de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique. También pidió que Jesús “reconforte el corazón de tantas personas refugiadas y desplazadas a causa de guerras, sequías y carestías. Que proteja a los numerosos migrantes y refugiados —muchos de ellos son niños—, que viven en condiciones insoportables, especialmente en Libia y en la frontera entre Grecia y Turquía. Que permita alcanzar soluciones prácticas e inmediatas en Venezuela, orientadas a facilitar la ayuda internacional a la población que sufre a causa de la grave coyuntura política, socioeconómica y sanitaria”. Finalizó su mensaje diciendo: “Las palabras que realmente queremos escuchar en este tiempo no son indiferencia, egoísmo, división y olvido. ¡Queremos suprimirlas para siempre! Esas palabras pareciera que prevalecen cuando en nosotros triunfa el miedo y la muerte; es decir, cuando no dejamos que sea el Señor Jesús quien triunfe en nuestro corazón y en nuestra vida. Que Él, que ya venció la muerte abriéndonos el camino de la salvación eterna, disipe las tinieblas de nuestra pobre humanidad y nos introduzca en su día glorioso que no conoce ocaso”. Tomado: Vatican News

Sáb 11 Abr 2020

La voz del Pastor | 12 de abril de 2020

Reflexión del Cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio segúnSan Mateo 28,1-10

Sáb 11 Abr 2020

El sepulcro vacío es el escenario del “ver y creer” de los apóstoles y de la comunidad eclesial

Primera Lectura: Hch 10, 34a.37-43 Salmo: Sal 118(117),1-2. 15c+16a+17.22-23 (R. 24) Segunda Lectura: Col 3,1-4 o 1Co 5,6b-8 Evangelio: Jn 20,1-9 o Mt 28,1-10 Introducción El tema central de la liturgia de este solemnísimo domingo de Pascua es la Resurrección del Señor. Esta realidad toca lo íntimo de la creación entera y se constituye en el elemento fundamental de la fe. A la luz de la liturgia de este domingo podemos meditar tres ideas: • El sepulcro vacío es el escenario del “ver y creer” de los apóstoles y de la comunidad eclesial. • La Resurrección del Señor se constituye en el contenido que dinamiza la predicación y suscita una vida de testimonio en la comunidad. • En la experiencia de Pablo, el acontecimiento de la Resurrección transforma la vida y el apóstol de los gentiles lo expresa en la imagen de la “masa nueva” y todo en virtud que, Cristo “nuestra Pascua ha sido inmolado”. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Es evidente que el sepulcro vacío no es por sí mismo prueba de la resurrección del Señor. La presencia de la Magdalena y de Pedro en el sepulcro les permitió inferir a ella, que “se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto”, y a Pedro constatar que las “vendas que le habían colocado al sepultarlo estaban allí”; pero la presencia de Juan va más allá y el evangelista destaca dos acciones “vio y creyó”. Las enseñanzas de Jesús se hacían realidad, la fuerza de su Palabra proclamada le permitió al apóstol “ver” pero con profundidad, fijar su mirada en los signos y ser capaz de desvelar lo que en profundidad se desvelaba ante él: Ha resucitado y esa verdad se hace objeto de la fe personal y comunitaria. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que, el sepulcro vacío no es en sí una prueba directa de la resurrección, sin embargo, es un signo que permitió a los discípulos reconocer el hecho de la resurrección y constatar que el estado del sepulcro vacío, que la ausencia del cuerpo de Jesús no había podido ser obra humana y que Jesús no había vuelto simplemente a una vida terrenal como había sido el caso de Lázaro (Jn 11,44; CIC 640). El amor del apóstol por el Señor le permitió entender que la Palabra de Dios es verdadera. Enseña el Papa Francisco “En Él también nosotros estamos resucitados, pasando de la muerte a la vida, de la esclavitud del pecado a la libertad del amor. Por lo tanto, dejémonos alcanzar por el mensaje consolador de la Pascua, y envolvernos por su gloriosa luz que disipa las tinieblas del miedo y de la tristeza, porque Jesús resucitado camina junto a nosotros. Él se manifiesta a todos los que lo invocan y lo aman. Antes de nada, en la oración, pero también en las alegrías sencillas vividas con fe y agradecimiento. Podemos sentirlo presente también compartiendo momentos de cordialidad, de acogida, de amistad, de contemplación de la naturaleza” (Ángelus, 22.04.2019). En síntesis, Jesús Resucitado aviva la alegría de la fe y nos invita al anuncio. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La vivencia de la resurrección del Señor nos permite entender que la alegría y el gozo que produce el encuentro con Cristo resucitado (EG 1), suscita en la vida de las personas la fuerza del anuncio, y el contenido de esa proclamación es Cristo resucitado. Una de las principales tareas para quienes creemos y esperamos en Cristo, es orar y pedir la gracia de llenarnos de la Palabra del resucitado que nos permite “ver y creer” para proclamar la verdad de la fe y ser testigos creíbles de su amor. En el reciente documento sobre la Palabra, el Papa Francisco afirma que, “La relación entre el Resucitado, la comunidad de creyentes y la Sagrada Escritura es intensamente vital para nuestra identidad. Si el Señor no nos introduce es imposible comprender en profundidad la Sagrada Escritura, pero lo contrario también es cierto: Sin la Sagrada Escritura, los acontecimientos de la misión de Jesús y de su Iglesia en el mundo permanecen indescifrables. San Jerónimo escribió con verdad: «La ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo» (Aperuit Illis 1, del 30.09.2019). Otra tarea que va unida a la oración y a la Palabra, es estar dispuesto a la transformación que ofrece el resucitado. El mundo, en la multiplicidad de los escenarios necesita una transformación ética que exige la experiencia y la cercanía con el espíritu del Señor Resucitado, es descubrirse en su identidad de bautizado y enviado a ser luz en medio de los hermanos. Este proceso de transformación toca las raíces mismas del hombre: la sinceridad y la verdad. En síntesis, una persona que vive en la dinámica del Resucitado siente la alegría de anunciar, de salir al encuentro de los hermanos y contarles con su testimonio la nueva vida que, impregnada de luz, se arriesga a disipar las tinieblas de la división, el pecado, la injusticia social. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Encarnar la misión de anunciar la alegría de la Resurrección lleva consigo sacrificio, momentos difíciles, porque el anuncio de la Palabra interpela, cuestiona y exhorta. Afirma el Papa Francisco “La Sagrada Escritura realiza su acción profética sobre todo en quien la escucha. Causa dulzura y amargura. Vienen a la mente las palabras del profeta Ezequiel cuando, invitado por el Señor a comerse el libro, manifiesta: «Me supo en la boca dulce como la miel» (3,3). También el evangelista Juan en la isla de Patmos evoca la misma experiencia de Ezequiel de comer el libro, pero agrega algo más específico: «En mi boca sabía dulce como la miel, pero, cuando lo comí, mi vientre se llenó de amargor» (Ap 10,10; Aperuit Illis 12). RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Al llegar a este día, el cansancio de la semana se hace sentir y se corre el riesgo de restar importancia a la celebración del domingo de resurrección. 2. Preparar con delicadeza de detalles: el altar, la dignidad y centralidad del cirio pascual, colocar en un lugar sobresaliente la imagen del resucitado. 3. En la celebración de la misa de hoy se pueden usar algunos elemen- tos pastorales de incalculable valor, contenidos en la Vigilia Pascual, especialmente en las asambleas que no han participado en la Noche Santa. (cf. Misal Romano tercera y cuarte edición, p. 197. Domingo de Pascua, segunda forma). En efecto, dice que se pude realizar procesión de entrada con el Cirio Pascual, usando las expresiones propias de “Luz de Cristo”; renovación de los compromisos bautismales con cirios encendidos; terminado el credo se puede hacer la aspersión con el agua que se bendijo en la Vigilia Pascual. 4. Motivar de manera especial a la comunidad para que cante o recite con entusiasmo el Gloria, así como el responsorio del Sal 118(117): «Este es el día…». 5. Recordar que el Prefacio es el de Pascua I: «El Misterio Pascual», Misal, p. 375, con la parte propia: «en este día». Es recomendable seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, con las partes propias que contiene. 6. La Bendición final de la Misa es solemne, como en la Vigilia Pascual, agregando en la despedida el doble Aleluya, que se mantiene durante toda la Octava de Pascua. 7. Con las Vísperas de este día termina el Sagrado Triduo Pascual. 8. Los ocho primeros días del Tiempo Pascual, incluyendo el domingo segundo de Pascua, constituyen la Octava de Pascua; estos días tienen la celebración como las solemnidades del Señor (cf. Normas Universales sobre el Año Litúrgico y sobre el Calendario, n. 24). 9. Evangelizar la piedad popular: • “Vía Lucis”: Sería muy conveniente que en estos días de la octava de pascua se realice este ejercicio de piedad, para poner de relieve la presencia del resucitado en medio de la comunidad. • El “encuentro de la Madre del Señor con el Resucitado”: En la mayoría de las comunidades se realiza esta procesión y convendría darle su importancia, para significar que la Virgen fue la primera que participó plenamente de la Resurrección del Hijo (Cfr. Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia 142): 10. Organizar un ágape para los movimientos apostólicos, un detalle para los miembros de la comunidad, hacer sentir la alegría del sentido espiritual de la Pascua.

Vie 10 Abr 2020

Sábado Santo: Esta noche celebramos la solemne Vigilia de Pascua en Cristo

El Sábado Santo es un día de oración junto a la tumba esperando la resurrección. Es un día de reflexión y silencio. Es la preparación para la celebración de la Vigilia Pascual. Este día concluye con la celebración de la Vigilia Pascual, que es un momento litúrgico que se realiza en la víspera del Domingo de Resurrección, día que finaliza la Semana Santa. El padre Jorge Bustamante Mora, director del Departamento de Doctrina de la Conferencia Episcopal de Colombia, recuerda que esta celebración tiene que ser vivida a plenitud “con alegría, gozo y felicidad porque el Señor Jesús vence la muerte, el mal, el pecado y ha resucitado”. Explica que la celebración de la Vigilia Pascual se vive a través de unos signos que van mostrando el paso de la presencia de Cristo Resucitado. El fuego Al iniciar la celebración, el sacerdote apaga todas las luces de la Iglesia, enciende un fuego nuevo que representa a Jesús. “Es la columna de Jesús vivo que irrumpe las tinieblas y nos muestra el poder de la presencia de Dios”. Liturgia de la Palabra Después de la Celebración del fuego nuevo, se sigue con la lectura de la Palabra de Dios. Se acostumbra a leer siete lecturas, empezando con la Creación hasta llegar a la Resurrección. “Todo esto lo viviremos con la abundancia de la palabra del Señor, que nos recordará la historia de la salvación, hasta llegar a la victoria de Jesús, que venció. Hoy no tenemos nada que temer sino al contrario confiarnos gozosamente y alegremente al Señor que ha resucitado”, señala el sacerdote. El agua El agua bendita es el símbolo que nos evoca nuestro Bautismo, nos recuerda además que con el agua del bautismo pasamos a formar parte de la familia de Dios. “Este momento nos muestra el rito de la liturgia bautismal, porque el agua es signo de vida, de crecimiento y nacimiento en el bautismo”. Por último, el sacerdote anima a participar de este gran momento de júbilo para los creyentes, “para que de esta forma podamos gritar juntos, Aleluya el Señor Resucito, felices fiestas de Pascua”. Para tener en cuenta: Encuentre orientaciones pastorales y material audiovisual para vivir la Semana Santa 2020 enhttps://iglesiaantecoronavirus.cec.org.co/semana-santa-2020/

Jue 9 Abr 2020

Obispo de Quibdó pide a grupos armados un cese multilateral al fuego

En medio de la cuarentena decretada por el Gobierno Nacional, a causa de la pandemia por coronavirus, el obispo de Quibdó, monseñor Juan Carlos Barreto, a través de un video mensaje, pidió a los grupos armados que hagan un cese multilateral al fuego. Lo anterior, atendiendo al llamado que hizo recientemente el Papa Francisco “para que se detengan todas las guerras del mundo, y en nombre de los indígenas, afrodescendientes y campesinos pobres de Colombia”. “Los armados deben parar la guerra. Ya no sabemos cómo decirlo, pero no nos cansaremos de decirlo. Los invitamos a cuidarse, a reflexionar y a convertirse”, señaló. Al resaltar algunas de las regiones que se están viendo mayormente afectadas por la violencia, como son: Chocó, Cauca, Nariño, Putumayo y Catatumbo, hizo un llamado al Estado colombiano para que actúe de manera adecuada y eficaz ante esta realidad que afecta a gran parte de las comunidades. Por último, pidió orar al Dios de la paz “para que ilumine la mente y ablande el corazón de piedra de los violentos”.

Jue 9 Abr 2020

El Papa a los sacerdotes: "déjense lavar los pies"

El día en que la Iglesia conmemora la Última Cena celebrada por Jesús con sus doce discípulos en «la noche en que iba a ser entregado» (1 Cor 11,23), durante la cual el Maestro instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio cristiano y que marca el inicio del Triduo Pascual, el Papa Francisco celebró la Santa Misa en la Basílica Vaticana. Una Misa inusual, debido a la pandemia en curso, que ve al Sumo Pontífice celebrarla en una basílica semivacía, tras haberla celebrado cinco años en el interior de una cárcel, tras haber lavado los pies de personas privadas de su libertad, de pobres y de refugiados. Este año, esos ritos no están presentes, debido al distanciamiento social pedido por las autoridades para prevenir los contagios. La comunión de la Iglesia es de todos modos latente: en los hogares convertidos en templos domésticos así como en las iglesias y en las comunidades religiosas, gracias también a los medios de comunicación social. Eucaristía, servicio, unción En la noche en el que el más grande se hace pequeño, (cfr. Jn 13, 3-5), el Pontífice improvisa la homilía, y da tres palabras claves al iniciar, a partir de las cuales desarrollará la primera parte de su reflexión: Eucaristía, servicio, unción. "El Señor que quiere permanecer con nosotros en la Eucaristía, y nosotros nos convertimos siempre en sagrarios del Señor: llevamos al Señor con nosotros hasta el punto de que él mismo nos dice que si no comemos su cuerpo y bebemos su sangre, no entraremos en el Reino de los Cielos. Misterio, esto del pan y el vino, del Señor con nosotros, en nosotros, dentro de nosotros". El servicio:"Ese gesto que es una condición para entrar en el Reino de los Cielos. Servir, sí, a todos. Pero el Señor, en ese intercambio de palabras que tuvo con Pedro, le hace entender que para entrar en el Reino de los Cielos debemos dejar que el Señor nos sirva, que sea el Siervo de Dios siervo de nosotros. Y esto es difícil de entender. Si no dejo que el Señor sea mi siervo, que el Señor me lave, me haga crecer, me perdone, no entraré en el Reino de los Cielos". Y el sacerdocio. "Hoy quisiera estar cerca de los sacerdotes, de todos los sacerdotes, desde el más reciente ordenado hasta el Papa: todos somos sacerdotes. Obispos, todos... Somos ungidos, ungidos por el Señor; ungidos para hacer la Eucaristía, ungidos para servir". Los santos de al lado El Papa no presidió esta mañana la Misa Crismal con los sacerdotes de Roma, pero espera poder celebrarla “antes de Pentecostés”, dice en la homilía, porque de lo contrario “debemos posponerla hasta el año que viene”. Sin embargo, añade, “no puedo dejar pasar esta Misa sin recordar a los sacerdotes”: "Sacerdotes que ofrecen sus vidas por el Señor, sacerdotes que son servidores"."En estos días – hace presente – más de 60 han muerto aquí, en Italia, en el cuidado de los enfermos en los hospitales. También con los médicos, las enfermeras: son los santos de al lado, sacerdotes que han dado su vida en el servicio". Sacerdotes anónimos y buenos Francisco piensa en particular en aquellos que están lejos, narra de haber recibido precisamente hoy la carta de un franciscano capellán de una prisión, que cuenta cómo vive esta Semana Santa con los presos. Y habla de los sacerdotes que van lejos para llevar el Evangelio, y mueren también a causa de la peste en ese lugar lejano, porque no estaban preparados, porque no tenían anticuerpos. Sacerdotes de los cuales “nadie conoce su nombre”. Y prosigue: "Los sacerdotes anónimos, los curas del campo que son párrocos en cuatro, cinco, siete pueblos, en las montañas, y van de uno a otro, que conocen a la gente... Una vez, uno de ellos me dijo que sabía el nombre de toda la gente de los pueblos". "¿En serio?" Le dije. Y dijo: "Incluso el nombre de los perros". Conocen toda la proximidad sacerdotal: bien. Buenos sacerdotes. Sacerdotes calumniados y pecadores En este día Francisco lleva a todos en su corazón, y los lleva “al altar”. Lleva a los sacerdotes calumniados que muchas veces no pueden ir a la calle porque les dicen cosas malas en referencia “al drama del descubrimiento de los sacerdotes que han hecho cosas malas”: “Algunos me dijeron que no pueden salir con el collar clerical porque los insultan, y ellos siguen”. Lleva también al altar a los sacerdotes pecadores, “que junto con los obispos y al Papa pecador” no olvidan de “pedir perdón” y “aprenden a perdonar”. No sean tercos como Pedro Lleva consigo a los sacerdotes que sufren algunas crisis, que no saben qué hacer, que “están en la oscuridad”: "Hoy todos ustedes hermanos sacerdotes, están conmigo en el altar, ustedes, consagrados. Sólo les digo una cosa: no sean tercos como Pedro. Déjense lavar los pies. El Señor es su siervo, Él está cerca de ustedes para darles fuerza, para lavarles los pies". Generosidad en el perdón Concluyendo la homilía, el Pontífice exhorta a los sacerdotes a ser “grandes perdonadores”: "Perdonen. Corazón grande de generosidad en el perdón. Es la medida con la que seremos medidos. Como has perdonado, serás perdonado: la misma medida. No tengan miedo de perdonar. A veces tenemos dudas: miren a Cristo. Allí está el perdón para todos. Sean valientes. Incluso arriesgando en el perdonar, para consolar. Y si no pueden dar un perdón sacramental en ese momento, al menos den el consuelo de un hermano que acompaña y deja la puerta abierta para que vuelva". Por último, la gratitud a Dios padre por la gracia del sacerdocio y el recordatorio a cada uno de ellos: "Jesús los ama. Sólo pide que ustedes se dejen lavar los pies". tomado de: Vatican News Foto: Internet

Mié 8 Abr 2020

Eucaristía, Ministerio Sacerdotal y mandamiento del Amor, regalos del Jueves Santo

El Jueves Santo es la fiesta cristiana que abre el llamado santo Triduo Pascual, esto es, el periodo de tiempo en el que la liturgia cristiana y católica conmemoran la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. El padre Jorge Bustamante Mora, director del departamento de Doctrina de la Conferencia Episcopal, nos explica cómo este jueves Santo nos trae a la memoria tres regalos que Jesús nos ha hecho: La Institución de la Eucaristía, el Ministerio sacerdotal y el mandamiento del amor. Estos tres momentos no deben ser vistos como elementos independientes o diferentes, antes bien, se iluminan y complementan mutuamente. La Eucaristía Este momento de la última Cena, nos recuerda cuando Jesús convoca a sus discípulos y comparte con ellos un pan y un vino que convierten en alimento su Cuerpo y Sangre para todos los que quieran recordarle y esperar su venida al final de los tiempos, quedando Instituida la Eucaristía. Ministerio Sacerdotal Queriendo que la Eucaristía estuviera en toda la línea de historia de la Iglesia, entonces Jesús instituyó el Sacramento del Orden Sacerdotal. En este día, los sacerdotes del mundo entero son invitados a concelebrar la Eucaristía con sus obispos y renovar así las promesas y compromisos sacerdotales al servicio de Cristo y de la Iglesia. El padre Bustamante pidió orar por todos los sacerdotes del mundo y animó a aquellos jóvenes que sienten el llamado de Dios para que lo sigan con responsabilidad y generosidad. Mandamiento del amor Nuestro trato con el Señor se manifiesta inmediatamente en el trato con los demás. Jesús nos dio un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros; así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros, es decir “el mandato del amor, no un amor que se lo lleva el viento, es un amor que se hace obra, que es concreto, por eso Jesús lavó los pies a sus discípulos. Finalmente, el sacerdote invitó a preguntarnos en nuestras vidas cómo vivimos la Eucaristía, la relación con los sacerdotes y el amor en obras hacia los demás. Para tener en cuenta: Encuentre orientaciones pastorales y material audiovisual para vivir la Semana Santa 2020 enhttps://iglesiaantecoronavirus.cec.org.co/semana-santa-2020/

Mar 7 Abr 2020

Iglesia católica presenta campaña para atender emergencia por COVID-19

Un llamado a la solidaridad hizo hoy la Iglesia católica al presentar la Campaña “Comunicación Cristiana de Bienes”, que llega a su versión 39. Durante una rueda de prensa virtual, monseñor Héctor Fabio Henao Gaviria, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social pidió no dejarse llevar por la indiferencia frente a esos difíciles momentos que atraviesa el país por cuenta de la pandemia del coronavirus. “Es necesario aprender las lecciones de esta emergencia, entre ellas la fraternidad como camino indispensable para superar la adversidad. Por esta razón hacemos un llamado a la solidaridad con los enfermos, pobres, los necesitados”, afirmó. Según lo explicó, esta campaña permitirá llegar a aquellas personas que se encuentran en una situación de vulnerabilidad económica y social que incluye a trabajadores informales o independientes, con enfermedades o en situación de calle, entre otros. Igualmente, dijo que la Iglesia está incrementando su presencia en las diferentes regiones del país, a través de los Bancos de Alimentos, las parroquias: “allí se están canalizando las ayudas y distribución de productos como son alimentos, agua, saneamiento básico, auxilio de recursos para necesidades específicas de la población”. Informó, además, que se han ido creando hogares de paso para recibir aquellas personas que han quedado atrapadas en ciertos lugares y no se pueden movilizar. “Queremos unirnos y fortalecer todos estos movimientos solidarios que ya existen a nivel público y privado, deseamos canalizar también nosotros la posibilidad de estar presentes en medio de estas situaciones con unos criterios de equidad, solidaridad, pero sobre todo la preferencia de la Iglesia como lo ha tenido siempre presente, la de ayudar a los más pobres y necesitados”, puntualizó. ¿Cómo hacer los aportes? Aclaró que, con el fin de preservar la seguridad de las personas, no se están recibiendo productos en especies, sino que se ha destinado una cuenta donde las personas de buen corazón podrán hacer sus aportes. Al llamar la generosidad de los colombianos, monseñor Henao Gaviria informó que los aportes se podrán hacer consignando en la Cuenta Corriente del Banco de Bogotá No. 081-52478-7, a nombre del Secretariado Nacional de Pastoral Social. Finalmente, recordó que este momento que vive el país debe ser asumirlo por todos con mucha responsabilidad, por lo que invitó a asumir los mecanismos de autocuidado que las distintas instancias de salud han recomendado. “Esta emergencia nos debe llevar a agilizar los mecanismos para hacer presente la solidaridad de todo el pueblo colombiano con aquellos que sufren, pero que también nos lleva a actuar de manera responsable frente a nuestra vida y la de las comunidades”. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Ver Rueda de Prensa[/icon] [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon] [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar piezas de la campaña[/icon]